Lucas nació en Salto y a los dos años se vino a vivir en Montevideo. Estudió en el liceo Zorrilla hasta que en 1973, tuvo que abandonar el país, dado que tres de sus cuatro hermanos estaban requeridos. Uno de ellos murió asesinado en Bolivia, en setiembre de 1976. En 1980 se fue a Brasil. Regreso en 1985 y escribió en Mate Amargo hasta 1992, cuando se fue a vivir a Ecuador. Allí se vinculó a los movimientos indígenas y fue artífice de la candidatura del presidente Rafael Correa, como una alternativa de izquierda en el país sudamericano.
¿Cómo fue su salida del gobierno ecuatoriano?
Le había dicho tanto al canciller (Ricardo Patiño) como al presidente (Rafael) Correa que si veía que se iba a negociaciones de TLC con la Unión Europea, renunciaba. En determinado momento, quienes manejan las negociaciones con la UE crearon la ficción de que se podía negociar algo distinto a un TLC, un acuerdo más equitativo, pensando en las asimetrías, cosa que yo sabía que era imposible porque había conversado con los comisionados europeos y desde el primer momento me dijeron que lo único que podían hacer era firmar un TLC como Colombia y Perú. Estábamos en unas negociaciones previas y el canciller dijo que sí, se podía ir a la negociación. Tenían conversaciones en Bruselas y yo dije ´cuando regresen renuncio´ y cuando regresaron renuncié.
¿Cómo lo tomó el presidente Correa?
Me dijo '¿pero cómo renunciaste?' No se imaginaba que iba a renunciar. Le había avisado, pero una cosa es avisar y otra cosa es que te crean. El presidente también estaba seguro de que no se iba a firmar nada. El problema es que a veces tanto en el gobierno ecuatoriano como en otros, los presidentes piensan determinadas cosas pero por abajo quienes manejan la burocracia hacen otras. Esa renuncia fue como patear el tablero y ahora están reviendo las posiciones, pero mi decisión estaba tomada. Se me ofreció la Embajada de Venezuela pero no acepté. Salir de vicecanciller para ir de embajador a algún lado, era como aprovecharme de la situación porque un embajador gana muchísimo más que un vicecanciller.
¿Se trató de un desencuentro ideológico?
Sí, un desencuentro de principios. No tanto con el presidente Correa porque a él no le van a vender el TLC, pero es un desencuentro de métodos y de formas. Fue un desencuentro pero seguimos siendo amigos. Más allá de las críticas que hice sobre que hay un sector de derecha dentro del gobierno que presiona por el TLC, sigo creyendo en el presidente Correa.
¿Hay posibilidades de que vuelva al gobierno ecuatoriano?
Hay que ver qué pasa en febrero, que son las elecciones presidenciales. No es imposible, pero a corto plazo no está pensado. Tampoco es imposible que pueda regresar un tiempo a vivir a Uruguay. Hay varias opciones posibles.
Vino a presentar el libro “Tal cual es”, sobre el presidente José Mujica.
Sí, son crónicas de la campaña. Un mes antes de la primera vuelta y durante la campaña en la segunda vuelta estuve escribiendo crónicas y de alguna manera son notas que van marcando el proceso. Ya las tenía escritas, tenía que pulirlas y corregirlas. Era un compromiso conmigo mismo y con Pepe por la admiración y la amistad de años que teníamos. También demostrar cómo en una campaña presidencial hay elementos positivos y negativos, desde el punto de vista político ideológico. Reivindicar un poco cómo surgió Pepe políticamente, después que se insertó en la vida política normal. Lo que significó simbólicamente la irrupción de él en esa política reservada para personajes con determinados cánones. Irrumpe un personaje distinto que representa a los otros y toda esa capacidad de comunicación con el interior del país. Era bueno marcar un poco el testimonio de lo que fue esa campaña. Tal vez ahora, a corto plazo, no lo tengamos en cuenta pero a futuro va a ser bien importante ver cómo se hizo esa campaña.
Una vez Julio Marenales dijo que Mujica había aceptado la candidatura a la Presidencia porque se había calentado con aquellos que decían que no tenía la talla para ser presidente.
Ese es el tema. En una de las crónicas, a fines de 2007, decía que Mujica iba a ser el candidato e iba a ser el nuevo presidente del Uruguay y en ese momento distintos compañeros del Frente Amplio y particularmente los del MPP me decían ´eso es una locura, estás loco, Pepe no tiene la imagen para ser presidente de la República´. En ese momento veía que Pepe representaba mucho más a la gente que los políticos tradicionales. La gente del interior siempre fue vista por el Frente Amplio como gente que no entendía la política y por eso no votaba al FA y era al revés, el Frente Amplio no entendía a la gente del interior, pero Mujica no sólo los entendía, sino que era parte de ellos, de todos esos otros que no se sentían representados. Eso creo que es lo que Marenales dice con otras palabras.
¿Es conocido Mujica en Ecuador?
Es bastante conocido. Tal vez no es tan conocido como Chávez, por todo lo que significa mediáticamente. Hay admiración en estratos medios y académicos por esa postura de ser más llano, de tener una tranquilidad en explicar las cosas. Él estuvo en Ecuador en una reunión bilateral que tuvimos el año pasado en Guayaquil y vos le veías en la calle que tanto la gente de izquierda como de derecha mostraban como cierta admiración por él. Es muy respetado.
Hace poquito hubo elecciones internas en el FA, muchos entienden que se está expresando una disconformidad con el gobierno. ¿Cómo lo ves? ¿Crees que el FA está atravesando un proceso de tradicionalización, dado que se está dividiendo en dos bloques?
