Poco más de 40 años atrás, los montevideanos veían erigirse un gigante de cemento llamado Cilindro Municipal. Obra maestra, por entonces, de la ingeniería, quedó inaugurado originalmente como un Centro de Exposiciones, impulsado por Héctor Grauert, y proyectado por Leonel Viera. Luego fue velódromo, cárcel política, escenario de espectáculos artísticos y teatro del deporte uruguayo. Bajo su techo colgante, se escribieron páginas de gloria y volúmenes de fracaso para el básquetbol uruguayo. Mucho más acá en el tiempo, un edil denunció “irresponsablemente” daños en la estructura que hacían peligrar la integridad edilicia y de quienes estuvieran dentro del Cilindro, casualmente en vísperas de un show infantil que congregó miles de personas. Y aún más acá, las semifinales del Campeonato Metropolitano de Básquetbol entre Aguada y Goes dejaron una importante colección de destrozos y unas deudas incobrables. Camilo Castro y Marcelo Capalbo comparten, además de un pasado deportivo, la responsabilidad del Cilindro Municipal. Ambos vivieron momentos de relevancia en sus carreras como atletas en ese lugar, y hoy, con porfía, pelean contra la mala fama y la falta de recursos.


Camilo Castro, ex alero de Biguá, Olimpia y Atenas entre la segunda mitad de la década del 90 y el primer quinquenio del nuevo siglo, es, además, abogado, y se desempeña como gerente de la Comisión Administradora del Estadio Cerrado. Atropelladamente, explica las obras que se proyectan en el Cilindro, y la forma de llevarlas adelante. La idea, explica, abarca al menos ‘dos patas’ importantes: la mejora edilicia y la creación de una Ciudad Deportiva, para que los atletas entrenen en condiciones que los pongan en nivel de competencia internacional. "Está todo para hacer, lo podés moldear”, dispara. “Tiene primero, una fase de estudio, de investigación, de diagnóstico, y, aunque tenemos un diagnóstico inicial, debemos trabajar ahora en profundidad; desde procesos de gestión deportiva modernos, hasta lo que el deportista necesita en términos materiales. Es un proceso de trabajo de años, y es ahí donde intentaremos meter el diente”.

El Cilindro ofrece, hoy, ventajas que no tiene ningún estadio cerrado del país. Amplias entradas, graderías sin columnas que obstaculicen la visión de las 11.000 personas que el edificio puede albergar, la cancha de básquetbol más grande del país, camarines para shows “ponderados por los artistas”, y potencia eléctrica que permite desarrollar espectáculos artísticos y deportivos sin mayores problemas técnicos. A esto, agrega Castro, se el suma la construcción de un anfiteatro en el predio del estadio, producto del Presupuesto Participativo Comunal, y la planificación de un sistema de seguridad que garantice el bienestar de los concurrentes.

Para Marcelo Capalbo, ex base de la Selección nacional y de equipos de primera línea de Uruguay, Europa y Argentina, "el Cilindro es una estructura en la que tiraron cosas para adentro, le falta un aggiornamiento. No fue pensado para un estadio de básquetbol, fue hecho para una Rural, fue hasta una cárcel. Ahora sí, tiene una estructura que, con algunos detalles, puede ser un estadio del primer mundo. Hay detalles grandes, como la calefacción, pero el resto se puede solucionar. En las finales entre Aguada y Nacional pusimos monitores para todos los periodistas. Eso es algo que ninguna cancha del país puede ofrecerle al periodista”.

Capalbo opina que, para la Comisión que integra, “la gran tarea es revertir la mala imagen del Cilindro. En el básquetbol, dar vuelta un porcentaje de tiro no es difícil, se hace entrenando. Dar vuelta una mala imagen, es muy difícil. El Cilindro, por ser 'municipal', tiene esa atracción a que venga uno y te tire un papel en el piso y no importa, esté todo sucio y no importe; hay gente que cree que, por ser municipal, es normal entrar y que haya un tipo sentado cuidando una puerta sin hacer nada: estamos abocados a cambiar eso. Queremos tecnificar montones de áreas necesarias en los tiempos que vivimos”.

