La entrevista con María Noel Riccetto (35) la realizamos telefónica y no personalmente, lo cual no impidió en absoluto captar la emoción que siente y transmite al hablar del ballet como su opción de vida, la felicidad de bailar en Uruguay, sus desafíos y planes de futuro.
Muy poco antes de partir a una nueva serie de presentaciones en el exterior con el Ballet Nacional del Sodre, en cuyo marco llegarán también a Israel, le agradecemos su tiempo, que en estos días por cierto no sobra. Cabe recordar que el miércoles la compañía viajó a México para dos presentaciones, retorna el lunes 5 al país y al día siguiente parte a Tailandia y de allí a Israel, donde la gira comienza el 14 de octubre.
Agradecemos también a Gustavo Casco, coordinador de BNS, por su ayuda para coordinar esta entrevista.
Entrevista publicada en Semanario Hebreo.
María Noel, hay mucha expectativa en Israel de cara a la llegada de la compañía a una serie de presentaciones, cuatro en Hertzlia cerca de Tel Aviv, una en Haifa en el norte y la última en Beer Sheba en el sur . ¿Cómo te sientes tú con esto? ¿Qué ambiente hay en la compañía de cara al viaje?
Te diré que me parece divino. Estamos fascinados. Para mí será la primera vez. El año que entré a bailar en el American Theatre Ballet de Nueva York, donde estuve mucho tiempo, había una gira programada a Israel. Israel siempre fue un lugar que quise conocer, así que estaba super emocionada de ir, pero por alguna razón, esa gira se suspendió y nunca conocí. Así que ahora, ya de más vieja, se me da la oportunidad. Hay muchísima expectativa, estamos trabajando muy fuerte. Acabamos de llegar de una gira nacional en la que hicimos un primer tramo de cinco o seis ciudades con un programa parecido al que vamos a presentar allá, así que realmente te diré que estoy muy contenta. Estamos muy contentos. Para la compañía significa muchísimo viajar tan lejos y representar a Uruguay.
URUGUAY, DE PRIMER NIVEL
Me hiciste reír antes cuando dijiste "ahora de vieja", porque lo que sí tenés no son tantos años acumulados sino una gran experiencia internacional. Ya de muy joven eras solista en una compañía destacada como el American Theatre Ballet, lo cual significa también un gran reconocimiento internacional. Pero bailar con el Sodre, representando al país, es otra cosa ¿verdad?
Sea donde sea que esté, siempre me pongo la camiseta y represento con orgullo el lugar, pero es cierto que representar mi país y mi bandera es super especial. No hay nada como bailar en tu casa, y salir a representar al país es maravilloso. Además, las cosas que se están haciendo acá son de primer nivel también. Hay muchísimos bailarines jóvenes con muchísimo talento. Julio Bocca está haciendo un trabajo increíble con la compañía, volvió a revivir esa antigua compañía, y también hay un público de ballet renovado acá en Montevideo y en el Uruguay entero. Y la posibilidad de salir a mostrar lo que trabajamos día a día, y hacer conocida una compañía que ha estado demasiado dormida durante mucho tiempo, es una gran cosa. En estos últimos cinco años ha tenido un gran resurgimiento, y creo que la meta es hacerla conocer mundialmente y sobre todo que también esté a la altura de cualquier compañía internacional.
VOLVER A CASA
Tú hablabas recién de lo bueno de bailar en casa. Y recuerdo la emoción con la que te manifestabas en el 2012 cuando llegaste al Sodre desde Nueva York... y en ese momento pensabas que era por un año... Hay una preciosa foto tuya abrazada de una carpeta que decía Sodre... con cara sumamente feliz.
¡Sí! Era al contrato que estaba abrazando. Era la emoción que tenía de venir a casa por un año. Y un año se convirtió ya en varios más...
Y como primera bailarina es algo muy especial.
Sin duda. Al principio pedí una licencia sin goce de sueldo en Nueva York y la verdad es que es algo que no siempre se da, por lo cual estaré agradecida a Kevin McKenzie, mi director allá, el resto de mi vida. Tuvimos un cariño mutuo durante toda mi estadía allá y cuando le pedí esa oportunidad de venirme para acá, y probar, y tener como un crecimiento artístico también, él me la proporcionó. Al final de ese año tuve que decidir qué hacer y mi decisión fue quedarme acá...
