La semana pasada fue para nosotros una fiesta, al coincidir en Israel el Ballet Nacional del Sodre bajo la conducción de Julio Bocca, y el director de la Orquesta Juvenil del Sodre maestro Ariel Britos, con su esposa Claudia Rieiro, directora académica de la orquesta.

Los juntamos para una foto el martes por la noche, al finalizar la última función de la exitosa gira del Ballet Nacional, que incluyó también otras cuatro en la ciudad de Hertzlia y una en Haifa, todas recabando cálidos y merecidos aplausos del público.

Hasta Beer Sheba llegamos con el maestro Ariel y Claudia, dado que Ariel está visitando Israel por haber sido galardonado hace dos años por B´nai Brith Uruguay con el premio "Fraternidad".

Su tupida agenda y el intenso trabajo con la orquesta juvenil del Sodre y el Sistema de Orquestas de cuya Fundación es presidente (en cuyo marco hay ya orquestas infantiles y juveniles en las que estudian y tocan unos 1500 niños y jóvenes en el 30 % del territorio nacional) le había impedido hasta ahora concretar este viaje.

La entrevista con el maestro Ariel Britos llegará por separado.

Este es un resumen de nuestro diálogo con Julio Bocca que ha sido publicado en Semanario Hebreo.

 

Julio, es un gusto conversar contigo en medio de la gira que el Ballet Nacional del Sodre, bajo tu dirección, está llevando a cabo en Israel. Para vos no es el primer viaje ¿verdad?

Así es. Es ya la tercera vez que vengo a Israel. Cuando vine la otra vez, a bailar, recorrimos varios lugares. Como habíamos trabajado en Tel Aviv, bailamos en Jerusalem, en Haifa, en diferentes zonas, fuimos conociendo un poco más. Esta vez fue más intenso.

Tienen poco tiempo libre...

Así es. Pero como ya había conocido, está bien. La gira incluye cuatro funciones en Hertzlia, una en Haifa y una en Beer Sheba. Y al terminar, al día siguiente ya viajamos. Venimos de Tailandia, y antes estuvimos en México, así que vamos saltando de una punta a la otra.

No sé en qué términos se resume una gira, imagino que la reacción del público es muy importante.
Es la reacción del público y que el armado del escenario sea el que tiene que ser... Lo bueno es poder llegar y saber que en los teatros a los que llegamos la disponibilidad de los técnicos es buena, que no tenés que andar peleándote o pidiendo por favor que muevan o cuelguen algo, sino que todo salga fluido y que las condiciones estén como se ve a veces en la foto, porque a veces la foto es una cosa y cuando llegás no. Por supuesto que después está el tema del público y la respuesta de la gente: qué va a recibir y cómo lo va a recibir.

¿Y cómo fue todo eso en Israel?

La verdad que el público israelí ha sido maravilloso. La respuesta de la gente es muy linda. Las obras que estamos trayendo también son obras que van a gustar o por lo que se ve o por la música, entonces ya sabés que hay una aceptación de eso. Ya hicimos [actuaciones ante] tres públicos diferentes y la respuesta ha sido muy linda, muy agradable, siempre...

¿Cómo se mide eso?

Con el aplauso, la reacción, el "Bravo". No sé si siempre acostumbran hacerlo, la otra vez no era así, el aplauso de la gente era mucho pero no iba junto, es algo muy ruso eso de empezar a aplaudir todos juntos... Eso es algo que pasa en la primera y la segunda función, eso es algo que a mí me pasaba en Rusia, ponele, entonces me sorprendió. Dicen que es porque gusta. Uno va también viendo eso.
Después, por supuesto, están las críticas. Hoy salió otra que me mandaron, pero está todo en hebreo y por supuesto no entiendo nada... pero me han dicho que todas son muy buenas.
Se ve que también la crítica especializada está conforme. Y eso es una gran cosa acá en Israel, donde tienen una cultura de ballet muy fuerte, vienen siempre grandes compañías, la gente está acostumbrada a ver compañías de diferentes partes del mundo. Eso es bueno porque tienen con qué comparar. Y al tener punto de comparación pueden hacer una crítica mucho más eficiente.

 

LAS CRÍTICAS

Vos dejaste de bailar hace ya años, en el 2007, cuando sentías que estabas en el punto máximo de tu carrera. Ahora, con una trayectoria de varios años, y tan reconocida, como director, ¿en qué medida todavía importa la crítica?

