Montevideo Portal | Pablo Méndez
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Ernesto Agazzi es uno de los precandidatos para la presidencia del Frente Amplio, en una carrera de postas en la que juegan también Enrique Rubio, Mónioca Xavier y Juan Castillo. Sobre sus comienzos políticos, relación con los demás candidatos, la interna del Frente Amplio y los cambios necesarios en un partido que ya va por su segundo período consecutivo de gobierno dialogamos con el "elegido" del MPP, Ernesto Agazzi.
¿Cómo comenzó su actividad política?
Cuando tenía 18 fui delegado electoral por el Partido Demócrata Cristiano, diez años antes que se formara el Frente Amplio. Estaba muy ligado a núcleos de base del movimiento cristiano, donde se podía hacer algo por el bien común. Después, durante mis años de formación, la política no ocupó un lugar importante en mi vida. Me recibí de agrónomo y me fui para Paysandú. Cuando se formó el Frente Amplio, creamos el Comité Segunda Independencia y participamos muchísimo en el Congreso de los Comités de Base que se hizo en diciembre de 1970. En aquel momento había una contradicción muy grande entre todos los militantes de base y las estructuras partidarias. Los militantes de base queríamos participar en algo.
¿Cómo tomó la decisión de incorporarse al Movimiento de Liberación Nacional?
Siempre lo entendí como una actitud de generosidad, no tenía mucho fundamento teórico para hacer eso. Normalmente no tenemos fundamento teórico para hacer las cosas en la vida. Luego que hice los estudios universitarios y me fui a trabajar al interior conocí el país desde otro punto de vista. Con una formación científica trabajando en investigación, dominando los principios de la ciencia, revisé todas las categorías cristianas y me di cuenta que no era necesario colgarse de Dios. Me fui alejando de la práctica religiosa y me hice una persona de izquierda independiente. Con las contradicciones que había en la sociedad en aquellos años, el planteo de entregar lo que tenía por una causa me sedujo y por eso, en 1971, cuando me ofrecieron entrar al MLN, dije que sí.
Ingresó en la peor etapa de la guerrilla...
Sí, en el 1972, cuando sufrimos la derrota militar, fuimos todos para adentro. En Paysandú éramos 170 presos y ahí se terminó la militancia.
¿En qué año salió?
En el '78; traté de quedarme en Paysandú, pero no pude. Me corretearon por todos lados, me llevaron varias veces y volví a sufrir la tortura cuando me llevaron a Fray Bentos. Era “LV”, una categoría de libertad vigilada; los ciudadanos que teníamos que presentarnos una vez por semana al cuartel. Como jugaba al básquetbol, tenía que pedir una solicitud para ir a las prácticas o para festejar el cumpleaños de mi hija, era algo horrible. Era como estar preso, pero afuera de la cárcel.
¿Adónde se exilió?
Nos presentamos en la oficina de Naciones Unidas que quedaba en Río de Janeiro. Ahí, el Servicio Mundial de las Migraciones y la Convención de los Refugiados eligen un tercer país. Terminé en Francia, trabajé de todo un poco para poder estudiar y para poder comer y aprendí mucho en el exilio.
¿Al regresar se reintegró enseguida a la actividad política?
Participé de la reconstrucción y del debate ideológico que consistía en interpretar lo que había pasado y trazar nuevos rumbos. Ahí decidí ya no volver a Paysandú y quedarme en Montevideo. Me quedé trabajando en el agro en Canelones, con una concepción de trabajar con la gente, desde el punto de vista académico y de la enseñanza.
Hace unos meses se hablaba de la crisis del Frente Amplio. ¿Cree que esa etapa fue superada? ¿Qué evaluación hace de la situación actual?
El Frente Amplio no se puede analizar separado de lo que pasa en el país. El principal problema del Frente Amplio es que se le terminó la estrategia de oposición. Se creó como un Frente Amplio porque ninguno le podía ganar a los blancos y a colorados que tenían afirmado un sistema bipartidista. Estaba uno, estaba otro y a nosotros no nos permitían ni entrar en un edificio público. Era una relojería bipartidista. Lo que el Frente Amplio se planteó fue unir fuerzas, lograr una unidad sin excluir a nadie para poder existir y pujar, llevando adelante ciertos principios que estaban establecidos en ese momento, como la defensa de los intereses de los trabajadores, de los productores nacionales, toda esas cuestiones; que los organismos internacionales no nos digan lo que teníamos que hacer y no ser un apéndice de la política de Estados Unidos que en aquel momento dominaba toda América Latina. Eso el Frente lo cumplió con creces. Después vino la etapa de Tabaré Vázquez que fue una etapa de ganar gobiernos y aquello tan importante que se dijo cuando se creó el Frente se terminó. Ya no era para crear una tercera pata del taburete político y se reformó la Constitución de modo tal que el que gana le tiene que ganar a los dos juntos. Cambió la situación, el mundo no es una polaridad entre Estados Unidos y Rusia y en Uruguay no gobiernan los blancos y los colorados alternándose ¿No se precisará otra estrategia? A mí me gusta enfocar la crisis del Frente Amplio como una crisis de estrategia porque hemos pasado a otra etapa. Eso fue lo que discutimos durante todo el 2011, el documento de la estrategia.