Luego, de hecho, de una vida en Nueva York...
Así es. Fue difícil decirle adiós a Nueva York y al American Theatre Ballet, porque estuve allí casi 15 años.
Aparte fue muy poco tiempo después de llegar allí que ya estabas de solista... dos o tres años si no me equivoco ¿verdad?
Sí, eso también. Todo ocurrió muy rápido, bailé cosas maravillosas y tuve la oportunidad de conocer a artistas increíbles, bailar en los mejores teatros, en las mejores condiciones, entonces me costó decir adiós pero fue una decisión que la tomé con muchísima paz. Yo quería estar ya de vuelta en Uruguay y estar más relacionada con el arte y la danza acá en Montevideo. Sabía que como decisión artística iba a ser increíble trabajar con Julio. Tenía mis dudas de cómo iba a ser volver a vivir acá porque estuve muchos años afuera, y sobre todo en una ciudad como Nueva York... ¡increíble! Pero el hecho de estar tan cerca de mi familia, de mis amigos y en mi casa creo que fue suficiente para estar segura de ese gran paso que iba a dar.
Y aquí estás, ya unos años después, feliz con la decisión que tomaste en ese momento.
Sin duda alguna. Acá me encontrás tres años después, disfrutando un montón, teniendo el título de primera bailarina, bailando ballets increíbles, grandes producciones, trabajando con Julio, de uno a uno, que eso me encanta. Es una persona a la que respeto muchísimo. Creo que estoy en una etapa de mi carrera que salgo a disfrutar lo más que puedo. Siempre con un poco de nervio y un poco de presión -no te voy a mentir, eso siempre está- pero por un tema de responsabilidad. Trato de salir a disfrutar y de transmitirle eso a mis compañeros en el escenario y al público que está afuera.
En tu capacidad de disfrutar así de lo que haces ¿incide el camino qua ya tienes recorrido? O sea... ¿es una cuestión de madurez profesional sobre el escenario?
Sí, en eso Julio también me ha ayudado mucho. Si bien él es sumamente exigente me da esa libertad de decirme "Ya ensayaste todo lo que tuviste que ensayar, si las cosas salen, salen y bárbaro, y si no salen, quédate satisfecha con todo ese trabajo también". Entonces a esta altura ya me estoy dando ese lujo, de repente de no pensar tanto en lo técnico sino salir a interpretar y a disfrutar y transmitir ese disfrute.
JULIO BOCCA, AMIGO Y DIRECTOR
¿Es muy distinto haber bailado con Julio Bocca en el American Theatre Ballet y ser dirigida por él?
No. La primera persona que me trajo a bailar a Uruguay después de que yo me fui fue Julio con el Ballet Argentino, entonces siempre le tuve muchísimo agradecimiento. Obviamente muchísima admiración cuando lo veía bailar allá y el compartir escenario siempre fue una experiencia sumamente divertida y enriquecedora también.
¿Divertida? Porque cuando lo entrevisté a él me decía que tenía mal genio. Él lo decía de sí mismo, con una sonrisa...
Sí, pero cuando bailaba no. Cuando bailaba era divertido. Si hubiera más tiempo te contaba anécdotas... Es cierto que es una persona corta de temperamento, pero si la agarrás en un buen momento podés pasar un día increíble con él y matarte de risa. Lo lindo que tenemos es que tengo una linda amistad, que la traigo de nuestros años bailando juntos en el ABT y ahora tengo ese respeto para tenerlo en frente del salón, que me esté corrigiendo y me diga lo que tengo que hacer. Ese respeto se lo ganó por la trayectoria que tiene, por la manera de ver las cosas, por la manera de dirigir en la compañía. Lo lindo de nuestra relación es que puede estar tomando un ensayo y nos podemos ir un fin de semana a Punta del Este y tomarnos dos cervezas juntos. Eso es lo bueno. Entonces me da muchísima satisfacción el llegar a este punto de mi carrera y trabajar con una persona así, y tener esa confianza.
