Javier García, pediatra y político, está en el Parlamento nacional desde 1995 y ahora, por primera vez, va al Senado. Nos recibe en su casa, mate en mano, analiza lo recorrido y lo que vendrá... o considera que debe venir. En el horizonte, dentro de cinco años, no tiene dudas: habrá un cambio.
Este es un resumen del diálogo mantenido.
Estoy ante un parlamentario que subió de diputado a senador y por ende puede estar satisfecho en lo personal por el resultado de la elección, y por otro, es del partido cuyo candidato no logró ganar la Presidencia. ¿Es difícil resumir a dos puntas la elección?
En lo personal la condición que más me gusta es la de militante del Partido Nacional. Mis compañeros de la Lista 40 lo han escuchado varias veces: la condición de legislador, de cualquier cargo o responsabilidad, en definitiva depende de los demás. Lo que depende de uno es ser militante del PN y la condición que a mí me gusta para identificarme es esa.
Dicho esto, este es un proceso que iniciamos en los últimos años, que es extremadamente positivo desde el punto de vista político. ¿Por qué? Primero porque hace dos años el PN estaba, según las encuestas, en un entorno del 20 % (de intención de voto), incluso lo marcaban por abajo, prácticamente en una disputa por el segundo lugar con el Partido Colorado. Iniciamos un proceso donde desde nuestro sector creímos que era importante y vital empujar la renovación partidaria, llevar adelante un proceso de renovación partidaria, y construimos un proyecto con Luis Lacalle Pou. En aquel momento Luis ni aparecía en las encuestas, los encuestadores no anotaban... les quedaba un casillero en blanco y lo anotaban ahí, no era de los nombres que figuraba, registraba un marginal 4 %. Dos años después logramos la renovación en la interna, mayoría partidaria, el PN renovó su dirigencia en buena medida, renovó su discurso, aumentó de aquel 20 % a 32 %.
Haber tenido un candidato presidencial de 41 años es una revolución política, los uruguayos no estamos acostumbrados a eso. Vamos a tener un presidente de 74 años que va a ser el presidente que termine su mandato con edad más elevada en la historia de Uruguay. Nuestros presidentes generalmente pasaban por el Senado, eran intendentes... y nosotros revolucionamos el molde electoral con un candidato que venía de la Cámara de Diputados.
O sea que esto le da esperanzas de futuro...
Obviamente queríamos ganar ahora, el resultado fue otro, pero sembramos y en cinco años va a haber un cambio muy abrupto. Nosotros salimos de una elección donde a pesar de este cambio tan abrupto con un candidato renovador que era diputado y tenía 41 años, tuvimos casi un millón de votos. En definitiva, el doctor Tabaré Vázquez, con toda su experiencia, cuatro campañas presidenciales, que ya fue intendente, presidente una vez y con todo el poder del Estado puesto al servicio de esa candidatura... y la diferencia fueron 200.000 y pico de votos.
Muchos uruguayos prefirieron continuismo pero dentro de cinco años va a haber elecciones nuevamente y aquel candidato que era la renovación, seguramente sea el candidato con mayor experiencia, porque va a ser el único candidato que va a haber sido candidato a la presidencia de los que se presentaron.
En cinco años se pasa de ser la expresión de renovación -lo nuevo- a ser el candidato con más experiencia, sólo en cinco años.
O sea, ¿puede ver a Lacalle Pou presidente?
Yo no tengo ninguna duda de que va a ser el próximo presidente de la República. Y creo que la actitud del domingo de noche fue la de un dirigente político con mucha visión y mucha responsabilidad. Primero de asumir un resultado sin beneficio inventario, asumió que el elegido había sido otro y no buscó explicaciones o deméritos en el otro, sino que asumió una voluntad soberana.
Aclaró que no va a decir "que las mayorías se equivocan".
Eso es una cosa muy fuerte. Y diría también que nosotros fuimos electos como segunda mayoría en el país. Luis creo que estuvo muy bien en asumir el liderazgo y la responsabilidad que significa la elección de ser la segunda mayoría en el país. Felipe González, aquel gran jefe del gobierno español, decía que los gobiernos son buenos gobiernos cuando hacen las cosas bien pero también cuando tienen buenas oposiciones.
