Por Martín Otheguy
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Dick Sawle no es precisamente un diplomático tradicional, pese al impecable traje que suele vestir cuando se desempeña como miembro de la "Asamblea Legislativa de las Islas Falkland".
Ha dedicado parte de su vida al alpinismo, el ski, el squash y el windsurf, a tal punto que hizo la proeza de cruzar el Estrecho de San Carlos con su tabla. Es un también un ocasional corredor de autos de carrera y un guitarrista bastante competente, lo que explica ese ligero aire a rockero envejecido que suaviza los rasgos con los que se asocia comúnmente a la política internacional.
Además de sus aficiones a la pesca y los deportes, fue estudioso de egiptología y cuenta con un pasado laboral como profesor de francés y español. Fue justamente su conocimiento de los idiomas lo que lo trajo a unas minúsculas islas en el sur del mundo.
En el año 1986, Sawle vio un anuncio en el que se solicitaba a un profesor de español para las islas Falkland (o Malvinas, dependiendo del lector), decidió cruzar el océano deseoso de un "cambio de vida" y terminó formando una familia y de paso convirtiéndose en legislador de las islas.
El legislador, que llegó a Uruguay en estos días con el objetivo de informar sobre "oportunidades de negocios con el archipiélago", dialogó con Montevideo Portal sobre la relación de las islas con nuestro país y el conflicto latente con Argentina.
Ustedes están interesados en reforzar las relaciones comerciales con Brasil y Uruguay, ¿cómo podría hacerse actualmente?
Nosotros tenemos una situación interesante en las Falkland en este momento, porque tenemos para desarrollar la prospección de petróleo, con una gran cantidad de empresas que están explorando o empezando a explorar. Estamos en una segunda fase que es la de desarrollo, que desembocará en la tercera, que será la de producción. En la de desarrollo hay muchas oportunidades: hemos identificado 35 proyectos de infraestructura que queremos aumentar, como por ejemplo en energía, agua, desagües, almacenes, oficina, hoteles, alojamiento y la construcción de un nuevo puerto para petróleo. Es un gran proyecto para nosotros y da oportunidades para varias compañías. En enero del año que viene esperamos tener un prospecto sobre el negocio del nuevo puerto, pero hay todo tipo de oportunidades.
¿A nivel empresarial o gubernamental?
A nivel empresarial se pueden formar empresas mixtas, por ejemplo, pero también hablamos de gobierno a gobierno. Lo que hemos aprendido de nuestros viajes (a Noruega y otros lugares) nos ha permitido formar un buen equipo y conocimientos. Se pueden compartir cosas con Uruguay.
La relación comercial de Uruguay con las Falkland tiene más de 150 años, ¿pero en qué fase está ahora?
Si hablamos de productos, por ejemplo, importamos el 90 % de Inglaterra, 6 % de Chile y 4 % de Uruguay. Ha bajado estos años porque no tenemos tantos enlaces buenos como teníamos antes. Se puede ir hoy en día al supermercado y comprar filete de lomo, legumbres o frutas, por ejemplo pero para mí lo más importante es que esto cambiaría si tuviéramos una línea aérea entre Montevideo y Falkland, ya que es un viaje corto, de dos horas y media. Si se pudieran reforzar estos vínculos con Uruguay sería buenísimo, porque son nuestros vecinos y la relación data de 1846. Creo que hay que reforzarlo ahora.
¿Cuál es la explicación para que se hayan perdido esos vínculos en los últimos años? ¿Se debe sólo a la presión de Argentina?
No sé exactamente a qué se debe. Entiendo que hay menos barcos de las islas que pasan por el puerto de Montevideo, pero la cuestión de fondo no es muy clara. Sé que había algunos problemas en el pasado pero no debido a Argentina, sino a cuestiones vinculadas a las leyes uruguayas que hacían que algunos barcos pesqueros no se animaran a venir. Me parece que muchos barcos no han vuelto a Montevideo desde entonces, por una cuestión de costumbre, pero hablando con compañías de pesca de Falkland me han dicho que hay muchos problemas de burocracia cuando un buque entra al puerto, pero eso no tiene nada que ver con Argentina.
