Por GERARDO TAGLIAFERRO
Es difícil que a alguien nunca se le haya cruzado por la cabeza el fantasma de caer en una cárcel. Después de una hora de charla con el Comisionado Parlamentario para el Sistema Penitenciario, Álvaro Garcé, uno llega fácilmente a dos conclusiones: la primera es que el sistema ha mejorado bastante en los últimos años, y la segunda es que las cárceles uruguayas siguen estando, pese a ello, un escalón por encima del infierno, si no en el infierno mismo.
Empecemos por lo que sufren, salvo raras excepciones, todos quienes van a parar a las cárceles más emblemáticas (Comcar, Libertad, Las Rosas, también ahora Cabildo, la cárcel de mujeres): hacinamiento, violencia, hambre. Sí, hambre en muchos casos porque, pese a que Garcé hace hincapié en que también ahí se ha mejorado, se robaban la comida. Se la robaban entre los presos pero también se la robaban algunos funcionarios.
Para el común de los reclusos que no está en el 35% que puede trabajar o estudiar, su estadía en esos lugares es solo el lentísimo transcurrir de los días, las horas, los minutos y los segundos en un clima opresivo y generalmente hostil. Pero imaginemos, si esto es así para el común de la población carcelaria, lo que puede ser para alguien que, como señala Garcé, ha cometido un delito pero no es un delincuente. En su caso seguramente todo puede ser mucho peor. Y ni hablemos de quien, como también existen casos, está allí pero no debería estar.
El sistema ha mejorado, puntualiza el Comisionado. Hay menos hacinamiento, hay menos violencia, hay menos hambre. Hay menos, pero hay. También hay drogas que siguen entrando, porque parece asumirse que para evitar su ingreso sin provocar un desastre al someter a la abstinencia a cientos de personas adictas, hay que desarrollar medidas alternativas, hay que curar el mal. Y esto, todavía, no se hace, pese a que Garcé y otros lo han propuesto desde 2007.
Cuando se escucha hablar casi despectivamente de "los derechos humanos de los delincuentes", puede bastar una hora de charla con alguien que conoce muy bien su realidad para sentir un temblor y pensar que en pocas cosas los seres humanos -y los uruguayos en particular- progresamos tan lentamente como en ésta.
1) Asumiste el cargo de Comisionado de Cárceles en 2005. ¿En qué ha mejorado el sistema desde entonces?
En la infraestructura sobre todo. Cuando estaba dando el concurso para el cargo hubo una pregunta del entonces diputado Washington Abdala: "Imagínese que lo elegimos ahora y lo reelegimos en 2010. ¿Cómo querría usted terminar la gestión?" Y yo dije que me gustaría tener una infraestructura mucho mejor, que se superara el hacinamiento, que no hubiera tanta violencia... Hoy da la sensación de que la evolución del sistema ha sido tal que se va en camino hacia esos objetivos. Lo que va quedando pendiente es el consumo de drogas en las cárceles, que lo estoy destacando permanentemente, el problema de la violencia institucional y grupal, y el aumento permanente de las personas encarceladas que es un problema de política criminal.
"Si las familias no complementaran la dieta, en las cárceles habría cuadros de desnutrición" | Foto: Manuel Lino |
2) Es decir que mejora el lugar donde están los presos pero no mejora lo demás: existen los mismos vicios dentro y fuera de la cárcel.
Mejora la gestión. El proceso de cambios a partir de la incorporación del último comando bajo la orientación del inspector Luis Mendoza ha tenido un nivel de proactividad muy interesante. El tema de la tortura casi sistemática, cosas como "la alfombra humana" por ejemplo, o "el túnel" si bien se dan están claramente fuera de lo que es la línea de mando y se realizan, cuando ocurren, en un marco de clandestinidad, a espaldas de los jefes. Ese es un cambio muy significativo.
3) ¿Qué es la "alfombra humana"?
