El ministro del Interior, Nicolás Martinelli, y el excapitán de la selección uruguaya Diego Lugano mantuvieron un encuentro casual en un evento hace algunas semanas.
En un momento de la charla surgió el tema de la violencia en el deporte y el exjugador le comentó que sería recomendable que Uruguay mirara la legislación que tiene Chile al respecto.
Un par de días después, el secretario de Estado participó de la reunión de ministros del Interior del Mercosur y allí entabló una conversación con el director de Carabineros del país andino, Marcelo Araya, según informó Búsqueda y confirmó Montevideo Portal.
Martinelli le consultó a Araya sobre la legislación que tiene Chile y agregó: “Estaría bueno que intercambiáramos”. Ante esto, el jerarca chileno le dijo que sí y ahora el tema pasó a autoridades policiales de ambos países, que se deberán poner en contacto para nutrirse de información.
En la instancia del Mercosur se votó —propuesto por Uruguay— el armado de mesas auxiliares que funcionarían de forma permanente estudiando diferentes temáticas de interés.
Una de las mesas propuestas por Martinelli fue la erradicación de violencia en el deporte y se votó por unanimidad. Esto quiere decir que se deberá armar un equipo con jerarcas de cada uno de los países de la región.
La iniciativa se suma a un sistema que ya existe, por lo que cada país deberá cargar información, por ejemplo, de hinchas que estén en la lista negra. En términos prácticos, se ahorraría tiempo al momento de conseguir la información cuando se disputa una instancia deportiva entre un equipo uruguayo y otro de la región.
El modelo de Chile
El país chileno tiene una ley para combatir la violencia en el deporte, mediante la cual se reglamentan determinadas exigencias para la lista de inhabilitados, protocolos de ingresos, la clasificación de los partidos según su nivel de conflictividad y la habilitación de los estadios.
La legislación ordena que los eventos deportivos de fútbol deberán ser organizados por el locatario y la Asociación Nacional de Fútbol Profesional junto con un jefe de seguridad privada que será nombrado previamente.
Este jefe se debe poner en contacto con el encargado de servicios de los Carabineros, quienes se concentran en garantizar la seguridad de todo el perímetro del estadio. Estos funcionarios, salvo excepciones, no entran a las instalaciones donde están los hinchas, igual que sucede en Uruguay.