¿Cómo estuvo el acto que los cuatro candidatos realizaron en Mercedes?
El objetivo de comenzar a instalar el tema se va cumpliendo. Uno llega y hace una pequeña caravana, mueve, alborota un poco. La gente va tomando noción de que hay algo del Frente Amplio. El otro objetivo es mover a la militancia y al ir los cuatro concurre todo el mundo y entonces los militantes se juntan y toma dinamismo. Entre los cuatro que vamos nos complementamos, no hay discursos que sean notoriamente contradictorios o disonantes. Con Mónica y con Agazzi hemos trabajado años y a Castillo lo conocemos.
Los candidatos representan claramente a sectores del Frente Amplio ¿Cómo juega eso en la elección?
En tres eso es muy claro, pero no tanto en mi caso. Yo arranqué a propuesta del grupo que lidera Raúl Sendic, luego adhirió la 5005, y nosotros (La Vertiente Artiguista) nos sumamos y después se extendió y han enganchado grupos locales. Más que una candidatura encuadrada en los límites de una organización política es un poco más transversal.
¿Le hubiera gustado que haya más candidatos independientes?
Hubiera sido bueno, pero la identificación con los frenteamplistas independientes es una cosa bastante difusa porque son cada vez más en un millón dos mil de votantes, pero los independientes fueron una corriente muy poderosa en el Frente Amplio: eso por distintas razones cumplió como ciclo histórico. Ahora aparecieron otros independientes, los que no tienen una inscripción partidaria, pero el grupo de los independientes como corriente organizada no existe más. Está el independiente con fuerza propia, que es una personalidad destacada que puede expresar una corriente, pero uno no puede tener una especie de metro que dice este sí y este no, entonces se fija un piso, que fue lo se hizo en el Plenario Nacional. Cuando se fija un piso siempre hay un nivel de arbitrariedad, los que tienen un número de votos determinado van a la competencia y los que no. Es conveniente no cerrar el camino a figuras independientes pero establecer algún tipo de reglas de juego para que no termine siendo una plataforma que utilice cualquiera para llegar a otro lugar, por aquello de los partidos tradicionales, de que un edil se larga a la presidencia de la República para llegar a la Cámara de Diputados.
Además de llegar a la presidencia del Frente Amplio ¿Qué otros objetivos tiene su candidatura?
Siempre he sido partidario de generar un movimiento que equilibre el Frente Amplio. Estamos en contra de la polarización, de que haya dos grandes bloques que pueden llevarse bien, hoy o mañana divorciarse y poner en riesgo el proyecto político, y estamos en contra de la fragmentación, que se atomice de manera tal de que se vuelva ingobernable. La manera es que se generen tres o cuatro corrientes que respondan a sensibilidades distintas. Hay que estimular un proceso de síntesis que busque el equilibrio interno.
Ernesto Agazzi concurrió al lanzamiento de su candidatura. ¿Lo llamó antes para avisarle?
No, no me llamó. Lo entendí como algo natural, a uno le sale ese reflejo. Pensaba ir a la de Mónica pero tengo que estar en Bella Unión al día siguiente. Castillo mandó un mensaje que al final no se leyó por un problema de organización.
¿Le gusta el papel de candidato?
A mí me gusta el trabajo con la gente. En las campañas electorales, o la que hubo por el voto verde, o los plebiscitos por las privatizaciones, siempre me gustó el contacto con la gente, sobre todo en el Interior. Yo soy del interior y la campaña da una rápida visión de lo que piensa el ciudadano. Uno interactúa en pocas cuadras con los más diversos sectores de la sociedad. Habla con un blanco, con un colorado y eso lo da el Interior. Montevideo tiene más microclimas, entornos sociales y el Parlamento es tremendamente aislante. En el Poder Ejecutivo, mi experiencia es que vincula pero siempre en torno a eventos ya programados.
¿Cómo lleva el tener que ser elocuente? Hay muchos a los que no les gusta eso. Incluso uno de los cuestionamientos que se hacía el Frente Amplio antes de convocar a elecciones era si el candidato más carismático sería el más capacitado para dirigir el Frente Amplio.
Es una buena pregunta, pero hay una cosa que no se sabe interpretar bien. El carisma está vinculado en la comunicación a una suerte de empatía. No es despertar aplausos en torno a temas que se sabe que son sentidos sino una empatía que tiene que ver con comunicarse y eso es un patrón muy importante para gobernar, porque da la capacidad de entender con cierta rapidez en qué está el otro. El conductor no carismático termina siendo el que da órdenes y acá lo más importante de todo es tener una comunicación que permita atender a reclamos sin necesidad de formalizarlos. Puede suceder que el más capacitado no tenga el carisma mayor, pero es quizás una visión un poco tecnocrática del fenómeno político.
Hace pocos meses se habló de crisis en el Frente Amplio ¿Qué aprendizaje dejó esa experiencia?
Creo que todo el mundo ha reconocido que el Frente Amplio necesitaba un fuerte proceso de renovación y la mayoría -no todos- entendieron que ese proceso de renovación debe estar muy anclado en su cultura histórica, si no es tirar a la papelera lo que han sido sus valores fundamentales. El Frente no ha estado a la altura de las circunstancias en estos últimos siete años. A mi juicio, ha sido una especie de gigante dormido, no supo adaptarse ni al cambio de oposición a gobierno ni al cambio de país en caída libera a país en crecimiento, no supo. No ha monitoreado al gobierno, no lo ha sostenido con la fuerza que debía y tampoco le ha dicho 'mirá esto en realidad no va marchando bien'. No ha tenido capacidad para difundir con convicción los logros del gobierno.