Todos al suelo y a caminarles por arriba, entre otras cosas preguntando "quién manda acá". Y ahí la respuesta tenía que ser muy contundente porque si no el recorrido era de ida y vuelta. Una práctica atroz, de tortura, ni siquiera de maltrato, que en su momento a mí me horrorizaba y seguía pasando a pesar de mis denuncias. Era una práctica implícitamente establecida y en esa medida, tolerada por algunos mandos. Eso hoy ha cambiado y no es poco.
4) Al principio encontraste resistencias de algunos de esos mandos. ¿Eso ha cambiado también?
Eso se daba a nivel de cierto personal subalterno, ni siquiera todo. Pero ha cambiado completamente. La semana pasada tuve la oportunidad de dar una clase en la Escuela de Formación Penitenciaria a un grupo de 28 oficiales con largo recorrido en el sistema, nos conocemos hace años. Y fue todo en un clima de respeto, de reconocimiento que era impensable hace tiempo. Ellos ven que cuando hay cosas buenas las destacamos. Generalizar que todos los funcionarios son corruptos o hacen las cosas mal es muy negativo y desmotivador, por eso cuando denunciamos que hubo ejecuciones extrajudiciales dijimos que fue fuera de la cadena de mando y por un grupo minoritario de funcionarios. Se delimitan los campos de responsabilidad y eso facilita después el relacionamiento con todos los demás.
5) Cuando denunciaste que en el motín del Comcar de octubre hubo ejecuciones extrajudiciales, se debe haber tensado nuevamente la cuerda de tu relación con el sistema.
Pero distinto. Lo que noté fue alguna reacción muy minoritaria, de algún grupo pequeño al que no le gustó que se planteara en esos términos la cuestión. Pero al mismo tiempo hubo algunos reconocimientos expresos acerca de cómo le erraron algunos cuando hicieron lo que hicieron. El hecho de ser docente de la Escuela Nacional de Policía desde hace años me ha permitido comprender mucho mejor la mentalidad policial. Siendo ya el séptimo año de clase, van siete generaciones de oficiales que pasan por los cursos que tengo a mi cargo. Ir a una cárcel y encontrar como responsable de un celdario a un exalumno, me permite entablar un vínculo totalmente distinto.
6) ¿Todos los presos son recuperables?
Estoy convencido de que en un universo de 10.000 personas privadas de libertad, hay tres grupos. Dos grupos minoritarios en los extremos y uno grande en el medio. En un extremo tenemos gente que tiene doce, catorce antecedentes. Esas personas no sé hasta qué punto tienen interés en hacer otra cosa que lo que hacen. En el otro extremo tenemos gente que está en la cárcel como producto de un error o una circunstancia, como puede ser un accidente de tránsito, o una mala decisión como puede ser reaccionar frente a una provocación. En esos casos hay delito pero no hay delincuente. Y después hay una mayoría y es ahí donde se juega el partido de la seguridad pública. Son personas que están en la cárcel por distintas circunstancias: la mayoría quiere no volver, el tema es que pueda no volver. Es ahí, en la medida en que se establezcan mecanismos de inclusión reales donde se puede tener una esperanza de bajar el nivel de reincidencia y tener una mejor calidad de seguridad. El partido se juega en esa franja intermedia porque hay algunos que perdieron la esperanza y otros no son delincuentes.
Foto: Manuel Lino |
"Resolver el tema de las drogas en las cárceles no es sencillo. ¿Qué pasa en dos o tres días si una población adicta padece colectivamente un síndrome de abstinencia?" |
7) ¿Qué porcentaje representa esa franja sobre el total de presos?
De una manera muy gruesa diría que alrededor del 80%.
8) Hay un 60% de reincidencia. Parece un porcentaje alto.
