Durante los últimos años, las cámaras trampas “se han convertido en una de las herramientas más utilizadas en estudios de monitoreo y conservación”, se lee en la página web de la Facultad de Ciencias.
Con esa herramienta, investigadores del Grupo Biodiversidad y Ecología de la Conservación desarrollan diversos proyectos desde 2011.
Pero no solo son los científicos quienes las utilizan. Aficionados han contribuido a la ciencia con esta herramienta. Con el tiempo, la cámara trampa ha llegado también a los campos y chacras, y registran comportamientos de animales que, quizá, antes hubiesen pasado desapercibidos.
También han documentado especies que se consideraban desaparecidas, por lo que han aportado conocimiento sobre la biodiversidad, tanto de Uruguay como del mundo, como sucedió dos días atrás cuando una cámara registró a un oso hormiguero bandera en Brasil, una especie que se declaró extinta hace 130 años. El animal apareció en Rio Grande do Sul, a pocos kilómetros de la frontera con Uruguay, tal como consignó la cuenta de Instagram Uruguay fototrampeo, que tiene 100 mil seguidores.
Ese caso no fue el único. En agosto de este año circuló en redes sociales una búsqueda poco común: no se trataba de dar con el paradero de una persona ausente o una mascota extraviada, sino de localizar el cadáver de un animal silvestre. Tal como informáramos, se había difundido la imagen de un felino autóctono muerto. El animalito había sido atropellado y su cuerpo había sido depositado a la vera de la ruta 1, a la altura del kilómetro 107.
La noticia llegó hasta Nadia Bou, magíster en ciencias biológicas-genética, y generó de inmediato su interés. La profesional subrayó que el margay es un animal que habita en el este del país y no en la zona del hallazgo. Por lo tanto, consideró relevante hacerse con el cuerpo para tomarle muestras y confirmar que se trataba de un margay y no de un gato montés con pelaje atípico.
Entusiasmada, la científica se trasladó hasta el lugar, pero al arribar se topó con una desagradable sorpresa: el cuerpo había desaparecido. A partir de ese momento se inició una “campaña de búsqueda”, con la ayuda en redes sociales de la cuenta de Uruguay Fototrampeo y la emisora coloniense Radio del Oeste.
Horas más tarde llegó un mensaje revelador: “Hola, yo corrí el gato de lugar para que no lo rompan cuando pasen a cortar el pasto por la ruta”.
Posteriormente, Nadia regresó al lugar y, con nuevas indicaciones, se dirigió campo adentro hasta el sitio donde, efectivamente, reposaba el infortunado animal.
“Agarré una muestrita de la oreja del animal, una muestra chiquita con la cual después voy a hacer la extracción de ADN y análisis genéticos”, dijo Bou a la citada emisora.
“Muchas gracias a todos los que colaboraron, finalmente toda la movida sirvió y pudo aparecer. Las redes contribuyeron mucho”, expresó.
En cuanto al cuerpo del felino —que al parecer sí sería un margay— fue trasladado al Museo Nacional de Historia Natural, donde será de utilidad para fines científicos.
Las cámaras trampa se utilizan para conocer la biodiversidad, patrones de comportamiento de fauna silvestre y estimar poblaciones. En tanto, también sirven como método de muestreo. Es, entonces, una herramienta más para observar aquello que los humanos, a veces, no pueden ver.
El Instituto de Ecología de México explica en su web que las cámaras trampa deben colocarse en sitios donde se hayan encontrado registros de las especies a investigar. El diseño no se hace al azar, sino que lleva un trabajo de campo previo, que permitirá mayores resultados a la hora de instalar la herramienta.
Las cámaras trampa deben fijarse en un árbol o sostenerse con un trípode a 50 centímetros del suelo aproximadamente. Los expertos recomiendan el uso de pulpos para fijarlas en un árbol, ya que deben estar estables. Además, permitirá que estén más seguras, porque es común que este tipo de herramientas sean robadas, consignó la Facultad de Ciencias.
El precio de las cámara trampa en Mercado Libre va desde US$ 89 a US$ 475.