Por The New York Times | Tara Siegel Bernard
Social Security (US) Medicare United States Economy Pensions and Retirement Plans Health Insurance and Managed Care Elderly Prices (Fares, Fees and Rates) Inflation (Economics) Income Stimulus (Economic) Social Security Administration United States El ajuste por costo de vida aumentará en 8,7 por ciento el próximo año, brindando alivio a los jubilados y otras personas que dependen en gran medida de esos pagos.
Unos 70 millones de estadounidenses que cobran el Seguro Social recibirán un aumento de 8,7 por ciento en sus beneficios el próximo año, el mayor aumento desde 1981, según la Administración del Seguro Social. Eso brindará algo de alivio a los jubilados que luchan con los altos precios de los artículos de primera necesidad, desde comestibles hasta vivienda.
Los precios se han mantenido muy altos durante el último año, aunque los legisladores federales han tomado medidas agresivas para controlarlos. El Seguro Social está diseñado para seguir el ritmo de la inflación a través de su ajuste por costo de vida, o COLA, que se calcula anualmente. A partir de enero, el aumento elevará el beneficio mensual de los jubilados en 140 dólares a 1827 dólares. Esta decisión se produce luego del aumento del 5,9 por ciento para 2022, otro máximo de las últimas cuatro décadas en aquel momento.
“Es un respiro”, dijo Gloria Hinojos, una jubilada de 75 años en Hacienda Heights, California, que espera recibir aproximadamente 182 dólares más cada mes y que depende, en gran medida, de su cheque de beneficios para cubrir sus gastos mensuales. Eso incluye el alquiler de 1200 a 1350 dólares mensuales, que paga el terreno donde se encuentra su casa móvil e incluye los servicios.
El aumento, que ayudará a alrededor de 52,5 millones de personas mayores de 65 años y más, así como a 12 millones de personas con discapacidades, entre otros, se basa en el último informe del Departamento de Trabajo sobre el Índice de Precios al Consumidor, publicado el jueves, que indica que los precios aumentaron 8,2 por ciento hasta septiembre.
La pandemia de coronavirus creó las condiciones que generaron el ritmo de inflación más rápido en décadas. Las interrupciones en la cadena de suministro surgieron justo cuando los consumidores, armados con sus pagos de estímulo, demandaban más bienes, lo que provocó aumentos de precios. Esa dinámica empeoró a principios de este año cuando Rusia invadió Ucrania, elevando el costo del combustible y los alimentos.
Los aumentos sostenidos de precios son particularmente difíciles para los jubilados, muchos de los cuales dependen del Seguro Social para una parte importante de los ingresos de su hogar.
Para Ted Padgett, de 81 años, y su esposa Barbara, de 78, es su única fuente de ingresos. Ambos trabajaron en una fábrica de muebles cerca de su casa en Galax, Virginia, durante décadas. Padgett dijo que él ensamblaba muebles y hacía trabajos de mantenimiento, mientras que su esposa trabajaba en los toques finales de los muebles, como rociar los acabados.
El monto total de sus cheques asciende a unos 1900 dólares al mes. Pero después de pagar Medicare, su cobertura de salud complementaria y el alquiler, solo les quedan unos 700 dólares para cubrir los alimentos y todo lo demás. Hace dos meses, la pareja comenzó a visitar un banco de alimentos. La pareja también caza ciervos, que proporcionan muchas comidas durante los meses de invierno, desde filetes hasta hamburguesas.
“Es duro”, dijo Padgett. “Solíamos ir y comprar lo que necesitábamos y tal vez eran 60 dólares. Ahora, vas a comprar lo mismo y serían 140. Realmente subió”.
Muchos jubilados dependen casi por completo de los cheques del Seguro Social. Pero incluso los hogares jubilados de 65 años y más que se encuentran directamente en el medio de la distribución de ingresos, con un ingreso anual promedio de alrededor de 41.000 dólares, dependieron del Seguro Social para un poco más de la mitad de sus ingresos en 2019, según cálculos del Centro para las Investigaciones sobre Jubilación, que utilizó datos de la Encuesta de Finanzas del Consumidor de ese año. (Otros análisis concluyeron que las personas pueden ser menos dependientes).
El Seguro Social también ayuda a mantener a millones de estadounidenses mayores por encima del umbral de la pobreza, que en 2021 era de 12.880 dólares por persona. Un mayor número de personas de 65 años y más (alrededor del 10 por ciento) cayó por debajo de esa cifra el año pasado, frente al 8,9 por ciento registrado en 2020. Fue el primer aumento desde 2016, según los últimos datos de la Oficina del Censo de EE. UU. Según los expertos, una de las posibles causas de esta situación es que más personas mayores, particularmente aquellas con ingresos más bajos, se vieron obligadas a jubilarse anticipadamente debido a la pandemia.
“Un aumento significativo en el COLA es muy bienvenido, pero no resuelve el incremento de la pobreza que vimos en los números de los mayores de 65”, dijo Ramsey Alwin, presidente y director ejecutivo del Consejo Nacional sobre el Envejecimiento, un grupo de defensa sin fines de lucro para adultos mayores. “Para nosotros, es una campana de advertencia. Estos números aumentarán en el futuro a menos que reforcemos los programas que necesitamos para envejecer bien”.
