(Por Ana Jerozolimski)
El jueves último al anochecer, la Universidad de Tel Aviv en Israel se vistió de fiesta en la ceremonia anual en la que fueron conferidos siete títulos honorarios a distintas figuras israelíes y del exterior, entre ellas el ex Presidente de la República Dr. Luis Alberto Lacalle. Se trata siempre de un acto de alto nivel, que este año fue de la mano del singular simbolismo de haber sido llevado a cabo justamente cuando Israel celebra 70 años de vida independiente.
Los otros distinguidos con el Honoris Causa, fueron la periodista de investigación israelí Ilana Dayan, la actual Gobernadora del Banco Central de Israel Karnit Flug, el fundador y Presidente del enorme conglomerado empresarial chino Alibaba Ma Yun,más conocido como Jack Ma, el matemático húngaro Laszlo Lovász, el físico alemán Profesor Knut W. Urban y el Dr. Dmitry B Zimin de Rusia, profesor de ingeniería, especializado en ciencias técnicas y gran filántropo.
Un corto rato antes de entrar a la enorme sala repleta de público en que se llevó a cabo la ceremonia, el Dr. Lacalle aceptó conversar con nosotros , confesándose emocionado y al mismo tiempo preguntándose , en tono de broma, cómo podría maniobrar exitosamente entre el calor de Tel Aviv y el atuendo tradicional que impone el protocolo del acto.
P: Después de tantos años de especial cercanía con Israel ¿qué le significa ser uno de los receptores del título Doctor Honoris Causa de una universidad israelí, en este caso la de Tel Aviv, justo cuando Israel está celebrando su 70° aniversario?
R: Primero que nada, esto me inspira un claro sentimiento de agradecimiento a quienes lo promovieron. Es un acto de generosidad. Cuando uno es Presidente de la República se tiene que acostumbrar a una serie de cosas un poco superficiales, pero agradables como condecoraciones, ciudadano ilustre, llave de la ciudad, todo ese tipo de honores. Algunas son simplemente porque uno es Presidente. Y otras, tienen algún fundamento. En este caso de la Universidad de Tel Aviv, cuando ya no soy Presidente, quiero creer que es un poco reconocer lo que he hecho por el Estado de Israel, por el judaísmo, por la cultura judeo-cristiana, unas cuantas cosas. Tu padre fue el que escribió el prólogo de la recolección de todo eso, "El guardián de mi hermano", así que lo conoces bien.
P: Lo recuerdo muy bien y lo tengo por cierto en mi biblioteca.
R: Y bueno...te diré que siento que quizás entonces en parte al menos, no totalmente, me lo merezco.
P: Hay sentimientos que uno lleva consigo siempre, pero que se ven detonados por un hecho determinado, que en ciertas circunstancias salen hacia afuera. ¿Usted puede decir que recuerda cómo fue en este caso, qué despertó este sentimiento especial que usted tiene por Israel y el pueblo judío?
R: Claramente. Me acuerdo que cuando yo llegué por primera vez de visita a Israel, invitado como Senado- era en el 86 ó 87, algo así- me recibió una persona encantadora y me llevó hasta el hotel King David de Jerusalem. Era la hora de la puesta del sol. Abrió la ventana, me mostró el paisaje, me dijo "aquella es la tumba de Absalom, ese es el valle de Josafat, para allí es Belén..." y me dejó. Yo estaba solo-no hay cosa peor que viajar solo porque uno no tiene con quién compartir emociones e impresiones lindas o feas, y esa por cierto era lindísima- y me acuerdo que le escribí a mi madre una carta que terminaba diciendo: "Todo mi ser cristiano y occidental se estremece al encontrar su raíz judía y oriental".
Y sigue siendo verdad. Aquel viaje fue un viaje espiritual. Para mí, fue una transformación, pero como tú bien decís, vino de adentro. Algo la hizo aparecer.
P: Los cimientos ya estaban.
R: Así es. Es que yo por suerte fui criado en un catolicismo de mucha lectura de la Biblia. Los padres Jesuitas con quienes me eduqué siempre hicieron mucho hincapié en el Primer Testamento -no decían el Antiguo sino el Primero- así que los cimientos estaban. Se ve que hacía falta ese "empujón".
P: Y ese sentimiento lo acompaña desde entonces...lo ha compartido con mucha gente.
R: Es cierto. Creo que es lindo compartir un ejemplo de varios de interlocutores con los que lo compartí: el Cardenal Lustiger, que como recordamos había nacido judío. Le dije "Eminencia , yo al revés de San Pablo, me caí del caballo para el otro lado". Le hizo mucha gracia. Le conté que cuando vine a Israel por primera vez fue el momento de mi resurgir de raíces, que se ve que eran muy hondas a través de mi catolicismo y de mi cristianismo, a través de mi relación con Israel.
P: Y muy oportuno que se lo haya comentado a Lustiger, judío convertido al Cristianismo.