La crítica que yo siempre incorporaba era la de mi maestro. Después están los amigos, los familiares, el público, la crítica especializada -la "supuesta" especializada y la especializada de verdad- ... tenés un montón. Si uno se agarra de todo lo que le van diciendo llega un momento en el que se puede volver loco, entonces yo cuando bailaba tomé la decisión de tomar la de mi maestro. Ahora no tengo la de mi maestro. Creo que sí importa la buena crítica, pero yo personalmente soy el crítico mío y de la función. Yo sé cuándo una función sale bien, me gusta que los bailarines estén preocupados por la calidad y no por la cantidad.

O sea que a veces, al terminar, tenés críticas para hacerles, constructivas supongo.

Por supuesto. Ponele, en la segunda función los dos principales -que era otro elenco con chicos más jóvenes, no María Noel Riccetto y Gustavo Carvalho- hicieron algo en el final que no estaba propuesto y arruinaron su final. No se cayeron ni nada, pero a mí personalmente, como director artístico, me pareció que arruinaron el final. Entonces después los cité y lo hablé con ellos...

Te referís a un cambio que hicieron de lo que estaba planeado.

Sí, a lo que estaba planeado y con lo que un profesional tiene que hacer. Hicieron algo que no estaba, era más simple lo que tenían que hacer, ellos quisieron hacer más cosas en cantidad, no en calidad, y no les salió. Quizás si les hubiera salido bien, vaya y pase, pero igual los hubiera citado para hablar porque no era lo que estaba propuesto. Entonces, esas son las cositas que uno ve y empieza a controlar, que quizás el público o mismo la crítica no lo ven, pero uno sí. Yo quiero buscar eso: calidad. La cantidad no me interesa. Ahora los bailarines están más preocupados por hacer giros, saltos, cosas, pero lo central debe ser la calidad de la danza y del arte. Eso es lo que yo quiero.

Julio, parto de la base de que no tenés a nadie en la compañía que pienses que no es bueno.

Sí, tenés razón.

Tomando eso como punto de partida, y ahora estás haciendo esa crítica y seguro se lo planteaste a ellos como crítica constructiva, cuando lo ves y te molesta como director, ¿después podés decir: "En algún momento yo también pasé esa etapa"? ¿Es cuestión de jóvenes, de madurez, quizás?

Sí, sí... Es cuestión de buscar cosas. Uno siempre quiere más, quiere ser diferente, que no está mal. Yo no estoy en contra de eso porque justamente en la compañía no son todos iguales. Una de las cosas que tiene la compañía es que cada uno tiene su personalidad y son muy diferentes. Lo que uno trata de hacer cuando bailan en conjunto es que sean todos iguales pero con su personalidad. No nos podemos comparar con la Ópera de París, que vos ves a los bailarines y son todos parecidos, sacados de la misma escuela, pero tienen otra trayectoria. Nosotros nunca vamos a hacer eso porque nuestra contextura, en Sudamérica, en nuestros países, es diferente. Entonces lo que tenemos que buscar es esa personalidad. Yo no tengo problema en que sean diferentes y busquen... pero sí hay momentos en los que tienen que aprender a saber, porque aparte son los principales, la imagen, la máxima responsabilidad. No puedo permitir que hagan eso.
En su momento me lo decían a mí, mi trabajo ahora es decírselo a ellos.

Hay chicos realmente muy jovencitos acá.

Sí, la mayoría son de 18 a 25...Y se avanza de acuerdo a la solidez, confianza y seguridad, de saber controlarse. Si no, no pueden dar el siguiente paso.

¿Y eso pasa realmente por una cuestión de edad o de madurez...?

De madurez, no es cuestión de edad. Yo tuve que madurar muy chico, quizás era joven pero tenía una madurez para saber cuáles eran los momentos y cuáles no, me lo decían una vez y ya estaba, era esa vez y nunca más. Creo que también es una cuestión de madurez, de cómo uno absorbe las correcciones y qué es lo que quiere. Hay gente que quizás quiere bailar y estando en una compañía ya está, pero hay otra que quiere bailar y llegar más allá, no solo estar en una compañía, poder viajar, salir, ser invitados, tener otra mentalidad. Pero eso ya depende de cada uno.

