El 22 de este mes arriban a Uruguay dos diplomáticos israelíes, altos funcionarios en la Cancillería israelí, a mantener conversaciones con autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores. Se trata de Daniel Meron, quien encabeza la división que tiene a su cargo el tema Naciones Unidas y Organismos Internacionales, y de Nissan Amdur, experto en Oriente Medio.
Días antes de la partida de ambos hacia Montevideo, entrevistamos a Daniel Meron, que trabaja en la Cancillería desde hace 27 años, desempeñando diversas funciones. Cumplió destinos en Chipre, Noruega (estuvo en Oslo durante las negociaciones israelo-palestinas a comienzos de los años 90, como portavoz de la embajada de Israel) y dos veces en Washington, una de ellas a cargo de la relación con el Congreso. Hace 15 años fue además asesor de parte del Ministerio, ante el entonces presidente de Israel Ezer Weizmann.
Daniel, está viajando a Uruguay a mantener contactos con autoridades de la Cancillería en Montevideo, y de fondo hay una relación positiva de muchos años. ¿Eso es parte del trasfondo de los preparativos para un viaje así?
Por supuesto. La relación amistosa con Uruguay es muy antigua. Tenemos muy buena relación también en las Naciones Unidas. Te cuento casi como nota de color que antes de mi viaje, me he puesto a leer el discurso que el embajador de Uruguay Enrique Rodríguez Fabregat pronunció el 26 de noviembre de 1947 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, un discurso impactante sobre el derecho y el deber de apoyar la creación de un Estado judío. Eso es algo que no olvidamos. Y ahora, por cierto, estoy yendo a Uruguay por la importancia que le damos en la arena internacional.
Uruguay está ahora en el Consejo de Seguridad de la ONU y eso, por lo tanto, le da una dimensión clave en este momento en la política internacional.
Así es, aunque para nosotros siempre la ha tenido. Deseamos profundizar los intercambios con Uruguay en relación a su condición de miembro del Consejo de Seguridad.
Antes mencionó el discurso de Fabregat, y seguramente conoce el discurso que pronunció hace algunas semanas el ministro de Exteriores de Uruguay Rodolfo Nin Novoa, en el que me permito destacar dos puntos centrales: la condena categórica al terrorismo y el apoyo a las negociaciones bilaterales entre Israel y la Autoridad Palestina.
Por supuesto que lo conozco, fue un discurso muy importante. Además, nuestra embajadora en Uruguay, Nina Ben Ami, de las mejores diplomáticas que tenemos, nos destacó la importancia de ese mensaje del ministro uruguayo. Sentimos que entienden cabalmente los puntos centrales y que entienden la situación de Israel. El apoyo a negociaciones directas es clave. Y volviendo al viaje que realizo ahora, en el marco de la excelente relación que tenemos con Uruguay, nos pareció oportuno presentarle cuál es la agenda de Israel en la ONU, qué es lo importante para nosotros en el organismo mundial y también oír de primera mano cómo ve Uruguay su propia agenda en la ONU en general y el Consejo de Seguridad en particular.
¿Y cómo resumiría cuál es hoy la agenda de Israel en la ONU?
Es doble. Ante todo están los temas de importancia para todos los países del mundo, promover programas de sostenibilidad, lo que se conoce como la agenda 2030 del secretario general para convertir al mundo en un lugar mejor. En esto Israel puede aportar mucho y ya lo está haciendo, en temas de conocimiento y tecnologías del agua, energía, medicina, emprendedurismo, innovación.
Por otra parte están los temas políticos a los que lamentablemente nos vemos arrastrados todo el tiempo. Nuestros vecinos intentan continuamente que Israel esté aislado en la ONU, en situación incómoda. Yo creo que nuestra situación es buena pero ellos presentan todo el tiempo propuestas de resolución para atacar a Israel y esto se convierte por ende en parte de la agenda. No es algo de lo que podemos hacer caso omiso pero al mismo tiempo nosotros promovemos una agenda muy amplia. Lamentablemente los árabes, los palestinos, intentan hacer caer muchas propuestas nuestras, aunque no sean de temas políticos, simplemente porque son nuestras. Antes les iba muy bien en esto. Hoy, mucho menos.
¿Qué ejemplos me podría dar de propuestas concretas de Israel?
El año pasado se aprobó una resolución presentada por Israel en la temática de Desarrollo de Tecnología Agrícola, que se refiere por ejemplo a la posibilidad de instalar en países en desarrollo en África el sistema de riego por goteo, que fue desarrollado por Israel. La resolución fue aprobada por una mayoría de 140 países, algo fuera de lo común. Realmente resulta hasta medio embarazoso recordar que los países árabes no lo apoyaron porque había sido iniciativa israelí, aunque era algo claramente destinado a aportar a la humanidad.