La reestructura, explica Castro”, será financiada por el Ministerio de Deporte, y sus impulsores pretenden que “se vea que el Cilindro está haciendo cosas”. Para Capalbo, “pasa una cosa contradictoria: todo el mundo patea porque el Cilindro es ésto o aquello, pero todos quieren venir para acá”.

 

 

La Hora de los Deportes

Es claro que dotar al Cilindro Municipal de sus urgencias técnicas necesita una contrapartida. ¿Para qué un estadio municipal? Capalbo señala que “se dice que se necesita un Centro de Alto Rendimiento. ¿Qué quiere decir eso? Excelencia. Nuestro país no está preparado para eso, primero necesitamos una Ciudad Deportiva, apuntando a un crecimiento mayor, para que los deportistas tengan el máximo confort. Y no sólo los deportistas profesionales, sino todos los que vienen a practicar al Cilindro”.

Recursos técnicos para lograr éxito deportivo para ser la clave: "en algún momento tenemos que pensar que esa cancha no es para que la pise cualquiera, hay que mistificarla, porque, para el deporte uruguayo, es un 'lugar sagrado'; no es para que venga cualquier gil y tire dos tiros. El Cilindro apunta a cosas ambiciosas, pero tienen que ir acompañadas por cambios radicales”.

"Entre una Ciudad Deportiva y un Centro de Alto Rendimiento hay muchas etapas, que pasan, no sólo por la de construcción edilicia, sino por la de formación de una conciencia para llevarlo adelante. Lograr un Centro de Alto Rendimiento, se hace con plata. El problema es cómo se mantiene. El día después de la construcción es siempre el más difícil, lograr la capacitación global de los que lo van a llevar adelante”, agrega el ex jugador celeste.

“Tenemos que abocarnos a brindar el mejor servicio para los entrenadores, para los deportistas, para los espectadores, ese es nuestro fin: optimizar el estadio para ofrecer un mejor servicio, desde el alto rendimiento al deporte comunitario” señala Castro. “La Ciudad Deportiva nos hace abrir un panorama de crecimiento, hasta que nos acostumbremos, ya que no hay en nuestro país experiencias de este tipo, estamos haciendo camino al andar, pero siempre pensando hacia dónde estamos yendo. Hoy tenemos una buena oportunidad: estamos todos emocionados con los Juegos Olímpicos, y eso nos va a permitir darle un mayor empuje al proyecto”.

En Uruguay, país laureado deportivamente en otros tiempos, la opinión pública clama por éxitos que se dan escasamente, y cada vez con menos frecuencia. “Todo el mundo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena” satiriza Capalbo. “Después salen a pedirle a Wynants cinco medallas. En Argentina, que fue oro en 2004 y bronce en 2008 en básquetbol, pensar en algo así hace 20 años era imposible. Ese es el gran tema: en el deporte uruguayo, nada es consecuencia de algo planificado. Son más bien hechos aislados que ocurren cada tanto, y que dan la pauta de que 'algo' hay para hacer. La mayor necesidad de nuestro deporte pasa por la planificación. Por algo, en deportes colectivos nunca logramos llevar nada adelante; no podemos lograr que 'muchos anden bien'. A España no sólo le va bien en básquetbol: le va bien en fútbol, en tenis, en automovilismo, en handball, porque es parte de un entendimiento global del deporte. Desde el 90 para acá ellos comenzaron a construir algo distinto, y lo que se ve ahora es una consecuencia de eso. Nosotros siempre vamos a 'ver qué pasa', pero no hay nada que diga que es parte de un desarrollo”.