Yo pensaba aparte en que con esto de viajar de Uruguay a Tailandia, a México, acá, tiene que ser muy fuerte la madurez de cada uno de estos chicos para poder concentrarse en forma profesional en el trabajo cuando tienen los reflectores y la fama -no en el sentido de que los conozcan a ellos por nombre sino en cuanto a que son aclamados cuando salen al escenario-. Es todo un desafío saber lidiar bien con eso.

Es un desafío que lo vas aprendiendo con el tiempo, pero también al entrar a una compañía profesional ya sabés para qué te vas a preparar. Creo que el proceso de hacer una cantidad de funciones también te lleva a tener una tranquilidad y una seguridad para cuando salís a los espectáculos. Por eso yo prefiero hacer más funciones que ensayos. Hay muchas compañías de Sudamérica que pasan dos meses ensayando y después tienen cinco funciones, entonces quizás los bailarines principales, como son varios, tienen solo una función, en la que tenés todo el nervio del estreno, y nunca llegás al punto de poder disfrutar. Por eso ahora estamos programando para Montevideo 14 funciones. O sea que los bailarines principales tienen mínimo cuatro o cinco funciones.

Ahora es Romeo y Julieta, ¿no?

Ahora es Romeo y Julieta. Entonces el principal tiene posibilidad de desarrollar el personaje. En la primera función están los nervios y el recordar todo lo que aprendiste, en la segunda ya es poder relajarte y disfrutar, y ya la tercera es esa seguridad con la que podés ir mucho más allá. Eso, por supuesto, te lo dan las funciones.

Me comentabas en otro momento, que te era importante venir a Israel con la compañía. ¿Por qué?

Mi intención con la compañía es poder salir a todas las partes del mundo, que la compañía tenga una posición internacional, que en cada lugar al que vayamos nos vuelvan a pedir y poder, cada dos o tres años, volver a los mismos lugares en los que estuvimos. Todos los años poder tener un lugar internacional a dónde ir y que la compañía tenga su posición, su lugar en el mundo dentro de la danza. Hace dos años que venimos hablando y al fin se dio.

Es maravilloso que se vayan dando las cosas. Lo bueno es que de todo esto se pueda después hablar, porque después uno puede exigir más cosas, mismo en caché. Ya vieron la compañía, ya vieron el resultado, entonces uno puede posicionarse de otra manera. Al comienzo se paga en cierta forma derecho de piso, lo cual acá se manifestó en algo que nunca me había pasado, que el productor me pidió obras determinadas, que estaban bien, pero yo habría hecho un programa un poco distinto, con alguna otra cosa. Pero creo que está saliendo muy bien.

Y eso se manifiesta también en cantidad de público...

Claro. Todo lleno. No sé hoy, pero ayer yo pensaba "A la 1 de la tarde, con el feriado que tienen y todo, no sé si va a venir gente", y había solamente dos o tres lugares sueltitos libres.


IMPRESIÓN DE ISRAEL

Yo sé que no es que están de paseo, pero en la medida que uno puede recabar una impresión, viniendo en un momento de tensión, ¿qué palpás vos? Llegaron en días complicados... y no sé si alcanzaron a captarlo.

La verdad es que nosotros nos estamos quedando en una zona que me dijeron que es un poco como la Punta del Este de Israel. Ahí se vive normalmente, no estás nervioso, salís a caminar... Ayer después de la función nos fuimos todos a la playa a hacer un picnic para ver el atardecer, paramos en un supermercado que estaba lleno de gente... Se vive como muy normal todo. Por supuesto que quizás hay zonas, como en cualquier parte del mundo, a las que no podés ir, ¿no? Quizás en otros lados no tendrás bombas pero sí te roban o te pegan un tiro para robarte... Tenés esas cosas.

Sí debo decir que respecto a la otra vez he tenido algún incidente por el cual pensé que quizás la gente está un poco más agresiva. Mismo hoy en el hotel bajé a pedir un abridor para el vino -que la idea era subir, abrir y bajar- y el tipo me dice: "No, solo tengo uno, no". Me pareció extraño... Antes no recuerdo haberlo pasado, recuerdo haber sentido mayor amabilidad. Pero claro que también puede ser un problema del lugar en el que estábamos, o algo puntual con esa persona. Pero bueno, justo estamos en un período en el que hay una situación algo especial, diferente, entonces quizás puede ser por eso. Pero después bien, acá en el teatro lo más bien. La zona del hotel en el que estamos es lindísima, frente al mar... eso es maravilloso.

