Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
El ingeniero agrónomo, comunicador y consultor Eduardo Blasina tiene 53 años, el pelo cano revuelto, una remera con un tambor de candombe y habla del cannabis, sus propiedades y la importancia de la legalización con la misma propiedad que critica al gobierno por su miopía para aquilatar la magnitud real de la crisis del agro.
Este reputado asesor en temas de agronegocios fuma cannabis desde los 18, planta desde 1988 y actualmente dirige el Museo del Cannabis. Pero también oficia como comunicador en Radio Rural con su programa Tiempo de Cambio. Sobrino nieto del poeta Juan Burghi, un amante de la naturaleza que le dedicó poesías a la calandria y el churrinche, y de antepasados croatas e italianos que no negociaban la paz asociada a todo lo verde, Eduardo ya con 5 años paseaba por el patio de su casa mientras vigilaba cómo crecían sus tomates. Luego conoció el cannabis y fue un camino de ida.
En el fondo del Museo del Cannabis, entre cactus, helechos, plantas de cannabis y una tortuga, conversamos de la grieta social y educativa que impacta en las políticas del gobierno, de cuánto pega la marihuana estatal, qué izquierdas respeta y cuáles no, y cómo su pasión por el cannabis le hizo perder algún negocio por puros prejuicios.
Y está obsesionado con recuperar el camino de la exportación de la carne.
-Desde hace 30 años plantás marihuana, se podría decir que sos un pionero. ¿Cómo comenzó esa afición?
-Eso viene de lo más remoto de mi infancia, tenía 5 o 6 años. En la casa donde yo vivía desde muy chiquito, en La Balnqueada, tuve tres o cuatro metros donde tenía derecho a plantear lo que quisiera. Éramos tres hermanos y cada uno plantaba lo que quería, un hermano plantaba claveles, yo plantaba tomates y zapallos. Cuando yo tenía 8 estábamos en plena dictadura, pero yo en el fondo de mi casa la libertad era total y cultivaba lo que yo quería. Y bueno, ya con unos años más, yo escuchaba los Beatles, y a través de la música entendí de qué iba el cannabis. Cuando tenía 12 años, me acuerdo, yo iba a la parada del ómnibus con una amiga de la escuela que me gustaba, y ella señaló a uno y me dice: "Ese es un hippie". Estaba vendiendo artesanías. "Esos fuman marihuana", me dijo. Entonces llegué a casa y le pregunté a mi hermano Enrique qué onda la marihuana, y me dijo: "Vos cuidate de las (drogas) legales: el tabaco es terriblemente adictivo, el whisky es terriblemente dañino, pero te las van a querer vender como sea. El cannabis no se fuma como el tabaco, se fuma muy poquito, no todo el cigarro, y no es muy adictivo". Él es 12 años mayor, entonces ya era médico cuando me dijo eso. Cuando comenzó la lucha contra la dictadura, nos juntábamos con amigos con mentalidad abierta, y nos juntábamos a fumar y escuchar música.
-¿Qué escuchaban?
-Yo venía del palo del rock progresivo (Pink Floyd, Yes), y él tenía una impronta más jazzera. La gracia era hacerle descubrir al otro música nueva que le rompiera la cabeza. No había internet, había tres disquerías, era toda una aventura descubrir algo nuevo. Y obviamente la experiencia de escuchar música con cannabis va muy bien. Además, tenía una novia a la que le gustaba fumar. Te diría que el concepto de plantar o cultivar lo tuve siempre. A mí no me digas qué puedo plantar en mi jardín. En mi jardín no manda el Estado, mando yo, y es mi cuerpo, si quiero fumar una flor, tema mío. Si me dijeras que es algo que sale de un laboratorio y no tengo ni idea qué es, bueno, pero si es una flor que planto yo, el Estado no tiene nada que opinar.
-¿Está dando resultado la medida del gobierno de legalizar el cannabis para venderlo en las farmacias?
-Me parece que es una medida que está muy bien. Da resultado en el sentido de que la persona que quiere aproximarse al cannabis ahora tiene manera seguras y razonables para hacerlo. Demostró en la práctica que no le genera el más mínimo inconveniente a nadie. La legalización tiene que ser defendida, no ya como concepto, sino ahora también desde la práctica. Ha tenido sus contratiempos, pero si se pudiese innovar sin contratiempos, todos innovaríamos todo el tiempo. Y si los bancos la complican, no es culpa de Uruguay. Se siguió adelante, entonces no está tan mal.