NO DEJAR DE PERSEGUIR LOS SUEÑOS
Bajo la dirección de Julio el Ballet Nacional del Sodre se abrió también a públicos y escenarios diversos, yendo al interior, y trayendo escuelas al Sodre. Hay una actitud de acercamiento muy especial. ¿Qué mensaje transmitirías a los niños que los ven bailar a ustedes? Y pienso en todos los niños, pero destacaría quizás a aquellos de origen humilde, en cuyos hogares quizás no sea obvio que puedan dedicarse a los estudios. ¿Tú podría decirles que no dejen de perseguir su sueño, si lo tienen claro?
Totalmente. Ciertamente el apoyo de la familia siempre es esencial. Va mucho también en la personalidad de ese niño, "Quiero seguir con esto y lo hago solo, aunque no pueda". Me parece que sí, que se puede. Que lo que está haciendo el Ballet Nacional también es un poco popularizando lo que es la danza clásica, llevándola a diferentes puntos del país, trabajando con diferentes escuelas, escuelas rurales. Hacerse conocer. Y ha sido una experiencia increíble el descubrir que hay mucha gente que nunca había visto ballet y que empieza a desarrollar una sensibilidad especial por la danza. Eso me parece que es increíble. Y sí, acá gracias a Dios tenemos la Escuela Nacional de Danza totalmente gratis, donde podés cursar ocho años, donde tenés una enseñanza super completa y podés llegar a ser un bailarín profesional. Y ahora está funcionando el ballet de la manera que tiene que funcionar, que terminás la Escuela de Danza después de ocho años y tenés un lugar en el que puedas volcar todo ese conocimiento.
UNA VIDA SOBRE LAS ZAPATILLAS DE PUNTA
Volviendo al punto que tocamos antes... ¿Llega un momento en el que decís realmente "No tiene sentido que siga ensayando, más no puedo"? No me refiero a una cuestión de cansancio físico, sino a la conclusión que hiciste lo máximo que se puede hacer.
No, creo que en realidad no hay un tope. Sobre todo cuando ya estás a esta altura de tu carrera y sabés que te queda poco, que siempre hay bailarines más jóvenes que van a venir con mayor energía y con mayor talento. Pero siempre hay una carta a tu favor que es la de la experiencia, la de haber estado en el escenario durante muchos años. Entonces creo que por ese lado corrés con ventaja. Lo que tiene esta carrera es no dejarte estar nunca, ¿no? Tratar de mejorar y de perfeccionarte siempre, seguir trabajando por satisfacción propia y también sabiendo que ese trabajo lo paga el público con un aplauso después. Tiene sus frutos. El dejar de trabajar o el decir "Ya lo ensayé bastante" como que no existe mucho en nuestra carrera, al contrario, hay que seguir hasta último momento. El día que cuelgue las zapatillas de punta, ahí sí voy a decir "Hasta acá llegué, no ensayo más".
¿Desde cuándo tuviste claro que las zapatillas de punta iban a ser tu vida? Empezaste de chiquita, a los seis, creo.
Empecé sí de super chiquita y creo que fue más o menos a los 14 años, cuando me dieron la beca para irme a Estados Unidos, que lo tuve bien claro. Pero en ese momento no estaba como muy preparada psicológicamente para dejar mi familia, mi hogar, todo, e irme. Entonces pusimos todo eso como en pausa y cuando terminé en la Escuela Nacional de Danza, a los 17 años, y ahí retomé el contacto con la Universidad de las Artes de Carolina del Norte, que fue el lugar en donde me ofrecieron la beca, y me la volvieron a dar. Entonces fue en ese momento.
Pero ya antes, a los 14, lo capté bien. Es una edad muy decisiva, en decir "Esto sigue siendo un hobbie, un pasatiempo, o de repente se puede convertir en una forma de vida, lo que me va a dar de comer y lo que será también en mi pasión". Creo que esa es la edad en la que uno madura de golpe, porque en el momento que decís "Puedo llegar a vivir de esto" o "Esto puede llegar a ser mi vida", hay un clic muy fuerte. Uno deja de hacer las actividades comunes de una adolescente también.
ENTRE PRECIOS Y PREMIOS
Justamente te iba a preguntar si sentías que pagabas un precio... o si hoy podrías decir que sos consciente de que lo pagaste.
Con 14 años dejás de salir. Está toda esa parte que muchos le llaman sacrificio, que para otros se da naturalmente. Yo qué sé... la verdad es que yo miro para atrás y hay muchísimas cosas que creo que las haría de la misma manera. Entonces no sé si realmente fue un sacrificio. Fue un sacrificio dejar a mi familia en el momento que la dejé, de repente porque extrañaba horrores. Me fui a los 17 años, muy chica. Pero también tenía mucha conciencia de lo que hacía.