Aunque la salud financiera del Seguro Social mejoró un poco en 2021, con respecto al año anterior, gracias a la recuperación económica (cuando más personas trabajan, el programa recauda más impuestos sobre los salarios), enfrenta un déficit a largo plazo. El fondo fiduciario que paga los beneficios de los jubilados se agotará en 2034, momento en el que se acabarán sus reservas. Cuando eso suceda, los ingresos fiscales entrantes solo serán suficientes para cubrir el 77 por ciento de todos los beneficios programados. Si no se toman medidas, todos los beneficios se reducirán en un 23 por ciento.
Los cambios demográficos han ocasionado ese desequilibrio. Más baby boomers (personas nacidas entre 1946 y 1964) están recibiendo pagos. Los jubilados viven más tiempo. Al mismo tiempo, una tasa de natalidad decreciente ha producido menos trabajadores que contribuyan a los impuestos sobre la nómina, la principal fuente de fondos del Seguro Social. El impuesto sobre la nómina se divide entre empleadores y empleados, cada uno de los cuales pagó el 6,2 por ciento de los salarios, hasta un máximo imponible de 147,000 dólares, en 2022. El próximo año, hasta 160.200 dólares en salarios estarán sujetos a estos impuestos.
Hay dos formas de cerrar la brecha en financiamiento: aumentar los impuestos sobre la nómina o recortar los beneficios, y ambas medidas requieren la aprobación del Congreso. Pero, hasta ahora, los legisladores han hecho poco para abordar el problema.
El Seguro Social —promulgado como ley por Franklin D. Roosevelt en 1935—, se creó para mitigar los riesgos del creciente número de asalariados en una economía cada vez más industrializada, ya que menos personas vivían de la tierra con sus familias extendidas hasta la vejez. No tenía la intención de que fuera la única fuente de ingresos para los jubilados, sino una base sobre la cual construir. Con el tiempo, el programa de seguro social pasó a ser conocido como una pata de un “taburete de tres patas” compuesto por los ingresos por jubilación, las pensiones y los ahorros.
Pero a medida que las pensiones se fueron desvaneciendo, remplazadas en gran parte por el 401(k) y otros planes de ahorro personal, las responsabilidades pasaron en mayor grado a los trabajadores. Para algunos, las circunstancias de la vida, ya sean interrupciones laborales o problemas médicos, trastocan los ahorros de jubilación. Para otros, es posible que los ingresos no sigan el ritmo del aumento de los costos, lo que les deja menos para gastar. Y una vida más larga (en 2021, se proyecta que los hombres de 65 años vivirán otros 19 años y las mujeres casi 22 años) aumenta el riesgo de vivir más tiempo que los propios ahorros.
El Seguro Social, que no está sujeto a los giros del mercado y proporciona un flujo de ingresos ajustado a la inflación de por vida, ha sido una constante.
“Es la columna vertebral de nuestro sistema de jubilación”, dijo Alicia Munnell, directora del Centro para las Investigaciones sobre Jubilación. “Es la base sobre la que todo el mundo se apoya o construye. No hay duda de eso”.
Para Tish Leon, de 71 años, un cheque más grande del Seguro Social la ayudará a mantenerse al día con su alquiler, que aumentó un 5 por ciento el año pasado. (Leon es propietaria de una casa móvil, pero no del terreno). También le permitirá ahorrar suficiente dinero para hacer mejoras en la casa. Su cheque actual de casi 2100 dólares representa aproximadamente el 80 por ciento de sus ingresos. Retira otros 500 dólares mensuales de sus propios ahorros para la jubilación, que acumuló cuando trabajaba como gerente de oficina en organizaciones sin fines de lucro.
“El precio de la vida es muy alto”, dijo Leon, que vive en Lakeside, California. Hizo algunos cambios, como limitar cuánto maneja para mantener bajos los costos de la gasolina. “Cuando conduzco, trato de hacer todo lo posible cuando estoy fuera”.
Este año, los jubilados también podrán conservar una mayor parte del aumento anual de su cheque del Seguro Social. El año pasado, los beneficiarios de Medicare tuvieron que absorber un gran aumento en sus primas, que se deducen de sus cheques. Pero este año, por primera vez en más de una década, las primas de hecho disminuirán. La Parte B mensual de Medicare, que cubre visitas al médico y servicios hospitalarios para pacientes ambulatorios, será de 164,90 dólares en 2023, unos 5,20 dólares menos que este año, según los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid.
Hinojos, la mujer jubilada en Hacienda Heights, California, trabajó desde que tenía 15 años. Estuvo con su último empleador, principalmente en trabajos relacionados con la contabilidad en una universidad privada, durante casi cuatro décadas.
Pero fue un desafío reservar una cantidad significativa para la jubilación cuando criaba a su hijo como madre soltera. Había ahorrado algo de dinero en un plan 401(k), pero dijo que dos caídas del mercado redujeron sus ahorros. También retiró dinero en otro momento para tratar de salvar su casa, que había caído en ejecución hipotecaria, pero la perdió de todos modos.
“Por eso terminé botando mi dinero, luego de las malas épocas”, dijo Hinojos, quien trata de mantener su cuenta de comestibles por debajo de 200 dólares al mes y recibió algunos ahorros de un pariente, que destina para atención médica. “Como resultado, gran parte del dinero de mi 401(k) se desperdició”.
El Seguro Social ha sido una fuerza estabilizadora. “Con todos mis altibajos”, dijo Hinojos, “no sé qué haría sin eso”.
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