"A mí no me digas qué puedo plantar en mi jardín. En mi jardín no manda el Estado, mando yo, y es mi cuerpo, si quiero fumar una flor, tema mío. Si me dijeras que es algo que sale de un laboratorio y no tengo ni idea qué es, bueno..."
-¿Qué te parece la calidad del cannabis que se está vendiendo?
-Depende qué consideremos calidad cuando compramos cannabis. Si por calidad consideramos que tenga mucho THC (NdeR: tetrahidrocannabinol, el principal constituyente psipoactivo del cannabis), es una cosa. El cannabis de la farmacia no tiene mucho THC. No pega mucho. Pero si por calidad consideramos que tenga buen sabor, que sea inocua y no represente un riesgo para la salud, me parece que la calidad es buena. Para mí es importante que lo que se venda en farmacias sea de bajo THC. No se puede pedir que sea de alto THC, por la misma razón que el día que los musulmanes legalicen el alcohol, van a tener que legalizar la cerveza, no la cachaza. Alguien que va a una farmacia no es alguien cercano al tema cannabis, y puede fumarse un cigarro entero. Si fuma un cigarro entero de algo fuerte, es posible que no se sienta bien. Los que defendemos el cannabis no podemos darnos el lujo de leer ni una sola noticia de alguien que se sintió mal porque probó el cannabis de la farmacia. Tal vez haya que aumentar las variedades o sabores, pero el que quiere un cannabis con más THC que se acerque a un club canábico o que plante lo que quiera.
-Para quienes no lo conocen, ¿qué es el Museo del Cannabis, que dirigís e inauguraste en diciembre de 2016?
-Lo inauguré el 9 de diciembre de 2016, a tres años de la legalización. Por un lado es un espacio de divulgación de ciencia. La gente lo que conoce del cannabis es el porro. Pero el cannabis es la planta que más utilidades le da al ser humano. Es la planta más versátil del mundo, con miles de usos distintos. Uno de los objetivos del museo es mostrar esos usos distintos: mostrar papel, tela, como alimento, como medicamento, mostrar la influencia en el arte, mostrar la historia de la industria textil de Europa y de Argentina, una biblioteca con libros sobre el tema... Con todo eso se va a encontrar el que lo venga a visitar. Es un espacio, además, donde los emprendedores del cannabis muestran lo que hacen: el que hace fettuccini (de cannabis) los muestra y da a probar, el que hace yerba, o lo que sea. Dentro de poco vamos a tener a mujeres tejiendo el cannabis en vivo en el museo, con rueca. Es algo planificado para este año. Y es un lugar donde ver un jardín botánico, con plantas que son culturalmente importantes, con todas las frutas nativas de Uruguay, con bastantes plantas de yerba mate, con un ceibo que es el árbol nacional, con un ombú y plantas de cannabis, de café, de maracuyá, de tabaco, con una colección de cactus. Es una pequeña selva metida en la ciudad.
-¿Cómo nace tu gusto por las cosas de la naturaleza, los cactus y los helechos?
-Yo disfrutaba mucho el fondo de mi casa, como te conté al principio. El amor por la naturaleza me viene dado por mis antepasados de Croacia y de Italia, de mis abuelos. Me lo inculcaron de niño. Cuando entré a la Facultad (de Agronomía) mi primera intención era dedicarme al campo natural. Trabajé un año gratis en la cátedra de Botánica, porque me parecía bárbaro eso de poder estar con tipos que sabían un montón. Si tuviera otra vida, seguramente me dedicaría al campo natural. Me encantaría preservarlo, agregarle valor y sumarle pastoreo rotativo, pero la biología es lo que me apasiona, me parece fascinante.
-¿Desde qué edad fumás marihuana?
-Desde los 18, en Brasil. Desde que hablé con mi hermano a los 12 y me enganché con la música a los 15, sabía que no iba a pasar por la vida sin probar marihuana. Y a los 18 empecé a pasar mis veranos en Brasil, cerca de Rio, donde estaba un hermano mío. Fumé por primera vez en un cumpleaños, con amigos.
"La marihuana sirve para la música, para una conversación, para el erotismo y el sexo, para un recital. No te evade del recital, estás en el recital muy plenamente. Estás escuchando a la Sinfónica o a Bach y decís: 'Ya sabía que era bello, pero ¡cuán bello es!'".
-¿En tu caso fue una puerta para la experimentación de otras drogas más duras?
