Aclaraciones hechas, Legaspi comenzó a desenredar sus respuestas, que no salieron de su boca sin antes pasar por un minucioso examen que asegurara su pertinencia, su precisión y justicia.
 ¿Cómo surge la Fundación Rodney Arismendi?

Diversos amigos de mi marido, Rodney Arismendi, me plantearon la conveniencia de crear la fundación, teniendo en cuenta que era un momento complejo ideológicamente. El partido (PCU) en el que Arismendi había sido Secretario y aportó su obra atravesaba una situación crítica, entonces hubo compañeros que pensaron que era útil crear la fundación.

Cuando se inaugura, se redactan los objetivos en un acta firmada por centenares de personalidades de todas las corrientes políticas. No puede decirse que la fundación es una institución de política partidaria. Nace con las características de una organización no partidista.

¿En qué consistía la crisis que usted mencionó?

Yo era miembro del Comité Central y estuve muy cerca de la polémica. Fue una discusión que lamentablemente se hizo pública y discrepé muy profundamente con el hecho de que saliera a la luz. Porque una discusión que tenía que ser interna y procesarse con serenidad y equilibrio dentro del partido, se transformó en casi perversa a través del enfoque periodístico, unos no bien informados y otros mal intencionados.

Este es un tema muy complejo del cual yo nunca hice declaraciones públicas, de manera expresa me llamaron de radios y prensa y me negué categóricamente a dar opiniones fuera del organismo en el cual yo he considerado que tenía el deber de darlas y allí las dí. Por lo tanto hoy tampoco voy a responder sobre eso.

¿Fueron discrepancias ideológicas?

Había fundamentalmente un trasfondo ideológico pero también se mezclaron otros elementos que le faltó la adecuada conducción para que se mantuviera dentro de los factores ideológicos propiamente dichos.

A mi manera de ver, se mezclaron distintas cosas, de distinto orden, de distinto carácter y la discusión ideológica se enturbió, con otras connotaciones y en medio de la discusión ideológica del partido el compañero Jaime Pérez, renuncia y se retira de la discusión. Con él se van otros compañeros.

Pero estas diferencias no lesionaron para nada el surgimiento de la Fundación. Todos los sectores, con las distintas posturas estuvieron de acuerdo. La Fundación es una cosa al margen de eso, pero surge en ese clima.

¿Qué rescata de todos estos años de trabajo allí?

Dar a conocer cuál fue el pensamiento de Arismendi, su gran esfuerzo como forjador del Frente Amplio. Arismendi no es sólo fundador de la coalición de izquierdas, sino que integra el grupo que lo forjó. Y también dar a conocer la línea que él y sus compañeros elaboraron a partir de julio de 1955 aplicando la dialéctica marxista a la realidad uruguaya.

Nosotros hemos procurado que se conozca la verdad de cuál fue el pensamiento de Arismendi y su línea política. Hicimos una selección de fragmentos desde 1955 hasta 1989 de sus ideas sobre la construcción de la unidad de la izquierda.

No sabíamos desde esa época que íbamos a ganar las elecciones, pero sí sabíamos hacia dónde dirigíamos la actividad del partido. Si en este momento se hiciera un estudio a fondo sobre cuál fue la orientación política que triunfó, yo diría que fue la de nuestro partido. No digo el gobierno, sino el resultado electoral.

También hicimos un trabajo en el que se recogen 105 números de la Revista Estudio, durante la dirección de Arismendi.

Usted plantea que el trabajo de la Fundación es necesario para que se conozca la verdad sobre el pensamiento de Arismendi. ¿Usted cree que se ha tergiversado su obra?

Creo que hay una generación que como no conoció a Arismendi, no se interesó por sus trabajos escritos. Su pensamiento se desarrolla en medio de una polémica profunda sobre el tema de las vías, los métodos y el programa. El enemigo ideológico, en general tergiversa, no siempre discute objetivamente de acuerdo a lo que el otro piensa.
El imaginario del comunista es más bien una persona cerrada, ¿por qué cree que ocurre eso?

Por eso hay que ir a las fuentes. Todos los que votaron, votaron por un cambio. Las diferencias están en qué idea se tiene sobre el cambio que hay que hacer. Es natural que no sean homogéneos, porque desde el surgimiento, el Frente es coalición y movimiento y ojalá se mantenga siempre con ese carácter. Ojalá mantenga siempre esa fuerza porque eso es lo que permite la participación de las masas.

