¿Nació en Montevideo?

Nací en Salto. Me vine a vivir a Montevideo a los dos años, cuando falleció mi viejo, siempre me crié en Montevideo, fui al liceo Zorrilla; pero después tuve que salir. Tengo un hermano muerto en Bolivia, que estuvo preso en Punta Carretas por integrar el Movimiento de Liberación Nacional. De los cinco hermanos tres estaban requeridos y los menores también nos tuvimos que ir en el año 73 a vivir a Argentina. Después regresamos y en el año 1980 me tuve que ir ya por mi militancia estudiantil, cuando recién estaba resurgiendo el movimiento. Me fui a vivir a Brasil, ahí estudié y trabajé durante un buen tiempo. Cuando regresé a Uruguay, en el año 1985, me vinculé a Mate Amargo, en la segunda época. Iniciamos el nuevo Mate Amargo y escribí allí hasta 1992, cuando me fui a vivir a Ecuador.

¿Por qué decidió irse a Ecuador?

Cuando yo regresé a Uruguay en el 85 dije "no salgo más de Uruguay", pero me casé con una ecuatoriana que estaba estudiando aquí. Estuvimos viviendo en Uruguay cuatro años y se dio la propuesta de trabajo de un contrato por un año con el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, para escribir en la revista Chasqui. Me fui a Ecuador pensando en quedarme sólo un año. Después me vinculé con el movimiento indígena, con distintos medios de comunicación, me involucré políticamente con el movimiento indígena, toda una relación... nació mi hija, me quedé en el Ecuador y me hice ecuatoriano.

¿En qué medios trabajó?

En Brasil hice dos años de Facultad de Comunicación en la Universidad en Santa María, trabajé en "Fazendo o amanhã", en ese momento estaba surgiendo el Partido de los Trabajadores. Y apenas llegué a Uruguay empecé a escribir a veces para el semanario Brecha y a veces para Mate Amargo, donde estuve más tiempo. En ese momento Mate Amargo llegaba muchísimo a la gente y si bien tenía vinculación al MLN era bastante independiente, bastante autónomo. Cuando regresó Sendic llegamos a tener un tiraje de 35 mil ejemplares y después andábamos entre 17 y 20 mil ejemplares, se autosostenía, era un periódico que andaba bien. Era un momento bastante efervescente, también, estaba el voto verde contra la impunidad. Mate Amargo tenía una cuestión que también ha tenido mucho el presidente Mujica, una capacidad de comunicación con la gente. Yo me recorrí todo el interior, junto a otros compañeros, durante dos años. Me encantaba recorrer el Interior, había lugares en los que no llegaba ningún periódico y Mate Amargo empezó a llegar. En Ecuador trabajé para el diario Hoy y en otros diarios, después fui corresponsal de la agencia IPS desde Ecuador y escribí algunos libros.

Hace unos años era difícil imaginarse a Ecuador en la situación que ahora se encuentra, en cuanto a consolidación de la democracia y prosperidad del país. ¿Cómo se vinculó con ese proceso político?

Desde que llegué a Ecuador me vinculé con el movimiento indígena. La década del noventa fue de mucha lucha del movimiento indígena, que cumplió un papel importantísimo en Ecuador y en América Latina por su capacidad de movilización y la capacidad de propuesta política, que era la época neoliberal más fuerte. El movimiento indígena tiene un movimiento social y un movimiento político que se llama Pachacuti, en el que fui asesor de diputados indígenas. Yo sacaba un periódico que se llamaba "Tinta", que los sacamos durante cinco años, en el que escribían distintos sectores de la izquierda. En Ecuador era difícil que los distintos sectores de izquierda se juntasen, siempre había mucha pelea, pero en el periódico nuestro escribía gente de distintas tendencias de izquierda, entre ellos el presidente Correa. Se veía como una posibilidad de unidad. Cuando surge la posibilidad de la candidatura de Correa enseguida apoyamos, yo escribí un libro sobre el período previo de Correa y estuve muy vinculado con el período previo. Fui asesor en la Asamblea Constituyente de la mesa de la Comisión de Soberanía y Relaciones Internacionales, después me vinculé con el gobierno, estuve en el Ministerio de la Política, que coordina todo lo que son las relaciones políticas y ahora fui como asesor del canciller Ricardo Patiño y luego me nombraron vicecanciller.

¿Cuál fue el aprendizaje más importante en ese proceso de construcción de una fórmula electoral de izquierda?

Era muy importante para Ecuador, porque si bien se había notado una fuerza muy importante y movilizadora en el movimiento indígena, no ocurría lo mismo en el movimiento urbano. Si bien el movimiento indígena tenía muy buena votación en las comunidades o en los pequeños pueblos indígenas, no la tenía en la ciudad. El surgimiento de Correa dio la posibilidad de unificación de distintas tendencias de izquierda, que no se habían dado antes. La izquierda era muy atomizada, ahora sigue siendo, pero antes era más. Lo que se demostró en estos tres años que está Correa es que se podían hacer un montón de proyectos sociales que nunca se habían hecho y trabajar con las comunidades como nunca. Se demostró que la renta petrolera -que Ecuador desperdició durante mucho tiempo porque la embolsaron cuatro o cinco- se podía utilizar para reformas sociales y eso es lo que se está haciendo.

¿Qué características tiene el trabajo con Rafael Correa?