-Considero equivocado el concepto de la marihuana es una puerta de entrada para drogas más duras. No uso drogas. He probado... aquellas cosas que me parece que no me ponen en riesgo, las pruebo. Nunca probaría pasta base, ponele. Todos ponemos una valla a nuestra curiosidad. No me gusta nada la sensación de adicción. A mí el cannabis me da mucha tranquilidad, porque puedo pasar meses sin fumar. Nunca me pasó de decir: "Ay, no tengo porro, me vuelvo loco". No, si no tengo, no pasa nada. A veces sí siento que tengo una adicción al celular, y no me gusta. Pero no asocio la cocaína a algo placentero, y mucho menos inyectarme.
-Para quien nunca fumó marihuana: ¿Qué sentís vos cuando fumás?
-Por un lado, me da una cierta amplificación de sensaciones. Si escuchás música, la escuchás con mucho más detalle. Es como una lupa. Si crees que te saca en la realidad, no: es al revés, te pone mucho más. Nadie puede decir: "Le pegué a mi mujer porque fumé y no sabía lo que hacía". La percepción es más profunda y sutil. Entonces, eso sirve para la música, para una conversación, para el erotismo y el sexo, para un recital. No te evade del recital, estás en el recital muy plenamente. Estás escuchando a la Sinfónica o a Bach y decís: "Ya sabía que era bello, pero ¡cuán bello es!". Paul McCartney, la primera vez que fumó, pidió una libreta para anotar todo lo que le llegaba a su mente y no quería olvidarse. Los Buenos Muchachos -terrible banda- han contado en un libro que hacían así cuando zappaban o escribían. Por algo los músicos la usan: tiene un vínculo con la creatividad, con la profundidad de la sensación, con el diálogo profundo.
-Cambiando de tema: fuiste uno de los oradores de la movilización de autoconvocados en Durazno. ¿Por qué aceptaste ser el vocero de este grupo?
-Porque entiendo que el agro uruguayo tiene un problema muy serio, porque la economía uruguaya tiene un problema muy serio en sus exportaciones. Me parece que es imprescindible que las exportaciones crezcan persistentemente, para que el crecimiento económico persista. Y a la fecha de organizarse eso, el presidente había dicho que no los iba a escuchar, y a mí me parecía que era un error conceptual grave. Si lucho contra todas las discriminaciones, me parece que si alguien trabaja la tierra -ya sea grande o chico- no merece ser discriminado. Y por otro lado, me parece fundamental que el gobierno y los productores se sentaran a trabajar juntos para mejorar una situación de competitividad que es complicada. Sólo pedí que no tuviese un carácter político partidario y que yo tuviera libertad para decir lo que quería, sin restricciones.
-Se podría decir que es una forma de hacer política. ¿O no?
-Si política es preocuparse por la polis, por la comunidad, sí. Quiero, como integrante de la ciudadanía, que Uruguay tenga un dinamismo exportador permanente, y hoy las condiciones no están dadas para eso. Yo soy muy celoso en defender la laicidad, y no tengo la intención de favorecer o perjudicar a ningún partido político, porque no tengo militancia político partidaria, y no me interesa participar de una campaña electoral que además, me parece que está empezando. Pero como ciudadano: que se respeten a todos los uruguayos, sean del campo o la ciudad, productores grandes, medianos o chicos, todos se merecen el mismo respeto. Y me parece que cuando un grupo de ciudadanos dice que hay un problema y lo plantea con corrección, merece ser escuchado. Sobre todo si ese grupo de ciudadanos genera el 75% de las exportaciones del país, que ha movido al país durante un montón de años, y es fundamental para que sigamos creciendo. Estamos en el momento de más riesgo de la economía, y precisamos exportación, inversión, sostener el empleo más activamente, y me parece que el gobierno no dimensiona lo complicado de la situación del agro. Es la más complicada desde 2002, podemos discutir si es igual o casi, pero con la sequía que tenemos a hoy, es extremadamente complicada.
"Si en un país de tres millones, donde el 75% de lo que exporta viene del agro, creemos que la persona que estuvo tres años para producir un novillo es un oligarca desestabilizador de la derecha, estamos en el horno como sociedad".
-Hablaste de "grieta" -como en Argentina- en una columna en El Observador a propósito de la relación campo vs. gobierno...