Con mayor o menor definición en cuánto a qué se quiere con el cambio, se vota por un cambio que significa luchar contra la desocupación, luchar porque todos tengan vivienda y atención a la salud, las medidas que se tomen para lograrlo son medidas de izquierda. Sin lesionar los privilegios de los principales dueños de los medios de producción nunca se va a lograr eso.

¿Usted cree que se está yendo en ese sentido?

Yo tengo esperanzas que lo sepamos hacer. Hace más de 50 años que milito en el Partido Comunista y tengo que tener confianza en que lo vamos a lograr. Las cosas no son fáciles, todo es producto de procesos. Siguiendo a Marx, -me sigo considerando marxista-, todo es el producto de la lucha de clases y las grandes transformaciones reclaman la participación múltiple, sobre todo de las masas. Aunque se encontró el país en un estado terrible con cosas muy difíciles de resolver, creo que todos tenemos que apuntar a una actitud positiva para que se logre.
¿Cree que el gobierno está promoviendo la participación?

Creo que hay que procurar más participación. Aunque la Fundación no tiene una participación político partidista propiamente dicha. Como la lucha de las ideas es muy profunda la Fundación ha procurado aportar ideas a la transformación de la sociedad.
¿Cómo ve la posibilidad de una transformación ideológica en América Latina?

Uno de los pilares del legado teórico de Arismendi es la revolución continental. Palabras como revolución, masa, clase obrera, lucha de clases, se han tratado de borrar del vocabulario, en una táctica expresa por la cuál se van modificando las ideas a las que esos vocablos corresponden. Eso lo vemos en otras ciencias. En pedagogía hay palabras que se han transformado en malas palabras, como enseñar, aprender, memorizar.
¿Es por la evolución de las propias corrientes o por una política específica?

Creo que se juntan las dos cosas, nada es inocente. De cualquier manera, Arismendi piensa que la traba principal del desarrollo de América Latina, con medios naturales y culturales muy ricos, es la política del imperialismo. Liberarse del imperialismo reclama la unidad de todas las fuerzas del continente. El ejemplo de Cuba es heroico, pero el sacrificio que tiene que hacer para mantenerse independiente es muy grande. Yo creo que está avanzando en América Latina la conciencia de la unidad.

Es necesario abrir todos los canales de unidad para liberarse del Fondo Monetario Internacional, del Banco Interamericano de Desarrollo de todos estos organismos que están estrangulando a todos los países de América Latina.

¿Se sintió decepcionada por la crisis política en el Partido de los Trabajadores de Brasil?

La corrupción es también parte de toda una línea política. Hay documentos que muestran clarito cómo trabajar para corromper a los intelectuales. A parte de las responsabilidades individuales de cada uno de los corruptos, hay un trabajo dirigido hacia eso. Lo cual no los exime para nada de sus responsabilidades pero hay trabajos dirigidos expresamente a la corrupción, porque es un arma estratégica. Yo confío que el PT va a poder sanear sus filas, aunque creo que Lula no tenga nada que ver con los episodios de corrupción. Es doloroso pero no es único.
Tomó las características de un escándalo por lo que significa Brasil para toda América Latina. Hay que estar alerta, la corrupción empieza por pequeñas cosas que parecen de amiguismo, un cargo aquí, una cosita allá, y luego eso se transforma en un ovillo que se va enredando, enredando. Está la corrupción, pero también la orientación económica que se imprima a cada gobierno.
La culpa de todos los desastres no es la corrupción. La corrupción es posible por el enfoque que se da a la utilización de los medios de producción que cada país tiene para poder vivir. Recién hablaba de la necesidad de liberarse de las políticas dirigidas por organismos financieros internacionales.
¿Cómo vive usted, el hecho de que este gobierno se plantee un tratado de inversiones con Estados Unidos, y este a la expectativa de la firma de un tratado comercial?

Hay que esperar cuáles son las modificaciones que se pueden hacer. Se habla de que hay modificaciones. Nosotros no estamos en contra de que se comercie con Estados Unidos, es la potencia más poderosa del mundo.
Siempre estuvimos a favor del comercio con todos. Estamos en contra del bloqueo a Cuba, que la gran potencia bloquee y que acompañemos ese bloqueo, pero ojalá se puedan vender nuestros productos a Estados Unidos. No estamos tampoco contra el pueblo de Estados Unidos.
Estamos en contra del terrorismo, siempre estuvimos en contra del terrorismo, de derecha y de izquierda. Arismendi tiene escritos muy claros sobre eso, es la propia concepción Leninista, de cuando Lenin dijo ése no es nuestro camino.

