Un día se topó con unos restos ferruginosos que emergían de la arena. Preguntando a los lugareños supo que se trataba de lo que quedaba del Gainford, vapor inglés hundido en 1884. Corría la década del '80, y aunque aquella vieja embarcación fue desapareciendo debajo de la arena, hasta prácticamente desaparecer, la curiosidad de Varese se había encendido para siempre.
Comenzó a fotografiar restos de barcos y se fue enterando de nuevas historias, con una fascinación especial por el Arinos, que encalló en 1875 cerca de la costa de Rocha con un cargamento de monedas de oro destinado a las tropas del Matto Grosso (dinero que fue reclamado y hurtado por supuestos revolucionarios brasileños).
Los cuentos fueron llevando a otros relatos, muchos de ellos narrados por el maestro de Aguas Dulces, Efraín Terra, que como buen apasionado del mar compartió con Varese muchas cervezas e historias de naufragios frente a la costa, en el boliche que tenía en su propia casa.
El interés del aficionado fotógrafo se fue profesionalizando, con investigaciones en la Biblioteca Nacional y la contratación de asistentes, hasta que en 1993 pudo gestar un libro fundamental para las costas uruguayas: "De naufragios y leyendas en las costas de Rocha", que encendió desde entonces la imaginación de miles de veraneantes.
"Como todo está unido en la vida, de las fotos de los naufragios pasé a las historias de los naufragios y de ahí a cómo había influido en la gente de la costa", cuenta Varese a Montevideo Portal sobre la trama humana que rodea cada uno de sus relatos.
Muchos otros libros nacieron después de ese, al principio vinculados a los naufragios y luego a otros intereses variados. Sus obras incluyen la fascinante historia del náufrago inglés Henry Burnett ("De náufrago a pionero"), cuyos datos e imágenes llegaron a Varese de manos del propio nieto de aquella figura, lo que le permitió reconstruir la historia de un personaje que se convirtió en pionero de la forestación en la costa uruguaya.
De Rocha a Maldonado
Otros hallazgos de Varese incluyen la narración del náufrago francés César Bacle ("El naufragio de La Vigilante"), directamente vinculado a las costas de Maldonado. Su libro bucea en el destino de Bacle, náufrago de la embarcación La Vigilante que se hundió frente a San Rafael, en Punta del Este, en 1833, y que se convirtiera en un pionero de la litografía en la Argentina y el Uruguay (hasta encontrar la muerte en 1838 luego de ser apresado por el gobernador Juan Manuel de Rosas).
Aquellas historias le permitieron ir encontrando otras anécdotas y hechos vinculados a naufragios en Maldonado. Tras un largo intervalo en el que se dedicó a una serie de volúmenes sobre gastronomía y fotografía, Varese retomó el amor por las historias de mar y prepara ahora un libro dedicado a los naufragios en las costas de Maldonado.
El investigador ya cuenta con los relatos para su nuevo libro, pero busca aún el enfoque correcto, el personaje que le permita hilvanar aquellas historias que se ramifican a medida que investiga en ellas. El propio Varese parece a veces un personaje salido de una novela de Jack London, dejando aflorar con entusiasmo un cuento marino tras otro.
El Sea Horse
Varese nombra a tres naufragios como los más emblemáticos o importantes en las costas de Maldonado, además de recordar el caso de La Vigilante y la regata San Rafael. Uno de ellos es el del Sea Horse, "uno de los pocos barcos negreros de los que se tiene noticia de dónde naufragaron, porque solían ser embarcaciones de cuarta categoría".
En este caso, el Sea Horse, que naufragó a unos 150 metros de la isla Gorriti en 1728, traía mercaderías y dinero producto de la venta de esclavos. "El barco había llegado a Colonia del Sacramento, pero partió de noche para evitar a los españoles, que se habían enterado de que el barco llevaba mercaderías para vender. Se tragó unas restingas al sur de la isla Gorriti y naufragó", recuerda el escritor.
Tras el naufragio, el gobernador Bruno Mauricio de Zabala ordenó bucear los restos, de los que se recuperó una importante carga de metales preciosos. Hoy en día, lamentablemente, quedan solamente algunos restos de hierro y plomo, después de tantos años de pillaje.
El HMS Agamemnon
Otro caso recordado es el del HMS Agamemnon, una fragata de línea que estuvo en la batalla de Trafalgar, "aunque por entonces no le cupo un papel muy importante".
Sin embargo, Varese destaca que fue el barco en el que se inició el legendario almirante inglés (Horatio) Nelson, figura máxima de la historia marítima británica.
"Él le tenía mucho cariño porque uno de sus romances juveniles, con la esposa del embajador inglés en Nápoles, lo vivió al bordo del Agamnenon", cuenta el escritor.
"Este barco, por viejo, por circunstancias de la vida, lo encomiendan a una flota británica que iba desde Río de Janeiro a las Malvinas para patrullar. En 1809 ancla justo en la bahía de Maldonado, con tanta mala suerte que lo hace sobre un pico de rocas a unos 800 o 900 metros de la costa. Cuando bajan las aguas, queda como ‘pinchado' por las rocas y se desencuaderna", agrega.