Es bueno entonces si cuando resumís el camino recorrido, desde que te fuiste tan chica al American Theatre Ballet, no decís cosas como "qué pena lo que me perdí" sino que tu resumen es sólo en términos positivos.
Yo creo que era mi destino. Hay momentos en los que digo "Si me hubiera quedado y hubiera estudiado una carrera, ¿qué hubiera pasado? Si me hubiera quedado y me hubiera casado, ¿qué hubiera pasado?". No es que me lo cuestione todo el tiempo pero hubo momentos en los que de repente esa ida de tan joven, y el dedicarme y tener una carrera desde tan chica, fue conflictivo en muchos aspectos. En volver a Uruguay cada vez y ver a mis amigas casadas, verlas con hijos, y mirarme a mí y decir "¿Y yo qué hice?"
¿Pero es imposible conciliar las dos cosas?
No, creo que sí se puede. Creo que si la vida en pareja y la maternidad están en tus cartas hubiera sucedido cinco años atrás, 10 años, o ahora, o en cinco o 10 años. Soy como creedora de eso, que si es para mí me va a tocar en algún momento. Y si no es para mí es porque hubo o habrá otras cosas. Se dejan sí de lado un montón, pero las alegrías han sido inmensas, lo que he conseguido con mi carrera, el reconocimiento acá en mi país. Creo que tuvo sus frutos también el haber dejado tantas cosas de lado. Y por otro lado, gané en muchísimas más, en conocer gente increíble, en ver bailarines increíbles, en formar lazos y amistades en otras partes del mundo, que las sigo manteniendo hasta ahora. Creo que no me faltó nada tampoco.
María Noel, se capta una muy buena onda al escucharte... ¿Siempre sos así, buscando ver la parte buena de todo, siempre la mitad llena del vaso?
Soy muy positiva. Me considero una persona divertida y con sentido del humor, y muy realista también. Eso creo que es muy importante: saber a lo que uno puede llegar, saber lo que uno puede hacer, lo que no le queda bien, lo que le queda bien. Eso me pone orgullosa. Y soy bastante honesta también, entonces creo que mis padres hicieron un buen trabajo. Por lo menos me dieron buenas herramientas creo yo.
EL APOYO FAMILIAR... Y LAS OPORTUNIDADES APROVECHADAS
Claro que dependía de ti saber usarlas... A tu criterio... ¿qué quiere decir buenas herramientas como para salir con esas cualidades?
Yo siempre me sentí como muy apoyada y con una gran amistad con mis padres. Siempre fueron personas con las que podía conversar de todo, siempre me apoyaron en la carrera y fueron los primeros en dejarme ir también. Es que soy consciente de que si hubieran sido otro tipo de personas quizás no les hubiera gustado, no hubieran soportado el hecho de que un hijo estuviera tan lejos a tan temprana edad, ¿no? Creo que me dieron muchísima libertad. En mi casa siempre fueron como muy transparentes también: "Esto es lo que hay, esto es lo que no hay"; y aprendí a vivir con muchas cosas y con menos de otras. Entonces agradezco la educación que me dieron y la inversión que hicieron en mí. Y eso también me lo inculcaron mucho, el ser agradecida y el saber dónde uno está parado. Y el que todo lo que uno consigue es a fuerza de trabajo. A mí nadie me regaló nada, entonces creo que eso es una de las grandes cosas que me enseñaron: a trabajar por lo que uno quiere e ir de frente.
Es un resumen hermoso seguramente, que espero tus padres lean, aunque me imagino que ya les habrás hecho saber esto directamente. Quizás después de lo que explicaste que ellos te enseñaron, la pregunta que te hago ahora está de más... pero ¿en algún momento te planteaste si acaso lograrías llegar a lo que querías o tenías claro que en el momento en el que determinaste cuál era tu norte, ahí ibas a estar?
