La noche del 23 de junio de 1961, Elsa salió con sus hijos rumbo al Aeropuerto de Carrasco. Sonia de 4, Pablo de 5 y Bruno de 6, cada uno con campera y gorro para contrarrestar el frío. Hacía tres meses que estaba buscando una forma de llegar a Cuba. Allí estaba su marido, Sergio Benvenuto, que había llegado a la isla un mes antes, invitado por Fidel Castro. Después de haber despedido a la familia, Methol llegó con sus hijos, pero antes de embarcar el encargado del avión le dijo que una delegación paraguaya se había anticipado y ya no había lugar en el vuelo.
La mala noticia llegó con la promesa de que el próximo avión -que llegaría en agosto con el Che Guevara para la Conferencia económica de la OEA en Punta del Este- la llevaría. El responsable del avión le dijo que hablaría con las autoridades en la isla para autorizar el viaje y hacer los trámites de documentación. Methol volvió a su casa de la que había salido horas antes con promesas y despedidas.
Guevara aterrizó en Carrasco el 4 de agosto a las dos de la tarde, pero la delegación cubana que traía la autorización para que Methol viajara siguió rumbo a Punta del Este. Elsa -ante la posibilidad inminente de tener que regresar por tercera vez a su casa- decidió ir a hablar con el comandante de la nave para explicarle la situación. El comandante le dijo que no tenía la orden de llevarla pero, al ver su cara de desesperación, optó por llamar a Punta del Este para ver si la delegación del gobierno cubano autorizaba el viaje.
Allí le confirmaron que tenían los papeles con ellos, pero no había forma de llevárselos hasta Montevideo. Guevara intercedió sin conocer a Methol y le dijo al comandante de la nave “que entren como invitados míos” y así fue. En el avión viajaban cinco personas, hicieron una escala en Brasilia, otra en Guyana y siguieron viaje rumbo a Cuba: “Sabía que después llegábamos a Cuba en 15 minutos, en media hora aterrizábamos. Yo vi la isla. Pero el avión iba para un lado, para el otro, una hora, dos horas, dos horas y media y la tripulación estaba un poco inquieta. Fui a ver al capitán de la nave ´¿qué es lo que pasa? ¿por qué no aterrizamos?´”[1].
El capitán de la nave le dijo que no sabía, que había intentado comunicarse con las torres de control de La Habana, de Camagüey, de Santiago de Cuba y nadie le contestaba. Como no tenía combustible para regresar optó por aterrizar sin anunciarse en el aeropuerto de la capital.
Ese día, el sábado 5 de agoto de 1961, Elsa Methol y sus acompañantes fueron los únicos que ingresaron al país. Cuba cambiaba su moneda y el gobierno había decidido que el operativo implicara el cierre de todos los aeropuertos. Se estrenaba el billete con la firma del “Che” en calidad de presidente del Banco Nacional de Cuba.
Al cumplirse 50 años de su llegada al país, Montevideo Portal habló con ella para hacer un breve repaso de su historia. Nació en Montevideo, en abril de 1933, en una familia de clase media: "Tuve entre los 3 y 7 años una infancia un poco sui generis pues al enfermarse mi madre de pleuresía, mi padre decidió desarmar la casa y vivir en hoteles. Así, estuvimos en el Hotel Carlitos, posteriormente llamado Playa Ramírez Hotel frente al parque Rodó, y finalmente en el Hotel Acevedo, en Uruguay y Rondeau. Si bien fue una infancia apacible me quedó de por vida un rechazo a alojarme en hoteles".
“Mi padre fue una persona, tanto para mi hermano -Alberto “Tucho” Methol Ferré- como para mí, fundamental en nuestra formación desde todo punto de vista. Era en extremo bondadoso, inteligente, con un sentido muy profundo de cómo transitar por la vida con honestidad y coherencia, que nos dio a los dos una formación vital, muy importante y para siempre. Mi padre era en extremo preocupado por motivarnos a la lectura, a la música, al teatro, de forma sistemática. Y otro aspecto básico fue la unidad familiar de los Metholes, tíos, primos, que desde siempre nos reuníamos semanalmente en más de una ocasión”.