Si los barcos sienten algún miedo de tipo político por el decreto 256 (firmado por Cristina Fernández, que obliga a todas aquellas embarcaciones navegando hacia y desde Argentina, las Malvinas y las Georgias y Sándwich del Sur que tengan una autorización previa del gobierno argentino), creo que no, porque se pueden evitar las aguas territoriales de Argentina. El gobierno de Uruguay ha sido claro al decir que aunque respalda las decisiones argentinas no se va a romper ninguna ley internacional. La Convención de Naciones Unidos sobre Derecho del Mar es muy clara y da derecho al pasaje de aguas territoriales de cualquier país.
Pero existe de todos modos lo que puede entenderse como presión política. En el último referéndum de las islas el ministro Eleuterio Fernández Huidobro trató de "cipayos" a los legisladores nacionalistas que fueron a observar el proceso. ¿Esa afinidad ideológica de los gobiernos complicó la situación?
Esas acciones no ayudan, eso es claro. Pero si la pregunta es si ese tipo de presión nos ha afectado, no, no cambia la vida diaria del isleño. Podemos seguir nuestra vida fácilmente utilizando el enlace con Inglaterra, pero lo que estoy diciendo ahora es que en vez de tener el 90 % de las importaciones desde Inglaterra, ¿por qué no podemos poner las dificultades políticas a un lado y hablar entre nosotros sobre comercio? Eso tiene mucho sentido, es lógico.
¿Qué recepción tuvieron hasta ahora estas ideas?
Maravillosa. No he escuchado nada negativo de ninguna persona con la que haya hablado. La gente tiene mucho entusiasmo. Yo creo que muchos en Montevideo son conscientes de los vínculos que siempre ha tenido el país con las Falkland, desde las épocas de Samuel Lafone (empresario uruguayo de origen inglés que comerció con la islas a partir de 1846). Tenemos un porcentaje del carácter uruguayo y en Uruguay hay un porcentaje del carácter de las Falkland y estas cosas históricas son importantes, hay muchas familias aquí que conocen bien las islas y que son bastante británicas en el sentido de sus raíces.
¿Cuántos uruguayos viven en las islas?
En este momento hay siete personas viviendo en las islas que nacieron en Uruguay, pero no sé cuántos son "uruguayos uruguayos" o nacieron allí simplemente porque sus madres debieron viajar para dar luz aquí.
¿La falta de vuelos de pasajeros entre las islas y Uruguay se debe solamente a motivos políticos?
Es totalmente político. Cualquier avión que sale de Uruguay a Stanley debe cruzar el espacio aéreo que controla Argentina y no nos dejan. Tenemos permiso del gobierno de Uruguay desde hace mucho tiempo, pero no podemos si no se deja pasar a un avión por el espacio aéreo, algo que está completamente en contra de la Convención de Chicago (al igual que la de la ONU sobre derecho de mar). La Convención da los derechos a los aviones, pero es igual, sobrevivimos.
¿Por qué cree que se ha endurecido la postura argentina en los últimos gobiernos?
Esto se dio en los gobiernos de los dos Kirchner. En el mandato de Carlos Menem podíamos hablar con el canciller Guido Di Tella y llegamos a algunos acuerdos, por ejemplo sobre el involucramiento en petróleo, con la posibilidad de que empresas argentinas participaran hasta un 50 % de los hidrocarburos en el área específica de Falkland. Ese acuerdo lo rechazaron en 2007. Tuvimos el famoso acuerdo del '99 cuando dejamos entrar libremente a argentinos a Falkland sin visado, con permiso para la construcción del cementerio de Darwin, donde hay muchos caídos argentinos. Argentina lamentablemente ha rechazado todo salvo una cosa, el vuelo semanal con Chile, es lo único que queda. Han amenazado varias veces con suspenderlo, pero ¿a quién afectaría? A los veteranos argentinos que quieren visitar a sus caídos en Darwin.
Tenemos dos enlaces semanales directos con Inglaterra, pero una vez más, lo que queremos es tener relaciones normales con nuestros vecinos. Hay dificultades políticas pero pongamos éstas a un lado y hablemos.
¿Cómo imagina que serían hoy las islas y su relación con el continente sin este conflicto de por medio?
Lo que no se puede cambiar es la historia. Lo que sí habrá es un cambio de gobierno en Argentina y ojalá tengamos uno con quien podamos hablar. Yo intenté hacerlo con el canciller Héctor Timerman en Londres en enero. Me encontré con él en Westimnster, el Parlamento inglés, cuando ambos estábamos en el pasillo. Lo saludé y me estrechó la mano pero cuando le dije quién era yo, se fue y no quiso hablar. Le conté que era miembro de la asamblea legislativa de las islas Falkand y ¡ups!, se fue. Y yo le decía: "¿por qué no podemos hablar? Queremos hablar". Y eso que estábamos en el centro del mundo democrático, en Westminster, que es el corazón de la democracia moderna. Hay que hablar. Si uno está casado y pasa cuatro o cinco días sin hablar la única salida posible es el divorcio.