¿Hubo suficiente consenso a la interna del Secretariado Ejecutivo, en torno a ese documento?
Sí, pero hubo también diferencias importantes. Una cosa bien notoria: ¿gobernamos para la gente, o gobernamos con la gente? Hubo una visión claramente mayoritaria de que las transformaciones tienen que hacerse con la participación de los ciudadanos y si los ciudadanos participan menos, habrá que amoldar la velocidad de las decisiones a las cosas que la sociedad permita cambiar. No se puede cambiar más allá de lo que la sociedad permite. Había una postura -más racional si se quiere- que decía “No, hay que tomar las decisiones y hay que hacerlas, ya la gente se va a amoldar”. Y así como eso hubo varios puntos en los que hubo tironeos, pero al final lo importante es que se llegó a un documento de consenso. Esto surgió enseguida de las elecciones porque después de las elecciones adentro del Frente hubo un tembladeral. Gobernamos Paysandú y perdimos Paysandú, gobernamos Salto y perdimos Salto y en Montevideo tuvimos muchos votos en blanco de gente desconforme. Acá algo está pasando. La Mesa Política hizo una gira e hizo un documento bien interesante porque los frenteamplistas dijeron sus cosas y esa fue la base para decir “acá está fallando esto”.
El cargo al que aspira, probablemente le proponga en el futuro tener que elegir entre el Frente Amplio y el MPP ¿Cómo va a resolver eso?
El MPP decidió que yo fuera candidato al Frente Amplio y ya no cumplo ninguna tarea en el MPP. Si el conjunto de los frenteamplistas –incluidos los del MPP- me designa como presidente, voy a ser un compañero del Frente Amplio.
¿Está dispuesto a tomar decisiones con las que no esté de acuerdo el MPP?
Sí. El MPP va a tener su representante para defender su posición. No voy a ser yo el que lleve la propuesta del MPP, si tengo un cargo en el Frente Amplio. Eso siempre lo hemos visto así, lo discutimos mucho con Mujica. Mujica hoy no tiene nada que ver con nosotros, hace lo que puede y a veces discrepamos con él.
¿Qué le gustaría que sucediera con el Frente Amplio a mediados de 2014, cuando termine su mandato, si es elegido presidente de la fuerza política?
Que el Frente sea movilizador, que motive a la gente. Recuperar la alegría frenteamplista, eso sería lo que más me alegraría y me parece que eso es más importante que ganar las elecciones.
¿Cómo se logra eso?
Dándole participación a los frenteamplistas. El Frente se ha convertido en una estructura muy plegada sobre sí misma, tiene un local central que no es muy adecuado, es una casa donde no parecería que te reciben con alegría cuando vas. Es un local cerrado, que está muy vacío de gente. En eso hay que tomar medidas, que los frenteamplistas se apropien del Frente Amplio. Si esto pasa en el Partido Nacional o en el Partido Colorado, ellos tienen otras bases pero en el caso nuestro es un problema. Muchos tienen muchísimas cosas para decir. Para mí la contradicción hoy está entre lo que sienten, piensan y propondrían hacer todos esos frenteamplistas y lo que los organizados pueden resolver, con la mejor de las intenciones.
Hay quienes hablan del fin de la política. ¿Usted qué cree?
No creo. Creo que sí hay un retroceso de la política a nivel mundial, Uruguay va a ser uno de los países que más la va a aguantar. Por algo en el total de la agenda en los diarios siempre se pone una parte muy importante para la política. A veces en forma desmedida porque no se justifica que tenga un espacio particular para dar sus opiniones, por lo menos más que otras actividades. ¿Por qué me hacen una entrevista a mí? ¿Yo qué importancia tengo? Entrevisten a un pedagogo, a un investigador. En los medios de comunicación uruguayos hay una relación demasiado partidizada. Eso me parece malo porque los partidos no tienen como fin dividir a la sociedad, para que cada uno defienda la baldosita en la que está parado.