Es un tipo muy movido, súper activo, trabaja desde las seis de la mañana hasta la noche y en la Cancillería nosotros somos así, trabajamos todo el día hasta las once o doce de la noche. Correa es súper exigente, con él mismo y con los demás. Hay una cultura que antes no existía en los gobiernos y marca mucho, la gente se obliga a cumplir con las cosas y sacar los proyectos adelante. Antes existía mucho en el Ecuador eso de que "si no sale mañana o si una carretera queda mal no importa" y ahora no, ahora tiene que salir para mañana y tiene que salir bien. Correa está en todo, él mismo se cruza con una fila del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social y viene a ver por qué hay fila ahí. Está todo el tiempo viendo que las cosas funcionen, sobre todo las cosas vinculadas con lo social.

¿Cómo vivió el bombardeo del ejército colombiano sobre Ecuador, en marzo de 2008, en el que murió Raúl Reyes?

Fue terrible, primero porque fue un bombardeo y una invasión a esa zona. En todos los ámbitos internacionales fue rechazado. Y segundo, porque nunca pensamos que el gobierno de Uribe llegara a ese tipo de acciones, muy ubicada en lo que era la estrategia de Bush en Estados Unidos. Fue un golpe complicado porque hay una relación con Colombia como país, con su gente, muy fraterna. Después estuvieron las investigaciones. Nosotros teníamos la base de Manta, que uno de los gobiernos la había cedido a Estados Unidos y había serios indicios de que podrían haber salido aviones de ahí, aunque no están todas las pruebas. Todo eso configuró una situación bastante complicada en el relacionamiento con Colombia y en ese momento también con Estados Unidos.

¿Cuáles son los elementos en los que Ecuador se basa para confiar en una nueva etapa en el relacionamiento con Colombia? ¿El nombramiento de María Ángela Olguín es una de las señales?

Más allá de las diferencias político ideológicas que se pueden tener con Colombia, hay una voluntad política de dialogar y de por lo menos darnos determinada información que Uribe nunca quiso dar. Sólo la entrega de los supuestos discos duros de Reyes, -más allá de que para nosotros no constituye ninguna prueba, pero era necesario hacer un análisis técnico de cómo habían sido manipulados- que nos entregara eso ya muestra una voluntad política que no tuvo Uribe. Porque Uribe podría haberlo hecho y no quiso.

Dentro de las posibles diferencias que podamos tener, lo importante es que se muestra una buena voluntad política por parte de Santos. Por eso creemos que la cuestión se va a superar, esperamos que antes de fin de año. La designación de la canciller María Ángela Olguín facilitó muchísimo porque tiene otra capacidad de diálogo, ahora tenemos otro tipo de conversación con la cancillería colombiana, eso es muy claro.

El presidente Mujica le está dando una impronta personal al relacionamiento con los gobiernos. Exterioriza su preocupación por mediar, por estar en la asunción de Santos y de Piñera. ¿Qué le parece esa forma de relacionamiento?

Las relaciones internacionales han cambiado, ahora es necesario marcar una determinada impronta desde los presidentes. En determinadas instancias multilaterales, los delegados más bajos llevan posiciones que a veces no son necesariamente la de los gobiernos. Antes se tenían que hacer acuerdos, se trancaba y no llegaba al presidente. Ahora el propio presidente llama, habla con el otro presidente para ver qué fue lo que pasó. Esa comunicación personalizada es fundamental. En esta época, si nos dormimos podemos perder una posibilidad de avance en muchas cosas. A mí ese toque que le da Pepe me parece fundamental y es similar al que Rafael le da a las cuestiones internacionales, él está en todo y viendo si puede apoyar, si es necesario que él llame. Antes era distinto, había relacionamientos mucho más marcados por la Guerra Fría, por los ejes, ahora por ejemplo la UNASUR demuestra que se pueden construir unidades, respetándonos nuestras características propias.

¿Cree que la UNASUR ha ganado respeto, a través de esa diversidad?

Sí, a nivel de Naciones Unidas, de la Unión Europea se lo tienen como un bloque fundamental. Hasta hace poco años el mundo era un mundo unipolar, después de la Guerra Fría se construyó ese mundo unipolar y ahora se va construyendo un mundo mucho más multipolar con distintos bloques, con el surgimiento de China, con la presencia de Rusia con toda esa alianza de Brasil, India y nosotros vemos el surgimiento de la UNASUR como un bloque que puede tener vinculación cultural, vinculación política y después vinculación económica. La diferencia de UNASUR con otras instancias que surgieron en América Latina es que en esas instancias anteriores surgieron con el comercio como cosa fundamental en cambio la UNASUR surge primero como una alianza política y cultural y después ver en qué momento podemos profundizar el tema económico.

¿Cómo encontró a Mujica en lo personal?

Creo que cada vez está más sabio, ya en la época de Mate Amargo marcaba cuando hablaba, pero es una emoción verlo ahora con esa capacidad de ver más allá. De que uno está hablando con él y le dice una cosa, y él responde que podemos también ver esta otra, siempre un poquito más allá. Está mucho más sabio de lo que era entonces, tiene la capacidad de entender las distintas verdades de cada uno, a nivel del Uruguay y a nivel de América Latina. Entender sin dejar de lado los principios, es una sabiduría que pocos gobernantes tienen.