Además de las virtudes intelectuales de su hermano, Elsa recuerda su habilidad como un buen bailarín: “Tuvimos desde siempre una relación muy estrecha. Él era 4 años mayor que yo y al comenzar a ir a sus fiestas de 15, practicaba conmigo casi diariamente. Creo que eso fue medular para nuestra relación hermano-amigos. A los 11 años yo ya bailaba desde tango y milonga pasando por el fox trot y la música de los Lecuona. Un dato interesante que pocos seguramente conocen fue que después de mucho ensayo conmigo llegó a ganar el primer premio de un concurso de boggie- woogie en el Hotel Rambla”.
“Además estudiaban en casa sus compañeros de preparatorio y luego de facultad, que posteriormente fueron mis grandes amigos para siempre. Así, pasamos del baile a tener una relación aún más estrecha y, finalmente, a casarme con Sergio Benvenuto a partir de 1954. El centro de reunión de todos nuestros amigos, que posteriormente fueron personalidades importantes fundamentalmente en el ámbito cultural, fue en nuestra casa, hasta que vinimos a Cuba en 1961. Inclusive cuando nos mudamos para la rambla de Malvín, Tucho se mudó de inmediato a un edificio de apartamentos al lado de nuestra casa”.
Sergio Benvenuto y Elsa Methol trabajaban en los comités de apoyo a la Revolución Cubana. Benvenuto fue invitado a la isla en mayo de 1961, luego de que Fidel Castro lanzara la Operación Verdad que buscaba llamar a ciudadanos de todo el mundo para que conocieran la isla. “Una noche, se encontraba en la cafetería La Pelota, en 12 y 23, en La Habana. Conversaba con amigos uruguayos, y en ese momento llegaba Fidel. Era la época en que el Comandante en Jefe se trasladaba, interactuaba directamente con el pueblo. Se acercó a ellos y se enteró de que Sergio era profesor de Historia del Arte y de las Civilizaciones. Entonces le pidió que se quedara en Cuba. No solamente a él, a todo el mundo el líder de la Revolución le habló de venir a colaborar, porque en ese momento hubo una gran carencia de profesores. Mi esposo me escribió para consultarme y acepté encantada”[2].
Pedagogía y periodismo
El primer trabajo de Methol en Cuba fue la incorporación a la campaña lanzada por la administración de Fidel Castro para reducir el analfabetismo, que alcanzaba el 20% de la población. 1961 fue nombrado como el “Año de la educación” y en diciembre el gobierno declaró a Cuba “territorio libre de analfabetismo”. Habían sido alfabetizadas más de 700 mil personas.
Methol comenzó con tres campesinas que eran semianalfabetas, y al terminar la campaña se ofreció a trabajar en la biblioteca de la Escuela Anexa a la Universidad “Felipe Poey”, pero la directora dijo que la necesitaban como profesora de inglés. Eso hizo hasta 1968 cuando se incorporó al Instituto de Investigaciones Pedagógicas y en 1973, el Ministerio de Educación la convocó para el programa Planes Especiales, que consistía en la promoción de actividades culturales extracurriculares. En 1980 llegó a ser la directora de la Casa de la Cultura de Playa. Methol disfrutó mucho del trabajo que le ofrecía un particular contacto con la comunidad desde el punto de vista pedagógico, pero a pedido del Partido Comunista del Uruguay decidió tomar un puesto en la agencia Inter Press Service, que la había recomendado como corresponsal en Cuba.
“En 1987, la Dirección General de IPS decidió reestructurar su corresponsalía en Cuba y analizó que, dada mi experiencia laboral desde 1961 en la isla, algo que me había permitido adentrarme en una realidad tan particular. A pesar de no haber ejercido nunca como periodista, consideró que asumiera responsabilidades en la misma. Así el 1º de mayo de 1988 comencé en la dirección de IPS-Cuba como Corresponsal Representante.
"Como directora, mi responsabilidad es garantizar que nuestra corresponsalía elabore y brinde información alternativa, con una mirada analítica, diversa y plural, que incite a la reflexión sobre la realidad cubana y los procesos regionales, usando las más variadas tecnologías de la comunicación y garantizando su impacto dentro y fuera de la isla”.
