La Escuela de Nutrición de la Universidad de la República (Udelar) emitió un comunicado este martes en virtud de las medidas de emergencia implementadas por el Ministerio de Salud Pública y la Administración Nacional de las Obras Sanitarias del Estado (OSE) ante el aumento de sodio y cloruros en el agua potable que sale de las canillas.

Ante esta situación, la escuela realizó algunas apreciaciones, por ejemplo, que el agua es una sustancia “básica” para la vida, que es prioridad, un derecho humano reconocido y una condición para el goce de otros derechos como a la vida, la salud y la alimentación adecuada.

“En este sentido, el agua para el uso personal y doméstico no debe contener, entre otros aspectos, sustancias químicas que puedan constituir una amenaza para la salud de las personas y sus características organolépticas deben ser aceptables. Su abastecimiento debe ser físicamente accesible y asequible, esto implica que ningún individuo o grupo de población debería verse privado del acceso a agua potable por no poder pagarla o ver comprometida la capacidad de acceder a otros servicios y el disfrute de otros derechos humanos”, indica el texto.

Además, agrega que el enfoque del abastecimiento del agua potable desde una perspectiva de derechos humanos no solo exige que ningún grupo de población quede excluido, sino que debe contribuir en la toma de decisiones, “dándole prioridad a la distribución del agua para usos personales y domésticos frente a otros fines” y estableciendo la importancia de una “rendición de cuentas que se acompañe de políticas, procedimientos y mecanismos de reparación que permitan promover y proteger su acceso (ONU/ OMS, 2011)”, menciona.

“Lo antes expuesto no está contemplado en las medidas recientemente implementadas para el área metropolitana, pudiendo afectar la salud de dicha población”, señala el comunicado.

En este sentido, en cuanto a los datos, la Escuela de Nutrición expone que, según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de Enfermedades no Transmisibles, un 37% de las personas adultas entre 25 y 64 años son hipertensas y dicho relevamiento señala también que casi 6 de cada 10 personas presentaron cifras alteradas en la medición de la presión arterial al tiempo que manifestaron no estar en tratamiento alguno.

“En este sentido, el agua para el uso personal y doméstico no debe contener, entre otros aspectos, sustancias químicas que puedan constituir una amenaza para la salud de las personas y sus características organolépticas deben ser aceptables. Su abastecimiento debe ser físicamente accesible y asequible, esto implica que ningún individuo o grupo de población debería verse privado del acceso a agua potable por no poder pagarla o ver comprometida la capacidad de acceder a otros servicios y el disfrute de otros derechos humanos”, reza el documento.

“El incremento en el contenido de sodio del agua es preocupante, considerando que la misma se utiliza para beber como tal, en infusiones como el té, café o mate, como vehículo para la ingesta de medicamentos así como para la reconstitución y cocción de los alimentos”, añade.

Finalmente, la Escuela de Nutrición hizo una serie de recomendaciones a la población en general, pero también para sectores específicos. A nivel general, piden extremar los cuidados en el consumo de sodio proveniente de otras fuentes que no sea el agua; consumir y cocinar con agua mineral, en la medida de lo posible, y acudir a un licenciado en nutrición para ajustar la alimentación.

Para los niños, la escuela indica que en caso de menores de 6 años que reciben en forma exclusiva preparados para lactantes, si es elaborado con agua de OSE, se estarían triplicando las ingestas adecuadas de este nutriente para la edad. Por lo tanto, en caso de ser posible, recurrir al agua mineral para el preparado.

Con respecto a niños que ya están incorporados a la mesa familiar, recomiendan la no inclusión de sal en la elaboración de los alimentos, así como su agregado en los alimentos ya preparados o procesados con alto contenido en sodio.

Para el resto de la población se recomienda reducir el agregado de sal al momento de cocinar y consumir los alimentos, así como evitar alimentos procesados con alto contenido de sodio. Además, piden hacer “especial énfasis” en la importancia de una alimentación saludable en su globalidad, priorizando alientos naturales o mínimamente procesados o de producción casera, con el fin de conocer los ingredientes, controlando sí la cantidad de sodio.

Finalmente, solicitan “racionalizar” el uso doméstico del agua como un “valioso recurso imprescindible” de la vida.

Por último, destacan que en la construcción del “futuro inmediato” es necesario “resignificar” la alimentación y el agua como un “bien común y un derecho humano”, y que el Estado debe garantizar el acceso al agua potable de forma asequible y fiable, priorizando a los grupos vulnerables de la población.