El Tribunal Supremo de Ohio puso fin a un litigio judicial de siete años y zanjó que el afamado “pollo sin hueso” (boneless chicken) de un restaurante local podía contener restos de hueso y por ello no debía indemnizar a un cliente que quedó atragantado y necesitó dos operaciones.
El diario local The Columbus Dispatch relata hoy que el fallo del tribunal, comunicado ayer, quita así la razón a Michael Berkheimer, que un día de abril de 2016 pidió unas “alitas de pollo sin hueso con ajo y parmesano”, pero en el tercer bocado sintió que estaba tragando algo duro; al día siguiente, un médico extrajo el hueso, pero ya le había causado una infección que le hizo pasar dos veces por el quirófano.
Berkheimer se sintió estafado por la promesa del pollo deshuesado y denunció al local y a sus proveedores de pollo ante una corte local que se ocupa de temas de consumo, ante lo cual los denunciados replicaron que los huesos eran naturales en la carne, y que el “sin hueso” debía entenderse no como una promesa, sino como un método de cocción.
Del tribunal local el caso pasó a otra corte de apelación, y los abogados de los denunciados llevaron el caso hasta el Supremo del Estado.
El caso que llegó hasta la más alta instancia judicial de Ohio no suscitó la unanimidad de los jueces; de hecho, el fallo se votó por cuatro votos contra tres, tomando el caso un cariz político: los jueces republicanos se pusieron del lado del restaurante y los demócratas del hombre que había denunciado.
EFE