El hombre procesado por el asesinato de la niña Brissa González concurrió al proyecto Dominó, que trabaja con hombres violentos judicializados, según informó este miércoles el diario El Observador.
En conversación con Montevideo Portal el coordinador del proyecto Dominó, Juan Carlos Vega, explicó que WPP llegó a la terapia en el mismo auto que utilizó para secuestrar a Brissa González y tuvo dos sesiones. La primera fue una entrevista y la segunda una instancia grupal donde se mostró dispuesto a trabajar.
Vega dijo que, por las particularidades de su personalidad, ya estaban prontos para realizar un perfil para la Justicia en la próxima sesión, dado que llamó la atención que no mirara a los ojos, su voz baja y discurso monotónico y su falta de reacción ante estímulos provocados por los psicólogos que trabajan en el proyecto.
“Lo que expresó en todo momento fue victimizarse. Fue al proyecto poniendo la culpa afuera de lo que le había pasado con la pareja”, manifestó Vega, explicando que en este caso cae el secreto profesional para proteger el bien mayor, que es la integridad de otras personas.
“Tenía aspecto de una persona vulnerable, con la mirada perdida, con un discurso armado y aislado de los discursos de las demás personas. El tono de él siempre fue el mismo, nunca cambio el tono de voz”, señaló. Ante la falta de reacción ante estímulos, se le preguntó si estaba medicado y dijo que no.
Según Vega lo único que lo sacaba de su pasividad eran los ruidos o los movimientos rápidos que revelaban su nivel de alerta.
Respecto a sus vínculos, el hombre admitió haber estado preso por atentado al pudor y dijo que los padres cuidan mejor de las hijas mujeres: “A veces no siendo aún los padres biológicos cuidamos mejor a las hijas que las propias madres”, señaló.
El proyecto Dominó
Según explicó Vega, el proyecto Dominó trabaja con hombres judicializados que son enviados por la Justicia. Vega señaló que no se trabaja con mujeres violentas ni con hombres que hayan sido culturalizados fuera de Uruguay, porque es distinta su socialización.
Vega explicó que se trabaja con el modelo socioeducativo de Robert Parrado, con personas que no admiten ser violentos.
El informe al juez se suele hacer luego de mantener una instancia grupal, una microgrupal y una entrevista individual. El informe que se remite a la Justicia no es vinculante, pero allí se realizan sugerencias en cuanto a la necesidad de trabajar control de los impulsos, baja autoestima, baja tolerancia a la frustración o trastorno de la líbido, entre otros aspectos.
La ley obliga a las personas judicializadas a asistir a diez sesiones pero el proceso; si la persona quiere seguirlo lleva 30 sesiones.
“La violencia en los varones se muta, pero no hay cura porque no es una enfermedad. El varón aprende a resocializarse. Hay enfermedades que despiertan un comportamiento violento, pero la violencia no es una enfermedad. El hombre uruguayo maltratador común se resocializa, estamos convencidos. Una vez que logran entender lo que les pasa, una vez que logra entender que estuvo ejerciendo violencia por años, que era habitual que fuera así, que estaba admitido que fuera así y que hoy no es habitual. Cuando empieza a ver que no quiere que sus descendientes tengan el mismo comportamiento empieza a entender y a aceptar que es un violento. Los demás tienen patologías asociadas o un deterioro por la droga, que no les permiten tomar contacto con lo que les pasa”, afirmó.