“Nosotros, que somos deportistas retirados”, reflexiona Capalbo, “podemos decir que el 'día después' del deportista es totalmente traumático. En el momento en el que un deportista de alta competencia se está desarrollando, a los 21, 22, 23 años, que es la edad en que un deportista alcanza su pico de rendimiento, es la misma en la que una persona, que no hace deporte de alta competencia, se consolida laboralmente, se recibe de lo que estudia. En el deporte de alto rendimiento, esa franja etaria es en la que uno ve los resultados, pero mirá todo lo que te queda por vivir” y dibuja una línea de tiempo en un papel. “En cambio, el de a pie, siembra 'acá' y cosecha 'acá'”, y vuelve al gráfico, gesticulando de manera histriónica. “¿Por qué no tenemos 20 ciclistas, 20 corredores de atletismo?”, se pregunta. “Porque somos menos, sí, pero también por otros motivos. El que hace ciclismo por ahí rasca un peso, pero el que hace tiro no, el que hace vela no…¿Cuál es la opción para ellos? Entonces empiezan a mezclar medias deportivas con mocasines, un desastre. Hay que garantizarle al deportista de alto rendimiento que el día que no se dedique más al deporte tenga un 'algo', que, por lo menos, el tiempo en que fue deportista de alto rendimiento sea reconocido. Yo le pregunto a cualquiera, que me diga cuál es la diferencia entre un deportista de alto rendimiento hoy, y un cuidacoches. No hay diferencias entre Marcelo Capalbo, que jugó 20 años en primera división, y la madre de Capalbo, que camina lunes, miércoles y viernes desde la Rambla y Rimac hasta 26 de Marzo. ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué seas un referente del deporte? De 'referente' no se come. Si apuntamos a un Centro de Alto Rendimiento, tenemos que ver todo. El Uruguay como país no definió 'qué es' el deporte. Sabemos sí que es algo muy importante, que prendemos la tele y hay millones de dólares dando vueltas, pero no sabemos cómo. No sabemos cuáles son los efectos económicos del deporte, los efectos sociales, en la salud”.

 

 

Pero cómo ayuda

El principal factor para logar deportistas de alta competencia es la dedicación, coinciden ambos, pero un entrenamiento a ‘tiempo completo’ requiere, necesariamente, de una capacidad económica de la que, la mayoría de las veces, los atletas carecen. Legislar en ese sentido se vuelve fundamental. Capalbo asegura que "el que tiene plata para competir compite, y el que no, no existe. Eso se cambia con una ley del deporte, sin dudas. En el mundo el deporte es posible porque las empresas invierten; no ponen plata 'por jeta', invierten y les retorna, y el Estado incentiva la inversión, y la fiscaliza; si no, es inviable, no hay manera de tener el mínimo logro. Ojo, eso es en el mundo que compite; nosotros podemos tomar la opción de decir 'no jugamos más'”.

“Hacemos 'deporte es salud', y lo desarrollamos por ese lado, y por cada dólar que invertimos en deporte nos ahorramos 7 en salud, por las enfermedades que existen por NO hacer ejercicio”, agrega Castro. “Esa es una estadística mundial, y es un dato muy importante, porque un Estado, por el hecho de promocionar el deporte, se ahorra mucho dinero a futuro”.

Capalbo también apunta a los dirigentes de los clubes como responsables de la falta de recursos e incentivos para el óptimo desarrollo de los atletas. “Nunca vi un niño con una camiseta que dijera 'quiero ser productor rural', todos quieren ser deportistas. Sin embargo, en Uruguay, la Educación Física fue para el que le sobraba el tiempo, para el que no le gustaba laburar. Te veían de equipo deportivo y te decían 'arrancá para las 8 horas'. Esa es nuestra idiosincrasia. Por otro lado te la 'trabajan' desde el corazón: 'prendí la radio como en un ritual', todo emoción, y después, los dirigentes, a la hora de pagarle a los jugadores, les piden 'que sean hinchas'. Todo muy lindo, pero después se apagan las luces del estadio…¿y? Yo estoy cansado de reconocimientos públicos e indiferencias cotidianas. Yo hago un puchero con todas las copas que tengo en mi casa y no morfo; mis hijos tampoco. Pero no me estoy quejando, si tuviera que volver a elegir, lo elijo de nuevo”.

Sobre la mentada ley “se está trabajando”, dice Castro. El Instituto de Derecho Deportivo del Colegio de Abogados, a pedido de la cartera de Deportes, elaboró un proyecto que está en manos del Poder Ejecutivo. Castro cree que, con un poco de suerte, llegará al Parlamento antes de fin de año.