Estamos trabajando también en una propuesta de resolución que exhorta al mundo a invertir en emprendedurismo e innovación en países del Tercer Mundo. Es algo que se aprobó en principio hace dos años y esperamos que este año se traduzca en éxitos concretos..
Cuando habla de "éxito" ¿se refiere únicamente al hecho de que la propuesta israelí fue aprobada en la votación o también a que ya está siendo traducida en algo práctico, que ya está arrojando frutos, por ejemplo en África?
Es una buena pregunta. Es un proceso. Sé que se están preparando en la ONU los informes pertinentes para la implementación, que aún no se ha concretado pero está sí en camino.
Ahora me viene a la mente otra iniciativa que tuvimos. Llevamos a la ONU a Adi Altshuler, una joven israelí que creó el marco "Las alas de Crembo", para niños con discapacidad. Su obra fue destacada por la revista Time , como una de las mejores emprendedoras del mundo. Pues en la ONU, junto con el secretario general y otras autoridades, hicimos con ella un seminario sobre la importancia del emprendedurismo. Y eso es algo que se concretó, ya se hizo.
Otro ejemplo: tenemos una relación de cooperación con la Organización Mundial del Trabajo en el tema de sistemas de emergencia, para asesorar acerca de cómo se puede llegar en forma efectiva y rápida a prestar ayuda, como hicimos en el caso del terremoto en Nepal, para actuar de modo urgente. Y estamos trabajando ahora con un equipo de la OMS a fin de compartir con ellos la experiencia israelí al respecto. Esta cooperación ya se está dando.
Y a pesar de esto, Israel continúa lidiando con una situación compleja en la ONU. ¿Es realmente tan oscuro el cuadro desde el punto de vista político o detrás de las bambalinas las cosas son distintas?
Hay aquí varios niveles. Ante todo, el desafío para Israel es que hay una mayoría automática compuesta por 21 países árabes y 57 musulmanes, que es aprovechada negativamente para atacar a Israel. Recordemos que en total, el bloque de los No Alineados es de 137 países. Así que hacen lo que quieren en la ONU, como si fuera su propia casa. Desde 1967 tratan de pasar el campo de batalla a la ONU.
Israel tiene varias opciones al decidir cómo reaccionar. Una es decir lo que dijo Ben Gurion en su momento, "um shmum"...
Un juego de palabras en hebreo, UM es la sigla de la ONU y shmum una alteración de la palabra como dando a entender que la ONU no vale nada, que no hay que darle importancia.
Exactamente. Dijo que "nosotros haremos lo que es bueno para los judíos"...
Y que la ONU se aguante, algo así...
Pero esta no es hoy nuestra postura. No decimos hoy "um shmum" sino que destacamos que junto a todos los problemas, hay también cosas buenas que se hacen en la ONU, aportando por ejemplo a la lucha contra determinadas enfermedades, contra el hambre y la sequía. Israel, junto con la ONU, puede aportar en todos esos temas. Pero es cierto que el uso de la mayoría automática es algo inaceptable, negativo, un fenómeno al que nos oponemos firmemente. Por eso exhortamos a los países del mundo a actuar según su conciencia, guiados por la verdad.
Pero tenemos que buscar siempre las cosas positivas y aprovechar la plataforma de la ONU para aportar en lo bueno, para poder dar de nuestra experiencia y conocimiento, sin dejarnos amedrentar por la política.
Cuando hay resoluciones injustas contra Israel la sensación es que no hay con quién hablar, pero por lo que usted dice sería equivocado creer que eso es todo lo que da el tono entre Israel y la ONU. Además, también hay israelíes electos para cargos importantes en las diferentes instancias de la ONU o de otros organismos internacionales.
Así es. En efecto israelíes han sido elegidos para cargos importantes en la ONU. Le doy varios ejemplos. Hay tres israelíes en el CERN, la Organización Europea de Investigación Nuclear, con sede en Suiza, donde funciona el mayor acelerador de partículas del mundo. El profesor Eliezer Rabinovich fue elegico como vicepresidente del CERN, el Profesor Yossi Nir como miembro de la Comisión Científica y Eli Marze para integrar la Comisión Supervisora.
El jurista profesor Yuval Shany es miembro de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Rita Golshtein-Galperin fue designada como presidenta de la Comisión de Comercio Internacional de la OCDE. Otro israelí, el profesor Uriel Safriel, encabezó hasta hace poco la Comisión Científica de la ONU encargada de combatir la desertificación (UNCCD).Y el diplomático Yotam Goren, miembro de la delegación israelí ante las Naciones Unidas, fue elegido en junio del año pasado como vicepresidente de la Comisión de Presupuesto y Administración del organismo mundial.