Mantuvimos siempre en el criterio de la masa y no en los actos individuales heroicos por más que tengamos serio respeto por quienes dieron su vida pensando que ese era el camino. Nosotros pensamos que no era el camino, el terrorismo no sirve a los objetivos que la sociedad está exigiendo.

Las ideas principales de Lenin no sólo siguen vigentes sino que cada vez se va evidenciando más su valor. Una de sus principales tesis es que el capitalismo nunca iba a poder resolver la situación de las masas, la igualdad, no en el igualitarismo simple, sino la igualdad de oportunidades.

Los que dicen que ha caducado Marx, no se dan cuenta que las contradicciones son mayores ahora. Porque hace diez años, el nivel de pobreza en la infancia era del 40%, y ahora estamos en el 57%. Marx no sólo está vigente sino que se ha profundizado, la idea de que la lucha de clases es el medio a los cambios en la sociedad, está vigente, el hecho de que haya sido derrotada la experiencia de la construcción del socialismo en la Unión Soviética y en otros países de Europa, no significa que la derrota de una batalla, sea la derrota de los objetivos por los cuales se libraba esa batalla.

¿No cree que se perdió una concepción bipolar de la política mundial?

Sí y no es para nada bueno. Yo viví en la Unión Soviética, y aunque muchos socialdemócratas y comunistas renegados, dijeran que allí no había socialismo, estoy segura que viví nueve años en un país socialista. No vi miseria, no vi desamparo en los niños, la vivienda se iba resolviendo cada vez mejor, yo afirmo categóricamente que viví en un país que estaba construyendo el socialismo. Donde no se había llegado a todo lo que aspiramos los comunistas, donde hubo errores. No nos dimos cuenta hasta dónde había contradicciones, no era evidente que estaban enquistados y tapados en la sociedad gente que aspiraba a ser capitalista. Miembros de países socialista les sorprendió lo que pasó, si a mí en 1983 me hubieran dicho que iba a pasar esto, yo hubiera dicho que estaba loco el que me decía eso, que estaba para el manicomio.

¿Considera que hubo terrorismo de Estado en las prisiones de la Unión Soviética?

Yo no puedo saber si los crímenes cometidos en el período de Stalín, fuero todos reivindicados y corregidos como corresponde, pero yo conocí gente que estuvo presa en las cárceles de Stalín y al salir seguían siendo comunistas.

Esos fenómenos tienen la complejidad de un momento en el que la propia dureza de la lucha de clases, la propia dureza de la lucha de infiltración, hace que no tuvieran en aquel momento la gravitación que cuando después se los examina. Pero yo repito, yo conocí personalmente viejos comunistas que estuvieron presos y salieron comunistas y volvieron al Partido.
Usted estuvo en la Unión Soviética, cuando Arismendi fue expulsado del país en 1975, ¿cómo fue su partida?

Yo solicité autorización al Partido para irme. No me iba a ir sin la autorización del Partido, estando mis compañeros en lucha, aunque fuera mi esposo el que se iba. El Comité Central resolvió que yo me fuera, sino me hubiera quedado.



¿Cómo vivió la victoria del Encuentro Progresista?

Tanto el 31 de octubre como en marzo y en mayo, yo sentí una profundísima emoción porque tuve el privilegio de vivir suficiente tiempo como para ver que las ideas por las cuales yo he luchado tantos años van cobrando campo en la sociedad. El grado de conciencia de la ciudadanía uruguaya evidenció que rechaza la injusticia, en que vive la mayoría de la población uruguaya.

¿Dónde estaba el 31 de octubre?

Yo estaba en casa de unos familiares siguiendo paso a paso el resultado de todas las mesas y después salimos a la calle, lo viví con mucha fuerza, esperanza y naturalmente con la nostalgia que no estuviera presente mi compañero que dedicó toda su vida por forjar la unidad de la izquierda. Hubiera sido para él una cosa magnifica poder ver cómo esas ideas se iban concretando y desarrollando.