Usted nació en Inglaterra, ¿cómo y por qué llega a las islas?
En 1986, poco después de la guerra, porque había visto un anuncio buscando un profesor de español. Yo quería un cambio de vida y me fui a las Falkland, más que nada por interés y curiosidad. Me iba a quedar sólo dos años pero me casé allí y tuve dos hijos, es mi país ahora. Yo he seguido lo normal en Sudamérica, no soy más que un inmigrante que echó raíces.
Usted no tenía vínculos con las islas cuando se desencadenó la guerra, ¿cómo la vivió?
Tengo el recuerdo de que esa fue la primera guerra que se seguía por la tele, como algo muy trascendente para todos por ello. Pero es recién a partir de mi vida en Falkland que comencé a hablar con veteranos de guerra ingleses y también argentinos. Fue una guerra increíblemente mala, en la que los niños vieron cosas que no debían ver debido al tipo de guerra que era. Muchos de los conscriptos argentinos eran muy jóvenes, no sabían dónde estaban ni tenían para comer. Según un grupo de activistas de los derechos humanos que nos visitó hace un tiempo se producían muchos abusos de los oficiales a los conscriptos. Fue una guerra terrible y no queremos que nunca haya algo parecido por aquí. Por eso tenemos una defensa militar que ha mantenido la paz, y durante años no hemos tenido nada de problemas
¿Pero usted cree que en algún momento hubo riesgo de que sucediera algo? Cristina Fernández criticó la militarización británica de las islas hace un tiempo.
No. Y sobre la militarización, nosotros pasamos a tener incluso menos militares que antes, lo que pasa es que muchos efectivos son en realidad civiles que trabajan allí. La cantidad de militares en realidad ha bajado, pero hay que tener un mínimo y es un sitio tranquilo para ellos, aunque estén listos. Hasta la presidenta ha dicho que no tiene interés en provocar militarmente.
¿Encontró justificadas las acciones de Inglaterra en la época?
Claro, porque eso es defender el derecho de autodeterminación que tienen los isleños y nadie tiene el derecho de invadir a un pequeño país como Falkland: un país de 40 millones de personas atacando a otro que tiene 2.000 no es justo. El Comité de Seguridad de la ONU había emitido dos resoluciones diciendo que Argentina debía sacar las tropas pero continuó la invasión, lamentablemente.
¿No hay nada del operativo militar comandado por Margaret Thatcher que le haya resultado excesivo?
Yo creo que no había otras opciones. Sería absolutamente incorrecto no haber mandado las fuerzas británicas para recuperar las islas. Eso se ha hecho sólo dos veces, una en 1833, cuando había un grupo de militares argentinos en las islas que fueron expulsados a Buenos Aires luego de tres meses y la otra la de 1982, por un período más o menos igual de tiempo. Yo creo que no había otra opción, la guerra es la guerra y es mala, pero no queremos que eso pase de nuevo.
Para Argentina, sin embargo, la permanencia de las islas en manos británicas es un resabio del viejo colonialismo...
¿Qué es una colonia? Es una región donde el país madre saca todos sus recursos naturales, el dinero y deja a la tierra sin nada. Nosotros no somos una colonia: tenemos nuestro propio gobierno, que es un sistema completamente independiente de Inglaterra, no dependemos de ellos por nada en el sentido financiero, solamente en la Defensa y Asuntos Exteriores.
Cuando Cristina Kirchner dice eso, ¿qué es lo que ella quiere? Ponernos como una colonia argentina. Entonces es un argumento totalmente absurdo. Supongamos que nosotros digamos Ok y pasemos a ser una colonia argentina, ¿qué pasa? Argentina debería respetar nuestro derecho de autodeterminación, ¿no? Si al día siguiente se nos ocurre que queremos ser británicos, ¿qué hacemos? Es absurdo. Y aún así, tienen un ojo abierto sobre nuestros recursos naturales, estoy absolutamente seguro. Poseemos una economía pequeña pero que es fuerte, no tenemos deuda nacional. ¿Y qué pasa en Argentina?
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