La profesora Celsa Puente, que está al frente de la enseñanza en Secundaria, ha seguido las distintas etapas de la crisis en la educación en las últimas semanas, con profunda preocupación, aunque asegura que el optimismo no lo pierde.
Entiende a ambas partes en el conflicto entre los sindicatos de la educación y el gobierno, pero no oculta sus críticas a la forma en que se ha luchado por las reivindicaciones salariales, que asegura no son ni deben ser el único tema a tratar. Y está convencida de que hay que recurrir a medidas alternativas al paro.
Sus críticas las expresa con espíritu constructivo, segura de que hay muchos motivos para pensar que se puede aún salir adelante, y que a veces parecería que hay que "tocar fondo" para luego poder seguir creciendo.
Entrevista realizada para Semanario Hebreo.
Celsa, tú eres muy activa en las redes sociales, colocando asiduamente noticias sobre proyectos especiales en diferentes liceos, sobre logros de alumnos, sean fiestas exitosas por distintas razones u otro tipo de eventos. Los cuentas orgullosa. Y estos días, percibí que contenías las palabras, que más que nada te pronunciabas con cautela con la esperanza de que se logre una solución juntos, destacando la importancia del diálogo... llamabas a "zurcir" para que no queden heridas... ¿Me equivoco si interpreto que te costaba decir abiertamente todo lo que hubieras querido?
Es difícil expresarse en el transcurso de una situación de crisis. Por un lado si bien estoy naturalmente involucrada, en este caso, no me corresponde actuar, porque la negociación en el ámbito salarial no estuvo ni está a cargo del CES, sino de CODICEN, por lo que es inevitable sentir cierta impotencia... Por otra parte, no es bueno agregar elementos que puedan interferir en una negociación por lo que a veces, aunque sea difícil, es mejor mantenerse en silencio.
Y yo me pregunto ahora si estás dispuesta a ir más allá y a contarme cómo viviste estas semanas de paro, luego el decreto de esencialidad y todo lo que ello desató.
Lo viví con mucha preocupación, tratando de comprender a todas las partes. Tengo la preocupación natural de lo que genera la interrupción de los cursos y por otra parte, el clima de malestar y la expresión del disgusto que impregnó a los docentes. Creo que esta circunstancia, que catalogo como dolorosa para todos, dejó muy claro que la herramienta del paro y las ocupaciones llegó muy desgastada al momento en que era necesario usarla con fuerza para imponerse.
Cuando el colectivo abusa de la herramienta y la usa en forma constante deja de generar el estupor que debería... se gasta... pierde efecto. También genera cansancio en la población. Hay una pérdida de credibilidad. Es muy preocupante porque los sindicatos cumplen una función primordial en el sostén de la democracia y esto no afecta solo a los que forman parte de estos colectivos, sino que nos afecta a todos. Creo también que el gobierno intentó dar una señal. Sinceramente, yo no esperaba que fuera esta señal o que fuera una señal tan dura, pero creo que era necesario también marcar de algún modo el lugar de cada uno.
En algunas manifestaciones de docentes, se vieron carteles con acusaciones al gobierno de que "miente" y "reprime". Hubo frases más duras todavía, con palabras más difíciles de reproducir, en tono insultante contra el presidente de la República, que incluso en uno de los casos, si no me equivoco fue en Florida en el Día de la Independencia, se dirigió a dialogar con los manifestantes y tuvo que desistir. ¿Te parece que se cruzó alguna línea roja?
Creo que sí. Tanto el presidente como el vicepresidente -quien salió del Palacio Legislativo a dialogar mientras había una manifestación de maestros- han tenido actitudes de aproximación a la gente. Habla muy mal de nosotros que no se puedan aprovechar esos instantes para lograr un intercambio más fructífero, incluso para pedir un encuentro en otras condiciones.
No acepto el enfrentamiento soez, el desconocimiento del otro. No acepto la defensa de la educación con expresiones de mala educación especialmente por parte de quienes tienen que dar el ejemplo. "Un docente también enseña cuando lucha" decía una de las pancartas y yo agregaría que también enseña en el modo en que establece esa lucha. La lucha no significa el desconocimiento del otro, su inhabilitación, el insulto o la grosería. La lucha debe hacerse con argumentos, construyendo con solidez modos dignos de expresarse.
