Así está el mundo, amigos
ENTREVISTA CON JORGE TRAVERSO
11.07.2007
Minutos antes de salir al aire -como hace 17 años- con la edición central de "Subrayado", Jorge Traverso habló con Montevideo Portal sobre el oficio de informar, la televisión, los casos polémicos, los proyectos y las constantes inquietudes de quien tiene como trabajo ponerle rostro y voz a las noticias.
Has tenido una carrera destacada como entrevistador. ¿Cómo te sentís cuando sos entrevistado?
Es una sensación rara, como estar en la vereda de enfrente. Y uno trata de comportarse de la manera que espera que el entrevistado se comporte cuando uno es el que plantea las preguntas. No sé si es bueno que los periodistas nos convirtamos en noticia y en centro de atracción, pero uno trabaja en los medios y los medios sí son noticia.
¿Como empezó Jorge Traverso, el nombre y el periodista?
El periodista tal vez empezó mucho antes que el seudónimo, imaginando que quería ser periodista, lo que pasa es que nunca imaginé que de pronto la vida me podía dispensar las oportunidades que me dio de desarrollarme en la carrera. Yo empecé haciendo crónicas de cine para Cine Club del Uruguay, cuando gané un concurso sobre Ingmar Bergman allá por el año 70. Y la nota había que presentarla con seudónimo, como todos los concursos. Elegí Jorge Traverso, me lo publicaron con ese nombre y luego me siguieron pidiendo trabajos y los seguí firmando con ese nombre. Lo que nunca pensé es que iba a tener un desarrollo profesional que me iba a llevar a los medios. Pensé que la vida no iba a ser tan generosa.
¿Cómo fue la primera vez que estuviste frente a una cámara de televisión?
La cámara de televisión intimida, porque cuando uno se pone frente a ese objeto frío, impersonal, con una persona atrás a la que no ves, uno está conciente de la mirada ajena, y eso genera tensión. Una de las cosas que básicamente son importantes en el desarrollo de la personalidad es ver cómo podemos ser nosotros mismos frente a un hecho que está siendo observado por miles de personas, y perder el pensamiento de que hay miles de ojos mirándote, el temor al ridículo, a que en cualquier circunstancia uno pueda generar una sensación de desacomodo frente a los demás. Después de a poco uno se va adaptando, pero nunca pierde el sentimiento ése de estar siendo observado, y nunca pierde el miedo de generar una situación que a uno lo ubique en el absurdo.
¿Usás alguna estrategia, como por ejemplo pensar que le estás hablando a alguien en concreto?
Trato de hacerlo, la radio me enseñó mucho para eso. La radio tiene mucho eso de hablarle al otro, o de pensar para uno mismo, íntimamente. En ese sentido colabora para que en la televisión uno pueda dar la noticia, a veces comentarla, a veces dar una sonrisa o una sensación de sorpresa, haciéndole sentir al otro que uno no olvida que allí está él.
¿En qué programa fue tu inicio en la televisión?
Empecé en TV en un programa que se llamaba En vivo y en directo, en Canal 12 que lo dirigía (Néber) Araújo, pero hacía una cosa muy breve. Mi real comienzo en la televisión fue en Canal 5, en un programa que se llamaba En voz alta que era de entrevistas, al mediodía. De ahí pasé a Canal 10 haciendo Hablemos y luego Subrayado, desde el 90.
¿Tantos años de televisión en qué te cambiaron, en tu vida cotidiana?
Me he resistido a que me cambie. Seguramente, algunos cambios se operan en uno de todos modos. En general, la gente que trabaja en televisión evita, por ejemplo, las muchedumbres. Las muchedumbres son amenazantes, pero no porque a uno no le guste que la gente se reúna, sino porque esos espacios públicos donde mucha gente puede reunirse, pueden generar una situación de desacomodo. Yo igual voy al fútbol, por ejemplo, que es el espectáculo masivo al que suelo concurrir. Pero la televisión te cambia en el sentido de cómo te ven los demás, no de cómo es uno. Uno sigue siendo dueño de sus debilidades y de sus potencialidades, y trata de defenderse de la imagen que le crean los demás. Uno trata de mantener la identidad, la individualidad.
¿Cómo creés que te ven los demás?
Creo que tengo una buena relación con la gente. Que la gente puede discrepar conmigo o puede aceptar lo que digo en la radio y en la televisión, pero que hay una relación sincera. Comprenden que no hay intereses espurios, que no he tratado con mi actividad de alimentar intereses propios, es decir, que he tratado de ser lo más noble posible con los demás.
De hecho, por algo la gente elige qué informativista va a ingresar en su hogar cuando prende la televisión, y Subrayado hace poco anunció que es el más visto...