En el momento en que el Frente Amplio logró tener izquierda centro y derecha le pudo ganar a los partidos tradicionales, que siempre tuvieron izquierda, centro y derecha. En el Partido Nacional de la década del 70 lo que Gutiérrez Ruiz o Wilson Ferreira pensaban en aquel momento era tal vez más revolucionario de lo que piensa mucha gente del Frente Amplio actualmente. El FA de alguna forma se tradicionaliza porque se hace más amplio y representa más a la sociedad y la sociedad uruguaya tiene izquierda, centro y derecha. En cuanto a las divisiones internas, decir que fracasaron porque el gobierno está mal, no me parece, porque estamos en la mitad de un gobierno, donde los candidatos no son los líderes más representativos de sus partidos. Es verdad que el FA se transformó en parte, a nivel de estructura, en un partido tradicional; dejó de lado los Comité de base y eso en cierta medida es culpa de la propia concepción que ha primado en el FA, de ya no abrir tanto la participación, sino sólo en las elecciones. Antes el FA pensaba en las elecciones pero pensaba en la organización, ahora el FA piensa sólo en las elecciones. También es verdad que cuando existían los comité de base con capacidad de movilización nunca se pensó qué sería de ellos cuando el FA fuera gobierno. Eso no se trabajó y no se analizó y ahora se está pagando. Si el FA llega a ser lo mismo que un partido tradicional, la gente no va a tener ninguna esperanza de cambio.
Se habló mucho del relacionamiento entre fuerza política y gobierno, pero parece que no se alcanza una identificación clara del rumbo a seguir en ese sentido.
Creo que hay temores de profundizar en eso. El relacionamiento de la fuerza política nunca se estudio porque el FA nunca pensó que iba a llegar al gobierno. Si estás participando en política, tenés que pensar que en algún momento vas a buscar el poder, y eso no se analizó antes y se sigue sin trabajar ahora. Nadie tiene claro cuál debe ser el relacionamiento, se buscan distintas propuestas, se lanza una elección de este tipo. En todos estos años hubo distintos intentos de encuadrar a la fuerza política para que tenga otro relacionamiento con el gobierno, pero no ha cambiado. ¿Cuál era el relacionamiento de la fuerza política con el gobierno de Tabaré? Tabaré dijo ´cada ministerio le corresponde a los cabezas de lista´ y ahí se liquidó la fuerza política. Ahora pasa lo mismo, no hay un relacionamiento directo con la fuerza política. En Ecuador pasa algo parecido.
Pero allí hay movimientos sociales fuertes
Sí, hay movimientos sociales y además la fuerza política se está construyendo después de haber ganado las elecciones. El FA tiene 40 años. El gobierno no puede depender de la fuerza política, pero depende de un programa que fue creado por la fuerza política. Hay temor de criticar un gobierno que es el tuyo. Una cosa es ser crítico destructivamente y otra es serlo constructivamente. Es decir, esto es parte del programa y no se está llevando a cabo. Le tiene que marcar el rumbo. Ahora va a haber una nueva presidenta del FA y el relacionamiento terminará siendo de acuerdo a las personas que estén. Brovetto tenía un tipo de relacionamiento, tal vez la nueva presidenta tenga otro, pero no es algo establecido y claro. Eso no ha estado trabajado y no creo que ni siquiera haya sido debatido en las organizaciones que componen el Frente Amplio.
Dentro del Frente Amplio, quienes alguna vez creyeron que iban a ser gobierno, son los que tratan de manejar el gobierno desde una mirada técnica. Creen que la economía es sólo una cuestión técnica y la técnica también está atravesada por lo político. Creen que el proyecto productivo o el modelo de desarrollo es una cuestión técnica. En el gobierno uruguayo hay una contradicción, al igual que en los otros gobiernos progresistas de América del Sur. ¿Queremos un modelo de desarrollo en que vamos a traer todo de China y no vamos a hacer ni siquiera buzos o un modelo en el que se apuesta a la producción nacional? Eso no se discutió nunca. Muchos gobiernos progresistas están haciendo mucho trabajo social, pero en el modelo económico los lleva la ola, no deja de ser muy parecido al modelo económico anterior.
¿A Mujica no le está pasando eso?
Sí, a todos los gobiernos progresistas les está pasando. Ahora entran en una disyuntiva que se puede transformar en contradicciones internas dentro de las fuerzas políticas o dentro de la propia sociedad, todo eso van a tener que estudiarlo. Tal vez el modelo ecuatoriano, boliviano o venezolano apostaron más a un modelo distinto, pero los otros no han cambiado mucho.
¿Cuál es el principal aprendizaje que te dejó el gobierno de Ecuador?
Los sectores de izquierda tienen tantos miedos que a veces creen que si hacen determinada acción, mañana EEUU rompe relaciones y congela las cuentas. Nosotros hemos demostrado que si se toman acciones soberanas, estudiando las correlaciones de fuerza, no traen ninguna consecuencia negativa para el país; ni te van a invadir, ni te van a congelar las cuentas, ni nada. Denunciamos los tratados bilaterales de inversión y no pasó nada. Hay sectores que siguen teniendo mucho temor y siempre preguntan o se esconden atrás de los técnicos. Entonces dicen ´no podemos hacer esto porque los técnicos dicen que no´, y no es una cuestión de técnicos, son los intereses del país. Si los intereses del país dice que hay que hacer otra cosa, se puede hacer. En otro momento era distinto porque estábamos en la guerra fría pero en la actualidad se pueden hacer muchísimas mas cosas de las que se están haciendo, sin temor.