Cuando entrevisté días atrás a la ministra de Educación y Cultura, ella comentaba sobre el pesar que le causó el decreto de esencialidad, al que defendía, porque había aquí una lucha entre el derecho de huelga en democracia y lo que ella llamó el derecho humano de los alumnos a recibir educación. ¿Compartes esa visión? La respuesta para cualquier ciudadano puede ser obvia... pero me pregunto si como directora de Secundaria lo analizas con algún otro matiz.
A mí la interrupción, aunque sea transitoria, del goce de cualquier derecho me preocupa y genera pesar. Me preocupa la interrupción del derecho de huelga y me preocupa la interrupción, últimamente más frecuente, del derecho a la educación de nuestros jóvenes. Creo que los trabajadores tienen sus derechos, naturalmente, pero los trabajadores de la educación deberíamos tener más creatividad a la hora de expresar las dificultades. Parece que la única forma de manifestación de la insatisfacción pasara únicamente por la interrupción del vínculo con los estudiantes. Hay muchos modos de expresarse y creo que serían mucho más efectivos.
Hay poca creatividad, pocas ganas de salir de la rutina infructuosa. Incluso me preocupa que además del paro se ocupe, pues significa que la interrupción de la vida educativa se da en forma completa, sin que ni siquiera aquellos que no quieren adherir puedan llevar a cabo sus tareas. Suena intenso y bastante totalitario...
Aún así, como ya he expresado en otras entrevistas, incluso en las que he mantenido contigo, sigo confiando en los docentes, creo que a veces los enojos nos llevan a actuar inadecuadamente, pero luego somos capaces de retomar el rol, reflexionar y aprovechar las crisis como oportunidades de crecimiento. Los profesores son los propulsores de los cambios, son portadores de la semilla transformadora y creo profundamente en ellos...
Cuando se libra una lucha social, siempre alguien paga el precio. Se quiere protestar por algo, pero por más legítima que sea la lucha, siempre alguien se ve afectado y siente que es injusto. Y me pregunto si cuando de educación se trata habría que hallar otra forma para que los alumnos puedan seguir estudiando. En parte, de hecho, ya te has referido a eso. Concretamente ¿hay alternativa al paro?
Para mí hay muchas alternativas al paro. Para mí el paro es la última medida y la ocupación la máxima. Sin embargo, últimamente, parece que son las únicas medidas existentes. En otros tiempos, hacíamos "barriadas", recorríamos los hogares de los estudiantes informando sobre nuestra situación. Nos reuníamos con actores barriales, incluso recurríamos al arte, armando jornadas con canciones, pintadas de murales, propuestas ingeniosas para convocar a los otros en la comprensión de lo que nos pasaba.
Recordemos que en estas semanas, el conflicto fue por exigencias salariales, pero que de fondo hay algo muy profundo por el deterioro en el nivel de la educación. ¿Fue tiempo perdido lo que se vivió estas semanas o era ineludible, independientemente del problema de fondo?
El asunto es llegar a tener diálogo educativo. Hay mucha resistencia por parte de algunos actores a sostener un diálogo que tenga que ver con cómo repensar el funcionamiento de las instituciones, el rol del docente, la formación integral, la metodología. Parece que todo pasa solo por los adultos y su condición como trabajadores. Y no es que esto último no sea importante, pero no es lo único. Si pensamos solo en eso, estamos verdaderamente perdidos.
Los liceos no existen solo para que los profesores, funcionarios y directores tengan trabajo. Existen porque cumplen un rol social clave, son escenarios de distribución de saberes y formación humanizante. Para que esto ocurra, algunas personas desempeñan esos roles. Si no hay jóvenes y no hay legado para traspasar, no hay sentido de existencia del liceo ni trabajo para nadie.
Cuando te entrevisté por primera vez, en junio del año pasado, pocos meses después de asumir como directora de Secundaria, me decías que eras una mujer preocupada aunque también contenta, esto último por la convicción de que se puede hacer mucho para mejorar. Preocupada porque querías garantizar la educación como espacio de democracia y sentías que había no pocos problemas en el camino... Y yo me pregunto si hoy estás más preocupada todavía que hace ya más de un año.