Esencia de la democracia...
Y en buena medida a nosotros se nos eligió para ser responsables también de que Uruguay tenga un buen gobierno, por lo tanto tenemos que ejercer en buena medida una buena oposición, de contralor, de fiscalización. También respetar y representar a un millón de uruguayos que votaron una agenda de gobierno que es la nuestra y por lo tanto tenemos que lograr, si podemos, aun sabiendo que va a depender mucho de las mayorías que tiene el gobierno en ambas cámaras, las propuestas por las cuales creíamos que debía votársenos para la presidencia de la República. La agenda nuestra, la de Todos Hacia Adelante y la del PN, era una agenda vigente que es muy buena para el Uruguay, y si era buena hace una semana atrás sigue siendo buena ahora.
¿Cómo se maniobra ante esa convicción de que la oposición tiene una responsabilidad y la situación frustrante, me imagino para los parlamentarios opositores, porque el gobierno nuevamente tiene mayoría absoluta? ¿Qué margen de maniobra les queda a ustedes?
La mayoría absoluta el gobierno la tiene con una particularidad, y es que la mayoría de esa mayoría absoluta quiere limitar el respaldo o limitar el margen de maniobra del presidente electo, Vázquez. La mitad de la bancada del FA pertenece al MPP, tanto en Diputados, donde es casi matemática: 24 en 50, como en el Senado, donde tiene una muy fuerte presencia. Con otra particularidad, el futuro ministro de Economía, el contador Astori, está en minoría parlamentaria en su propio partido, tiene sólo dos de los 16 senadores del FA.
Eso habla de muchas incertidumbres, y de que el margen de maniobra que tiene Vázquez está muy acotado y muy condicionado. Vamos a ver cómo se resuelve esa interna. En todo caso, creo que el PN es garantía de respeto a la Constitución, así lo ha sido y en estas circunstancias mucho más, y vamos a estar muy atentos a que independientemente de las posiciones ideológicas, el marco de movimiento político sea el que establece la Constitución, que en buena medida ha sido desconocido en estos últimos años.
Javier García, junto a una reliquia histórica que le significa mucho. "Esto era de un joven oficial de Aparicio Saravia que en la Batalla de Tres Árboles cayó herido de muerte y en ese momento le pide a su ayudante que le traiga el pabellón patrio. Le acercan el pabellón patrio y cuenta la tradición que él besa el pabellón y dice: ‘No importa, porque ya hemos ganado', y al rato muere. Este kit me lo regaló el ingeniero (Enrique) Regazzoni, un amigo, que a él le había llegado por esas cosas de tradición de persona a persona. En las elecciones de 2009 cayó un día a la sede nuestra y me dijo: ‘Tengo unos regalos para hacerte', y me dio una serie de cosas muy lindas, históricas, una postal de una misa que se había hecho a un año de la muerte de Saravia, en 1905, de setiembre de ese año. (...) Y me dice: ‘Esto quería regalártelo para que lo tengas tú' y me hace toda esa historia que tiempo después salió en un fascículo en el diario El País".
TABARÉ PRESIDENTE
¿Tiene elogios para hacerle a Tabaré Vázquez? No le puedo pedir que se deslinde de su condición de blanco, pero simplemente como ciudadano uruguayo, ¿cómo está, sabiendo que el próximo presidente es Vázquez? ¿Preocupado, tranquilo?
Creo que ningún partido político, al revés de lo que piensan en el FA, cree que Uruguay se refundó en 2005, ningún partido político lleva en su bolsillo la verdad o el bien, ni tampoco el mal. Todos los partidos políticos y todos los gobiernos hacen cosas buenas y de las otras, y en todos los partidos políticos está la posibilidad de construir cosas positivas. En Uruguay, como en todos los países, los procesos van desde sus inicios modificando las realidades, algunas modifican para bien, otras cometen errores.
