Ataviado siempre con un turbante y un largo abrigo negro religioso, el difunto presidente Ebrahim Raisi, fallecido en un accidente de helicóptero, dirigía Irán desde 2021 en un contexto tenso en el plano internacional y de protestas dentro del país.

Raisi, un ayatolá de 63 años, era considerado un ultraconservador y un firme defensor de la ley y el orden.

El lunes, tras largas e intensas búsquedas, los socorristas anunciaron haber encontrado su cadáver y el de las otras personas que viajaban con él en el helicóptero que se accidentó el domingo.

Raisi, que se presentaba como defensor de las clases desfavorecidas y de la lucha contra la corrupción, fue elegido el 18 de junio de 2021 en primera vuelta en unos comicios marcados por una abstención récord para unas presidenciales, y en ausencia de ningún rival de peso.

Sucedió al moderado Hasan Rohani, que lo había derrotado en las presidenciales de 2017 y que, tras dos mandatos consecutivos, no pudo volver a presentarse.

Raisi había salido reforzado de las legislativas celebradas el pasado marzo, que fueron las primeras elecciones a nivel nacional desde el estallido del movimiento de protesta que sacudió Irán a finales de 2022 a raíz del deceso de Mahsa Amini, una joven que murió tras haber sido detenida por no respetar el código de indumentaria que rige la República Islámica.

Tras esos comicios, el presidente iraní se mostró satisfecho por el “nuevo fracaso histórico infligido a los enemigos de Irán tras los disturbios” de 2022.

Tras su deceso, la constitución iraní prevé que el primer vicepresidente, Mohammad Mokhber, lo remplace hasta la organización de una nueva elección en un plazo máximo de 50 días.

El gobierno de Irán aseguró el lunes que la muerte de Raisi no provocará “la mínima perturbación en la administración” del país.

Adversario de Israel

En los últimos meses, Raisi se había mostrado como un firme adversario de Israel, archienemigo de la República Islámica, apoyando a Hamás desde el 7 de octubre, cuando empezó la guerra en la Franja de Gaza entre el Estado hebreo y el movimiento islamista palestino.

Irán lanzó un ataque inédito el 13 de abril contra Israel, con 350 drones y misiles, la mayor parte de los cuales fueron interceptados con la ayuda de Estados Unidos y de otros países aliados.

Raisi figuraba en la lista negra estadounidense de dirigentes iraníes sancionados por “complicidad” en “graves violaciones de los derechos humanos”, unas acusaciones que las autoridades de Teherán rechazan.

Nacido en noviembre de 1960 en la ciudad santa de Mashad, en el noreste, Raisi fue nombrado fiscal general de Karaj, cerca de Teherán, con tan solo 20 años, tras la victoria de la Revolución Islámica de 1979.

Formó parte del engranaje judicial durante más de tres décadas: fiscal general de Teherán de 1989 a 1994, jefe adjunto de la Autoridad Judicial de 2004 a 2014, año en el que fue designado fiscal general del país.

En 2016, el guía supremo Ali Jamenei lo puso al frente de la poderosa fundación benéfica Astan Quds Razavi, que gestiona el santuario del Imán Reza en Mashad además de un enorme patrimonio industrial e inmobiliario.

Raisi, hombre poco carismático de barba canosa, gafas finas y siempre ataviado con un turbante negro de “seyyed” (descendiente de Mahoma), cursó las clases de religión y de jurisprudencia islámica del ayatolá Jamenei.

Casado con Jamileh Alamolhoda, profesora de Ciencias de la Educación en la Universidad Shahid-Beheshti de Teherán, con quien tuvo dos hijas -ambas con títulos de educación superior-, Raisi era yerno de Ahmad Alamolhoda, imán de la oración y representante provincial del guía supremo en Mashad, segunda ciudad del país.

Probablemente consciente de que necesitaba unir a una sociedad iraní dividida por la cuestión de las libertades individuales, durante la campaña electoral de 2021 se comprometió a erigirse en defensor de la “libertad de expresión” y de los “derechos fundamentales de todos los ciudadanos iraníes”.

AFP.