Sigo igualmente preocupada. Creo que hay mucho diálogo para construir aún, mucho debate para dar. Sigo contenta, a pesar de todo y aunque parezca poco cuerda en este sentido, porque aún creo que es posible hacer de nuestra educación un espacio de distribución de los bienes culturales, generadora del cambio social.
No quiero vivir en una sociedad que funcione como una máquina clasificadora que condena a cada uno a vivir en el marco de unas condiciones que no eligió y le vinieron como parte ineludible de la familia de origen. Creo que las instituciones educativas son espacios para conocer a otros adultos, distintos a los de la familia, descubrir otros modos de resolver conflictos, conversar de otros temas, en fin, tramitar nuevamente la identidad.
La educación permite descubrir otros futuros posibles para todos, pero aquí ineludiblemente pienso en los jóvenes de familias más desfavorecidas, para ellos, la educación es una oportunidad de pensar el futuro en término de posibilidades que en el marco de las familias de origen serían impensables. Es impresionante la fuerza de la educación y los educadores, por eso no debemos quedar empantanados solamente en las cuestiones salariales. Elegimos esta función y está bien ser bien remunerados por ella, pero es necesario sostener el hilo de la vida con la estabilidad de la práctica.
Yo te comentaba en aquella entrevista que irradiabas optimismo, inclusive en tu tono de voz, y tú me decías que eso derivaba de tu condición de docente y que tú eras profesora porque lo habías elegido, porque era realmente lo que querías. ¿Temes que después de lo que pasó estas semanas, haya por allí menos jóvenes que se digan "lo mío es la docencia"?
Espero que no. Necesitamos más docentes, en número y en convicción. Necesitamos que más adultos convencidos de la importancia social y humana de este rol se formen para formar a otros.
Te planteaba recién esta pregunta, porque recuerdo una respuesta tuya muy emotiva cuando te pedí que compartas conmigo recuerdos o ejemplos de quienes incidieron de hecho en ti como para que quieras ser docente. Además de contar del amor por la lectura que te transmitió tu mamá, y recordemos que terminaste siendo en efecto profesora de Literatura, me hablabas de los profesores que habías tenido. Decías que habían sido referentes, que te despertaban admiración, que te fascinaban en el uso del lenguaje, en algunos conceptos... Y me pregunto si estas últimas semanas te acordaste de ellos en algún momento.
Siempre los recuerdo. Algunos docentes nos marcan para siempre. Para bien y para mal. El día que tomamos el cargo para este período, el pasado 23 de abril en el liceo N.º 7, estuvo presente Amelia que fue mi profesora adscripta en el antiguo liceo 29 de la calle Avda. Brasil. Fue muy emotivo para mí que ella, que ya está tan veterana, se acercara a saludarme y acompañarme en ese momento. Recuerdo su alegría, su amor por nosotros, cómo se reía con nuestras ocurrencias pero también recuerdo su firmeza y seriedad a la hora en que la ocasión lo ameritaba.
¿Y ahora? ¿Cómo se sigue adelante? ¿Dirías que realmente se logrará "zurcir" todas las heridas?
Yo siempre pienso que es posible abordar las situaciones con perspectiva positiva. Soy docente y los docentes somos optimistas en forma natural porque nuestra tarea es la de ser transformadores, es la de aportar. Estas crisis dejan heridas, pero a veces es necesario estar herido para hacer una toma de conciencia profunda de lo que se posee y pasar a hacer un buen uso de lo que se tiene. A veces es necesario tocar fondo para tener la fuerza suficiente y volver a surgir. Eso es lo que espero que pase. Sé que los zurcidos dejan marcas que son huellas que dan cuenta del crecimiento, del cambio. A veces es necesario sufrir un dolor muy fuerte.
Yo creo que tenemos que reencontrarnos con el sentido de ser docentes, con la condición de educadores, con el valor de nuestra tarea y la recomposición de la imagen pública para ser valorados en nuestra verdadera dimensión. Es una tarea que podemos emprender y debemos hacerlo porque nadie lo hará por nosotros. Es necesario ser coherentes y creíbles, estudiar mucho, interrogar las metodologías, pero sobre todo tomar conciencia que ese vínculo con el otro, ese joven con el que elegimos libremente estar, que está allí esperando por nosotros, nos necesita íntegros como referentes para poder construir su imagen de futuro...
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