-Pero la grieta no refiere al gobierno. Es con sectores ideológicos que siguen creyendo en la lucha de clases y creen que el hecho de que le vaya bien a los productores grandes es algo bueno, y tienen un problema ideológico. Son los que se suben a las redes sociales a burlarse de los productores: ahí sí hay una grieta. Si seguís a algunos tuiteros y seguís algunos grupos de WhatsApp, hay una grieta cultural que tenemos que saldar, pero es cultural, no es gobierno contra productores. Si alguien tiene mil hectáreas y se está fundiendo porque primero la leche no valió nada, después el flete le come una parte fundamental del valor que genera, después la energía la tiene que pagar más que los tamberos de Argentina... Y resulta que salta un tambero de 30 años a gritar que se está fundiendo, que lo ayuden porque quiere seguir laburando, y encuentra un tipo que está con su celular, en un cómodo sillón, que le dice: "Andá, oligarca, tenés mil hectáreas". Sí, tiene mil hectáreas, y genera puestos de trabajo. ¿Y? Hay una grieta cultural de mutua descalificación: "comunistas", "focas", "oligarcas", "rosados"... Mi militancia es contra eso. Si en un país de tres millones, donde el 75% de lo que exporta viene del agro, creemos que la persona que estuvo tres años para producir un novillo es un sorete, un oligarca conservador y desestabilizador de la derecha... estamos en el horno como sociedad. Yo estoy seguro que si esto lo hablo con Astori o Bergara nos ponemos de acuerdo en 5', pero si lo hablo con Constanza Moreira seguro que no, porque me va a venir con el familiar y el no familiar, y el rico y el pobre, y la lucha de clases... Me parece que el concepto de lucha de clases nos hace mucho mal y las redes sociales nos hacen terriblemente mal, porque el más ingenioso en la agresión es el que se lleva los aplausos. Si vamos a llevar la discusión a Peñarol contra Nacional como parece en las redes, perdemos una oportunidad tremenda. Tenemos a los chinos queriendo comprarnos todo, tenemos todo para exportar, ¿y nos vamos a poner a pelear de que "si sos (un productor) grande, jodete" y "si sos chico, te tiro alguna cosita"?
-El gobierno ha propuesto algunas soluciones, al menos parciales o paliativas, para algunos sectores. ¿Son insuficientes?
-Me parece que son insuficientes. Entiendo que puede ser mucho para lo que el gobierno puede dar en este momento, con un déficit fiscal de 3.7%, entonces si lo miramos cuantitativamente, para el gobierno puede ser mucho lo que anuncia. Para el que lo recibe, no es mucho. Pero más allá de eso, el desafío económico del momento es revertir la caída de la inversión, dinamizar la cadena de trabajo y retomar un crecimiento de las exportaciones que hoy no está. Estos dos primeros meses (de 2018) creció, pero te apuesto lo que quieras a que nos juntamos en setiembre y vemos cuánto bajaron las exportaciones. Van a bajar fuerte porque, además de que la gente venía muy desestimulada, la sequía se lleva 400 millones de dólares en soja de un plumazo, y el ganado... la gente se está sacando el ganado de arriba porque no tiene más qué darle de comer. Cuando pase el invierno vas a tener una caída segura en la exportación de carne. Como siempre que hay un desfasaje entre el IPC y el dólar, los exportadores lo terminan sintiendo. Las medidas van a ser suficientes cuando la inversión se recupere. Y con esto que se anunció, diría que la inversión no se recupera, primero porque el monto es poco, y segundo porque fueron acompañadas de mensajes que no fueron: "Vamo' arriba, vamos a invertir", fue un mensaje donde ni siquiera te habla el presidente. Mandaron un periodista de policiales para que sea el vocero.
-¿Cómo un periodista de policiales? Fernando Vilar fue la cara visible de Telenoche durante 23 años...
-Un noticiero que era 80% policiales, el noticiero con más policiales de la historia de la humanidad. "Te voy a mandar a ese para que te hable en mi lugar".
-Veo que no te gustó que el gobierno eligiera a Vilar como vocero...
