Por GERARDO TAGLIAFERRO
Puede haber dos maneras de presentar a Diego Latorre. Una, evocando al futbolista que fue. Ese que con 18 años irrumpió en la primera de Boca Juniors desatando un grito que antes y después, en "La Bombonera" solo conoció un destinatario: "Olé, olé, olé, olé... Diegooo, Diegooo". El Latorre futbolista tenía esa estampa típica del viejo talento argentino: atrevido, gambeteador, arriesgado, imprevisible, también "lagunero". En 1992 lo dirigió el Maestro Tabárez, en un Boca con mucho del estilo del actual técnico de la selección uruguaya, y como reconoce Latorre en esta misma entrevista, él le aportó algunos tips que arropa hasta hoy. Aquella explosión de los 20 años no tuvo continuidad en el tiempo. Una carrera plagada de obstáculos lo depositó en la historia apenas como uno más de los tantos habilidosos que pasaron por las canchas argentinas, aunque algunas actitudes fuera del campo siempre lo hicieron diferente.
La otra manera de presentar a este entrevistado es diciendo que es hoy uno de los principales comentaristas del fútbol argentino y será el número uno de las trasmisiones oficiales del mundial de Brasil en su país. En ese terreno, Latorre también aporta talento en buenas dosis y sale de esquemas. Sus análisis prescinden del lugar común, explican lo que tanto cuesta a otros explicar, se despegan de la revenida fórmula de aplaudir sin demasiado examen todo lo que tenga éxito, y sobre todo se entienden. En su labor podría encontrar razones aquella máxima de que hay que tener "vestuario" para comprender los secretos del fútbol y echar luz sobre ellos.
Al contactarlo para esta entrevista intentó evadirla, argumentando que no suele conceder estos espacios y que no se siente cómodo en ellos. Finalmente accedió y nos encontramos una tarde en la sede de Torneos y Competencias, en la capital argentina. Normas de la empresa que impiden a sus periodistas hablar para otros medios dentro de sus instalaciones nos obligó a tener esta charla en plena calle, sentados en un muro acosados por el incesante ajetreo de la gran ciudad. Aún así afloró buena parte del repertorio de quien, a pesar de su papel de hoy, sigue siendo algo así como un futbolista ilustrado.
1) Debutaste en Boca a los 18 años sin haber pasado prácticamente por las formativas, ¿es así?
No hice las formativas convencionales que hacían mis compañeros, repartía mi tiempo entre el estudio, bastante exigente porque mis padres además me lo inculcaron así y estaban encima mío, y el fútbol. Entrenaba una vez por semana, a veces dos, y después jugaba los fines de semana.
2) Un pasaje por divisiones juveniles bastante exótico.
Fui saltando etapas bastante rápidamente y además no tuve la cantidad de entrenamientos que tenían los demás. En realidad, cuando uno es chico apuesta a una ilusión, nadie te garantiza nada. Entonces además yo quería tener una formación académica paralela que me sostuviera, tenía la intención de hacer una carrera terciaria, así que tenía que terminar el secundario sí o sí.
3) ¿Lo terminaste?
Lo terminé sí, hice el segundo año de Ciencias Económicas.
4) ¿Y dejaste por el fútbol?
En realidad, quería seguir pero tuvimos un viaje a Cuba de tres semanas, ya con el plantel de Primera, no me coincidieron las asistencias y ya se me hizo muy difícil continuar.
5) Es evidente que tenés un nivel cultural superior a la media del futbolista de esta región. ¿Eso te daba un plus a la hora de jugar?
Yo creo que en un momento, para introducirme en el ambiente del fútbol, fue una desventaja.
6) Porque hay prejuicios: éste es el nene bien, que estudia.
Exacto, se relaciona la poca pasión por el juego con el estatus social. Si vos tenés cierto estatus social teóricamente no tenés necesidad, entonces tu esfuerzo es menor, no tenés sacrificio, no tenés pasión, no tenés ambición. Y nada que ver: la pasión va por un lado en el fútbol y la necesidad económica por otro. A veces coinciden, la mayoría de las veces, porque el futbolista viene de un estrato social humilde, pero otras veces no. Se etiqueta mucho.
7) A vos te etiquetaron.
Me etiquetaron sí. Y no tenía nada que ver. Para mí la pelota era primordial, siempre fue mi gran compañera. Me cuenta mi padre que desde los dos o tres años me tiraban una pelota y me brillaban los ojos.
8) En Uruguay, a nivel de selecciones juveniles y sobre todo en las categorías más chicas, se estimula que los pibes sigan estudiando. ¿Está bien eso?
Sí, me parece bien. Hay una inteligencia especial para jugar al fútbol, que tengas una instrucción no significa que vas a pensar mejor o que vas a tomar mejores decisiones en una cancha, pero sí es muy complejo conducirse en el mundo del fútbol. Porque vos tenés que improvisar, tenés que responder a una consulta, tratar con periodistas que supuestamente están en un nivel superior, entonces es muy fácil que no pienses correctamente o que te dejes llevar. Hoy en día, en general, los niños están mucho más atentos a la palabra de un futbolista, por lo que significa, que a un gran intelectual. A medida que las sociedades se fueron masificando la palabra de los grandes representantes de la sociedad han adquirido otro valor. Y además el jugador hoy es parte de una industria.