Es alto en comparación con nuestras cifras históricas. Hay países que están peor, aunque no es una causal de justificación. Lo más importante es que esa cifra se puede bajar. Si el país sigue invirtiendo en tener un mejor sistema carcelario, si se invierte en esos mecanismos de inclusión, si se desarrollan mecanismos reales de medidas alternativas a la prisión, se puede tener un nivel de reincidencia por debajo del 50% y eso sería un guarismo muy bueno.
9) Entramos en una campaña electoral y como éste se ha transformado en uno de los temas principales, seguramente la oposición recordará que la izquierda en el gobierno, en 2005, liberó a cerca de mil presos. A la luz de tu experiencia, ¿fue una decisión equivocada aquella?
En su momento el resultado fue la liberación de 850 personas, con un nivel de retorno por reincidencia o incumplimiento de las medidas administrativas del entorno del 40%. En realidad, visto con una buena perspectiva, fue más o menos lo mismo que pasó en el 85 con la amnistía de mayo de aquel año (N de R: ley que otorgó la libertad a algunos presos comunes, luego de la amnistía a los presos políticos) que terminó con un retorno del orden del 40 o 41%.
10) Hablando de la liberación de 2005, las cifras de retorno están bastante por debajo de la media.
Sí, por varias razones. Primero porque se perfiló el tipo de personas que se liberaban y por otro lado hubo una actividad intensa del Patronato (de encarcelados y liberados) hecha más a corazón que en términos institucionales. Esto explica por qué hubo un 40 y no un 60% de retorno a la cárcel. Yo dije en su momento que era una medida paliativa y no definitiva para la solución del problema, y la prueba de que fue así está en que después de haber bajado el número de encarcelados por efecto de esa ley, en 2007 y 2008 empezó a aumentar la cantidad de población reclusa y además existió un movimiento pendular: luego de la liberación, en 2007 y 2008, el aumento fue mayor que en el resto de los años. Es como si después de la liberación se hubiese dado un endurecimiento de la política criminal que generó una repoblación de las cárceles que neutralizó el efecto de esa liberación. Después se volvió al ritmo habitual, que es altísimo. En un país con una población envejecida, con apenas un 20% de crecimiento en los últimos 50 años, tener una tasa de 300 privados de libertad por cada 100.000 habitantes es un escándalo.
11) Hace pocos días recuperó su libertad un hombre que había estado preso injustamente y habló a la prensa en la puerta del Comcar. Y dijo que en la cárcel se pasa hambre. ¿Es así?
Si las familias no complementaran la dieta, habría cuadros de desnutrición. Eso yo creo que es un problema no de falta de gasto del Estado, sino de rendimiento asociado a un problema de corrupción. Cuando se establecen sistemas de control de los medicamentos y las comidas, las partidas rinden. Recuerdo experiencias donde, en una misma cárcel, de un año para el otro, gastando lo mismo en comida se tenía una dieta pésima o una dieta aceptable o un poco más también. Y esto simplemente con medidas administrativas de control.
"Llegué a ver boletas de gente que giró por redes de pago más de 10.000 dólares en un año para la supuesta protección de un familiar" | Foto: Manuel Lino |
12) Lo que cabe deducir entonces es que no se adoptan esas medidas de control.
Lo que creo es que cuesta muchísimo adoptarlas. Tengo la seguridad de que las actuales autoridades del Instituto de Rehabilitación están dando un mensaje muy claro, pero también hay malas prácticas que están muy fuertemente arraigadas. Alguna de esas prácticas era por ejemplo llevarse la carne. Eso, como hay otros niveles de control, está empezando a retroceder.
13) ¿Es tan difícil ponerle freno al ingreso de drogas a las cárceles?
