¿Cree que se abre una etapa diferente para el Frente Amplio con estas elecciones?
Esta es la cuarta elección interna propia del Frente Amplio, en este caso el presidente o presidenta va a ser electo por la ciudadanía frenteamplista. Es una situación completamente diferente, pero a mi juicio muy justificada por el hecho de que hay algunos desamores dentro de la militancia frenteamplista y hay ganas de elegir. Me parece que está bueno que tengan esa chance.
¿Por qué hay que votar a Mónica Xavier y no a Agazzi, Rubio o Castillo?
Quiero que el frenteamplista venga a votar a cualquiera de los cuatro. El Frente necesita un sacudón, del mismo estilo con el que apostó a los comité de base en el 71, cuando decíamos “no más clubes tradicionales para hacer política cada cinco años, repartir la lista y que el candidato venga a hablar", sino lugares de síntesis de la acción política, eso fue una enorme apuesta. Hoy siguen tan vigentes como antes los comités, pero con una renovación en su funcionamiento, con una apertura. La consigna ´más Frente Amplio´ significa más apertura, más diálogo con la ciudadanía, más capacidad de entender a aquel militante que deja de militar las 24 horas. He insistido siempre en que no debemos contraponer el comité de base a las formas de comunicación de hoy; hay que atravesar las estructuras del Frente Amplio con esos nuevos medios. Cualquiera puede beneficiarse de esos métodos. Si nos ponemos a verlos como excluyentes, estamos errando y perdiendo la oportunidad de encontrar una forma que permita a determinados sectores que hoy no están en el Frente como estuvieron antes -los jóvenes y muchos sectores de la intelectualidad- estar más entusiasmados en participar. Tenemos que hacer esa apertura de ventanas, esa circulación de aire en la estructura de todo el país. Me tengo fe y tengo entusiasmo como para generar en el Frente esa transformación y para hacer lo que Seregni siempre nos dijo, que es que en el Frente hay que negociar todo el tiempo y hay que tratar de lograr esas síntesis. Somos unidad en la diversidad y se trata de que todos nos sintamos representados.
¿Está dispuesta a pelearse con su sector en defensa de la unidad del Frente?
No veo la necesidad de pelearme con mi sector, ni de darle un adiós a la barra. Mi barra es la izquierda. Viví mi infancia en Artigas, en la década del 60, en la que éramos muy pocas las familias de izquierda; para los socialistas era un compromiso ir a las actividades que el Partido Comunista hacía y viceversa. Mi casa es la izquierda. Claro que no voy a tener las responsabilidades que hoy tengo en el Partido Socialista.
¿No le parece dramático tener que acercar una postura del Partido Socialista con la de otro sector?
No, porque va a haber que hacerlo con todos los sectores, como lo hizo con su estilo Seregni, Vázquez con otro estilo completamente diferente y como lo ha tratado de hacer el compañero Brovetto. La clave está en que, además de tener voluntad de articulación desde la presidencia, hay que tener voluntad y renunciamiento desde todos los sectores del Frente. No se trata de que renuncie uno, se trata de que todos tenemos en algún momento que resignar a alguna cosa para esa unidad. Dentro del Frente hay sectores que tenemos proyectos finalistas diferentes, pero el tiempo que nos toca recorrer juntos para transformar la realidad en beneficio de la gente, es tanto que esas transitorias resignaciones son absolutamente necesarias.
¿Cree que hay diferencias desde el punto de vista ideológico, dentro del FA?
Esta es una elección en la que nos tenemos que concentrar en la necesidad de una herramienta y una estructura política fuerte. A veces se nos confunden los planos de gobierno y la estructura, pero tenemos que poder llevar a la práctica lo que nos ha quedado muy lindo en un documento que se llama Relación Fuerza de Gobierno y Partido, que nos ha costado traducirlo en hechos concretos.
Hay que pensar en una fuerza política más moderna con un funcionamiento más ágil y más abierto. El Frente tiene que lograr -en el respaldo al gobierno- poder decir, "el gobierno es de todos una vez que llega, la fuerza política sigue teniendo pensamiento propio". Muchas veces desde la acción parlamentaria y sectorial hemos insistido en que el Frente Amplio tiene que tener un posicionamiento más claro frente a determinados temas. Es natural que el presidente quiera hacer políticas de unidad nacional, pero el Frente muchas veces no tiene los tiempos, los ámbitos para tener un posicionamiento en esos temas. Tenemos que privilegiar los tiempos de la fuerza política. Ahí hay una clave.
Sueño con volver a ver al Frente lleno de muchachos, con el empuje y el ventarrón que generan los jóvenes en las estructuras políticas, ese es mi mayor deseo. Quiero un movimiento que también se revitalice. Hay que pensar la dinámica del Frente con una estructura que no reproduzca en todos sus ámbitos el exacto equilibrio entre los sectores y las bases. El hecho de tener varias decenas de partidos y sectores hace imposible pensar en la reproducción de todos ellos en todos los niveles. Si todos sentimos que somos parte de la estructura y sentimos que estamos aportando, podemos encontrar modalidades de funcionamiento menos pesadas y tener lo que es la clave de cualquier estructura política: estar mucho más cerca de la gente de lo que estamos.
¿Cuáles son los próximos desafíos para la fuerza política a nivel de país?
Uno cierra los ojos y piensa lo que fue la campaña del 99, 2000, 2004, 2005, la fuerza que tenía el reclamo de la ciudadanía por trabajo, por empleo y realmente siente que vale la pena seguir peleando. Tenemos un 5.7% de desempleo, pero hay que encontrar a los más petisos en la fila. Las mujeres jóvenes tienen 20% de desocupación; a la vez que logramos esas buenas cifras promedio, tenemos que ver quién quedó abajo en la fila. A esos hay que ayudarlos particularmente para tener sociedades que busquen la igualdad de oportunidades. Algunos vienen condenados desde la cuna; hay que seguir tejiendo un tejido social que –aunque sea el más homogéneo de Latinoamérica- ha sufrido unos tajos terribles. Fuimos capaces de sobrevivir tantos años al empuje del cólera en la región, hoy está sobre el tapete seguir estando sin dengue autóctono y eso lo logró la barrera humana de conciencia en esos temas, pero hay muchos otros temas en que no hemos tenido esa actitud, como por ejemplo nuestro compromiso con las nuevas generaciones. Sabemos de las amenazas brutales que nuestros jóvenes viven por ejemplo en materia de drogadicción, de las drogas pesadas, de las que te matan. Ha habido falta de cercanía por parte de las generaciones adultas. Se estigmatiza a los jóvenes como los responsables de la violencia. ¿Dónde están los adultos que deberían responder por esos jóvenes? Hay que seguir pensando en la transformación del Uruguay con una mirada a largo plazo. Nuestro compromiso no termina con abatir los números de pobreza y de indigencia, comienza una nueva etapa cada vez que logramos reconocimiento de un derecho a la persona, eso es ciudadanía y eso es lo que nos permite seguir dándole un nuevo pedal a la bicicleta para que desde una política de derechos nosotros podamos construir un país que de felicidad a su gente. No temo hablar de felicidad desde la política, la gente tiene que poder realizar sus proyectos de vida y ser feliz.
¿Por qué hay que ir a votar el 27 de mayo?
Porque se puede hacer mucho yendo a votar. No le estamos pidiendo el voto a la ciudadanía, le estamos pidiendo que venga a revitalizar al Frente para seguir construyendo el país que todos queremos.