“Esta es una de las claves en las que Sudamérica pegó un salto, y Uruguay no, siendo el primer país que sancionó una ley de deportes”, señala. “Casi cien años después de que Batlle y Ordóñez creara la Comisión Nacional de Educación Física, estamos viendo la posibilidad de tener una ley acorde con los tiempos que corren. La ley no es la solución; a partir de la ley, uno empieza a ordenar qué le compete a cada uno. Es recién en ese momento donde se puede tener una visión global de lo que significa el deporte. ¿Es necesario tener un Ministerio, cuáles son sus funciones, qué es un Centro de Alto Rendimiento, cómo se va a financiar? Cuando uno mira a España, a Argentina, ve normativas específicas para el desarrollo de este tipo de cosas. Pero la ley va después de los hechos, e intenta regularizar un montón de cosas que están pasando o podrían pasar en el país.”

Capalbo cree en la perentoriedad de la legislación. “Cuanto más se dilate es peor; porque es tiempo perdido. 'Mientras los giles duermen yo ya jugué al básquetbol'. En el deporte no se gana tiempo, se pierde, no se recupera”, y reflexiona sobre los momentos de mayores éxitos del deporte nacional, y los magros resultados de las últimas décadas. “¿Cuándo le fue bien a Uruguay? Cuando los demás no se dedicaban al deporte. Ojo, no quiere decir que nos regalaron nada: ganamos. Queda feo decir que ganamos 'en la mediocridad', porque a mí me tocó ganar, pero en la chatura, sacaba ventaja. Cuando 'realmente' viene la excelencia de los otros, quedamos por el camino. No tenemos infraestructura, porque no hicimos nada para tenerla. Estados Unidos nunca peleó una guerra en terreno propio. Los rusos se dedicaron a prepararse para competir con los americanos. ¿Por qué la NBA? Porque Estados Unidos no tenía guerra, los negros entrenaban 24 horas por día, tenían los medios, y entonces iban a jugar contra unos que no entrenaban, que estaban esperando que les cayera una bomba encima. El día que el mundo se unificó, se expandió el conocimiento, que la tecnología es la misma para todos, que los métodos de entrenamiento son los mismos para todo el mundo. Cuando el mundo se tecnificó se emparejó. Todos trabajamos, pero el desafío es quién trabaja mejor: es una competencia, y gana el que trabaja mejor. En el medio pasan un montón de cosas, desde el orgullo que representa para el deportista hasta la plata que gana el que vende garrapiñada. Nuestra estructura tiene un techo acá. ¿Sabés cuántos juveniles vi que se comen el mundo y cuando llegan a primera se caen? Pero eso es porque, en el mundo, en la fase de aprendizaje, los demás andan igual que nosotros. Pero cuando nuestros deportistas tienen que decidir volvemos a lo del principio: mocasines con medias deportivas.”

“Si no tenés la cabeza clara, es difícil ser un buen deportista”, reflexiona Castro. “Podrás tener un buen momento, pero es casi imposible que puedas hacer una carrera. No sólo hay que crear grandes records mundiales y olímpicos, sino que hay que formar tipos que realmente sepan dónde están parados y qué es lo que están haciendo. Todo eso se empieza a gestar en un lugar como éste, donde se cruza el que hace deporte, el que investiga, el que estudia, el técnico… todo eso tiene que estar unido, integrado”.

Días atrás, el Cilindro inauguró escuelas deportivas, donde, en disciplinas, horarios y cupos acotados, los vecinos podrán concurrir a familiarizarse con la actividad física. Es un primer paso, apenas. Castro y Capalbo, ex deportistas y cabezas visibles de la administración del Cilindro, saben que el camino recién comienza, y que hay que trabajar con un plan minucioso, sin improvisaciones. Aunque sea para consagrar la vieja máxima de “mente sana en cuerpo sano”, que será suficiente. Si viene acompañada de triunfos deportivos, bienvenida sea. Los trofeos, aunque no se comen, nunca están de más.