Es un poco más complicado. Creo que si se toman medidas radicales se puede llegar a eliminar o neutralizar el ingreso de drogas. La pregunta es: ¿después qué? Por medidas radicales me refiero a frenar el ingreso mediante controles exhaustivos, a las personas, a los vehículos, sin excepción de ningún tipo. La pregunta es ¿qué pasa en dos o tres días si una población adicta, en carrera activa de consumo, padece colectivamente un síndrome de abstinencia? Resolver este problema no es tan sencillo como disponer medidas represivas. Para resolver la cuestión del consumo problemático de drogas es indispensable minimizar su ingreso, obviamente, pero al mismo tiempo establecer medidas terapéuticas. Si no, es imposible.
14) ¿Esto quiero decir que se hace la vista gorda al ingreso de drogas porque es el daño menor?
Yo no estoy en condiciones de contestar esta pregunta. Es cierto que hay una clara directiva de las autoridades para que esto no ocurra y existe todavía una contradicción. ¿Por qué subsiste esa contradicción? Más que respuesta, yo tengo la misma pregunta. Tengo claro que el problema del consumo no se resuelve en tanto no haya algo así como un "Portal amarillo", no para 20 o 30 personas sino para 200, e instalado por lo menos en el Comcar. Esto es posible, lo recomendé en el año 2007 y sé que el Ministerio del Interior lo está considerando.
15) Tú llegaste a la conclusión de que en el motín de octubre pasado en el Comcar, en el que murieron dos reclusos, hubo disparos con munición letal pero por fuera de la cadena de mandos. ¿Qué fue exactamente lo que pasó?
Los jefes del operativo ingresaron al módulo para tener el control sobre un operativo que se desarrollaba en dos áreas: en el fondo y en el frente. Y eran dos operativos en uno que estaban a cargo de distintos jerarcas. En ese momento fue que ingresa un grupo de funcionarios, con una orden que era ir hasta la azotea del módulo 2, contiguo, tener contacto visual con lo que ocurría en el 1 y controlar que no hubiera una fuga por el terreno hacia el módulo 3. En ese momento, rompiendo la cadena de mando, alguien da la orden de ir al armero, traer munición de plomo y empezar a disparar en una especie de ejercicio de tiro al blanco. Y eso terminó con dos muertes y dije en su momento que pudo haber sido mucho peor.
16) No fue que los policías que dispararon estuvieran siendo atacados o estuvieran en riesgo otros policías.
No, no. Hubo sí una situación de resistencia y enfrentamiento dentro del módulo, con puntas, con lanzas. Pero los que estaban en la azotea no podían ser jamás agredidos más que con piedras. Eso no es una razón que justifique el uso de la fuerza letal en esa proporción.
17) ¿Cómo es el día de un preso?
Hay que distinguir. Si el preso está trabajando, el día transcurre en términos más o menos del tiempo subjetivo de cada uno de nosotros. Si no, un día es una eternidad. Que trabaje o no, hoy depende mucho más de una evaluación objetiva que hace un tiempo, cuando dependía de amiguismos o favoritismos. Todos sabemos que el tiempo tiene una dimensión subjetiva muy variable, si uno está encerrado en una celda sin hacer absolutamente nada, cada día es una tortura. Y los meses se van sucediendo, y esos procesos personales de hartazgo son los que explican a veces los hechos de violencia. La cantidad de reclusos que trabajan ha mejorado muchísimo. Puede hablarse de un 35% en todo el país, pero puede variar según los criterios que se utilicen para la medición de qué es trabajar. Pero sin duda hay un número mayor de personas en actividades educativas y laborales.
18) ¿Cuál es el principal peligro para una persona que no es delincuente y cae en una cárcel?
La violencia en sus múltiples formas. El hecho de ser presionado, agredido, aterrorizado, todo para obtener el dinero que se pueda obtener de la familia. Hubo un momento, hace unos años, en que todas las semanas estábamos recibiendo cinco o seis quejas por cobros de extorsiones o peajes. Llegué a ver boletas de gente que giró por redes de pago más de 10.000 dólares en un año para la supuesta protección de un familiar. Y había cárceles en que era un escándalo porque se hacía con absoluta impunidad. Si a una persona se le obliga a pagar, quien va a la red de pago está diciendo a quién tiene que ir el dinero, y había nombres que se repetían una y otra vez y muchas veces se trataba de las parejas de algunos internos, "brazos gordos" que operaban estas redes de extorsión a veces en connivencia de algunos funcionarios corruptos. Estas cosas siguen pasando pero ha habido algunos procesamientos y generalmente ese mensaje llega muy rápidamente a estas redes de delincuencia dentro de la cárcel.
