¿Cuándo conoció a Luis Lacalle Pou?

 Hace muchos años, antes de entrar en la actividad política. Tenía buena relación con él pero nunca habíamos trabajado juntos. En 2008, siendo colegas en la Cámara de Diputados, teníamos mucha sintonía y empezamos a generar las bases de lo que fue después el movimiento Aire Fresco, un movimiento que se inició poco tiempo antes de la elección de 2009.

Ahí teníamos la lista 400 en Canelones y sacamos la 404 en Montevideo. De esa elección sacamos tres diputados, dos por Canelones, Luis y Amín Niffouri, y yo por Montevideo. Tuvimos listas en cinco departamentos. Después de la elección de 2009 empezamos un proceso de recorrer el país. Fue un sector que fue creciendo y en el 2012 se dio una situación muy particular; íbamos con Luis a recorrer y la gente le empezó a reclamar que sea candidato a la Presidencia. A esa altura ya teníamos 9 diputados, teníamos algún intendente, habíamos crecido como grupo. Ese fue un proceso hasta 2012, cuando Luis tomó una decisión personal y comentada con algunos que lo veníamos discutiendo. En enero de 2013, Aire Fresco como sector ofrece el nombre de Luis Lacalle Pou como precandidato a la Presidencia en nombre del sector Unidad Nacional. Había otros precandidatos, estaba Luis Alberto Heber, Analía Piñeyrúa, José Carlos Cardoso. Cardoso hizo un acuerdo con su grupo Más País, apoyando a Luis, y después Ana Lía y Heber bajaron su candidatura. El 4 de mayo en la Convención de Unidad Nacional proclamamos a Luis como precandidato a la Presidencia. Teníamos un 6 % dentro del Partido.

 ¿Por qué decidieron armar Aire Fresco y no utilizar la herramienta de la lista 71?

 Porque queríamos hacer un movimiento propio, con características propias, con un estilo diferente, que tenía mucho que ver con una impronta personal de Luis y varios de los que integramos el sector. En la elección pasada no éramos el oficialismo, éramos una lista que no representaba la estructura oficial, era la otra opción de votar al Partido Nacional y esa opción fue calando, creciendo, siendo comprendida y entusiasmando. A partir de que Luis es candidato se genera un proceso muy especial. Luis empezó a generar toda una ilusión en la gente, que fue un proceso de acumulación electoral, pero también política. Quizás de los más importantes que yo he visto.

En un año pasamos de 6 % en mayo de 2013 a ganar la interna en junio de 2014. En ese interín se incorporó Javier García, Graciela Bianchi que venía del Frente Amplio, Pablo Da Silveira empezó a coordinar un grupo de 230 técnicos, y se formó el movimiento Todos, que era el movimiento paraguas que incluía a Aire Fresco, al herrerismo, al Espacio 40, a Más País, a Vidalín, y después incorporó a otros movimientos, como Carlos Julio Pereyra del Movimiento de Rocha.

En el tramo final los otros dos precandidatos se incorporaron a acompañar a Luis Lacalle Pou, tanto Jorge Saravia como Sergio Abreu. Fue un proceso que tuvo mucho de épico. Luis cambió en el Partido Nacional la resignación por la ilusión y lo que empezó siendo un sueño hoy es un objetivo concreto. Queremos darle a la campaña la característica de lo que fue todo el proceso a la interna, apostar a una campaña positiva, un tipo de discurso sin descalificaciones, con propuestas. Eso no lo hemos variado. El slogan “Por la positiva” fue como decantando solo. Las campañas no hacen a los candidatos, los candidatos hacen a las campañas y esta campaña está hecha a instancias de lo que quería expresar Luis.

De todas las incorporaciones que obtuvo, en lo personal, ¿cuál fue la incorporación más significativa?

 Es un proceso de acumulación. Quizás simbólicamente la de Carlos Julio Pereyra, porque era el más veterano de los dirigentes del Partido apoyando al candidato más joven a la Presidencia de la República. Tuvo un simbolismo muy especial.

 ¿Por qué le parece que Carlos Julio apoyó la precandidatura de Luis Lacalle Pou?

