Honduras descendió al lugar 128 en materia de la libertad de prensa, por el ranking realizado por la organización Reporteros sin Fronteras, que acusó al régimen golpista de “imponer una estrategia de silencio” y “una política de amordazamiento a aquellos medios de comunicación que no gozan de su favor”.
Giorgio Trucchi es un periodista y fotógrafo italiano residente en Nicaragua que llegó a Tegucigalpa un día antes del golpe de Estado, para cubrir la consulta popular que había sido promovida por el presidente Zelaya para que en los comicios del 29 de noviembre se instale una “cuarta urna” que plebiscite el llamado a una Asamblea Constituyente. Trucchi tiene 46 años, es licenciado en Educación y trabaja para la Regional Latinoamericana de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación.
“Estuve aquí (en Tegucigalpa) en varios momentos; la primera vez fue el 27 de junio. Llegué por la consulta y luego me quedé como tres semanas porque en lugar de una consulta popular hubo un golpe de estado”. Después volví en ocasión del viaje que emprendió Manuel Zelaya hacia la frontera entre Nicaragua y Honduras, en el segundo intento de entrar al país y ahora regresé cuando llegó la noticia de que Zelaya estaba aquí en la Embajada”, comentó el periodista.
Entre los principales momentos de tensión vividos en más de 70 días en los que estuvo en Honduras, Trucchi destacó la represión en el aeropuerto de Toncontín, el 5 de julio, cuando Zelaya realizó su primer intento de regresar al país, en un avión prestado por el presidente venezolano, Hugo Chávez. En esa represión murió la primera víctima del régimen de facto, Isis Murillo. “Otro momento realmente difícil fue el 30 de julio cuando varios periodistas fueron agredidos por parte de la fuerza policial y del ejército cuando se desalojó una toma de carreteras que estaba haciendo la resistencia, pero yo diría que la sensación de inseguridad fue constante a lo largo de todo este tiempo. Ha habido varios momentos de tensión, pero hay una constante que es un temor a lo largo de estos meses aquí por las medidas represivas del gobierno de facto de Roberto Micheletti hacia los medios de comunicación”.
“Sé que alguien logró de alguna manera asomarse a los centros de detención, logró tomar alguna foto, pero se nos prohibió entrar para informar sobre lo que estaba pasando. Días atrás comenzó la audiencia preliminar contra los campesinos que fueron detenidos después de tres meses de toma del Instituto Nacional Agrario, que ahora están acusados de sedición contra el Estado, ahí tampoco pudimos ingresar y se trataba de un juicio público. Lamentablemente no se les dio acceso a los medios, no pudimos ver lo que estaba pasando y ese es un poco el clima generalizado, de censura, fue complicado y sigue siendo complicado el trabajo aquí en Honduras se restringen las libertades de expresión y no se puede reportear normalmente lo que está pasando”.
Trucchi reconoce que la mayor represión está dirigida a los periodistas de los medios nacionales que se oponen al régimen pero recuerda casos de corte, detenciones y abusos contra los periodistas internacionales: “Hay que recordar que la señal de Telesur fue totalmente clausurada desde el mismo día del golpe de estado, después sus periodistas fueron prácticamente expulsados del país, también la prensa internacional sufrió una constante sensación de temor porque podía pasar cualquier cosa tanto es así que dese el 21 de setiembre, cuando regresó el presidente Zelaya al país, estamos tratando estrictamente de ir en grupo, de no quedarnos nunca solos porque puede ser peligroso”.
Desde la Embajada
Cuando el presidente venezolano Hugo Chávez informó que Manuel Zelaya se encontraba en Tegucigalpa corrió el rumor que estaba alojado en la sede de Naciones Unidas. Muchos periodistas y manifestantes llegaron hasta el lugar, pero minutos después se enteraron de que el presidente depuesto se encontraba en la Embajada de Brasil: “Los militares no nos dejaban entrar a la Embajada, nos decían que el único que puede permitirnos el ingreso era el Jefe de las Fuerzas Armadas o el presidente Micheletti. Prácticamente ningún medio logró acceder, lo que se sabe es por los medios que lograron entrar el día que llegó Zelaya”
Uno de los periodistas que logró ingresar a la sede brasileña fue Rodrigo Lópes, de 32 años, que trabaja para el diario Zero Hora de Porto Alegre: “Lo más difícil fue tener acceso a la Embajada porque había barreras militares en todo el perímetro del predio, yo fui el segundo periodista en entrar, las primeras 24 horas en la Embajada fueron las más duras de la cobertura. No había lugar para dormir por lo que debí pasar la primera noche en la cocina, usé un pedazo de cartón como cama y la mochila como almohada. Pude bañarme, pero el cuerpo debí secármelo con papel higiénico porque no había llevado toalla. La comida, que era traída por Naciones Unidas, quedaba horas al sol, a la espera de que fuera inspeccionada por los perros de la policía, por lo que a veces llegaba en mal estado. Eso que provocó un brote de diarrea en la Embajada”.