19) Hoy una persona que cae presa por un homicidio culposo, por ejemplo, ¿puede estar en la celda con uno o varios delincuentes?
Puede estar, en la medida en que todavía no se ha completado una clasificación completa de la población reclusa. En la medida que había un hacinamiento extremo se daba todo tipo de convivencia y desde luego el riesgo de ser agredido, golpeado o abusado sexualmente era de todos los días. Una de las formas más crueles de agresión es la sexual, que se comete muchas veces como forma de disciplinamiento y de terror, es decir marcarle al otro un poder o darle un mensaje, que es que a partir del hecho concretado, que se puede repetir, la víctima queda un poco a disposición de los agresores, que generalmente son más de uno. Esto ocurre en perjuicio de los más jóvenes, de los que no están acostumbrados a pelear, de los que tienen algún tipo de vulnerabilidad psiquiátrica y éste es quizás uno de los rasgos más crueles de la privación de libertad. Porque además es un fenómeno del que no se habla, a pesar de que todo el mundo sabe que sucede. Y los primeros que no hablan son las propias víctimas, por la vergüenza, por la revictimización y porque además después de denunciar comienza un calvario mucho peor que es el terror potenciado. Entonces ahí evidentemente lo que hay que lograr es una protección de las víctimas denunciantes y de los testigos que se animen a hablar.
Foto: Montevideo Portal |
"Una de las formas más crueles de agresión es la sexual, como forma de disciplinamiento y de terror. A partir del hecho concretado la víctima queda un poco a disposición de los agresores" |
20) ¿Es muy frecuente el abuso sexual?
No lo sé, porque es una situación que se oculta además por un código de silencio que es muy difícil de romper. Tengo la percepción de que es un fenómeno extendido y tengo claro que la relación entre denuncias y hechos puede ser de uno a mil.
21) ¿Qué hacen las autoridades, qué hace el Estado, para prevenir esas situaciones?
Lo que se hace básicamente es separar, clasificar, para evitar las condiciones que propician eso. Desgraciadamente hay cosas que ocurren dentro de la celda, en la intimidad, y que las propias autoridades del establecimiento no llegan a saber, porque los victimarios se ocupan de imponer ese código de silencio y terror. He sabido de casos en que se llamaba de noche por celular a la familia de un recluso y se les hacía escuchar cómo lo estaban amenazando o golpeando, o lo que fuere. Buscando ese amedrentamiento y disciplinamiento a una especie de lógica de poder.
22) Hay una especie de leyenda que dice que quien va preso por violación es abusado sexualmente en la cárcel. ¿Cuánto hay de verdad en esto?
Claro, es una versión moderna del Talión: al pegador al que pegarle y al violador hay que violarlo. Lo que sucede es que por un criterio de protección de la vida a los autores de delitos sexuales normalmente se los coloca separados del resto porque es un grupo particularmente discriminado por el resto de la población reclusa. Yo tengo la impresión de que no es a los violadores a quienes se somete a abusos, porque a ellos se los coloca en pabellones diferentes, a los que se viola o abusa es a los que son vulnerables. El delito cometido es secundario en eso.
23) ¿En la cárcel de mujeres los problemas son similares que en la de hombres?