Lo que debés haber visto es un aviso que dice que fue el programa más visto en todo el mes, que no es usual que un informativo sea el programa más visto, creo que hace años que no ocurría algo así.
¿Y a qué atribuís ese éxito o ese lugar que la gente le dio a Subrayado?
Con la palabra éxito tengo mucho cuidado. Creo que básicamente fue un mes, el mes pasado, de información muy importante, donde la gente comenzó a preocuparse por asuntos que llegaban a interesarlos en profundidad, y también se dio un pico en un proceso de lograr cada vez más televidentes. Probablemente eso se deba a la confianza, a que la gente cree que con nosotros va a tener la información con los detalles que aspira a tener, o que se la digan de la manera que espera que se la digan.
La gente también se acostumbró a la dupla que hacés con Blanca Rodríguez, que si no ha sido la más duradera, al menos una de las más duraderas en la televisión.
Sí, seguramente. Con Blanca desde el 90 estamos juntos. Nos conocemos mucho, además.
¿Eso también tiene que ver, la continuidad?
Es probable, pero todos los noticieros tienen su audiencia. El juego del rating es un juego azaroso. Yo prefiero tener una idea más clara de lo que quiero hacer y cómo lo hago. Después el rating acompañará o no.
¿Ese tema, lo que querés hacer y cómo hacerlo, hasta qué punto lo manejás en Subrayado?
Al aire lo manejo totalmente, en la forma de decir una noticia, la posibilidad de corregir un texto. Y con Blanca incidimos muchas veces en algunos aspectos también de los contenidos, de la información. No podemos cubrir todo el informativo porque son alrededor de entre 45 y 50 notas por día, y muchas de esas notas las desconocemos porque se producen en la nochecita, cuando nosotros ya estamos en el estudio y la información comienza a llegar.
¿Te pasó tener que dar una noticia que no te convencía, ya sea en la forma en que estaba presentada o en su contenido?
Sí, y dudar. La duda siempre existe.
¿Como lo manejás?
Con la confianza en quienes trabajan con nosotros. Aquí hay un equipo y uno tiene que confiar. Si la buena información la producen ellos, tenemos que actuar sabiendo que ese respaldo existe.
¿Hay veces que planteás cuando algo no estuvo bien, lo hablás?
Sí, muchas veces comentamos los informativos, sobre todo al otro día. Porque en ese momento salís sin perspectiva de lo que has visto. Salvo que sea una cosa muy grave, muy profunda, es mejor dejar pasar unas horas como para observar si esa opinión que podíamos tener era sólo una impresión momentánea o se había trasmitido a la gente así.
Estaba pensando por ejemplo en el caso de Natalia Martínez, en que la información llegaba todo el tiempo y quizá era muy difícil de manejar. ¿Llegabas al punto de no dar una información porque no creías que era el momento?
Sí.
¿Eso lo manejan?
Sí. El caso Natalia Martínez fue... sigue siendo un caso muy difícil. Primero porque la información vino muy mezclada; segundo porque se trataba de una muerte que no tenía una explicación, como no la tiene hoy. Tercero, porque los antecedentes de la chica eran muy buenos, lo cual la descolocaba de una situación irregular, era un gran enigma. Y seguramente algunas de las cosas que informamos todos los medios estaban equivocadas, porque no pudimos llegar a lo profundo de la información, es decir, no se llegó a resolver el caso, entonces ahí todavía tenés un signo de interrogación. ¿Informamos bien? ¿Lo que dijimos estaba bien? ¿Lo que omitimos estaba bien?
¿Te quedás enganchado con ese tipo de historias, con esos signos de interrogación?
Hay algunas historias en las que quedamos enganchados humanamente, aún cuando uno se ha anestesiado frente a la guerra y frente a una cantidad de factores que siguen impresionándonos. Pero es como el enfermero que está viendo muchos heridos todos los días, o el médico, o el cirujano, sin llegar a pretender que seamos tan importantes como un cirujano. Y hay como una vulgarización del terror y el horror, pero existen casos particulares que impresionan profundamente.
¿A qué atribuís esa vulgarización de la que hablás?
A que estamos superinformados. Cuando Umberto Eco pronosticó hace como quince años que en este momento de la historia del hombre íbamos a estar tan abundantemente informados que íbamos a estar desinformados, creo que tenía razón: es muy difícil discriminar hoy. No creo que el informativo informe, tampoco, a pesar de su nombre. Lo que da es una señal de lo que ha ocurrido en ese día. Si alguien quiere estar informado sobre un hecho en particular va a tener que profundizar, y va a tener que hacerlo viendo una página web, leyendo un diario, mirando la televisión y escuchando la radio, para después hacerse una composición de la situación. El mundo es muy complejo y no se puede pretender que en un recorrido noticioso donde cada información dura 50 segundos uno diga: "estoy bien informado".