“Cuando llegué a Tegucigalpa el aeropuerto estaba cerrado, por lo que tuve que ingresar por tierra desde El Salvador, esa fue la primera dificultad. Durante el trayecto debí pasar por siete retenes militares, en los que fui acosado por la policía por ser brasileño”. El periodista reconoce que los toques de queda, la suspensión de las libertades constitucionales y los enfrentamientos entre la policía de choque y los manifestantes fueron los momentos más complicados para trabajar, aunque subrayó que también encontró limitaciones por parte de la delegación del presidente Zelaya.
“Dentro de la Embajada también había censura. Zelaya y sus asesores estaban buscando en internet lo que nosotros enviábamos a nuestros periódicos. En cierto momento, a Zelaya no le gustó una foto enviada por la agencia AP, en la que aparecía cabizbajo y solo: “Manden fotos buenas” exigió y nos convocó a todos los periodistas a una reunión: El mensaje fue comprendido, estábamos trabajando bajo presión”.
Lópes comenzó a trabajar en el periódico a los 18 y a los 25 fue distinguido con el Premio Iberoamericano, del Rey de España, por la cobertura que realizó durante las elecciones argentinas de 2003. Ahora reflexiona sobre el aprendizaje profesional en Tegucigalpa: “Fue una cobertura que exigió, más que talento, mucho de preparación sicológica y física. Aprendí a trabajar en una zona de riesgo, donde había peligro y también aprendí a trabajar con censuras, presiones y dificultades para obtener la información. Como dice aquella famosa frase de Philip Knithey: “En la guerra la primera víctima es la verdad”.
A dos voces
Teodoro Díaz, periodista de la Agencia Ansa en Honduras tiene una visión particularmente crítica sobre el papel de algunos medios de prensa durante la dictadura hondureña: “No hay peor represión contra medios de comunicación que la ejecutada con la complicidad de los grandes empresarios y dueños de los principales medios, partícipes del golpe de Estado y sostén del régimen de facto, y, peor, cuando los periodistas que trabajan en esos medios se convierten en voceros y alabadores de las acciones represivas contra otros medios no afines al dictador. Nunca antes hubo tanta división entre los periodistas hondureños como en esta ocasión, unos a favor y otros en contra del golpe de Estado, normalmente los que trabajan en las principales cadenas de radio y televisión y de tres de los cuatro periódicos que circulan en Honduras, era fácil definirlos como golpistas por el medio que representaban y las preguntas y posiciones que adoptaban durante las entrevistas.
Pese a ello, Díaz rescata la posibilidad de haber informado al mundo lo que estaba pasando en las calles de Tegucigalpa, al mismo tiempo que el régimen de facto tenía el control de los medios locales e impedía el acceso a la información de los hondureños. “Es triste saber también que, por el cacareado respeto de la autodeterminación de los pueblos, la comunidad internacional no haya actuado con más energía para contribuir a revertir el golpe de Estado en el menor tiempo posible”.
Trucchi muestra la otra cara de la moneda, en lo que hace a la relación entre periodistas: “Yo creo que es natural que independientemente de cuál es tu medio, puedas solidarizarte, cuando se niega que el medio está obstruido. Con el cierre de Radio Globo y Canal 36 llegamos al episodio final de toda una estrategia represiva hacia los medios que no reflejan la posición del gobierno de facto”.
“En momentos de crisis como estos, en guerras o ciudades convulsionadas, el ser humano acostumbra a definir quienes son los buenos y quienes son los malos. No hay buenos en esta crisis: los dos lados están peleando por intereses políticos y económicos”. afirma Lópes, mientras que Díaz marca la diferencia entre ambas partes en conflicto: “No hay poder más satánico que cuando las conservadoras cúpulas militares, políticas, empresariales y religiosas de un país se juntan para asaltar el poder y ahogar los anhelos del pueblo, y que, con el cinismo más puro, se autodefinan creyentes en Dios, defensoras de la constitución, de la democracia, la paz y la tranquilidad, sin importarles cuántos muertos, heridos y detenidos tengan que causar para defender el “sistema”, pues saben que al final todo quedará en la impunidad”.
Durante el régimen decenas de periodistas fueron detenidos y agredidos, mientras que varios medios de comunicación fueron bloqueados. Un periodista de Radio Globo se lanzó por una ventana para evitar ser detenido por las fuerzas policiales durante la primera intervención de la radio. La periodista Agustina Flores López, de Radio Liberada fue detenida mientras transmitía el regreso de Manuel Zelaya. Al día siguiente del golpe de Estado los integrantes de Telesur en Honduras fueron detenidos y expulsados del país, junto a un fotógrafo de AP . También se produjo la intervención del Canal 36, opuesto al régimen y se recibieron denuncias de maltrato realizadas por trabajadores de Televisa, Gautevisión, Radio Progreso y Radio TV Maya entre otros. Fue asesinado el periodista Gabriel Fino Noriega, de radio América, aunque aún se investigan los móviles del crimen.