Sí, ahora sí. Se han ido estableciendo una especie de códigos paralelos. Las cárceles de mujeres eran completamente distintas hace 12 o 15 años: el ruido, el ambiente, el cuidado del entorno. Mucho más cuando había niños. En los últimos años se parecen mucho más a las cárceles de hombres en cuanto a los gritos, a la violencia, a la agresividad con la guardia. Al mismo tiempo las condiciones locativas han mejorado muchísimo. (La cárcel de) Cabildo era un lugar imposible por ejemplo, y hoy la infraestructura en materia de mujeres en algunos pabellones ha mejorado.
24) ¿Y por qué se da ese deterioro en lo relativo a la convivencia? ¿Cambió el perfil de la población femenina?
Cambió, igual que cambió el perfil de la población masculina. Creo que hay una tendencia a un descenso en el promedio de edad, un aumento en la cantidad de consumidores de drogas y también factores culturales: hay una pérdida de ciertos códigos tradicionales que estaban muy asentados. Estoy pensando en el viejo preso de la cárcel de Punta Carretas o de las departamentales, aquel que decía "yo robo pero no mato ni violo, y cuando viene la mujer de otro preso yo miro a la pared y con ella no me meto, o cuando pasa el director me paro y lo saludo aunque no lo quiera". Se han ido perdiendo esos códigos, y la muestra más grave de esto son las muertes y los incidentes graves que ha habido en ocasión de la visita. Antes el espacio familiar de la visita era un momento sagrado y las diferencias se arreglaban con los puños o con corte pero no con arma de fuego. Ese fue otro código que se rompió hace una década. El cambio en los valores y las actitudes ha tenido el resultado de una convivencia más violenta, aunque el entorno y las instalaciones han mejorado. El tema de la violencia había llegado a límites insostenibles hace tres o cuatro años. Entraba al Comcar y veía a plena luz del día gente en las azoteas armados con cortes o que cruzaban de un módulo al otro a hacer una especie de campaña para rescatar lo que pudieran de alimento, porque tenían hambre. O cuando venían las mujeres que tenían a sus familiares en los módulos más del fondo aparecían unas figuras siniestras, "los paqueteros", que lo que hacían era rapiñar lo que llevaban a las visitas. Entonces a los otros no les llegaban las cosas. Estas cosas han mejorado en el sentido de que se ha puesto orden a la gestión y se ha empezado a restablecer la legalidad. Cuando el Estado renuncia al ejercicio de la autoridad legítima dentro de las cárceles éstas pasan a ser centros funcionales de la criminalidad, lugares desde donde se organizan las operaciones criminales más fuertes. En algunos países incluso, donde las cárceles están controladas por pandillas o "maras" se han instalado laboratorios para la producción de drogas o para la filmación de películas pornográficas, a veces utilizando niños. Nosotros no llegamos a tocar ese fondo, pero íbamos en esa dirección.
"Los primeros que no hablan (de las agresiones sexuales) son las propias víctimas, porque después de denunciar comienza un calvario mucho peor" | Foto: Manuel Lino |
25) ¿A dónde llegamos?
Se llegó a que durante algunas temporadas, dos o tres, se perdiera la autoridad en algunos establecimientos. En el Penal de Libertad, en el Comcar, en Maldonado y en alguna otra cárcel, de la reja para adentro mandaban los "brazos gordos".
26) ¿Quiénes son los "brazos gordos"?
Los líderes negativos. Se había llegado a una especie de cogestión donde las autoridades mandaban hasta la reja y los brazos gordos en el celdario. Y en todo caso mandaba el Estado cuando se entraba a una requisa, y ahí el problema es que se iba rápidamente al otro extremo, a la brutalidad. Las requisas se hacían para romper todo, para golpear y para cobrarse viejas cuentas. La requisa, más que para buscar cosas, era para restablecer una especie de autoridad que se había perdido.
27) Es decir que dentro del celdario era tierra de nadie, o tierra de grupos delictivos.
Sí, de grupos delictivos con proyección hacia afuera o con negocios dentro de la cárcel. Esto lo cuento porque veo que hay una evolución y se está saliendo de todo eso. Este comando del INR está estableciendo la legalidad que se estaba perdiendo.