Para Methol no es simple realizar una evaluación de la influencia de la isla en su vida, aunque la forma de vida cubana hace que la personalidad de los uruguayos le resulte por extremo analítica y complicada. En la isla encontró una forma más simple de comprender la vida: “Desde los diferentes trabajos y tareas asumidas me siento realizada como profesional y fundamentalmente como persona. En cierto sentido, el entorno en que me he desenvuelto y vivido me ha permitido enriquecer mis vivencias a la vez que ha sido un largo proceso de aprendizaje, posibilitándome interactuar con personas procedentes de diferentes esferas de la vida social, participar de sus alegrías, proyectos de vida, compartir preocupaciones y, sin lugar a dudas ampliar y desarrollar mi condición como ser humano”.
El periodista uruguayo Carlos Castillos fue uno de los tantos uruguayos que pasó por la casa de Elsa Methol en La Habana: “Elsa es la embajadora sin credenciales, en los últimos 50 años ha sido más influyente que los propios embajadores designados por los sucesivos gobiernos que tuvo Uruguay desde el 85. Su figura y su casa son referencia ineludible para cualquier uruguayo que vaya por allá. Un atributo que a mí me parece fundamental subrayar es que pese a lo que significa vivir en un país bloqueado, sometido a permanentes ataques del imperio norteamericano, ella ha logrado abrir un espacio fraterno y libre pensador. Siempre se ha preocupado por generar espacios de debate con un espíritu constructivo, apuntando a la defensa de valores y de la soberanía de los pueblos latinoamericanos”, dijo a Montevideo Portal.
"La casa de ella es la casa de los uruguayos y de los latinoamericanos. Yo he llegado a vivir varios días en su casa en estadías por allá y no es sorprendente encontrarse con un chileno, un argentino, un peruano, un colombiano, un panameño o un mexicano viviendo allí. Ella jamás pregunta quién sos, ni se le ocurriría preguntar a qué partido político pertenecés. Yo sé de gente que ha ido a Cuba por razones de salud y siempre ha tenido extendida la mano de Elsa Methol, ya sea de izquierda, de centro o de derecha. Tiene un espíritu generoso, abierto y sin ningunas condiciones”.
El realizador Nelson Wainstein vivió cuatro años en Cuba. Methol ayudó a su compañera para que se quedara a estudiar en la isla: “Dos años después de que yo llegara, mi compañera fue a estudiar y terminó de graduarse en la Universidad de La Habana. Elsa ha sido como una mamá para quienes van a estudiar o por temas de salud. Tiene la capacidad de ser solidaria sin pedir nada a cambio, más que una sonrisa. Es una mujer increíble”, contó en diálogo con Montevideo Portal.
“Muchos pensábamos que, con el retorno de las relaciones diplomáticas, cuando asumió Tabaré Vázquez, Elsa iba a ser la embajadora uruguaya. Yo me quedé con la tristeza de que el gobierno de Vázquez no la haya nombrado oficialmente como embajadora. Hubiera sido un gesto muy importante para aquellos uruguayos que estuvieron en la época de la dictadura, que estuvieron después y creo que tendría que haber sido así”, dijo.
Cuando asumió Vázquez Methol estaba en Uruguay y recibió unas cinco llamadas de la oficina del presidente, ofreciéndole ese cargo. Ella aceptó, pero finalmente no fue nombrada por razones vinculadas a la política partidaria de nuestro país.
“Fue muy duro eso, porque la invitaron al Parlamento y al Hotel Presidente”, opinó la odontóloga Elina Larrondo una de sus mejores amigas. Larrondo la conoció en 1986, cuando fue recibida en la casa de Elsa: “Desde ahí somos muy amigas, Elsa es como el símbolo de la solidaridad, y ha sido muy gentil con la cantidad de uruguayos que han ido por razones de salud a Cuba. Ella los va a ver a los hospitales, es un personaje muy bueno. A veces su solidaridad fue demasiada, porque los chiquilines eran levantados de noche porque sus cuartos y sus camas que iban a ser ocupadas por uruguayos que andaban por ahí. Ella dice que somos ‘las cotorronas’ del Parque Rodó porque nos juntamos a conversar y no terminamos más, somos más o menos de la misma generación. Tiene un carácter maravilloso, es una mujer superculta, dinámica, alegre y es de libre pensamiento. Como amiga es invalorable”, concluyó.
1)Extracto de entrevista realizada por la productora Taxifilm 2001.
2)Extracto de entrevista realizada por la periodista cubana Gabriela Fernández Méndez para Isla al Sur, abril de 2009.