El barco quedó allí, donde fue rapiñado (y declarado patrimonio nacional), recuerda con amargura Varese, que asegura que quedan aún algunos restos. "Es una lástima que nadie se haya interesado en hacer un rescate en serio por cuestiones históricas. El buzo Héctor Bado estuvo allí con respeto, pero como está a cinco metros de profundidad cualquiera que se sienta buzo baja a rescatar cosas", señala.
Varese junto a restos ubicados frente a la desembocadura de la laguna de Rocha
El Salvador
En 1812, cuando España ve que comienza a perder sus colonias, opta por cuatro o cinco lugares para reforzar su presencia militar, entre ellos Montevideo. Manda entonces a nuestro país a la fragata El Salvador con un regimiento de élite, los arcabuceros de Albuera.
"Casi no había lugar para marineros, por lo que se enseña rápidamente a los militares a manejar las velas. Al llegar a la bahía de Maldonado, en enero de 1812, el práctico Antonio Acosta y Lara, que conocía el Río de la Plata, advierte sobre una posible tormenta y recomienda esperar. El capitán de la tropa se niega y ordena llegar lo antes posible a Montevideo, teniendo en cuenta que se había hecho ya un largo viaje. En la bahía de Maldonado los agarra una sudestada y el personal no estaba capacitado para reaccionar con rapidez. El barco empieza a derivar y naufraga cerca de la costa", cuenta Varese. Mueren entre 400 y 500 personas, a la vista de un gran número de curiosos en la cosa.
En la zona hay aún restos esqueléticos, además de objetos de pequeñas dimensiones "Un barco hundido es como una cápsula de tiempo. Si se hubiera encarado una investigación con miras a rescatar los objetos y colocarlos en un museo hubiera sido fabuloso, pero los objetos precisan un tratamiento especializado", reflexiona Varese.
Para el escritor, además de estos casos conocidos hay "centenares de pequeñas historias si uno empieza a investigar". "Por ejemplo, el barco del marqués de Sassenay, que fue enviado por Napoleón en 1808 para ver si el Río de la Plata se plegaba al imperio francés. Lo descubren los ingleses, lo persiguen y los propios franceses lo hunden", señala Varese sobre este naufragio ocurrido frente a Pan de Azúcar.
Relatos del mar
A juicio de Juan Varese, toda historia rescatada del mar debe cumplir tres requisitos: "que divierta, que ilustre y deje un mensaje". "Cuando escribo cada episodio de naufragio primero quiero que la gente aprenda algo, luego que se divierta y en tercer lugar que quede algún tipo de mensaje. Por ejemplo, resaltar los pequeños heroísmos, como las personas mayores que dejan su lugar a los niños en los botes salvavidas", cuenta.
¿Qué hace a las costas uruguayas tan peligrosas para las embarcaciones, al punto de que están consideradas un cementerio náutico? El investigador recuerda que el punto más peligroso del Río de la Plata es el corredor que va de la Isla de Lobos al Banco Inglés, "una suerte de tumba de arena en la que era común que se engancharan las proas", en especial en las tormentas. "Barco encallado allí era banco perdido", sentencia. En las tormentas, "el Banco Inglés se transforma en una caldera en ebullición, como si empezara a hervir agua, debido a que las olas rompen en forma desordenada en la arena".
Sin embargo, el investigador cree que en Uruguay "cada lugar tiene sus peligros". "No hay enemigos pequeños. Rocha tiene el Cabo Polonio y las islas que están frente al cabo, sus corrientes y vientos, pero Maldonado tiene una bahía bastante peligrosa y la Isla de Lobos, que como lugar físico disputa con el Banco Inglés cuál tiene más barcos hundidos. La Isla de Lobos no sólo aparece de golpe, sino que tiene un montón de islotes sumergidos. También es peligrosa la entrada al puerto de Montevideo y Colonia del Sacramento. Si en una reunión de marinos hicieras esta misma pregunta cada cual argumentaría algo distinto", cuenta Varese.
El tesoro debajo del mar
¿Qué valor hay debajo del mar frente a las costas de Maldonado? Varese cree que "casi con total seguridad la riqueza es incalculable desde el punto de vista histórico".
"Del punto de vista de la riqueza material, en objetos valuables, son muy pocos los barcos que puedan tener algo. Primero porque en la época se rescataba; no es como el Caribe, donde los barcos se hunden a 2.000 metros de profundidad. Acá se sabía dónde estaban y se intentaba rescatar lo que se pudiera", explica Varese, que cita como excepción más notable en Uruguay el caso "Nuestra Señora de la Luz" (1752) -que fuera descubierto por Ruben Collado- y que llevaba un cargamento millonario en oro y plata.
"Collado fue un aventuro moderno que tuvo la audacia, la suerte y la actitud porteña de llevarse por delante las cosas", dice Varese, que hubiera preferido que el Estado, en vez de repartir mitad y mitad las ganancias con Collado, hiciera un museo dedicado a "Nuestra Señora de la Luz".
Juan Antonio Varese, claramente, sueña con otro tipo de rescates en los innumerables naufragios de las costas uruguayas. Mientras tanto, continúa rescatando el patrimonio debajo del mar a su manera, a través de las historias que van entretejiendo la urdimbre de nuestros siglos.