28) ¿Y este comando no sufre represalias por eso, no corre riesgos?
No corre riesgos porque hay un proceso que está claramente respaldado por el Ministerio y a nivel político también, me refiero a gobierno y oposición. Que hay acciones o intentos de desestabilización, los ha habido, porque este proceso afecta naturalmente algunos intereses. Cuando se dijo que se iban a instalar los bloqueadores de celulares en el Penal de Libertad hubo inmediatamente una acción desestabilizadora. Fue hace poco y antes de fin de año, y el mensaje era: "cuidado con lo que hacen porque se viene el fin del mundo antes del 31 de diciembre", o "no intenten restablecer la legalidad más allá de esta línea porque vamos a reaccionar". Y no pasó nada.
29) ¿Y se cruzó la línea?
Sí, sí en el sentido de que se neutralizaron las comunicaciones irregulares y se le quitó poder a grupos que actuaban desde la cárcel.
30) ¿Hay celulares ahora dentro de las cárceles?
Bueno, en Libertad es inútil que los tengan porque los bloqueadores funcionan, salvo en algún pequeño lugar donde puedan tener algo de señal. En el resto de las cárceles sí.
31) ¿Hay presos que salen sin conocimiento del juez?
Hubo algunos casos bien intencionados. Hubo gente que salía con autorización de directores para trabajar, y eso era parte de un proceso bien encaminado. Salían porque el cupo de horas semanales no alcanzaba, y entonces lo que se hizo fue legalizar la situación ampliando de 48 a 72 horas el máximo semanal de (salidas) transitorias por motivos laborales o educativos.
32) ¿Pero esto se hizo sin autorización de la justicia?
Eso fue, en alguna época y para algunos casos, sin autorización de la justicia hasta que se estableció un marco legal mucho más adecuado. A partir de ahí no creo que esto se esté repitiendo. En alguna época había presos del Comcar que salían a delinquir con el apoyo de determinados funcionarios y después volvían y compartían los beneficios. Hubo procesamientos por esto.
Foto: Manuel Lino |
"He sabido de casos en que se llamaba de noche por celular a la familia de un recluso y se le hacía escuchar cómo lo estaban amenazando o golpeando, o lo que fuere" |
33) Hace siete años, en una entrevista que te hice, contaste una situación de extremo riesgo que viviste en el penal de Las Rosas, en Maldonado. Te pido que la cuentes nuevamente.
Sí, fue una tarde de invierno, ya entrada la noche. Había presos que estaban lastimados en un pabellón y cuando llegué, a las seis de la tarde, la guardia me recibió con el lógico malestar de una visita inesperada a esa hora y me decían que lamentaban mucho pero que no tenían funcionarios como para traerme a los internos. Entonces me trasladé al pabellón y lo que ocurrió fue que cuando se abrió la puerta pasé, y al dar el segundo o tercer paso se apagó la luz. Lo curioso es que los funcionarios que me acompañaban se cuidaron bien de no entrar. O sea que si lo que pasó fue que saltó la llave justo, como se dijo, hubo alguien que sabía que la llave iba a saltar. En realidad fue un minuto eterno de oscuridad completa, donde escuché muchas voces cerca de mis oídos. Recuerdo una voz ronca que me decía: "Quédese tranquilo doctor que acá no va a pasar nada". Y yo le decía: "Por supuesto, no tengo ninguna duda". Y así fue.
34) Tu conclusión fue, como me dijiste en aquella oportunidad, que alguien quiso que allí hubiera un rehén o un muerto.
Sí, ahí el mensaje obviamente fue: "Si nos molestás tanto, no te la vas a llevar gratis". La recomendación fue que cambiaran la llave para que no volviera a saltar en una circunstancia de ese tipo. La cambiaron y no volvió a saltar.
