El viernes 13 de marzo de 2020 hizo honor a la superstición que atribuye a tal fecha mala suerte y desgracia. Esa tarde se reportaron los primeros casos de contagio de Sars-Cov-2, en nuestro país. El “nuevo coronavirus” (la enfermedad que causa todavía no se había bautizado como covid-19) había llegado por fin al Uruguay. Pero el miedo al respecto ya se había instalado antes, especialmente luego de que todos viéramos en los noticieros los estragos que causaba en países como China, Italia y España.
Hitos del estado de emergencia sanitaria
El sábado 14 de marzo, el presidente Lacalle Pou y su gabinete protagonizaron una cadena nacional donde se anunciaba la implementación de la emergencia sanitaria. Se conocían así las primeras medidas de restricción de movilidad y se acuñaba el término “libertad responsable”, que luego sería alabado y criticado hasta el cansancio en todo el país.
A continuación, recordamos algunos de los puntos salientes de estos dos años y veintiún días vividos en emergencia.
Las compras de pánico y el delirio alcohólico
Si bien no se produjeron en la misma escala que en otros países, los primeros días de la pandemia en Uruguay estuvieron marcados por las “compras de pánico”. Los carritos de supermercado -y las tarjetas de crédito y débito- se recargaron de víveres como para sobrevivir a un holocausto nuclear, y también de artículos de limpieza surtidos, como si el bunker a prueba de radioactividad debiera también permanecer en perenne asepsia.
Mención especial merece el acaparamiento de papel higiénico, una práctica importada de otras latitudes, donde el bidet es un completo desconocido. En cuanto al preciadísimo alcohol en gel, llegó a cotizarse a precio de caviar ruso bañado de champagne cosecha 1913.
El aplauso de las 21.00
Al igual que la acumulación de papel higiénico, fue otra costumbre imitada de países donde la pandemia pegó antes y en los que -como España- se impusieron cuarentenas de adamantino rigor, que aherrojaron a los ciudadanos en sus casas durante semanas.
En marzo y abril de 2020 los uruguayos salíamos a las ventanas a aplaudir a unos médicos y enfermeros que se encontraban listos para atender una crisis sanitaria que no terminaba de producirse, porque afortunadamente las hospitalizaciones y decesos eran muy pocos. Un año más tarde, cuando el virus comía a dos carrillos y las muertes se producían por decenas, ya nadie tenía ánimos para aplaudir.
Ollas
populares
Como era de esperarse, las medidas de restricción de movilidad tuvieron un inmediato
impacto económico. Desde el gobierno se tomaron medidas para amortiguarlo, como
la creación de un sistema de paro flexible y parcial. Asimismo, la sociedad organizada
puso manos a la obra como en tantas otras crisis que en este país han sido. Las
ollas populares cundieron en barrios y pueblos, en procura de garantizar la
alimentación básica de los más castigados.
Una postal: la rambla de Montevideo vallada
A comienzo de
abril de 2020, la Intendencia de Montevideo tomó, a pedido del Ministerio del Interior,
la inédita decisión de vallar las bajadas a la playa y los espacios recreativos
asociados a la rambla, como la pista de patinaje del Parque Rodó y los
gimnasios al aire libre. La medida tenía como finalidad evitar las aglomeraciones
en ese paseo tan caro a los montevideanos. La decisión fue tomada con filosofía
por los vecinos, en especial porque se produjo luego del final de la temporada veraniega.
Si bien su eficacia sanitaria puede ser discutida, sin duda se trató de una acción
de enorme carga simbólica para los habitantes de la ciudad.
La falsa
victoria
Mientras en otros países ya se hablaba de segundas olas de contagio, en Uruguay
nunca cuajaba la primera. A mediados de junio de 2020 los casos activos de
covid oscilaban entre los catorce y los veinte, y algunos empezaron a pensar
que -como dijera el difunto Julio César Sánchez Padilla- este país estaba
bendito y se libraría de la plaga global. Para alivio de toda la población, se
aligeraron varias de las medidas restrictivas, y el país fue aplaudido en el
extranjero por controlar la propagación del virus sin sumergirse en cuarentenas
obligatorias. Por desgracia, ese largo respiro también fue abono para los
discursos negacionistas en todas sus versiones.
Las horas más oscuras
La “inmunidad charrúa” estaba llamada a terminar. A fines de la primavera de 2020 la situación sanitaria comenzó un lento deterioro. El 16 de diciembre, el gobierno anuncio una marcha atrás en el alivio de las restricciones. Sin embargo, las nuevas medidas no fueron tan estrictas como al principio de la pandemia. Comenzaron así meses donde las muertes diarias se sumaron por decenas. La pepr jornada fue la del 15 de abril de 2021, con 79 decesos. Por esas mismas fechas, los centros de cuidados intensivos y su personal vivían una presión inédita.
La situación generó un cortocircuito político cuyas consecuencias perduran. Desde el gobierno se sostenían las decisiones tomadas y se aseguraba que eran las correctas para paliar la situación con el menor daño -humano y económico- posible. Mientras tanto, desde la oposición se lo acusaba de no tomar medidas de mayor calado para evitar la ola de contagios y las muertes derivadas de ella.
Las ansiadas
vacunas
La llegada a Uruguay de las vacunas tampoco estuvo exenta de controversias. Fue
el último país de Sudamérica en recibirlas, y esto le valió al gobierno agrios
reproches desde la oposición. A fines de diciembre rodó la cabeza de un funcionario
del MSP, a quien se adjudicó el rechazo inconsulto de una propuesta de la farmacéutica
estadounidense Pfizer, fabricante de una de las vacunas más utilizadas. Finalmente,
la situación se solucionó con el arribo de cientos de millones de dosis la
vacuna china Coronavac -de menor eficacia que la de Pfizer- y la suscripción de
un contrato con esta última farmacéutica.
¿La luz al final del túnel?
Esta semana, el presidente Lacalle Pou y el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, anunciaron la inminente firma del decreto que pondrá fin a más de dos años de emergencia sanitaria.
Las vacunas y la leve pero contagiosa variante ómicron parecen haber logrado en conjunto un alto nivel de inmunidad en la población, situación que permite regresar parcialmente a la vida de la “vieja normalidad”. Los omnipresentes tapabocas ya no serán obligatorios sino “recomendados” para situaciones y lugares específicos. No se pedirán test PCR ni de antígenos para ingresar al país y -luego de Semana de Turismo- los centros de educación volverán a dar clases “a la antigua”.
Dos años en imágenes
La agencia uruguaya
de fotoperiodismo FocoUy cubrió desde todos los ámbitos estos dos años y veintiún
días de emergencia sanitaria. En un breve video, ofrecen un resumen significativo
de una etapa que sin duda marcará un antes y un después en la historia del Uruguay
y del mundo.