En realidad creo que nunca me dije "Quiero ser primera bailarina". Fueron cosas que me fueron sucediendo, nunca dije "Voy a irme de Uruguay y voy a estudiar danza en otro lado". Sí, cuando se me presentó la oportunidad, fue algo que no quise dejar pasar. Fue algo que dije "Bueno, tengo la oportunidad, quiero ver de qué se trata". Quiero conocer y no quiero quedar en lo que ya sé. Y después, si no me acostumbro, si no me gusta, si se termina la beca y no voy para ningún lado, volveré.
Se me dio la oportunidad de entrar en el American Theatre Ballet y en realidad nunca pensé en que me ofrecieran un contrato. Yo fui a tomar esa clase ya agradecida de poder estar agarrada de la barra con Julie Kent y con Julio Bocca, esos grandes. Y de ahí me ofrecieron contrato y un año se transformó en otro, y en otro, y así pasaron 14 años, casi 15, viviendo en Nueva York. Entonces como que las cosas se fueron dando. Cuando miraba para un lugar y veía cosas buenas agarraba para ese lado con decisión, eso sí, pero nunca dije "Voy a hacer esto o voy a hacer lo otro". La vida te va llevando por lugares que a veces no te imaginás. Nunca me imaginé volviendo a Uruguay a bailar. Siempre me imaginé volviendo ya jubilada, comprándome una casa en la playa y en una reposera.
ASENTADA EN URUGUAY
¿Y ahora ves tu futuro quedándote en casa o en un trabajo, profesión, dedicación como este? ¿O es imposible decir ya ahora algo así?
No es imposible, sí me gustaría. En estos momentos estoy trabajando en un proyecto para abrir mi propia escuela. Me tienta muchísimo y es algo que veo en el futuro, entonces estoy con las energías puestas en eso. Además quiero bailar bien y disfrutando mientras me sienta bien y disfrute. El día que ya no disfrute más ya digo "Bueno, hasta aquí llegué".
Sí, me veo acá. A veces estoy con la idea de repente de tomarme un año sabático e irme a un lugar tipo Barcelona, un lugar que me fascina , pero por un año y volver. Pero en realidad sí, me veo acá. Estoy ya como asentada.
Después de 14 años en Nueva York alguna vez dijiste "¡Cuánto más chico es Uruguay. Lo amo, es mi país, pero qué mundo tanto más chico". ¿No tuviste ese sentimiento?
No, al contrario. Reconozco que no puedo comparar una ciudad con la otra, no puedo comparar Nueva York, con el abanico de posibilidades que hay allá, con el que hay aquí. Pero gracias a mi profesión tengo oportunidad de viajar muchísimo. Tengo la residencia americana también, y tengo que ir una vez al año, sigo en contacto con mis amigos allá, quedé en fabulosos términos con la compañía entonces siempre que voy visito, tomo clases, estoy con todos. Pero en cuanto a lo otro, disfruto de mi estilo de vida acá, disfruto de manejar, lo cual no hacía en Nueva York. Disfruto de tener a 10 minutos en auto la casa de mi hermana, y poder ir a jugar con mi sobrina si quiero todas las tardes. Disfruto de ir a Durazno que está a tres horas de Montevideo, que es donde está mi padre, ir a visitarlo y pasarme un fin de semana allá. Mi novio es fotógrafo y viaja también muchísimo por Uruguay entonces nos vamos juntos en el verano, disfruto de mis amigos... y bueno, en lo profesional estoy en un teatro maravilloso, en una compañía que está trabajando también maravillosamente. Entonces no me puedo quejar, la verdad.
Es impresionante estar en el centro de los reflectores y con experiencia en grandes escenarios del mundo, pero con la posibilidad de disfrutar de las pequeñas cosas de todos los días ¿no?
Sí, creo que una vez que se apaga ese reflector, ese spot light, ya es uno, ¿no? Queda la esencia. Hay que acordarse de eso, una vez que se cierra el telón estás vos.
Pero el público es esencial, el reconocimiento del público es esencial en lo tuyo. Decir: "No me importan los aplausos" no es muy real en esto.
Claro que no. O sea, obviamente lo hago por mí pero también lo hago por esa gente que sé que disfruta viéndome bailar. Creo que para eso trabaja el artista.
María Noel, te agradezco infinitamente esta oportunidad de conversar contigo. Me encantó. Tu espíritu positivo es contagioso. Te deseo mucho éxito y sin duda te veré y aplaudiré en Israel. Muchas gracias.
Nos vemos, claro que sí. ¡Gracias a ti!