Creo que el doctor Tabaré Vázquez es un uruguayo típico, producto de una familia de clase media, esa expresión de Uruguay más tradicional, como también hay en la dirigencia del PN, del PC y del Partido Independiente. Creo que en su gobierno hizo cosas buenas y de las otras, que acertó con las políticas al tabaco y creo que se equivocó mucho en materia de educación. No soy de los que creen que nosotros queríamos ganar el gobierno para hacer borrón y cuenta nueva. No creemos en esos procesos, creemos en los procesos evolutivos, en tomar las cosas que están bien y mejorarlas y cambiar las cosas que están mal. Y por lo tanto presumo que el doctor Tabaré Vázquez es un hombre bienintencionado. Pienso diferente a él pero no por eso lo niego como dirigente político, sería una tontería porque es la persona más votada en el Uruguay en las elecciones de la semana pasada.
Yo aprendí de quien fue mi maestro, que fue Wilson Ferreira, que la vida política es lucha de ideas pero no lucha de personas, y lo respeto como persona y como dirigente político.
POLÍTICA EXTERIOR ¿DE ESTADO O DE GOBIERNO?
¿Cómo vislumbra el tema de política exterior? Se ha criticado mucho que con el presidente Mujica, no se la manejó como política de Estado.
No fue política de Estado y este fue un cambio negativo. El nuestro es un país chico y su fortaleza ha sido el respeto al derecho internacional, y su fortaleza interna es que su imagen exterior fuera construida con el respaldo de todos los partidos políticos. Sobre todo este último gobierno el presidente Mujica hizo de la política exterior prácticamente el reflejo de una comisión de política exterior de un partido, era un comité partidario.
En el tema Venezuela más que nada...
Claro, y desprofesionalizó la política exterior. Cambió lo que fue el signo de una larga tradición nacional, que era la construcción de una política exterior de Estado, con una Cancillería profesional, con un presidente de la República que era el último reducto de la política exterior en un comité partidario ideológico donde priorizó sus lemas ideológicos y muchas veces los intereses personales y partidarios por sobre los intereses nacionales. El caso de Venezuela fue muy paradigmático, ¿no?
Fijate que los países tienen intereses nacionales y no amigos, intereses permanentes y no amigos permanentes. Yo lo escuchaba estos días al canciller Almagro lamentándose de que Venezuela no lo apoyaba como candidato a ser secretario general de la Organización de los Estados Americanos. Pero digo, ¿cómo?, ¿no era la Venezuela para la cual el gobierno del FA hizo reunir el Parlamento en una cosa histórica, en una sesión a las 4.00, un 2 de noviembre, en las previas de una Cumbre Iberoamericana, para darle el ingreso como miembro del Mercosur? ¿Vendió pleitesía a Venezuela y ahora la moneda con la cual le devuelve Venezuela es no votar a Almagro, quien fue el protagonista de esta película? Seguramente el canciller debe estar aprendiendo ahora, en su fuero íntimo, los errores de haber creído que la política exterior se maneja como un comité partidario.
¿Cómo quisiera que fuera la política exterior de cara al tema Israel-Palestina? ¿Le parece que con Vázquez puede haber algún cambio?
El cambio que deseo es que se vuelva a lo que fue tradición, o lo que fue una política asumida con respecto al Estado de Israel y al conflicto regional, una posición que fue histórica de Uruguay desde 1948 a la fecha, en realidad desde antes. Que se entienda que el mejor aporte que pueda hacer Uruguay a la paz en la región es no avivar enconos ni ogros. Un país chico como el nuestro seguramente tenga muy limitada la incidencia, pero lo que nunca puede hacer es avivar las diferencias, que creo fue lo que se hizo en este período, sobre todo con algunas declaraciones...
Durante la guerra en Gaza.
Exactamente. Y yo te diré: fui a Israel en tres oportunidades y cuando yo vi el país, pero sobre todo Jerusalén, con todo lo que significa Jerusalén, yo siento paz. Uno dice: ¿cómo se puede sentir paz en un lugar que vive la situación que vive y está amenazado como está? Bueno, porque eso es algo que construyen sus ciudadanos, es una vocación: la paz se construye cuando se tiene vocación de paz.
Hay una vocación allí, donde se vive el conflicto permanente, donde muchas veces está la amenaza, y a veces más que la amenaza. Lo que debe hacer Uruguay es comprender esa vocación y contribuir a esa paz, a una lejanía y no a avivar los enconos y las diferencias.