¿Cree que en eso influye que un Ministerio sea de un sector y otro de otro?
Para mí es una atonía del Frente en general, agravada quizás por el hecho de que en el último período se respetó demasiado estrictamente los resultados electorales, lo que creo que es un criterio equivocado como criterio para seleccionar al equipo de gobierno. Uno tiene que tener muy en cuenta la capacidad ejecutiva, hay que tener capacidad de gestión. Se ha ido reconociendo eso, y que el Frente ha estado muy ausente de la escena política. Hay temas que plantea la sociedad sobre los que tiene demanda y que el Frente podría canalizarlos y no lo hizo. Hemos ido comprendiendo que esto no era sostenible en el largo plazo. Además de la esquizofrenia 'gobierno exitoso y partido político débil', hay otra esquizofrenia que es 'políticas públicas de inspiración solidarista versus cultura mediática de individualismo acentuado'. La cultura de la exclusión no es solo la exclusión de los pobres y el enredamiento de los ricos es también la cultura del espectáculo fundada en el cultivo de que para tener éxito hay que pisarle la cabeza al que está al lado.
No, no ha hecho y ese es uno de los déficits mayores, no ha dado la batalla ideológica cultural. Al no dar la batalla ideológica cultural ha perdido terreno. Una fuerza que pierde terreno en el campo de las ideas no puede tener una ambición de largo plazo. El desafío ideológico no está asumido. La militancia sindical con adhesión política no tiene ámbitos de reflexión de mayor profundidad, se apela a ella cuando hay un problema crítico, pero tendría que ser una práctica sistemática. Hemos generado un sindicalismo explosivo desde el punto de vista cuantitativo pero no le hemos dado componentes cualitativos.
¿Para eso planteó la creación del Instituto Julio Castro?
Sí, eso sería una pieza clave. Se habla de la oportunidad para los jóvenes. Los jóvenes pueden ser trabajadores de los sectores medios pero ¿dónde está la transmisión intergeneracional? No está. Así no funciona.
¿Se sobredimensionó la influencia de Facebook y Twitter en el funcionamiento de la fuerza política? A veces parece que el debate se redujera a la dicotomía redes sociales comité de base.
Creo que se sobredimensionó sí, porque son instrumentos. El Frente Amplio tuvo una función muy importante. No son para nada contradictorios con las nuevas tecnologías, tendrían que estar enlazados en red e interactuar con formas no presenciales, con algunos puntos de encuentro para debates. No hay que contraponer, pero tampoco generar un mito fácil. Acá hubo movimientos en red de comunicación muy rápida en un momento de terrible vacío de movilización política que nos salvó buena parte de la campaña electoral. Ahora, a mí me parece que son instrumentos, pero no hay que atribuirles una característica que por sí mismos no tienen.
La teoría de la crisis de la participación parte de un preconcepto sobre un formato de la participación y como no se encaja en ese formato de participación hay crisis. ¿no será que las cosas son un poco distintas? Porque después vienen las sorpresas, aparecen banderas nítidas en torno a los DDHH y se genera una movida fuerte. De repente lo que pasa es que se evaluó con un formato de participación como uno más.
¿El voto en blanco en la Intendencia de Montevideo puede haber sido una de esas sorpresas?
Sí, fue un voto protesta. Un voto que no está de acuerdo con las formas de decisión y resolución que tiene históricamente el Frente Amplio, con determinadas transacciones que no se entiende dónde se dieron, quién las hizo y terminan con candidaturas que –más allá de las personas- no era el camino que se quería. Ahora no será perfecto, pero el 27 de mayo es un salto muy importante. Todas las elecciones que están en juego, no solo la de presidente, sino la de las departamentales, las seis candidaturas que están en juego.
¿Qué Frente Amplio le gustaría ver cuando culmine el mandato del cargo al que aspira?
Me gustaría ver un Frente Amplio con una fuerte capacidad de conducción, donde hubiesen jugado las vicepresidencias, los presidentes de las departamentales, con introducción de formas de participación complementarias que estimulen y que hubiesen culminado de una manera hábil y potente su capacidad de ser puntal del gobierno, pero también acicate del gobierno en las cosas en que es débil, y al mismo tiempo que se visualice claramente que la fuerza política juegue a ser puente al próximo gobierno. Una fuerza política que hubiera diseñado un programa hacia el 2020 con ideas y fuerza importantes, porque va a ser un ciclo en el que vamos a tener que decidir qué cosa nueva vamos a hacer en políticas sociales, en sustentabilidad del modelo de desarrollo, cómo no pasar de una dependencia de EEUU a China. Hay que tener un horizonte cultural y educativo, que meta el tema de la seguridad de otra manera, hay que tener potencia técnica en materia de seguridad y hay que entender que la propuesta de llenar de espejos de agua el país hay que concretarla, sino no bancamos el cambio climático. La gente no nos va a preguntar por lo que se hizo, nos va a preguntar por lo que vamos a hacer.