La práctica mafiosa de exigir dinero a comerciantes a cambio de “protección” fue un clásico en la costa este de Estados Unidos en los años 20 y 30 del pasado siglo, y continúa vigente en algunas zonas del sur de Italia.

Ahora, en pleno ascenso de todas las formas de criminalidad que vive Ecuador, esta vieja modalidad se suma al “menú” de los grupos delictivos.

El pasado miércoles, un presunto sicario de un grupo de “vacunadores” —nombre que dan a los extorsionadores en el país del Pacífico— murió cuando pretendía colocar una bomba con el fin de “castigar” a una empresa reacia a pagar lo que se le exigía.

Según consigna Metro Ecuador, el hecho ocurrió sobre las 23:00 horas en la avenida Francisco de Orellana, en el norte de la ciudad de Guayaquil.

Tal como se aprecia en las imágenes, el sicario desciende de un automóvil y, luego de dar un breve rodeo para asegurarse de que no hay nadie cerca, se aproxima a la puerta del objetivo y enciende el artefacto. En ese momento, y antes de que el sujeto pueda lanzarla, la bomba estalla y lo mata de forma instantánea. Ante la explosión, el cómplice que aguarda en el coche decide huir.

El comandante de la zona policial 8 de la ciudad, Víctor Herrera, informó en rueda de prensa que el fallecido era un menor de edad.

“Luego de las investigaciones post explosión se logró determinar que el explosivo utilizado era dinamita cuya envoltura es de color rojo. La persona que intentó activar el artefacto era menor de edad, debido a una de las credenciales de identidad que se encontró cerca del occiso. Eso también posterior a las pericias técnicas de Criminalística”, expresó el uniformado.

El funcionario agregó que el joven sufrió el desmembramiento de las extremidades superiores y la pierna izquierda. Las autoridades procuran asimismo dar con la persona que conducía el vehículo en el que viajaba el malogrado saboteador.

De acuerdo con el citado medio, en el local atacado se encuentra el depósito de una cervecería, empresa que en las últimas semanas había recibido llamadas extorsivas. Los delincuentes exigían a los dueños grandes sumas de dinero, imposición que no aceptaron.

En lo que va del año, la policía guayaquileña registró 285 casos de explosiones, el 52 % de ellos con dinamita. Por ello, existen iniciativas ciudadanas que buscan que tales actos se consideren como atentados terroristas.

“Hoy falleció el causante, pero mañana podrían fallecer personas inocentes, como niños. Por eso pedimos a la ciudadanía que denuncie si conoce de lugares donde se almacenen artefactos explosivos”, solicitó Herrera.