 Carlos Julio dijo que la historia nos confirma que los movimientos que generaron empujones fuertes los hicieron fundamentalmente los jóvenes, y en ese sentido Luis representaba esa esperanza. Carlos Julio dijo: “Las revoluciones la hicieron los jóvenes”, tiene mucho que ver con eso. La gente pasó por encima de las estructuras del Partido. Luis motivaba, generaba esperanza, hacíamos una campaña con alegría. La gente vio que era un camino correcto el no agraviar, el no descalificar. El reconocer logros de los demás, tener esa honestidad intelectual y a su vez la firmeza en sus convicciones. Eso incidió mucho en el resultado de la interna y está incidiendo mucho ahora.

 Hay quienes opinan que existe una simulación de novedad porque es el hijo de un expresidente, cuenta con el aparato a nivel nacional que dejó su padre. ¿Qué piensa de eso?

 Si alguien no tuvo que ver en todo este proceso, ni en la proclamación, ni en la previa, ni en lo posterior, fue Luis Alberto Lacalle. Esto es cosecha y siembra propia de Luis Lacalle Pou. Estuvo tres períodos de diputado, nadie puede dejar de reconocer que el periodo de acumulación político que generó con el movimiento Todos y ahora encabezando al Partido Nacional no fue fruto del trabajo, del esfuerzo, de animarse y atreverse, de derribar muros y de generar ilusión. Creo que hoy nadie duda de que esto es mérito propio y no es ningún tipo de bien cedido. Tal es así que en la elección pasada no fuimos el oficialismo. El Partido Nacional cambió su gente, sus candidatos, cambió el perfil. Es un partido mucho más inclusivo, mucho más motivante, que genera adhesión en los jóvenes. Eso es mérito del candidato. Estoy hablando hasta la interna. Después de la interna hay que reconocer el mérito de Larrañaga. El Partido Nacional es el único que completa su fórmula con los dos candidatos que compitieron en la interna.

 ¿Cuál era el candidato de Luis?

 Jorge Larrañaga. La verdad que tuvo una actitud de grandeza que el Partido y el Uruguay van a reconocer. Necesitamos un Partido unido para generar esa corriente que nos puede hacer ganar las elecciones, en eso tuvo mucho más mérito Jorge en aceptar que Luis en proponer.

 ¿Por qué se llegó a que Luis fuera el candidato? Heber tiene un peso histórico.

 No fue el candidato de las cúpulas, fue el candidato de la gente. La gente fue reclamando que Luis fuera candidato, la gente común y corriente, el que no tiene cargos ni posiciones fue reclamando una renovación y otra actitud, y Luis representaba eso.

¿En qué momento se dio cuenta de que Luis tenía posibilidades ciertas de ser presidente?

Me convencí de que tenía que ser candidato en el último trimestre de 2012, cuando Luis empezó a generar adhesiones. Lo viví muy cerca de él y vimos que el proceso se estaba dando a nivel nacional. Era como una ola, una espuma que va subiendo, que no lo contenés hasta que él tomó la definición personal. Cuando lo escuché aceptando la votación el 4 de mayo en Cambadu me di cuenta que era ahora.

 Antes del comienzo de esta elección muchos se preguntaban quién iba a ir a perder con Vázquez. ¿Qué fue lo que cambió?

 Luis cambió la resignación por ilusión y ahora está cambiando la ilusión por realidad. Años atrás, mucha gente del Partido y además las encuestas estaban pronosticando el resultado conocido. Luis cambió eso. Ahora, al ganar la interna, cambió el paradigma de la elección. Es un candidato que no habla de sí mismo, habla de equipo. Ese es el tono que Luis le ha impregnado primero a su sector y ahora al partido.

 ¿Cuál fue el momento más difícil de esta campaña?

 Quizás el momento de tomar la decisión de ser candidato, porque era un camino sin retorno. Una vez que decías que sí, tenías que apostar a que esa ilusión se convirtiera en una realidad tangible y que adémas tuviera un respaldo electoral. El riesgo era perder por goleada la interna. Cuando fue proclamado tenía el 6 %. Había muchos riesgos, había que asumirlos. Mucha gente que nos decía: “Esperen que gane el Frente Amplio, los cinco años que viene van a ser de situación económica diferente, con menos viento de cola, con una situación interna menos favorable. Va a haber un desgaste del Frente Amplio, no van a tener mayoría y después, ya con ese desgaste del Frente Amplio, vienen y quizás con menos esfuerzo son el candidato natural para suceder al Frente Amplio” y la verdad que Luis se rebeló contra eso que puede tener lógica electoral pero tenía mucho egoísmo político, porque cinco años de situaciones parecidas no mejoraban al país. Justamente, en situaciones de riesgo o no tan favorables es cuando el país necesita un gobierno más seguro, más firme, y gente que esté dispuesta a mantener lo que está bien, pero innovar y animarse a hacer cosas que todavía no se hicieron.