R: Justamente. Antes de morir el Cardenal Lustiger había dejado por escrito todas sus voluntades. Y fue muy interesante que cuando murió, cuando el cortejo llegó a Notre Damme, antes de entrar, pusieron el ataúd en el piso, se dijo el "Kadish", la oración por los muertos en el judaísmo, y recién después se abrieron las puertas para aquella fantástica ceremonia en honor al "Príncipe de la Iglesia". A mí siempre fue una figura que me causó mucha impresión.
P: ¿Por qué, en primera instancia, fue a verlo? Por su propio sentimiento ¿le atraía la combinación que él representaba?
R: Justamente. Te diré que él justamente pensó que yo iba por algo protocolar, pero no era así, a mí me parecía interesantísimo el personaje. La peripecia impresionante de haber tenido esa familia, ser nieto de un rabino, estar circuncidado y ser "príncipe de la Iglesia". Me parecía una síntesis impresionante. Me acuerdo que le pedí una bendición. Y él tuvo el buen sentido de no bendecirme con la cruz, sino que me puso la mano en la frente y me dio la bendición de Aarón, que es hermosísima: "Que El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz".Tuvo la prudencia de no introducir la cruz en esa conversación. Y me puso en el libro que me firmó, un concepto que es bien del Antiguo Testamento, "Dieu est fidel", Dios es fiel, una idea que se repite mucho en la Biblia: la fidelidad de Dios con su pueblo. Así que realmente fue un momento muy lindo de mi vida.
P: Desde aquella primera visita suya hace aproximadamente 30 años, ha estado muchas veces y también ha defendido en forma activa la causa de Israel. Recuerdo que en el 2014, en la guerra contra Hamas en Gaza, usted se tomó la molestia de filmar un corto video explicando qué es lo que ocurría en el terreno, por qué había estallado la guerra. ¿Cómo analiza entonces la situación actual cuando observa con qué lidia Israel?
R: Yo siempre contesto a este tipo de preguntas, que por supuesto son inevitables, diciendo que yo pongo una sola condición para analizar este tema desde un punto de vista de justicia: que los países y las entidades que niegan la existencia de Israel, lo reconozcan y lo respeten. Después se puede hablar de los detalles. Si alguien le niega al Estado de Israel el derecho de existencia, no respetar a ese interlocutor ni escuchar lo que dice. Primero que diga que Israel es un hecho, un derecho, una historia, respeto y después se puede hablar de las condiciones.
P: Por lo duro de los temas pendientes, hay discrepancias, que son legítimas. Y por otro, hay demonización. ¿Cómo explicaría el fenómeno?
R:Creo que todo este asunto terrible de la desligitimación es inaceptable, la horrible posición de la UNESCO y de otros organismos internacionales. Yo estoy en la "Friends of Israel initiative" y lo hago con mucho gusto. Y es realmente difícil luchar contra toda la conspiración que hay para desligitimar. La decisión de la UNESCO sobre los Lugares Santos, que no reconocía el derecho de Israel en el Muro de los Lamentos, es tan aberrante que le quita autoridad a la Unesco para siempre. Eso es reconocer un hecho, no es opinar.
P: En la evolución de Israel a lo largo de los años, que usted ha seguido ¿ve también elementos negativos?
R: Creo que en la medida que la prosperidad, el avance en ciertos campos se produjo, las pasiones humanas aparecen. Las buenas y también las malas. Tampoco se le puede pedir al sistema parlamentario que por definición es inestable, tenga la solidez de otros sistemas de gobierno. Si tú dependés de los votos de una aritmética parlamentaria, uno solo te puede hacer la vida imposible, pidiéndote y exigiéndote. Para llegar al número mágico en la asamblea, es necesaria cierta cantidad de votos. Y eso a veces al gobernante lo hace tributario de mantener la mayoría a pesar de que las grandes políticas quizás no se lleven a cabo.
Hay que ponerse en los zapatos de Netanyahu y de todos los Primer Ministros anteriores, porque todos vivieron eso.
P: ¿Cuál es la gran deuda pendiente de Israel en sus 70?
R: Yo creo que más de lo que se ha dicho y ofrecido para obtener la paz , es difícil. Creo que hay que mantener esa sensación de que efectivamente dos Estados son posibles pero con las condiciones que ya mencioné: Israel es una realidad que nadie puede negar. Y el que la niegue, no puede ni hablar.
P: ¿Qué le hace pensar el ver el grado de desarrollo logrado por Israel a tantos niveles?
R: Yo creo que es la lección de Israel hacia un país chico como el nuestro. A veces pienso que tendríamos que cargar un avión con toda la dirigencia política, de todos los partidos, traerlos a Israel a quedarse 10 días. Sería una inversión muy buena. Después decir "vamos a hacer la mitad, el 20% de lo que hizo Israel", y con eso alcanzaría. Tantas veces estamos divididos por cosas que no importan y no nos juntamos en lo que importa.
P: Muchas gracias.Y felicitaciones.
R: Gracias a ti.