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¿En tu tiempo libre, ves televisión? ¿ves informativos?
Veo televisión. Informativos, del exterior. Me gusta ver cómo trabajan los demás, como reportean los demás. Veo cine, alguna serie de televisión. Pero también leo, voy al cine, al fútbol.
¿Qué opinás de la televisión actual, del fenómeno del éxito de programas del estilo Tinelli, Intrusos, Gran Hermano?
La televisión no tiene la obligación de educar a un pueblo, pero lo que no pude hacer es desculturizarlo, es decir, quitarle todos aquellos factores que hacen que una sociedad sea culta. ¿Y qué es ser culto? No es leer a Shakespeare y a Cervantes, observar un cuadro de Picasso o escuchar a Mozart. Es generar aquellas costumbres que forman parte de los vínculos sociales: cómo nos comportamos entre nosotros, nuestros modales, nuestra manera de ser. Creo que la televisión en ese sentido tiene cosas buenas y tiene cosas muy malas. Lo de Argentina... se está dando un fenómeno fuerte que es que la clase alta, la ABC1 como se le llama sociológicamente, está viendo cada vez menos televisión abierta y ha comenzado a ir al cable y al DVD. No sé cómo está el fenómeno aquí en Uruguay, pero hay una cierta disconformidad, un cierto rechazo de sectores que pueden ser considerados minoritarios, pero ¿quién dijo que la televisión tiene que ser solamente para mayorías? La televisión tiene que ser un instrumento para todos.
¿Te parece que eso habría que regularlo?
La gente ayuda a regular, el público tiene un nivel de responsabilidad muy importante. No extrañamente, esto ocurre junto a un descaecimiento en la educación, en la enseñanza, en exigencias de conocimiento que antes no se tenían y ahora sí. Creo que hemos perdido mucho, hace poco una encuesta decía que no somos tan cultos como creemos.
Pensando en lo que pasó en el informativo de América TV en Argentina, que hace poco mostró fotografías forenses del asesinato de Nora Dalmasso. Si hubieras estado trabajando allí, ¿cómo te hubieras sentido? ¿qué hubieras hecho?
Horrible, me hubiera sentido horrible, porque esos cuerpos no le pertenecen al público. Es distinto, por ejemplo, una escena de un gran choque, un accidente en la vía pública, o hasta un asesinato en ciertas circunstancias. Pero esto no era mostrar un asesinato, esto fue, un mes después, sacar fotos para impactar a la gente, para shockearla. Ese cuerpo correspondía a la familia, al secreto de la familia. Por ejemplo, el cuerpo de esta chiquilina, Natalia (Martínez), nosotros no lo mostramos. Me parece que no corresponde.
Igualmente se nota en los informativos una tendencia a mostrar más, a darle más espacio que antes a la crónica policial, ¿o no?
No sé, creo que salvo en la dictadura -donde no había noticias policiales, no pasaba nada, no se robaba en ningún lado, no había ninguna rapiña, ningún asesinato-, siempre se informó sobre lo policial. Hay una demanda del televidente y una oferta muy importante de los medios. Y hay hechos también. Hechos que nos sorprenden, que nos están indicando que la sociedad uruguaya ha tenido un cambio. No ahora, en estos dos últimos años, no estoy hablando de gobiernos ni de ministerios del Interior. Estoy hablando en general, se ha producido un cambio que desde hace algún tiempo se refleja en esos episodios de corte policial.
¿Que opinás de esa teoría, casi de causa - efecto, que dice que dar ese tipo de información contribuye a generar una "sensación de inseguridad", como suelen decir los políticos?
Puede ser, es un tema muy fino para tratar. Los políticos nunca van a estar de acuerdo con los tratamientos periodísticos que de alguna manera contribuyen a que la sociedad les reclame lo que ellos prometieron. Es totalmente normal que existan roces entre el poder político y los periodistas. Con respecto a esa sensación de inseguridad, sí, ésa es una manera de pensarlo. También sería una manera de pensar que de no dar esos hechos policiales, estaríamos ocultando una forma de la realidad uruguaya. El tema da como para un debate largo.
El lunes dejaron de emitir las emisoras Concierto e Independencia, ¿cómo te sentís al respecto?
Me siento... bien. Todavía no tenemos ninguna novedad en relación al futuro, vamos a ver. Personalmente estoy muy tranquilo, pero me preocupa mucho el grupo de trabajo. Y todos los efectos, por supuesto, de un proceso que llevó un desgaste muy importante, sobre todo para la emisora, evidentemente uno no vive en Marte, no vive en la Luna. De cualquier forma pienso que es una circunstancia en la que cada cual tendrá su propia opinión. Para nosotros fue una buena experiencia estar en una radio que era dirigida con sentido profesional, y en ese sentido nos deja un buen recuerdo.
