Un profesor de Educación Física que impartía clases en un instituto en la localidad valenciana fue condenado penalmente por haber disparo un arpón contra un adolescente de 14 años, alumno suyo. El tribunal consideró al profesor culpable de un delito de imprudencia grave, y le impuso una multa de 1.800 euros. Esta cantidad se suma a una indemnización de 3.000 euros que el reo ya entregó a la familia a de la víctima.
La sentencia, emitida la semana pasada, califica la conducta del condenado como “dejación intolerable”, pero no lo inhabilita en sus funciones, debido a que “el resultado lesivo producido no deriva de una situación profesional concreta”.
Según informa periódico ABC, los hechos ocurrieron en octubre de 2020, cuando el profesor —dentro del horario escolar y por lo tanto en tutoría— llevó a algunos alumnos hasta el estacionamiento para mostrarles las piezas que había cobrado ese día mediante caza submarina.
El hombre abrió el maletero del vehículo y mostró los animales que había cazado. También exhibió un fusil de pesca submarina —sin licencia ni seguro— que se disparó accidentalmente. El arpón alcanzó en la ingle a uno de los alumnos, un menor de 14 años. La herida requirió “sutura mediante dos grapas” y ocasionó “cuarenta días de perjuicio básico, cinco de perjuicio moderado y un punto de secuela derivada del estrés post traumático leve”, se lee en la sentencia.
El escrito judicial señala también que el docente cometió “diversas regularidades”, más allá de salir del centro sin justificación y dejando al resto de alumnos solos sin vigilancia en el patio: trasladó al herido hasta el centro de salud en su coche particular, en lugar de llamar a una ambulancia como exige el protocolo, y pidió a los estudiantes que mintieran sobre lo ocurrido.
“No puede olvidarse que, tras el incidente, pidió a los menores que faltaran a la verdad sobre lo sucedido y hasta que no se descubrió la realidad del percance, no pidió públicamente disculpas por los hechos ni habló con los progenitores en aras de reparar el daño causado”, expresa en el texto la jueza del caso.
Durante el juicio, el profeso r finalmente reconoció los hechos e intentó excusar “su anómalo comportamiento” alegando “una insistencia de los menores en ver los artilugios de pesca que utilizaba, que en modo alguno ha sido probada”, indica el fallo contra el que cabe recurso de apelación.
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