35) Esa fue la situación más tensa que tuviste que vivir.
Sí. Después ha habido otras situaciones incómodas. Hace años por ejemplo, que alguien de mi familia recibiera algún llamado invitándome a que me dejara de molestar.
36) ¿Esa llamada venía del lado de la policía?
No lo sé, pero coincidió con la denuncia de casos de corrupción. Lo tomé como eso, como una invitación que desoí. Tenía la certeza de que no iba a pasar absolutamente nada.
37) En aquella ocasión en Las Rosas, me imagino que sentiste miedo. ¿Hubo alguna otra ocasión en que lo sintieras?
Miedo no, pero los motines son momentos muy complicados. En el motín de agosto en el módulo 1, hubo un momento en que pensé que la cosa se desmadraba definitivamente. Lo mismo ha pasado en alguna requisa, porque allí cuando estás controlando estás en el medio. Entonces tenés por un lado un grupo grande de internos, por otro un grupo policial fuerte, con una tradición de violencia en ocasión de las requisas. En Las Rosas, hace años, las requisas eran violentísimas y terminaban con fracturados muchas veces, se utilizaban perros. Además se golpeaban las puertas a las siete de la mañana al grito de "requisa" y los internos sabían que tenían que salir en calzoncillos, corriendo, y que les esperaba "el túnel" desde ahí hasta el patio abierto. Pero en una de esas requisas, en la que yo estaba, vi que iban volando, apenas tocaban el suelo. Habían desarrollado una habilidad para apenas tocar el suelo y saltar. Y cuando llegaban al otro lado miraban para atrás como diciendo: "¿Qué pasa, no nos pegan hoy?" Entonces cuando advertían la presencia del observador externo, ahí se venía una revancha que era muy difícil de controlar, porque empezaban los insultos y a cobrar viejas cuentas con respecto a otras requisas.
38) ¿Estás convencido de que hay gente presa que es inocente?
Sí. He conocido casos, algunos han terminado en absolución y otros en los que tengo la convicción de que se trata de inocentes pero como no tengo pruebas me desespero. Por eso fue que hace un año, en ocasión de un seminario, planteé la preocupación por lo que entendía un cierto apuro en algunos juzgados por procesar con prisión antes que estuvieran diligenciadas determinadas pruebas. Tengo la sensación, vistas las cifras de juicios de responsabilidad por acto judicial contra el Estado, que hay un problema de personas mal procesadas. Es desesperante tener la certeza de que hay alguien mal procesado y que no va a salir de repente hasta dentro de cinco o seis años. Además hay otra cosa: con los años entrenás el oído, y vos sabés que van a venir muchos a decirte "soy inocente", pero en general podés reconocer cuándo hay un reclamo sincero y cuándo hay actuación. Son pocos los casos, pero los hay, en los que tenés la convicción de que la persona es inocente. Pero obtener la prueba es más complicado.
"Hace tres o cuatro años entraba al Comcar y veía gente armada con cortes que cruzaba de un módulo al otro a rescatar lo que pudiera de alimento, porque tenía hambre" | Foto: Presidencia |
39) ¿Se acercan a vos para pedirte tu intervención?
Sí, sí. En varios casos. En ese sentido lo más lejos que he ido es presentar una nota ante un Tribunal de Apelaciones en el caso de un interno que estaba mal procesado y que el abogado había apelado. En base a datos que obtuve de otras personas y de él mismo me pareció una obligación ética, más que jurídica, presentar esa nota. Al tiempo se le dio la libertad.
40) La tuya debe ser una tarea muy estresante. ¿Alguna vez te preguntaste "qué hago acá" y sentiste ganas de largar todo?
La pregunta "qué hago acá" sí, es inevitable, sobre todo cuando estás en medio de una situación extrema. De ahí a pensar en largar, no.
Montevideo Portal / Gerardo Tagliaferro
Por comentarios: tagliaferro@montevideo.com.uy