¿Cómo se decidió su candidatura? Unos días antes, el MPP había descartado presentar candidato propio y anunció su apoyo a Alejandro Zavala y a Miguel Fernández Galeano.
Es que el MPP decidió no presentar candidato y lo publicó, pero después fracasó en conseguir candidato. Unos no lo aceptaron, otros aceptaron pero dijeron que si no lo apoyaban otros sectores no se presentaban y al final el Partido Socialista presentó su candidato, la Vertiente el suyo, el Partido Comunista otro y nosotros impulsábamos a uno que lo íbamos a votar sólo nosotros. Para votar uno sólo nosotros, ponemos uno de los nuestros. A mí no me gusta, tampoco me gusta que cuando cruzas en una cebra te pise un auto pero después que pasa ¿qué le vas a hacer?
Fernández Galeano realizó criticas severas a cómo se plantearon las elecciones, señalando que se trata de una lucha entre sectores y no una representación de confrontación de ideas.
Voy a tratar de contradecirlo, para que no sea una lucha entre sectores y enfocar algunos temas de fondo. Voy a buscarle la vuelta para que no sea una cosa personal, no tengo interés en eso. Quizás hasta el propio Fernández Galeano pueda participar en esto y poner en el escenario cosas importantes para el Frente en esta etapa. El MPP no lo presentó como una lucha de sectores y todos saben que hicimos muchos esfuerzos para llevar algún candidato que fuera frentista que no fuera nuestro y también todos saben que fracasamos.
¿Cada candidato representa una visión diferente del Frente Amplio?
No creo. Tenemos orígenes distintos, cada uno viene con su mochila. Pero me parece que entre los candidatos hay muchas cosas cruzadas, hay cosas que no necesariamente son visiones distintas. La importancia de que el Frente Amplio sea inclusivo, la importancia de lo que el Frente Amplio tiene que hacer para afuera, la relación entre el Frente y el gobierno son temas muy importantes que probablemente no tengamos exactamente la misma respuesta pero tenemos áreas en común.
Sería bueno que los perfiles diferenciales fueran para sumar. Si Juan que trabajó años en el movimiento obrero tiene vínculos con sectores de trabajadores, que ponga eso al servicio de la causa. Así como digo de Juan con eso, digo de Mónica con las organizaciones de las mujeres. Mi perfil es el de conocer muy bien el medio rural, por haber sido ministro y por haber estado zapatillando por el Uruguay y lo voy a poner al servicio de la causa, sea quien sea el presidente. Si lo ponemos así, para aportar, puede salir bien.
¿Qué le parece que pueda aprender de esta experiencia como candidato?
Siempre tuve una actitud en la vida, que es que todas circunstancias tienen cosas buenas si la sabés aprovechar. Hasta en la cárcel aprendés bastante -aunque estuviera encerrado, incomunicado-, si tenés actitud de aprovechar las circunstancias que estás viviendo. Esta campaña que va a ser breve nos va a permitir hablar con mucha gente. Un documento escrito es distinto a una expresión, a una mirada, a una fuerza en que se pone énfasis. Creo que voy a tener una visión más cabal de lo que están sintiendo los integrantes del Frente Amplio. La fortaleza que ha tenido el Frente Amplio ha sido el entusiasmo de sus adherentes que actuaron como un polo de atracción y lograron que venga gente de otros lados.
Cuando el presidente José Mujica le ofreció el Ministerio de Educación, usted tuvo sus cinco minutos de fama, al negarse respondiendo que no conocía nada de Mozart. ¿Qué piensa ahora de aquella situación?
No conozco muchos ejemplos de alguien que se haga famoso por decir que no. Alguien debería hacerse famoso si dice que sí y logra cosas. Quizás eso es una medida indirecta de lo que la gente piensa de los políticos. He hablado con gente, que me para en el supermercado, que va a mi casa y eso sigue dando vueltas en la sociedad. Y cada vez que me felicitan yo les pregunto por qué, para tratar de entender y creo que la mayoría de las personas que me felicitan es por la honestidad de no aceptar, porque el pensamiento común, el que recoge la murga, es que los políticos estamos desesperados por aceptar cargos. Al presidente lo conozco mucho, él tiene una razonable metodología informal de hacer las cosas. Él dice en una reunión lo que te va a proponer a vos, aunque vos no estés, entonces vos te enterás por los que estuvieron en esa reunión y eso fue lo que pasó acá. Le dije que no y fue bien simple, me dijo ´yo a nadie lo voy a obligar a hacer lo que no quiera´, fueron dos minutos. Lo que me pasó a mí, le podría haber pasado a cualquiera ¿si te lo hubiera ofrecido a vos, qué decías? Bueno, somos dos.
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