¿Había gente en la playa?

Había, no mucha, por suerte. A mí me gusta cada vez menos estar con mucha gente... Igual fuimos con todos los bailarines así que estuvo divertido, paramos y compramos cervezas, jamón, queso, papas fritas, maní, hicimos una gran picada en la playa; nos fuimos a bañar, jugaban a no sé qué juego, de otra época, de otra juventud...


ETAPAS EN LA VIDA

De otra etapa joven, porque me imagino que te sentís joven todavía.

Ah... sí, me siento bien, me siento joven, pero hay una distancia, hay cosas que yo ya no volvería a hacer, entonces hay cosas en las que uno se siente de otra época.

¿Hay veces que te gustaría volver atrás? ¿Subir y bailar sobre el escenario?

No, la verdad que no.

Esa es una gran señal de que estás pleno con lo que hacés, ¿verdad?

Sí, es otra etapa de la vida. No significa que si uno tiene la suerte de volver haría lo mismo. La danza va a seguir en todas mis reencarnaciones -si las hay, no lo sé-, va a estar dentro de mí, eso seguro. Pero estoy en otra etapa y estoy feliz, con lo que estoy haciendo y con lo que estoy viendo que estoy logrando. No es un trabajo solo sino en conjunto, pero esas herramientas que uno les da están dando resultados. Estoy viendo lo que van haciendo, cómo van progresando, veo cómo poco a poco van cambiando la mentalidad de lo importante que es la disciplina en esta carrera, de la concentración, de esa responsabilidad que tienen que tener, y ver cómo van entendiendo eso e incorporándolo.

¿Cómo encontrás el equilibrio entre poder enseñarles y lograr que lo que quieran no sea imitarte?

No siento que estén buscando imitarme. Por suerte, porque tampoco es lo que quiero. Trato de pasarles la información para que ellos la incorporen, pero desde un lugar en el cual ellos tengan que buscar también. Con los maestros siempre les decimos que es el cuerpo de ellos, son ellos los que tienen que manejarlo. Uno como maestro puede estar, enseñar, indicar, pero después son ellos los que tienen que ir descubriendo lo que les queda mejor y cómo poder desarrollarse mentalmente para trasmitirle a su cuerpo, poder manejar su cuerpo y no que el cuerpo los maneje. Eso lo tienen que hacer ellos, y no imitar, tienen que buscar su propia forma de poder hacer. Después uno está delante para decirle: "No, eso es demasiado exagerado", "No, acá te falta un poco más", "Buscalo por este lado, fíjate...", pero son ellos los que tienen que ir desarrollándose.
Y no, la verdad que no veo que quieran imitar, así que feliz porque no es lo que me interesa.

Claro, sino que aprendan bien.

Sí, sí.


"ME PONGO LA CAMISETA"

Vos me dijiste en aquella otra entrevista que me concediste que Uruguay es el primer país en el que realmente vivís y que elegiste vivir en Uruguay. ¿A esta altura, aunque lo principal sea el desempeño profesional de la compañía, a vos también te da un poco de orgullo "uruguayo", aunque seas argentino, el éxito de una gira con la compañía?

Mirá, me siento orgulloso por la danza, yo estoy acá representando a Uruguay pero también representando, como siempre hice, a América Latina y a los latinos, y sí me siento orgulloso de que otra compañía de América Latina pueda salir. En este caso es Uruguay porque es el país que me dio la posibilidad de demostrar lo que yo aprendí, y y donde me dan y donde estoy me pongo la camiseta, por eso lucho, es lo que estoy haciendo. A veces mucha gente no entiende cuando hablo del Sodre, hago lo que hago y exijo lo que exijo, pero no lo exijo por mí sino por la danza y también por una institución para que pueda seguir creciendo y puedan seguir mejorando. En Uruguay tenés dos grandes teatros, el Sodre y el Solís, pero aunque tengamos que trabajar en conjunto yo voy a defender al Sodre, es mí teatro. Cuando salimos, sí, soy argentino, latino, amo la danza, pero estamos representando a Uruguay.

Lo sentís también en el corazón, no es solamente un trabajo, a esta altura.

Sí, se siente, porque aparte es parte de donde uno está viviendo, es parte de uno. En este período de mi vida, Uruguay es mi casa.