-Y no... A mí me parece que el productor precisa un poco de ayuda en términos de pagar el gas oil o la energía eléctrica a lo mismo que los demás. "Yo quiero competir. Sacame el sobrepeso, que no es culpa mía. No me uses la energía para recaudar y recaudar, y me hagas pagar más que los demás". Lleguemos a un precio equitativo con los demás. Ese es el reclamo ciudadano, que no es de derecha ni izquierda: "Preciso energía para producir. No me des la misma energía que tienen los vecinos, así compito igual. No te estoy pidiendo que me bajes la luna". Entonces, el discurso gubernamental fue malo en el contenido y en la forma, porque mandó a otro a decir lo que él (Tabaré Vázquez) tenía que decir. ¿Te dio pereza decirlo personalmente? ¿O fue porque los autoconvocados pusieron comunicadores? Bueno, pero, ¿querías que hablara un gaucho para que todos se rieran y lo mataran en Twitter? Pusieron a (Jorge) Landi y a mí para que hablaran profesionales de la comunicación en lugar de productores y gauchos, pero no es lo mismo; vos sos el gobierno. Yo quería escuchar al presidente decir: "Ya les dimos algo, vamos a seguir trabajando, nuestro propósito es constructivo y es reactivar la inversión".
"Mandaron un periodista de policiales (por Vilar) para que sea el vocero. El discurso gubernamental fue malo en el contenido y en la forma, porque mandó a otro a decir lo que (Vázquez) tenía que decir. ¿Te dio pereza decirlo personalmente?"
-En la columna dijiste que sólo parece importar disputarse el electorado indeciso de acá a fines de 2019. ¿Por quién lo dijiste? Porque los autoconvocados dicen no sentirse identificados con ningún partido...
-La clave, para el gobierno, fue que la población de Montevideo no le siga la corriente a los autoconvocados. Vilar no le habló a los productores autoconvocados, le habló al televidente que no entiende mucho y les dijo: "Mirá, les dimos todo esto y todavía piden más". Ese fue el mensaje. En las redes hay un montón de gente como (Nery) Pinatto, (Gustavo) Salle, el del semanario El Bocón (Jorge Bonica) que quieren sacar su rédito político, sembrar la discordia y cuanto más conflicto, mejor. Hay un montón de gente que está tirando la caña, a ver si a río revuelto, pesca algo. Entre los propios autoconvocados, por lo menos de los que son voceros oficiales, no me consta que tengan aspiraciones políticas. Están porque están cansados de no ser escuchados, eso es lo que más irrita. Sienten que el gobierno subestima la situación.
-Estuviste hasta el viernes en la Expoactiva, en Soriano. El gobierno le había quitado el apoyo por asociar la imagen de Un solo Uruguay a una publicidad del Ministerio de Turismo. Da la impresión que las aguas se calmaron, porque el ministro Enrique Benech estuvo presente y dio un discurso en la Expoactiva. ¿Es así?
-Escuché a Benech por televisión, porque cuando habló me coincidía con mi programa de radio. A mí me parece que la gente de la Expoactiva es un interlocutor válido, como la gente de la Asociación Rural de Soriano, la de Dolores, son uruguayos emprendedores que quieren producir lo más que puedan. Es gente madura, razonable, y me parece que ese es el hilo de comunicación que no se puede perder. Tengo el mejor concepto del Ministerio de Turismo, me dio mucho dolor la decisión de quitarle el apoyo, pero fijate que con el sector turístico se habla de gobernanza público-privada, hay diálogo, se piensan cosas juntos para traer turistas. ¿Y por qué con el agro no pasa eso? Porque tienen tierras, entonces hay un prejuicio ahí. Como es terrateniente, es el diablo. Si tiene un hotel de 500 camas es un crá, y si tiene un campo de 5.000 hectáreas, a ese no lo ayudamos, lleva implícito un pecado original. Y lo que está en peligro es la pradera, porque con esta lógica, termina en un gran eucaliptal esto, y ecológicamente sería un desastre. Me encanta que esté la forestación, pero si ninguneamos a todos los ganaderos, se van a ir. Y va a ser terrible. ¡Tenemos la carne más valorada del mundo! Se hizo trazabilidad, se hizo manejo de suelos, acompañaron en todo, ¿en qué momento se perdió la sintonía?
-Blasina y Asociados es una empresa especializada en agronegocios que analiza mercados y ofrece servicios de consultoría. ¿Nunca te jugó en contra ser una figura asociada al cannabis?
-Sí. Hay gente que entiende que produzco droga para el gobierno. Aunque yo me salí de ese proyecto hace tiempo -sí participé de un proyecto que ganó una de las licencias-, hay mucha gente que entendía que estaba mal. Creo que con el paso del tiempo, la gente se fue informando. Yo sé que hay gente a la que le parece que está mal, y como tengo un programa de radio, capaz que a la hora de anunciar prefiere apostar a una competencia que no se mete con este tema y es más conservadora, que algo liberal. Y hay gente que tiene un mal concepto de (José) Mujica y me asocia con participar de una medida de su gobierno.
