A medida que surgen nuevos elementos de la Operación Océano, la histórica trama de explotación sexual de menores que analiza la Justicia, se suman también investigaciones periodísticas que echan luz sobre lo ocurrido detrás del telón judicial.
El lunes 23 se pone a la venta Sugar Daddy: la trama de la Operación Océano, el caso de explotación sexual de menores más grande del país, a cargo del periodista César Bianchi, al que pudo acceder Montevideo Portal.
En él, Bianchi se zambulle en cientos de páginas de declaraciones y chats entre imputados y víctimas, y también entrevista a varias figuras clave en la investigación para reconstruir una historia compleja. Entre ellas, la principal víctima (a la que bautizó Candela G) y el único de los formalizados que está preso (apodado el Paraguayo).
Por ejemplo, Bianchi cuenta que cuando tramitó la entrevista con este hombre en el Comcar, la funcionaria revisó la computadora, se puso seria y le preguntó: "No viene a matarlo, ¿no?".
"Le pregunté si les hacía esa pregunta a todas las visitas", cuenta el periodista. "No, no... es que está acá por violador. Me pongo en el lugar de madre, ¿vio?", respondió la funcionaria.
"Entro a una página de búsqueda de chicas, prostitutas, y aparece un aviso publicado que dice: "Somos dos estudiantes de facultad de 19 años, no somos escorts, nos interesa salir a pasarlo bien". No aparecía un teléfono, aparecía un mail", cuenta el Paraguayo a Bianchi. Él les mandó un mail, ellas lo llamaron por teléfono.
"No te daba para desconfiar la edad, el físico, el cuerpo, etcétera", narra el hombre en el libro.
Tras un encuentro en el que no hubo contacto sexual, acordó una cita más adelante, en las que decidió llevarlas a un hotel "para que pudieran acreditar en la recepción su adultez". "¿Le mostraron su cédula?", pregunta Bianchi. "A mí no. Las mostraron en recepción. Le sacaron fotocopias y pasaron. Yo [estaba] confiado plenamente. Hasta ese momento no tenía motivos para desconfiar nada de edades, ni por apariencia física o la manera de desenvolverse", dice.
Sin embargo, reconoce que él no les pidió la cédula. "Yo estaba confiado en que eran mayores", dice. En el hotel el hombre tuvo sexo con las dos menores. Las jóvenes contaron en Fiscalía que presentaron documentos "prestados" en el hotel.
El Paraguayo volvería a encontrarse más adelante con Candela (una de las víctimas, considerada la "principal" en el caso) y otra joven (mayor de edad) en una posada. Ambas aseguraron ante la Fiscalía que cree que el hombre les puso "algo" en la bebida en ese encuentro, ya que en esa ocasión ambas se sintieron mal.
La narración del hombre es distinta. Asegura que ellas insistieron en ir al hotel y que cuando tenía sexo con Candela, se dio cuenta de que la otra joven (Soraya) lo estaba filmando con el celular. "Dame toda la plata que tengas porque mi amiga es menor de edad. Si no, te mandamos preso", asegura que le dijo.
El Paraguayo fingió entonces que llamaba a la seccional y le decía a un policía: "Mire oficial, me están extorsionando". Con la llamada ficticia, las chicas se asustaron y le pidieron que las llevara a su casa, cuenta.
Cuando las llevó y les abrió la puerta del auto para que salieran, Soraya se desmayó (o fingió hacerlo, dice el hombre); en ese momento pasó una mujer policía y le preguntó: "¿Qué está haciendo con esas chiquilinas?". Él les dijo que no eran menores de edad, que una tenía 19 y la otra 22.
Llegó un patrullero y terminaron los tres declarando esa madrugada. Al día siguiente, descubrió que Soraya había publicado todo en redes, incluyendo el video filmado en la posada, por lo que el Paraguayo volvió a la seccional e hizo una denuncia por extorsión. A partir de allí, el caso fue teniendo otras derivaciones y también haciendo caer otras fichas en la investigación.
"El nivel de nervios y tensión que tengo no tiene nombre. Esto es un infierno (...) Bajan de otras celdas, me tratan de sacar plata, me amenazan de muerte", cuenta. Asegura que en tres aprietes otros presos le sacaron ya 40.000 pesos, peajes para "poder seguir viviendo sano".
La declaración de Candela
En otro capítulo del libro, Bianchi habla con la joven que identificó como "Candela". Meses atrás, el abogado Ignacio Durán, que representa a uno de los imputados, aseguró a Informativo Sarandí que Candela declaró en Fiscalía que usaba cédulas falsas para poder acceder a sitios o entrar a fiestas para mayores de 18 años
Sin embargo, en la entrevista con Bianchi, la joven asegura que ninguno de los 32 imputados le pidió la cédula. "Yo decía que era mayor de edad, pero nunca mostré ningún documento, ese es el tema. Decía que era mayor porque capaz que si decía que era menor claramente no iban a aceptar", cuenta.
Asegura que no era consciente de que fuera un delito. "Ninguno me pidió la cédula. Yo decía que tenía 18 o 19, no decía más. Inventaba que iba a la facultad y un montón de cosas", agrega.
"Hoy sí me veo como víctima en la mayoría de los casos. En algunos que me cuesta todavía reconocer y creo que me falta un poco todavía para darme cuenta", confiesa. "Yo capaz que aparento ser mayor, pero sé que la ley solo tiene una cara. A veces me siento culpable por haber mentido en mi edad, pero lo que soy es sincera y no voy a dejar de serlo. Yo no presenté ninguna cédula, ese es el tema", dice, para agregar más adelante: "Algunos sabían que yo era menor. La verdad, no sé qué decirte, a veces me siento un poco culpable, pero ta".
El libro Sugar Daddy, editado por Random House, se pone a la venta el próximo lunes.