¿Cómo se definió la integración de la fórmula?

 La noche de la interna, en ese abrazo en el Directorio. Era una situación muy competitiva que tenía un final incierto. A la semana, Luis y Jorge se hablaron. Después de una interna con competencia leal, estuvieron tomando mate varias horas y pocos días después Larrañaga manifestó, en un proceso que mucho lo enaltece, la posibilidad de acompañar a Luis. Hubo algunos mensajes. Cuando Luis se lo propone había voluntad de Larrañaga de aceptar la vicepresidencia.

Se habló de Zimmer, de Verónica Alonso, ¿cómo surgieron esos nombres?

 Nosotros dijimos después de la interna que el candidato a vice lo proponía Alianza Nacional y que íbamos a respetar la decisión de ellos.

 ¿Cuáles son las principales características de Luis?

 Autenticidad, firmeza, es una persona muy segura de sí misma, con mucho don de organización y mando, no de mando en el sentido autoritario del término sino de fijación de rumbo, de coordinación de equipos. Es una persona que escucha, que le gusta trabajar en equipo y eso le ha generado a la fórmula un diferencial. Es una persona muy alegre, que transmite energía, alegría y motivación. Hoy la motivación está del lado del Partido Nacional. Creo que en los demás hay mucha movilización por compromiso.

 ¿En qué se diferenciaría un gobierno de Vázquez de un gobierno de Luis Lacalle?

 En las ganas de hacer las cosas. Creo que el Tabaré Vázquez de hoy es un Tabaré muy diferente al de 2004, está muy condicionado por la interna del Frente Amplio. Para obtener mayorías sociales y operativas hoy tiene más capacidad Luis que Tabaré Vázquez.

 ¿Cómo tomó la noticia de que Chiruchi se integraba a Alianza?

 Era esperable.

Había sido tibio a la hora de levantar la bandera de Luis…


 Era esperable, prefiero no hacer comentarios. Tengo buena relación con los dirigentes de San José, cada uno toma sus decisiones.

 ¿Qué aspectos positivos encuentra en el gobierno de Mujica?

Que intentó hacer acuerdos multipartidarios, algunos salieron bien, otros fracasaron. Participé en energía y nos sorprendimos con el nivel de acuerdo que podíamos llegar a tener 20 años para adelante, sobre los qué y no sobre los cómo. Fue una buena iniciativa, lástima que no anduvo en educación y seguridad, pero la voluntad primaria estuvo.

 ¿Se imagina algo igual en un gobierno de Luis?

Absolutamente. Para mí hay tres o cuatro temas en los que tenemos que invertir esfuerzo y compromiso, en caso de ganar o perder, para generar un consenso mayor. Hay temas de desarrollo en los que hay que dar un salto rápido, con niveles de consenso político y social. Energía, educación, medioambiente, política exterior y ciencia y tecnología. Son temas en los que Uruguay debe deslindarse del tiroteo político permanente.

 ¿Cree que Mujica no pudo contagiar al FA con ese espíritu de alcanzar acuerdos?

Mujica lo dijo alguna vez y la verdad que el presidente no debería asumir eso con una actitud de resignación, sino con una actitud de rebeldía. No está bueno que en un gobierno con mayoría propia seamos todos rehenes de la interna de un partido político y que las discusiones se terminen laudando en la Mesa Política del Frente Amplio y después vengan al Parlamento, jugamos como nunca y perdemos como siempre, porque ya sabés cómo termina el partido que empezás a jugar. Son contados los casos en los que se puede aportar. El resultado de la próxima elección va a generar la necesidad de la apertura, abrir las cabezas y escuchar más.

 ¿Se imagina un gobierno de Luis Lacalle con ministros que no sean blancos?

 Absolutamente.

 ¿Cómo se imagina el 1º de marzo de 2020?

 Me imagino todos con un poco más de canas, con cinco años muy intensos, con un país encaminado, con un país que nadie pueda decir que no ha sido escuchado y con una cantidad de obras encaminadas, algunas terminadas y otras en proceso, porque se empezaron en un período y se terminan en otro. Que aquellos que nos votaron sientan orgullo de haberlo hecho y de haberse comprometido y aquellos que no nos votaron sientan respeto por alguien que ganó la elección y que fue un buen presidente de la República con un buen equipo de gobierno.