Gimena salió a bailar. La noche iba a ser normal: tomar algunos tragos, conversar y reírse con el grupo de chiquilinas —jóvenes de 18 años al igual que ella— con el que se conoce desde hace varios años.
Al terminar la noche, Gimena (nombre ficticio) estaba claramente desnorteada, pero lo curioso es que no había tomado tanto alcohol como para sentirse así. Lo otro que resultaba extraño era que podía mantenerse en pie y caminar en línea recta, pero su cabeza no sabía —y hasta ahora no recuerda— lo que hacía.
Cuando el boliche prendió las luces, la joven se subió a un taxi con destino al Prado, en Montevideo, e indicó la dirección de una casa en la que había vivido hasta hacía cuestión de un mes.
El taxista, un hombre de unos 27 años, notó que Gimena estaba claramente perdida y la hizo subirse en el asiento delantero.
En un determinado momento, el hombre decidió bajarse los pantalones y tomar la cabeza de Gimena para que le practicara sexo oral hasta llegar al Prado. La joven no recuerda nada, pero hay un video en donde claramente se ve cómo el taxista la suelta e incluso se toma el tiempo de limpiarse sus genitales para luego cobrarle el viaje.
Las pruebas
Gimena dice que estaba tan perdida que no recuerda ni siquiera lo que pasó el día posterior. Su padre, médico de profesión, no duda al decir que su hija estaba bajo los efectos de algunas drogas, porque tal pérdida de memoria no es normal cuando se toma solo alcohol.
El abrumamiento de la joven queda en evidencia cuando se da cuenta de que al llegar a la dirección que le marcó al taxista, esa no era su casa. Su familia vendió esa propiedad hace algunos meses y ahora vive en otro barrio de la capital.
Gimena llegó a tocar timbre en la vivienda y los compradores la reconocieron, la hicieron pasar y pagaron el viaje al taxista. También le pidieron el comprobante, con la excusa de que le cobrarían eso al padre de la joven.
Pero los nuevos dueños de la casa se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Tras ver al conductor del auto en una actitud claramente sospechosa, y luego de llamar al padre de Gimena para que la fuera a buscar, decidieron ir a ver la grabación de la cámara de seguridad que está afuera.
Cuando observaron lo que pasó, volvieron a llamar al hombre y le dijeron que se apurara. El padre de la joven de 18 años escuchó y vio lo que había pasado, subió a su hija al auto y la llevó a la mutualista para que le hiciera todos los exámenes correspondientes. Se comprobó que tenía restos de semen.
La joven cuenta ahora que nunca dudó en denunciar, que lo hizo convencida y quiere que el taxista pague, que no ande suelto, porque es un peligro.
Libre
El caso recayó en la Fiscalía de Delitos Sexuales de 6º Turno, a cargo de María Sigona. El taxista está plenamente identificado y los penalistas entregaron una carpeta con la dirección en la que vive el hombre, el número de matrícula e incluso la identificación del auto en el que circulaba.
Ha pasado un mes y medio y aún no ha habido novedades, pese al arduo trabajo del equipo fiscal. A Gimena la llamaron desde la Unidad de Víctimas de Fiscalía para hacerle seguimiento, pero aún no se detuvo al autor del abuso. También la llamaron de la comisaría para pedirle que entregara su celular.
El convencimiento que tuvo Gimena a la hora de denunciar perdió fuerzas con el correr de las semanas, porque entiende que si no hubiera ido a la comisaría aquel día, todo seguiría como hasta ahora.
“Ni siquiera es una versión de una persona contra otra, porque yo no recuerdo nada. Es un video que muestra un abuso, que muestra a la persona abusada y al abusador”, dice la joven, en diálogo con Montevideo Portal, con intención de recalcar que está todo dado para capturar e imputar al taxista.
Sigona les dio cita para el próximo 15 de mayo. Gimena, que habla pausado pero firme mientras mira un café casi por el final, se pregunta por qué desde el sistema de Justicia insisten en denunciar, cuando el propio sistema tiene procedimientos que resultan “perversos”.
“Mientras tanto, él sigue llevando y trayendo gente. No hay que ser muy inteligente para saber que si lo hizo una vez, lo había hecho antes y lo seguirá haciendo”, finaliza la joven, pero luego hace una pausa y sentencia: “Y yo no quiero plata, no quiero sacarle nada al tipo. Quiero que pague y que vaya preso para poder cerrar este capítulo”.
Sin protocolo
Desde la Gremial Única del Taxi especificaron a Montevideo Portal que no hay ningún protocolo establecido acerca de cómo proceder ante este tipo de denuncias, por lo que el trabajador puede seguir desempeñando la tarea hasta que la Justicia decida su imputación. Además, los taxistas no se someten a ningún tipo de pericia.