¿Y cómo se maniobra entre ese apoyo de fondo que siempre ha tenido Uruguay hacia la existencia de Israel y su derecho a vivir en paz y seguridad, con el legítimo derecho a discrepar con las políticas de turno? O sea, ¿dónde las discrepancias con tal o cual medida del gobierno israelí pasan a ser, por supuesto a ojos del que juzgue, un ataque ilegítimo, como lo que hubo durante la guerra de Gaza, acusando a Israel de genocidio y otras barbaridades carentes de fundamento?
En el respeto a los gobiernos. Los países democráticos se expresan por sus gobiernos, porque sus gobiernos son fruto de la voluntad de sus pueblos. Y cuando un gobierno, cualquiera sea, desconoce a otro gobierno legítimo está desconociendo a su pueblo.
La crítica legítima es normal en la relación a la interna de la sociedad y también entre países, pero sí cuando un gobierno agravia a otro gobierno está agraviando a su pueblo, y lo que no puede hacer ningún país democrático es agraviar a otro pueblo democrático. Puede discrepar, por su expresión legítima, que es su gobierno, pero no agraviarlo.
Hubo a raíz de esa situación... En la colectividad judía uruguaya se vivieron momentos muy difíciles.
Me consta. Tengo amigos de la colectividad judía que me lo expresaban y me lo demostraban con algunos episodios concretos que hubo también en Uruguay, tanto de expresiones como pintadas o algunos episodios que me enteré de algún colegio. Y ahí digo: "Che, pero si un país como el nuestro, que es un collage, un crisol de culturas, donde recibimos gente que sufrió mucho en sus países de origen y donde fuimos recibidos por haber sufrido mucho..." ¿cómo puede pasar esto? Porque entendámonos, cuando preguntan de dónde descienden los uruguayos la respuesta es "de los barcos", ¿no? Recibimos gente que vino al Uruguay expulsada de su país de origen, por la guerra o por las situaciones económicas, pero cuando tuvimos acá la dictadura nos recibieron. Nos recibió Israel, nos recibió México. Recordemos que en Israel hay mucha gente que se fue de Uruguay para salvar su vida en plena dictadura. Una sociedad como la nuestra, que ha vivido eso, que ha ofrecido solidaridad y ha vivido de la solidaridad, tiene que ser muy cuidadosa de no generar, ni afuera ni adentro, odios y que se sientan uruguayos, que viven en una tierra de paz, como vivían en una tierra de paz sus antepasados, a sentirse agravados y ofendidos.
UNA VIVENCIA URUGUAYA
¿Qué le parece si terminamos esta entrevista con una vivencia especial que le acompañe... de la campaña... de la vida?
No es una confesión porque todo el mundo lo sabe: yo soy hincha de Nacional. Y el otro día me preguntaron: "¿A qué tribuna vas?", y dije: "Yo voy a la Colombes". Alguien me dijo: "¿Podés ir a la Colombes?", y yo: "voy con mi hijo siempre a la Colombes, cuando Nacional juega en el Estadio Centenario voy ahí". "¿Y nunca te han dicho nada?", me preguntaron, y respondí: "¡Vos estás mal!, si no hay lugar más democrático, más abierto, que una cancha de fútbol. Seguramente los que comparten la Colombes conmigo tienen la misma proporción de votación en los partidos que a nivel general". Uno puede compartir un sábado o un domingo en el estadio en familia... Yo creo que al estadio se puede ir en familia, me resisto a no ir en familia. El día que dejemos de ir al estadio en familia es porque ganaron los violentos, y no estoy dispuesto a dejarle ese lugar a los violentos. Voy todos los fines de semana y nunca he tenido ningún episodio.
Me parece que ese corte que hacemos los uruguayos y la vida en sociedad, sabiendo muy bien que la pasión política es la expresión de las ideas, pero que hay un límite, y el límite es el respeto a la persona que porta esa idea. Me parece que es algo que salvo excepciones, que las hay, en Uruguay se respeta mucho. Por eso digo lo que aprendí de Wilson: "La vida política es lucha de ideas pero no es lucha de personas", y esa enseñanza me parece que permeó mucho en los demás partidos políticos, como tantas cosas que dijo.
Me gusta terminar con Wilson.
A mí me gusta empezar y terminar.
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