El Senador de la República divulgó este viernes un video en homenaje a los 40 años del regreso a Uruguay de Wilson Ferreira Aldunate, histórico líder del Partido Nacional que generó una corriente política propia dentro de la colectividad política.
“Al cumplirse este domingo 16 de junio los 40 años del regreso al Uruguay de Wilson Ferreira Aldunate, un episodio histórico y simbólico, la Cámara de Senadores realizó un video homenaje, con la participación de los hijos de Wilson: Silvia, Juan Raúl y Gonzalo. El audiovisual repasa el contexto, el clima ciudadano, sentimientos y emociones que se cruzaron en el camino, ante un retorno que se rememora como uno de los hitos en la transición democrática”, señala la publicación divulgada en la página web del Parlamento.
El discurso de Ferreira Aldunate en el Senado horas antes del golpe de Estado de 1973 es uno de los más recordados de la época.
“Me perdonarán que yo, antes de retirarme de sala, arroje al rostro de los autores de este atentado el nombre de su más radical e irreconciliable enemigo, que será, no tengan la menor duda, el vengador de la República: ¡Viva el Partido Nacional!”, finalizó el dirigente blanco el histórico discurso.
Ferreira Aldunate retornó del exilio el 16 de junio de 1984, 11 años después de haber abandonado el país el 27 de junio de 1973. Primero se exilió en Buenos Aires, luego estuvo en Perú y Londres.
Siendo un férreo opositor a la dictadura uruguaya (1973-1985), el 17 de junio de 1976 Ferreira Aldunate expuso frente al Congreso de Estados Unidos en contra del régimen que gobernaba el país en ese entonces (ver final).
A su regreso al país, fue detenido y permaneció encarcelado durante la campaña electoral, en la que estuvo proscripto. Fue liberado el 30 de noviembre de 1984. Murió el 15 de marzo de 1988.
En la página web de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) hay consignados algunos fragmentos del discurso que dio Ferreira Aldunate frente al Congreso de los Estados Unidos:
“Mencioné antes que, inicialmente, este sistema [represivo] estaba creado para combatir a la subversión. Incluso así, habría carecido siempre de una base moral e incluso política porque su esencia era destruir aquello que afirmaba defender. Pero casi inmediatamente, bajo el impulso de la propia dinámica del sistema, el terror se dirigió a toda la población.
Cuando no hubo mas “Tupamaros” para torturar, algunos sectores muy pequeños de la izquierda “maoísta” fueron atacados; después vino el Partido Comunista, cuyos líderes y militantes fueron perseguidos ferozmente; después vino el turno de aquellos ciudadanos que alguna vez habían tenido alguna conexión con los sindicatos o las asociaciones de trabajadores. Eventualmente, toda la población fue reprimida, cualquiera, por las dudas. Miembros de mi partido han sido perseguidos, castigados, abusados y torturados. Sus líderes han sido llevados a juicio.
Los legisladores electos por las listas del Partido Nacional han sido golpeados en la cárcel […] Y enfatizo esto porque, de nuevo: mi partido no tiene, no tuvo y no quiere tener nada que ver ni con los movimientos guerrilleros ni con la filosofía marxista que no comparte ni entiende. Pero, por supuesto, demandamos respeto para la dignidad de todos los seres humanos, como criaturas de Dios, cualquiera sea su ideología.
No creo que sea necesario continuar con esta dolorosa enumeración, y dejo en las manos de todos ustedes los documentos y reportes que corroboran mi testimonio. Sin embargo, antes de terminar, siento que es mi deber referirme al asesinato hace un mes en Buenos Aires, Argentina, de dos parlamentarios brillantes, verdaderos y confiables representantes de mi pueblo: Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.
Muchos hombres y mujeres de buena voluntad en todo el mundo trataron de todas las formas posibles de salvar las vidas de esos grandes ciudadanos durante los tres días que pasaron entre su secuestro en Buenos Aires y el cumplimiento de sus penas de muerte. Pero nuestros esfuerzos fueron en vano; y mis amigos fueron asesinados por funcionarios del gobierno argentino actuando bajo órdenes del igualmente homicida gobierno uruguayo. […]
Mi deseo más ferviente es que la muerte de mis dos firmes amigos de toda la vida –uno mi compañero en política, el otro mi admirable adversario– sirva como un pedido por la acción responsable de todos; apelo particularmente a ustedes que son sus colegas como miembros de un parlamento creado por la voluntad del pueblo […]
Hoy, con un creciente sentimiento de impunidad, el régimen ha empezado a matar abiertamente incluso afuera de las fronteras uruguayas. A los 29 casos de muerte bajo tortura documentados por Amnistía Internacional, podemos agregar los nombres de compatriotas encontrados muertos en territorio uruguayo luego de ser arrestados en Buenos Aires. Debemos también agregar los cuerpos que después de un mes en el agua afloraron en nuestras costas del Río de la Plata, con las manos atadas o cortadas y los cuerpos quemados. […] No sabemos el destino de muchos otros uruguayos que en las últimas semanas dejaron sus casas en Buenos Aires y nunca volvieron. Sus cuerpos no han sido encontrados.
El aparato represivo uruguayo ha sido construido con abundante material y asistencia técnica de Estados Unidos. Personal militar y policial uruguayo ha cumplido y todavía cumple prolongados períodos de instrucción en varios lugares de su país, especialmente en la zona del Canal de Panamá. Ahora que todo eso se ha convertido en un emprendimiento dirigido a destruir un pequeño país […], aquellos que ayudaron a instalar la infernal maquinaria deben contribuir a su desmantelamiento. […]
Estamos luchando de todas las formas posibles para defender los principios, los ideales y el modo de vida que nuestro país aprendió de la Constitución de Estados Unidos. Ningún uruguayo entenderá nunca si la misma nación que definió esas ideas hace 200 años, y hoy las celebra con regocijo, continuara ejerciendo su enorme influencia en apoyo de los enemigos de nuestro pueblo […]".