Ediciones B presentó este lunes el libro “Ana la guerrillera. Una historia de Lucía Topolansky”, en el que Nelson Caula y Alberto Silva cuentan la vida de la senadora frenteamplista. Su infancia, sus inicios en la militancia estudiantil y en la Columba 15 del Movimiento de Liberación Nacional y su actual función en el Parlamento y en la vida del país.

Montevideo Portal entrevistó a Caula, responsable también junto a Silva de “Alto el fuego”, editado en 1986 y convertido en uno de los referentes de la historia reciente. También escribió "Chile, la alegría llegó" (1988), "Ansina me llaman y Ansina yo soy..." (1996), "El Diario de Enrique Erro. La cárcel, el exilio y la transición". (1998), entre otros.

Según nos contó, este libro es el resultado de unos dos años de investigación y sin bien cuenta con la palabra de su protagonista, también cuenta con el testimonios de varias otras personas que van matizando la historia a la vez de los datos y la óptica que aportan sus autores desde la investigación.


¿Cómo surgió la posibilidad de hacer un libro sobre Lucía Topolansky?

Con Alberto habíamos hecho los tres Alto el Fuego y después nos propusieron varios temas más, pero no nos convencía ninguno. Ediciones B nos propuso encarar una historia sobre Lucía Topolansky y nos gustó. El tema pasaba por si contábamos con la participación de ella o no, eso definía un poco. Tampoco queríamos que fuera una participación 100%, porque nosotros creemos que ella nos puede dar una versión pero hay otras que importan. Nos interesa el testimonio del protagonista central, pero también de otros. Ella dijo que sí, pero que de algunos temas no iba a hablar, entonces cuando la inquiríamos sobre determinadas cosas era muy locuaz y en otras muy reservada y nosotros respetamos eso.


¿Les pidió leerlo antes de publicarlo?

No hubo compromiso en ese sentido, nos hubiera gustado a nosotros para tratar cuatro o cinco puntos en los que teníamos ciertas dudas. Habíamos quedado en juntarnos un fin de semana en la chacra y ella tuvo muchas reuniones y no hubo posibilidad y las editoriales también tienen sus tiempos. Nos quedaba esa instancia de un sábado o un domingo y el lunes el libro estaba en la imprenta, no pudimos tener esa segunda posibilidad con ella, pero no nos importa.


¿Qué cosas le llamaron la atención durante la investigación?

Es una mujer muy particular, le pasan cosas en la historia de este país que no le pasan a otros. Por ejemplo, cuando era un misterio el actuar y el operar del MLN en nuestro país y se hace una primera conferencia de prensa cuando la detienen, ella hace declaraciones públicas detenida, junto a Teresa Labroca. Eso no había pasado nunca con nadie: ni Sendic ni nadie había tenido la posibilidad de hacer una conferencia de prensa, ella inaugura eso. También la forma en la que ingresa al MLN. La gente que ya estaba observaba en los gremios estudiantiles o de trabajadores aquel que pudiera tener condiciones para ingresar a una lucha por la opción armada. Se le acercaban y le hablaban. En el caso de Lucía, cuando está todo el episodio de la financiera Monty, que –como lo dijo su misma madre- era un antro de corrupción en el que estaban vinculados empresarios y políticos, ella justo consigue un empleo ahí, descubre esa corrupción descomunal y entonces quien le da más confianza para depositar toda esa documentación no es ni la Justicia (que tenía sus problemas), ni la policía (que estaba muy jugada a esos mismos empresarios y políticos) si no el MLN, a quien decide entregarla. Siendo empleada de la financiera Monty pasa a integrar el MLN, y nadie la recluta, se recluta ella misma. Además hay un hecho que pasó medio desapercibido, que es que fue la primera mujer presidenta de la República Oriental del Uruguay. Es una mujer a que le pasan primero cosas que no le pasan a otros.


¿Cómo describirías la personalidad de Topolansky?

Es como parece hoy día, una mujer muy oficialista, que responde al servicio de este gobierno encabezado nada más ni nada menos que por su marido. Da la sensación por estos dos años que estuvimos investigándola, que siempre fue muy oficialista dentro de la organización del MLN. Siempre respondió a una línea muy oficial. Le decían la “tronca” o la “Tronquita” que es una forma de suavizar una expresión que define una personalidad. Una cuestión muy rígida, planificadora, una militante dedicada las 24 horas de su día a la militancia en la instancia que estuviera, fuera cual fuera la etapa de su vida.


¿Cree que se terminó la figura de primera dama en este gobierno?

Ella odia que le digan primera dama, el rol que hoy ocupa en su actividad política es por mérito propio desde que era militante estudiantil en arquitectura o cuando aceptó de alguna manera vincularse en el IAVA, con aquellos profesores como Real de Azúa, y esa camada de una formación intelectual insuperable, ella es el producto de todo eso. De alguna u otra manera las actividades que lleva adelante, incluso cuando acompaña a su marido, son como senadora. Odia esa palabra y yo creo que está bien, es medio agarrado de los pelos esa cosa de la primera dama. Yo creo que a raíz de esta situación habrá otras esposas de presidente más adelante, pero no va a retomar nunca la función que tuvo antes la primera dama. En esto también hay como una primera vez de Lucía Topolansky.


¿Qué otro aspecto le parece destacable del libro?

Son importantes los contextos. Estamos viviendo una democracia absolutamente excepcional y un concepto asumido de libertad que nunca antes se vivió en este país. Hoy los trabajadores bancarios pueden hacer huelgas, paros, alterar el clearing. En aquellos años, eran literalmente secuestrados de sus casas, llevados a un cuartel y desde el cuartel los llevaban a cumplir el horario de trabajo y de vuelta al cuartel presos. Hay un concepto de libertad y democracia como nunca habíamos tenido. Cuando se analizan los hechos de aquel tiempo desde esta perspectiva de democracia que tenemos hoy se comete un error flagrante. Porque aquella democracia no era democracia, la libertad no era libertad, había una parodia de la libertad y la democracia. Últimamente han salido una andanada de publicaciones que prácticamente extrapolan aquella democracia a la democracia de estos tiempos y entonces no se justifica la aparición de un movimiento armado. La violencia genera violencia y eso fue lo que pasó. Lo más grave es que para difundir este tipo de cosas hay especialistas muy avezados, grandes investigadores, sociólogos, politólogos, un montó de ólogos que están confundiendo este concepto. Los tupamaros no fueron causa, fueron consecuencia y cada vez que nos metemos en el tema nos convencemos más.


¿No cree que el hecho de que el MLN esté en el gobierno reforzó la teoría de los dos demonios, por la propia interpretación que hace el sector?

Ellos se creen responsables. Se creen que son ellos los que tienen que resolver este tema porque estuvieron enfrentados a los balazos y eso es un error. Creo que ellos se sienten demasiado responsables y asumen mayor responsabilidad de la que tuvieron, pero ese es un problema de ellos. La historia es otra cosa.