Le dicen "El pantera" y vive en una casita de la Barra del Chuy, del lado uruguayo, con su esposa y sus tres hijos. Se comunica con las organizaciones de derechos humanos de los países de la región, Estados Unidos y Europa a través de su computadora, desde donde mantiene una ferviente militancia centrada en lo diferentes procesos judiciales. Notoriamente desencantado con la actual dirigencia del MLN y el gobierno del Frente Amplio, recibió a Montevideo Portal en su casa, habló sobre su militancia y sus pesares en la peripecia de acceder a los datos de su propia historia.
Cuando tenía nueve años uno de los curas de la escuela a la que asistía le dio un discurso para leer; Viana lo miró y consultó con un compañero mayor. Se trataba de un discurso en apoyo a la invasión estadounidense en Santo Domingo. Antonio Viana se negó leerlo lo que, según sus propias consideraciones, significó el inicio de una larga historia de estigmatización política en Rocha.
¿En qué movimientos de izquierda militó?
Siempre milité en el Movimiento de Liberación Nacional, siempre me consideré seguidor de la línea de Raúl Sendic. Entré a militar allí y bueno y hasta hoy sigo creyendo que lo único correcto es la línea que nos marcó "el Bebe". Hay compañeros que se han desviado de eso, allá ellos, el Bebe hablaba como el "Che" en una revolución se triunfa o se muere, nunca nos dijo no se puede. Hoy está muy de moda el no se puede, no se puede cuando no se quiere, ojalá que nunca se me ocurra ir a darle la bienvenida a Bush. Traición es traición, no tiene otro nombre.
De los nueve rehenes por ejemplo, ¿considera que hay alguno que mantenga la línea de Sendic?
Sí, Zabalza, Henry Engler. Los otros compañeros entendieron que había que hacer electoralismo, cambiaron el discurso.
¿Cómo surge su vinculación con el MLN?
Un compañero que venía a mi ciudad era militante tupamaro y me empezó a alcanzar literatura y charlamos y a mí me quedó claro: "nada podemos esperar sino de nosotros mismos", lo tenemos que hacer nosotros, pero no a través de un diputado, un senador. Hay un diputado por el MPP que no le gustan los negros, con esa gente no podemos caminar. La misma noche que llegué a Uruguay, después de mi exilio en Suecia, en el año 1995, me reuní en el Bar de la esquina con Mujica, Fernández Huidobro, con Lucía Topolansky poniéndonos de acuerdo en algunas cosas, pero después me di cuenta que se había cambiado. Tenemos gobernantes que protegen a torturadores, yo con esa gente no puedo caminar.
¿Cuándo fue la primera vez que cayó?
La primera vez que caí fue en el batallón Florida, una operación engaño, porque se me acusó de haber robado unos candelabros de plata de la Iglesia de Rocha. El robo quedó aclarado, apareció el responsable. Se me acusaba a mí porque se me identificaba con los tupamaros, pero yo no los había robado. "Ese negro tupamaro robó los candelabros de la Iglesia", a los quince días salió quien los había robado, fue procesado y aparecieron los candelabros. Después fui detenido en el año 1972, en el cuartel de infantería número 12 (En Rocha) y soy interrogado y torturado y se me seguía acusando del robo de los candelabros. Ese mismo año caí en Montevideo, en el Batallón Florida, y ahí es cuando conozco a (Carlos) Calcagno, porque él torturaba ahí. Me torturaba a mí en julio de 1972 y mientras salía con el senador Fernández Huidobro a hacer contactos en la calle, con una pistola a disposición de Fernández Huidobro en la guantera de un Wolsvagen que tenía Calcagno. Decían que se había suspendido la tortura, con la tregua famosa pero a mí me seguían torturando.
¿Esas conversaciones eran para sumar militares a las fuerzas del MLN?
Sí, para ver si se podían sumar, porque se creía que había militares peruanistas. Ante esto me resta más que un terrible silencio.
¿Al salir del Batallón Florida dónde fue?
Después que me largan de Florida me vuelven a detener acá en Rocha, porque había gente que me acusó, apretados por la tortura; no los critico. Inclusive algunos tuvieron la valentía de decirme "Antonio, yo te canté, dije tal cosa o tal otra".
¿Y cómo se vivía eso?
Es difícil, depende de cada organismo. También juega el grado de convicción ideológica del compañero y de formación. Se cobra mucho que el compañero no aguantó se quebró y cantó pero ¿Qué formación se le dio a ese compañero? Yo siempre planteé eso en el Penal de Libertad. La consigna de los militares era destrozarte sicológicamente, que cuando salieras no pudieras hacer una vida normal, que no pudieras tener una familia, criar hijos en armonía.
¿Cuántos años estuvo en el Penal de Libertad?
Estuve siete años y medio, compartí celda con cañeros de la línea del Bebe, del PVP, nunca tuve compañeros comunistas, ni socialistas. Muchas veces solicitábamos estar juntos por una situación de supervivencia. La cárcel fue muy dura, nos teníamos que cuidar de los verdes y de los grises, que éramos nosotros que estábamos de uniforme gris. Hubo gente que perdió las coordenadas y te atacaba porque tú no compartías sus razonamientos políticos. Eran enfrentamientos muy duros, con agresiones severas, había que defender a los compañeros que pensaban como uno.
¿Cómo llegó a Argentina?