-¿Crees en el viejo sistema de derechas e izquierdas?
-Yo no razono mucho en términos de derecha e izquierda, aunque entiendo el concepto y de repente, si fuera la Asamblea de la Revolución Francesa me sentaría cerca del centro. En mi caso, me cuesta definirme en términos de derecha o izquierda. Gracias a la izquierda tenemos matrimonio igualitario, aborto legal y cannabis libre, son grandes logros. La izquierda europea me parece interesante: me siento más socialdemócrata que conservador, y siento empatía con (Barack) Obama y cero empatía con (Donald) Trump. Pero cuando miro Venezuela y la condescendencia que hay con Venezuela, ahí no acompaño, y esa búsqueda de capturar cada vez más poder... Yo soy muy republicano, me gusta la prensa libre totalmente y que haya una condena clara a todos los autoritarismos, que los hay de derecha y de izquierda.
-¿Y Cuba?
-En términos generales me parece mal (su sistema de gobierno) también. Entiendo que hay una circunstancia histórica, que hay un bloqueo, pero en Cuba -visto desde acá, como liberal- no pasa mi examen. No he ido, capaz que voy y tienen tremenda salud y tremenda educación, pero ¡ni te digo si te agarran con un porro en Cuba lo que te pasa! O cómo persiguieron a los gays históricamente. Conceptualmente, el acceder al poder por la violencia no me parece aceptable en ningún caso. Sé que había una dictadura, pero convalidó un uso de la violencia.
"Me cuesta definirme en términos de derecha o izquierda. La izquierda europea me parece interesante: me siento más socialdemócrata que conservador, pero cuando miro Venezuela y la condescendencia que hay con Venezuela, ahí no acompaño".
-¿Y en este mapa dónde ubicás al gobierno de Vázquez? ¿Es izquierda o no?
-Que la mayoría de los niños de bajos recursos que entran al liceo no lo terminen, me parece que es muy de derecha. Lo que me simpatiza conceptualmente de la izquierda es que cada niño tenga idénticas oportunidades de realizarse plenamente. Ningún niño por nacer en el Cerro tiene que tener menos posibilidades de desarrollarse que el de Carrasco. Ahora, cuando veo que la mayoría no termina el liceo y en los barrios pobres es más del 80%, ese esquema perpetúa la pobreza, ¿no? Lo que quiero es un gobierno donde todos los niños tengan iguales oportunidades. Si eso se llama izquierda, derecha, blanco, colorado o verde, no me importa. Quiero un gobierno que logre parar la deserción educativa, y que clasifique la basura. ¡No mezclemos las bolsas de náilon con la yerba, por favor! Si el gobernante es de derecha y lo logra, lo voy a aplaudir.
-En entrevista con revista Galería te definiste como liberal-racional. ¿Qué viene a significar esto?
-Participo de un grupo de Facebook y de amigos que se llama En Defensa del Pensamiento Racional. Es que lo que uno defiende tiene que tener dos cualidades, por lo menos: una, tiene que tener una consistencia lógica, y por otro lado, tiene que poder contrastarse con la realidad. Yo puedo creer que legalizar la marihuana está bien, pero después tengo que cotejarlo en la práctica. Si legalizamos, y la gente se anda apuñalando por la calle, le erramos. Ahora, si legalizamos y funciona bien, no me vengas que sos fiel de tal iglesia y crees que Dios no quiere que legalicemos. Es aplicar una metodología vinculada a Bertrand Russell, a David Hume, a un montón de pensadores, que es decir: ante todo, tratemos de organizarnos lo más racionalmente posible. Y liberal porque sin libertad nada cuenta. No me sirve una sociedad donde me digas: "te vamos a dar un bono, te vamos a dar comida y vas a tener la salud garantizada, pero donde pienses distinto, seas gay o fumes porro, te mandamos en cana". Libertad total, votando cada cinco años, con Estado de derecho, separación de poderes, sin reelección.
-¿Te dedicarías a la actividad política?
-No, no me parece. Se pierde mucha calidad de vida en la carrera política, hay que tener dinero o estar dispuesto a dejar de decir lo que auténticamente uno piensa en detrimento de lo que me conviene electoralmente decir... No va mucho con mi manera de ser.
-¿Sos feliz?
-Sí, razonablemente feliz, con los vaivenes naturales de toda vida, y los golpes que la vida de va dando, o con el estrés de trabajar más horas de las que quisiera atrás de ideas que son medio locas. Pero sí, soy feliz.
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