Por The New York Times | Neil MacFarquhar
En una reunión televisada con mujeres pilotos y miembros de la tripulación de Aeroflot, la aerolínea emblemática de Rusia, una de las participantes hizo al presidente Vladimir Putin una pregunta perfectamente elaborada para ajustarse a las nuevas normas gubernamentales que se deben seguir para informar sobre su invasión de Ucrania.
“Todos apoyamos sus acciones, la operación militar especial que se está llevando a cabo allí”, dijo un piloto, sentado entre casi veinte mujeres con uniformes de Aeroflot en una mesa larga, cada una con su propia tetera de cristal transparente. “Sabemos que los civiles no sufren pero, por favor, díganos qué hay al final de este camino”.
Putin respondió con una letanía de sus agravios contra Ucrania, pero ni su respuesta ni ninguna de las preguntas mencionaron la realidad de Ucrania: la violenta destrucción de ciudades y pueblos a manos del ejército ruso, las muertes de civiles, el éxodo desesperado de millones de refugiados. Prácticamente con todos los medios de comunicación bajo el control del Estado, todo eso ha desaparecido de las pantallas de televisión nacionales y de los titulares de los periódicos.
Pasar varios días viendo los programas de noticias de los principales canales estatales, así como examinar los periódicos controlados por el Estado, es igual a ser testigo del alcance de los esfuerzos del Kremlin para maquillar su guerra con el término orwelliano “operación militar especial”, y hacer que toda la cobertura noticiosa se ajuste a ese mensaje.
Palabras como “guerra” o “invasión” para describir las acciones de los militares rusos están prohibidas por una nueva ley que Putin firmó el viernes. La ley impone hasta quince años de prisión para cualquier cobertura que el Estado considere “información falsa” sobre la campaña militar.
“No es una guerra en la televisión rusa”, comentó Stanislav Kucher, un presentador veterano de la televisión rusa y exmiembro del Consejo Presidencial para la Sociedad Civil y los Derechos Humanos. Kucher se trasladó a Estados Unidos después de que sus programas fueran clausurados en repetidas ocasiones.
“No verás explosiones, no verás ataques a barrios donde viven civiles, no verás mucho sobre las tropas, los soldados, los vehículos blindados pesados ni nada por el estilo”, añadió.
Putin, de 69 años, lleva mucho tiempo tratando de enfundar a su gobierno con las acciones heroicas y los terribles sacrificios realizados por la Unión Soviética para derrotar a la Alemania nazi. Su anexión de Crimea en 2014 y la desestabilización de Ucrania al alimentar una guerra separatista en el este de ese país ese mismo año no fueron una excepción.
El Kremlin retrató aquella guerra interminable como una continuación de la lucha del ejército soviético contra los nazis invasores y sus simpatizantes locales en la Segunda Guerra Mundial. Con su última invasión de Ucrania, el 24 de febrero, Putin redobló la apuesta, describiéndola en repetidas ocasiones como un intento de desnazificación y desmilitarización de Ucrania.
Esa es la consigna de los medios de comunicación estatales, la principal fuente de noticias para la mayoría de los rusos, sobre todo los de mayor edad. El sábado pasado, Putin se refirió a los miembros del gobierno de Kiev como nazis casi diez veces durante su reunión con el personal de vuelo, y la palabra se repite sin cesar en cada emisión. Para reforzar la idea, los canales de noticias muestran con frecuencia imágenes en blanco y negro de nazis reales.
Los boletines informativos son bastante homogéneos de un canal de televisión a otro. Las “operaciones” en Ucrania se describen básicamente como una misión para mantener la paz y que la misma es emprendida por los militares con el objetivo de rescatar a los residentes de habla rusa de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, donde según ellos ocurren terribles crímenes de guerra perpetrados por el gobierno ucraniano. Occidente es descrito como una región completamente indiferente ante la situación.
La vasta destrucción de la ciudad de Járkov y de muchas ciudades más pequeñas situadas el noreste suele merecer, en el mejor de los casos, una referencia rápida, o se culpa a las fuerzas ucranianas por ello.
El domingo, “Vesti Nedeli”, un programa muy visto en Rossiya-1, pareció utilizar un informe con el fin de preparar a los rusos para la batalla que se avecina en Kiev. El informe señaló que las fuerzas rusas habían aislado la capital ucraniana por el norte y el oeste, y que los combates continuaban en los suburbios. A continuación, acusó al ejército ucraniano de impedir la salida de los civiles para utilizarlos como escudos humanos. No se mostraron las decenas de miles de refugiados que huyen hacia el oeste lejos de las fuerzas rusas en caravanas de miedo y miseria.