¿Cuál es el papel de la radio en tu vida profesional?
La radio es lindísima. Es un sitio muy íntimo, muy cálido. La televisión es fría, te da la impresión de que lo que hacés nunca te pertenece. La radio en cambio sí, se acerca en algo a esa sensación que tiene el periodismo gráfico, el periodismo escrito, de que el trabajo es tuyo, te pertenece.
Aún siendo inmaterial...
Sí, igual tenés esa sensación de que te corresponde más, una sensación de plenitud mayor.
¿Tenés algún proyecto en mente? ¿Te presentarías para hacer uso de una onda de radio?
Algún proyecto tengo, tal vez. Hay gente que me lo está diciendo, hay gente que me lo ha sugerido. Te soy absolutamente sincero, no lo pensé todavía en profundidad, pero es posible.
¿Y al frente de Subrayado cuanto tiempo más te ves?
Eso nunca se sabe. Ésta es una tarea que hay días que uno puede no tener ganas de hacerla, pero es una tarea que tiene su encanto, que genera costumbres, que genera diálogo con el otro, que genera un corregimiento de las personas y del mundo, por lo tanto es una tarea linda la de informar. En este momento no tengo pensado qué hacer, pero tengo contrato por algunos años más.
¿Y otros proyectos? ¿Enseñar, por ejemplo?
Este año tuve un ofrecimiento de una universidad privada y me tentó mucho, pero estaba muy acorralado por los tiempos. Ya me acerco a la edad en que tengo que empezar a pensar cuáles son las cosas pendientes que tengo, que he querido hacer y no he podido.
¿Qué hay entre esas cosas?
Me gustaría volver al periodismo escrito, que fue mi origen. Creo que el periodismo escrito es fantástico, y que el periodismo digital es realmente un camino a tomar muy en serio en el futuro. Las páginas digitales sólo tiene que tener paciencia, porque cada día que pasa el futuro se acerca y eso es inexorable. Cuando el New York Times afirma que en cinco años probablemente no saque más su publicación tal como la conocemos hoy, y que su vínculo con la gente va a ser simplemente a través de la vía digital, está anunciando un camino muy fuerte. Faltan ciertas cosas, sobre todo en el relacionamiento del lector, del público, pero va creciendo. Están creciendo generaciones acostumbradas a que lo que necesitan lo buscan en Internet. Eso es un camino muy fuerte, no sólo para las publicaciones digitales, como la de ustedes, sino para la televisión digital, para la radio digital, para mil maneras de comunicación.
Volver a la prensa escrita, enseñar... ¿tener un poco más de tiempo?
Tener un poco más de tiempo también. Los sábados y domingos los tengo libres, pero en general los ocupo con cosas que no he hecho a lo largo de la semana. Y eso uno lo va generando: uno pierde un concierto, pierde un lanzamiento, pierde un compromiso, porque acá terminamos 9:20 entonces nunca estamos. Somos antisociales, totalmente, le hemos fallado a nuestros mejores amigos. Nos gustaría, de repente, estar más.
Hablemos de Jorge Traverso
Un joven aspirante a periodista elige el seudónimo "Jorge Traverso" para presentarse a un concurso. Casi cuarenta años después, pocos conocen por el nombre de Schubert Pérez al señor que desde hace casi veinte años aparece en la pantalla de Canal 10 para brindar el panorama noticioso de la jornada.
Con el alias totalmente incorporado a su identidad Traverso es, a los 58 años de edad, la cara visible de Subrayado. Además, condujo Tiempo Presente en las mañanas de Concierto FM hasta el cierre de la emisora, ocurrido el pasado lunes 9 de julio. En su larga trayectoria profesional trabajó en distintos medios de comunicación: El País, Opinar, Búsqueda, El Observador, Canal 5, Sarandí, Nuevo Tiempo.
Sus ciclos En voz alta y Hablemos le permitieron desarrollar en televisión el género de entrevista, que también lo llevaría a publicar un libro titulado Primera línea. Rafael Alberti, Jorge Luis Borges, Ray Bradbury, Marcel Marceau, Anthony Quinn, China Zorilla, Vittorio Gassman son algunas de las personalidades que "hablaron" con Jorge Traverso a lo largo de su carrera.
Recordamos un spot publicitario de Subrayado, del año 1994, en los primeros años de Traverso al frente del noticiero central.
Entrevista a Aldo Silva
Entrevista a Fernando Vilar