Todos ellos intentan aportar del modo más profesional posible, sin políticas de por medio. Es que quizás en el pasado la línea era otra, pero hoy en día nuestro enfoque no es decirle a la ONU, bueno, voten como quieran y nosotros hacemos caso omiso de ello. Hay sin duda mucha política, muchas cosas que nos dan dolor de estómago, pero también mucho trabajo bueno por hacer.
¿Me podría dar un ejemplo de un "dolor de estómago" en la ONU?
Yo representé a Israel en más de una ocasión en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra...
Dicho sea de paso, hasta hace un tiempo la presidenta era una diplomática uruguaya, la embajadora Laura Dupouy...
Así es, una embajadora profesional con la que tuvimos buena relación. Pues te cuento que en algunas de las ocasiones, el representante de Yemen o el de Sudán, países donde las violaciones de los derechos humanos son terribles, tomaron la palabra y comenzar a dictar moral a Israel sobre derechos humanos. Uno puede decir que parece un chiste, inconcebible... Pero hay que seguir intentando trabajar con los países que tienen nuestros mismos valores, países como Uruguay, como países europeos y de Norteamérica, países con los que se puede trabajar para arreglar el mundo. Trabajar juntos. Y precisamente por eso, cuando yo esté ahora en Montevideo, preguntaré a mis anfitriones uruguayos en qué podemos trabajar juntos para lograr cosas positivas.
Imagino que hay historias detrás de las bambalinas, distintas de lo que sale en televisión...
Sin duda. Tenemos muchas oportunidades de hablar con representantes de países cuyos nombres no puedo dar, que nos atacan públicamente pero que en esos otros canales mantienen con nosotros muy buenas relaciones. Y eso es importante. El problema, claro, es que al llegar a las votaciones, cada uno mira para otro lado y todos votan como bloque, tomando como referencia las posturas más extremas. Yo creo que eso es cobardía.
Por eso queremos que se logre corregir resoluciones que no tienen ningún sentido. Y te cuento que todos los años la Asamblea General aprueba 19 o 20 resoluciones contra Israel. Eso no pasa con absolutamente ningún otro país del mundo. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha aprobado más resoluciones contra Israel que contra Siria, Yemen y varios países más juntos. Es una situación enervante y frustrante. Pero creo que lo que mejor muestra lo que es Israel es que eso no nos lleva a desconectarnos de la ONU sino a tratar de continuar aportando positivamente en temas que pueden ser buenos para el mundo todo. Dejamos de lado la política y tratamos de concentrarnos en los temas importantes para el mundo, aquellos en los que Israel puede dar mucho de sí.
En situaciones como las que ha descripto, donde países violadores sistemáticos de los derechos humanos dictan cátedra de moral a Israel, lo necesario, imagino, no es solamente una línea política decidida a seguir adelante sea como sea, sino también nervios de acero de parte del embajador... ¿no?
Sí, sin duda. Hay una expresión en la que como judíos creemos, que mi padre, de bendita memoria, siempre decía: "netzaj Israel", o sea la eternidad de Israel. Siempre hubo quienes odiaron a Israel y habrá quienes voten en contra y ataquen. Pero lo central es que uno tenga fe en la misión que está cumpliendo, aunque sea muy difícil. Eso permite seguir apegado a lo que uno hace, aunque uno esté en minoría y lidie con hipocresías, para poder seguir adelante.
SIN PERDER LA ESPERANZA
Daniel, ha estado en Oslo como portavoz de la embajada de Israel en Noruega cuando fueron las negociaciones israelo palestinas, a comienzos de los años 90. Vio en ese momento los intentos de cambiar la situación, de crear una nueva relación israelo palestina... y hoy las partes están sumidas nuevamente en una seria crisis. ¿Cree que el proceso de paz aún tiene futuro?
Yo tengo mucha fe en el proceso de paz, si hay negociaciones directas entre el primer ministro Netanyahu y Abu Mazen. Creo que Abu Mazen se esfuerza mucho por arrastrar a Israel a la arena de la ONU y por trasladar el proceso hacia allí, en lugar de sentarse con el primer ministro. Y siempre decimos que en lugar de viajar cientos y miles de kilómetros hasta Nueva York, Abu Mazen puede llegar en diez minutos de Ramallah a Jerusalem.
Si uno mira alrededor, no hay que ser un gran genio para captar el caos en Oriente Medio hoy, y claro está que con eso de fondo, Israel debe ser especialmente cauteloso en cualquier proceso de paz que lleve adelante.
En aquel entonces, en Oslo ¿la esperanza lo contagió también a usted?
El ambiente era otro. En ese momento teníamos nuestras dudas acerca de si todo avanzaría con la rapidez necesaria y en la forma debida. Pero esperanza había. La paz hoy, lamentablemente, todavía está un poco lejos.
¿Ahora es difícil ser optimista?
Yo siempre soy optimista. De locontrario, me sería muy difícil desempeñar mi trabajo.