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ESPECIAL DI CANDIA

El César se pronuncia

César Di Candia nos confesó ser parte de una generación que teme no tener sucesores, como alguna vez ellos lo fueron de la ya consagrada generación del 45. Descubre que el periodismo ha cambiado pero no encuentra nuevos y prometedores periodistas que sigan la tradición de los grandes del siglo pasado. Culpa de esto a la televisión, la computación y a una dictadura bien ejecutada.

Es hijo de las tertulias y los cafés, y un apasionado tuerto que se ha visto en aprietos al ir a la cancha.

Además de esto nos confesó que más que creer en la libertad de prensa, prefiere creer en la libertad de empesa, y no dudó al afirmar que, en general, todo periodista es corrupto.

Su última novela se llama Concierto para doble discurso y orquesta y es otra joyita de este escritor que orgullosamente proclamamos nacional.

- ¿De dónde sos oriundo?
- Accidentalmente de Florida, aunque me considero rochense...


- ¿A qué edad supiste que lo tuyo era la escritura?
- Creo que lo supe desde muy jovencito. Casi desde la escuela. En la escuela era de esos niños muy odiosos que andaban todo el día redactando sus composiciones. Antes se llamaban composiciones, ahora creo que son redacciones.

En el liceo ya en primero habíamos hecho un diarito, y yo ahí estaba metido... Así que si me preguntás cuánto hace que me gustó el periodismo, ya ves que hace mucho...


- ¿Cómo era el Uruguay para ese joven que buscaba insertarse en el periodismo?
- Y bueno, yo ingresé en el periodismo cuando ya estaba en Facultad. Al periodismo se ingresaba como ahora, por un conocido o un familiar. Yo ingresé por intermedio de un compañero de Facultad que había leído cosas mías y se las presentó al padre que trabajaba en El País.

Entonces podés ver que yo entré no por méritos propios, o bien si por algo de méritos, pero por intermedio de un amigo.


- Con tantos años en la profesión, ¿sentiste alguna vez que te agobió la situación?
- No, bueno... hubo un momento de crisis que sufrimos todos que fue la dictadura. Y eso lo pasamos todos y nos tuvimos que callar. Pero eso es una situación ejercida por la situación política imperante y no por el mismo sistema empresarial periodístico.

Con el sistema yo nunca tuve problemas, pero tengo compañeros que sí han tenido.


- Problemas de qué tipo...
- Problemas de sentirse oprimidos por que los controlan, porque los presionan, porque los obligan a hacer cosas. O a escribir o a no escribir. Como yo nunca hice periodismo político, nunca tuve problemas.


- Esta presión ¿es algo más común o más imperante en estos días?
- No, esta presión existió siempre. El periodismo se hace a través de medios, y los medios son empresas. Las empresas están fundadas o para hacer dinero, o para encarar una carrera política. Una empresa que está creada para hacer dinero o para ingresar en una carrera política, prohíbe a sus periodistas que ingresen en terrenos que a ellos perjudican económica o políticamente.

De modo que si tu tenés una empresa, que puede ser un diario o una fábrica de frankfruters, que está hecha para ganar dinero vas a tratar de traicionar a la gente que va a trabajar para ti, para que no te impida ganar dinero. Que no hablen de determinadas cosas, que te corran a un avisador, o que te saquen de arriba a una persona que tiene mucha influencia sobre la banca o sobre el comercio.

Yo siempre digo, se debe hablar no de libertad de prensa, sino de libertad de empresa. La libertad de prensa está vinculada a las empresas. Las empresas hacen lo que quieren con sus empresas. Si la empresa se muere, el periodista queda en la calle. No es que me guste, es la realidad.


- ¿En qué consiste entonces el ser un buen periodista, en lidiar con este juego?
- No, no podés lidiar en este sistema. Siempre perdés. Una empresa que está buscando una carrera política te va a decir que hagas estas notas, con éstos políticos y que obvies a aquellos otros.

Un diario no te va a dejar que hables sobre las malas condiciones del trabajador de las arroceras, si uno de los auspiciantes es un fabricante de arroz. Porque la libertad absoluta del periodista no existe. La libertad de escribir en prensa, tiene muchas presiones. La mayor libertad de expresión que se sufre es la política. En una dictadura, hay libertad de expresión tuya y de la empresa. Pero eso ya se trata de situaciones anormales. En general, la libertad de escribir en Estado puro, no existe.


- El libro tiene que ver algo con todo esto, ¿no?
- Bueno, tiene que ver con esto porque uno de los personajes es un periodista.