El noticiero de las 2 p.m. del sábado en el Canal Uno, uno de los dos canales más populares junto con Rossiya-1, transmitió el contenido usual en esta historia de dos guerras.
Comenzó con el presentador citando a Putin, diciendo que la “operación especial’’ se estaba llevando a cabo según el plan. La destrucción de la infraestructura militar se completará pronto, añadió.
El reporte culpó a las fuerzas extremistas ucranianas de dinamitar un edificio en la ciudad portuaria de Mariúpol, en cuyo sótano se encontraban 200 personas refugiadas, pero no hubo imágenes.
Denis Pushilin, el jefe de la República Popular de Donetsk, uno de los estados creados por Moscú tras la invasión de 2014, se quejó en una entrevista de que los civiles no utilizaban el corredor humanitario destinado a llegar a la zona este controlada por Rusia, sino que se exponían al peligro dirigiéndose al oeste. Los funcionarios ucranianos dijeron que no podían utilizar el corredor porque las fuerzas rusas lo bombardeaban. El Kremlin ha llevado a cabo un extenso asalto a los medios de comunicación independientes durante la última década, y algunos de los últimos que quedaban cerraron la semana pasada tras la promulgación de la nueva ley. Entre ellos se encuentran dos incondicionales: Eco de Moscú (Echo Moskwy en ruso), una emisora de radio independiente que era una especie de salón familiar para los rusos liberales, y TV Rain, un canal de televisión que había emitido valientemente segmentos como una entrevista con el padre de un joven soldado que apareció capturado en Ucrania.
Para la generación más joven que no ve las noticias de la televisión, Telegram se ha convertido en la aplicación preferida por ambos bandos, comentó Kevin Rothrock, editor en jefe de la edición inglesa de Meduza, una agencia de noticias independiente que sigue operando desde fuera de Rusia.
Los videos del presidente ucraniano Volodímir Zelenski hablando en Kiev, por ejemplo, se publican allí primero. Las escenas de ucranianos enfadados gritando “¡Ocupantes!” a los soldados rusos en Jersón o en cualquier otro lugar son fáciles de ver, pero no se mencionan en Rusia.
Para intentar llegar a las generaciones más jóvenes, el Ministerio de Ilustración y el Ministerio de Educación de Rusia han producido videos en los que se detalla la explicación oficial de la guerra; es obligatorio verlos en las escuelas.
Novaya Gazeta, un periódico independiente cuyo director, Dmitry Muratov, compartió el Premio Nobel de la Paz el año pasado, ha intentado seguir las nuevas directrices. En las historias en las que las personas entrevistadas dijeron “guerra”, por ejemplo, hay elipsis y la frase “palabra prohibida por las autoridades rusas”.
Algunas noticias circularon fuera del filtro oficial. Leonid Ragozin, un periodista independiente, contó que un familiar en un autobús de Moscú hablaba con un amigo asustado en Járkov, con sirenas que sonaban de fondo. Puso la llamada en el altavoz y todo el autobús se quedó en silencio para escuchar. Nadie se quejó.
Aun así, la embestida de la versión oficial del Estado parece tener el efecto deseado.
Varias encuestas rusas muestran un considerable apoyo a la guerra —alrededor de dos tercios de los ciudadanos rusos—, aunque los expertos dicen que hay que tener en cuenta la presión ejercida para repetir la línea oficial.
Kucher, expresentador de televisión independiente, dijo que le sorprendió la frecuencia con la que escuchó, durante conversaciones telefónicas con antiguos compañeros, una repetición de los argumentos del Kremlin sobre la lucha contra los nazis en Ucrania.
“Me quedé muy sorprendido”, señaló Kucher. “Nunca habría pensado que la propaganda tuviera ese efecto en la gente”. Trabajadores de rescate el domingo 7 de marzo de 2022, atienden a una mujer, a su hijo adolescente, a su hija pequeña y a un amigo de la familia que más tarde murieron a causa de sus heridas tras un ataque de mortero ruso que se produjo cuando intentaban huir de Irpin, Ucrania. (Lynsey Addario/The New York Times) Un mural patriótico en Moscú que muestra a pilotos soviéticos de la Segunda Guerra Mundial, basado en una fotografía del Desfile de la Victoria en 1945, el 13 de diciembre de 2021. El cartel en ruso reza: “¡El mundo rescatado te recuerda!”. (The New York Times)
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