En ese momento había un descuelgue total, en abril de 1973. Estábamos tratando de reorganizarnos para ver si podíamos recuperar el terreno que habíamos perdido. Después del 14 de abril (de 1972) perdimos por paliza. Ya no quedaban prácticamente locales, fierros muy pocos, los compañeros desperdigados, íbamos a ver a los compañeros y no encontrábamos a nadie, entonces viene el repliegue a Argentina.
¿Con quién se contactó para ir a Argentina?
Digamos que me fui solo, porque tú das el nombre de un compañero y no sabés que consecuencias puede traer, andan cobrando cosas que pasaron hace 25 años atrás.
Cuándo usted viajó se estaba formando la Junta Coordinadora Revolucionaria, que agrupaba a varios movimientos revolucionarios del Cono Sur. ¿Con quién eran las negociaciones?
Había compañeros peludos, la gente de Ataliba Castillos, otros compañeros argentinos, estaban los hermanos de Lucía (Topolansky), y ya había conversaciones con los compañeros del ERP y del MIR. Creo que en el documento uno del MLN, en el año sesenta y algo, se hablaba de que si la reacción se internacionaliza deberían internacionalizarse las fuerzas revolucionarias. La JCR fue una legítima defensa.
¿Cuándo se da cuenta de que las fronteras dejaron de ser una protección?
Era evidente. Yo trabajaba en un taller de reparaciones de radio y llegó un llamado de voluntarios de asistencia social para el Ministerio argentino, el ministro era José López Rega, me presento y quedo trabajando en forma honoraria, y ahí se me empiezan a prender todas las lamparitas. Ahí estaba Almirón Sena, que era jefe de la custodia y veías toda esa gente con halcones; estaba surgiendo la triple A, que operó con Juan Domingo Perón. Perón no hizo absolutamente nada para frenar el accionar de la triple A, al contrario, los alentó y les dio las armas y la infraestructura del Estado.
¿Cuándo lo detienen?
Llegué de trabajar y fui al aniversario de un compañero, cuando estoy de regreso, a las tres de la mañana, me cae la patota de la triple A, junto con la policía Federal argentina. Los uruguayos no intervinieron en el operativo estaban esperando en Coordinación Federal (CORDINA), quien aparece allá para torturarme es Carlos Calcagno, junto con (José) Gavazzo, Campos Hermida, (Sergio) Caubarrere, (Víctor) Castiglioni. Después fui trasladado a Uruguay en un vuelo comercial de Pluna.
¿Antes de lo que se llamó "primer vuelo"?
Ese es el vuelo que inicia los traslados a Uruguay. La tarde anterior a que me trasladen me visita mi abogado a la Alcaldía Nº21 que está a una cuadra del CORDINA, me dicen, "mañana presentamos un Habeas Corpus, el juez te va a tener que poner en libertad". Los tribunales abrían a las ocho, nueve de la mañana, y a las diez de la me sacan de la Alcaldía, me entregan las pertenencias, y me llevan al aeropuerto, escoltado por cuatro Ford Falcon de la Policía Federal. Ahí me meten a una sala de migraciones y me esposan al radiador de la calefacción hasta la hora de salida del vuelo. Me piden que no haga barullo y me embarcan, mientras en tribunales se estaba procesando el Habeas Corpus.
¿A dónde lo trajeron?
Me llevaron directo a Jefatura, y luego me trasladan a Rocha, en un infierno de puñetazos y culetazos. Yo en esa época tenía un afro y me arrastraron de los pelos por toda la plaza de Armas, y me llevan al Batallón de Infantería Nº12, en los calabozos estaban, Fernández Huidobro, Mauricio Rosencof y e José Mujica. Me bajan de ahí y me llevan a una sala de torturas.
¿Qué militares lo torturaron?
Gavazzo llegó el 21 de abril con una compañera que estaba presa en artillería uno, donde estaba él, y la trae para un careo conmigo, yo le niego, pero se ve que la compañera había reconocido algunas cosas, pero a mí me atacó la amnesia y ahí se enfurece Gavazzo. Me llevaron a la sala de tortura, Gavazzo me hace agarrar al marco de la puerta y me quiebra todos los dedos. Después me trasladaron a Minas, donde me interrogó el Goyo y voy a salir de testigo en la acusación contra el Goyo por el caso Michelini.
Entre Gavazzo, el Goyo Álvarez y Bordaberry hay una responsabilidad muy grande, pero hay otro que actualmente es senador de la república. Yo estoy expectante de lo que va a declarar Bardesio, porque de repente alguno tiene que dejar sus seguridades parlamentarias. Bardesio va a abrir la boca, hay quien tiene mucho que decir. Juan Pablo Terra hizo algunas denuncias, es fácil ubicar a qué político estoy mencionando.
¿Cómo lo recibió el Estado Uruguayo, cuando fue a pedir los archivos de la dictadura relacionados con su caso?
Yo sé que el ministerio de Defensa tiene mi caso, y yo ayudé a la ministra Berruti para que lo encuentre, le explicaba que lo único que no podía decirle era la hora porque antes de entrar a la unidad te sacan el reloj. En Cancillería me tiraron tres o cuatro documentos cuando sé que existen muchos más, me consta por una conversación que tuve con la cónsul uruguaya en Estocolmo. En el ministerio del Interior en tres cuatro meses me entregó todo lo que tenía sobre mi caso, algunos documentos son de inteligencia militar, ¿Cómo puede ser que el Interior los tenga y Defensa no? Yo sigo insistiendo hasta ahora, pero José Bayardi no tiene un secretario libre, a quien le diga "dígale a Viana que no me moleste más".