- ¿Habla de la corrupción, tanto en el periodismo como en la política?
- En el periodismo existe una corrupción, que si bien no es una corrupción que pueda amasar riquezas, pero si corrupciones que puedan llevarte a conseguir unas entradas para el teatro, un libro, un CD, si tenés un poco más de suerte algún viajecito.

Si por ejemplo mañana te dicen de hacer una nota de tipo gastronómico, vas al restaurante tal y no vas a escribir que la comida era una porquería. El periodismo se presta para estas pequeñas cosas.

Por otro lado está el periodismo político. El periodismo político se presta más para la zancadilla, para el engaño. Por otro lado hay como un enfrentamiento entre el político y el periodista: el entrevistado quiere decir lo que quiere y no decir lo que el periodista quiere que diga. El periodista le quiere hacer decir cosas que él no quiere. Y así se da ese juego... Pero, en general, el periodista es corrupto... Chiquito, pero corrupto.

Hay una historia que pasó una vez en un diario: un periodista cubre un hecho policial, era un robo a una casa de ropa, y en la nota el periodista escribe que los ladrones sólo había robado las medias marca "tal". Una vez publicada la nota, el periodista va a la fábrica de medias y les pide dinero por la publicidad que había puesto. Así, el empresario va al diario y denuncia al periodista, que es expulsado. Lo hizo muy disimuladamente, pero es lo que se llama "chivo" en televisión.


- Hay un humor ácido y sarcástico en el libro, presentado de forma muy elegante... ¿así se puede definir parte de tu escritura?
- No, esta es mi tercer novela y siempre utilicé el humor. Aparte en el Uruguay soy el único que lo hace, lo cual es mejor porque no tengo competencia... (ríe)


- Hay un periodista en el libro... ¿qué similitudes tenés con este personaje?
- No, yo no tengo nada que ver con este personaje. Es otro tipo de periodista, partiendo del hecho de que yo casi nunca hice en la vida un periodismo inmediato. El periodista éste busca la noticia para publicarla y ganarse unos mangos con la primicia. Yo hago un periodismo muy alargado en el tiempo, mis artículos se pueden leer hoy o dentro de 15 días, no tiene nada de actual. Tienen mucho más de pensado.

El periodista éste es un periodista de área, trabaja ahí, sobre la marcha. Aparte es un periodista que busca la trampa en su entrevistado. Y tampoco es mi caso: primero por respeto, y segundo porque creo que el periodista pierde credibilidad ante su entrevistado.

Muchas veces me ha pasado que a los entrevistados se les va la boca y yo luego los llamo y les pregunto, ¿qué pasó acá? Me parece que te va a perjudicar esto que dijiste...


- Bueno, pero es todo parte de un juego. El periodista de tu libro es un personaje reconocido por realizar ese tipo de notas y el político busca una nota con él por el reconocimiento publico que le pueda dar... Es una arma de doble filo.
- Si, obviamente. Mirá, el otro día me llamó Paulillo y me dijo: César, te llamo porque tengo la nota de tu charla en el Paraninfo y hay algo acá que puede generar lío... Y yo le dije: Sácalo, sácalo que va a armar tremendo lío... . Eso es lo que hace un periodista decente y honesto.


- El final del libro, sacando lo brillante e inesperado del mismo, y luego de analizarlo varias veces, puede llegar a interpretarse como algo medio apocalíptico...
- El final es antes que nada tramposo. Es tramposo porque nadie se imagina ese final. Pero si te ponés a pensar es un final previsible, consecuencia de traiciones y zancadillas, que en la política ocurre todos los días. Gente que se ataca y se va con otro. Quizás no tan fuerte como el tipo que le saca la candidatura a la presidencia.

Pero también hay una maniobra del presidente de la República que está incidiendo en la candidatura del partido. Y eso pasa. El presidente Duhalde acaba de decidir el presidente de la Argentina. Primero antes de designar a Kirchner, designó a tres o cuatro y le dijeron que no. Ese tipo de candidaturas son muy digitadas.

De modo que no es tan absurdo y tan exagerado. Tampoco es tan apocalíptico, la política es así. La vas a tomar como es o no la tomes. Y pasa en todos los partidos políticos, no es propiedad exclusiva de la derecha. Quizás se pueda argumentar que las consecuencias de su función impliquen una responsabilidad muy grande, porque en definitiva se trata de todo un país.

Pero Ternera (el senador, personaje principal del libro) ha llegado hasta ahí como consecuencia de varias traiciones que se han venido realizando desde su actividad en el interior. Y eso, si viajás por el interior, vas a ver que es muy común. Allá suelen decir: -¿Va a votar a fulano?. No, yo no voy a hacer de escalera pa´ que otros suban . Y es muy común eso.