9) Si tenés un cierto nivel de trascendencia estás en los medios sí o sí. Difícilmente te escapes.
Sí. También podés ser un personaje como (Andrés) Iniesta, que no habla con los medios o lo hace de vez en cuando. Pero son excepciones. La cultura te permite discernir y estar protegido en un ambiente que es bastante duro y hostil. Se te acercan personajes que no son de los mejores y que intentan llevarte y la cultura y la formación ayudan a lidiar con eso.
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"La cultura te permite discernir y estar protegido en un ambiente que es bastante duro y hostil" |
10) En tu época de Boca formaste dupla con un futbolista que después fue un monstruo y es el goleador histórico de la selección argentina: Gabriel Batistuta. Sin embargo, cuando ambos empezaron la estrella eras vos.
Lo que pasa es que yo ya tenía un crecimiento y estaba instalado en la Primera y él venía de una experiencia frustrante en River, y cuando nos fusionamos ambos nos potenciamos. Pero yo ya venía con un recorrido en Boca. Él después hizo una carrera imparable, tuvo un punto de inflexión que fue la Copa América (de 1991) que fue el detonante para ese despegue y después hizo una carrera que no tuvo nada que ver con la mía. Yo coincidí con él en un momento en que un paso más en falso lo iba a llevar a dar diez para atrás, en cambio yo ya estaba en la primera división.
11) No te fue bien en Italia.
Tuve varios problemas. Uno de ellos fue mi representante: llegué y lo metieron preso cuando tenía un precontrato firmado. Yo ya estaba en Italia, me quedé un tiempo sin jugar y creo que la puerta de mi ingreso al fútbol europeo, más que una puerta fue una alcantarilla. Tenía precontrato, todo arreglado para firmar con la Fiorentina como el cuarto extranjero y meten preso a mi representante Aloisio por evasión fiscal en los pases de Troglio y de Caniggia y quedé desamparado en Italia. Eso me hizo tener que volver a empezar, no había el auge mediático que hay hoy: si bien yo había salido elegido mejor jugador de Argentina dos años consecutivos, fui a Italia y era un desconocido. Llegué y el presidente de la Fiorentina me preguntó si era derecho o zurdo, no sabía a quién había comprado. Y bueno... una experiencia que me fue cambiando radicalmente no solo mi forma de ver el fútbol sino mi participación en él, mi cabeza en el fútbol. Yo pensaba que todo dependía de uno y vi que hay otros factores que intervienen.
12) Y eso que en esa época todavía no pasaba lo que sucede hoy, que los chicos se van apenas le pegan dos veces seguidas a la pelota.
Mirá, antes teníamos un miedo a lo desconocido. Cuando un jugador se iba a Italia sufría ese desarraigo, esa incertidumbre de no saber qué iba a pasar, de estar lejos de la familia y los amigos. Hoy no, hoy es todo más natural.
13) Hoy los pibes se crían mirando fútbol italiano o inglés.
Y además aceptan que podés ir y volver en un año. Nosotros veíamos todo con más sombras, hoy hay más mercados abiertos, se relativiza todo un poco y uno sabe que siempre tiene la oportunidad de jugar bien o ganar más dinero en otros lugares y si algo sale mal, borrón y cuenta nueva. Empezamos de nuevo y ya está.
14) ¿La selección argentina fue una cuenta pendiente para vos?
Sí. A la Copa América (del 91) no llegué en las mejores condiciones, tenía problemas físicos y psicológicos, porque había venido un emisario de la Fiorentina a verme los últimos dos meses y me costó, a los 21 años, asimilar todo eso que iba viviendo, futbolística y humanamente.
15) Fue todo muy de golpe.
Sí, la fama como que me abrumó, la popularidad, tener que sostener un rendimiento, ganarme un lugar, estar a la altura de las expectativas de los demás... Todo eso creo que, cuando tenés 20 o 21 años y tenés un cierto nivel como para comprender las cosas que pasan a tu alrededor, no es tan sencillo de asimilar. Incluso en esa Copa América estaba un poco confundido, desganado, pero bueno... pasó y volví a Boca, tuve seis meses estupendos antes de irme a Italia, salí goleador del campeonato. Después tuve dos años muy buenos en el Tenerife, 93 y 94 y ahí estuve a punto de ir al mundial de Estados Unidos (1994).
16) ¿Qué te pasó concretamente a vos con esa fama que adquiriste a los 20 años?
Y, empezás a conocer. Cuando convivís con el riesgo, como le pasa a toda la gente que sale a un escenario o juega al fútbol y está bajo examen permanentemente, te vas dando cuenta que la gente va a tu compás y que el entorno va variando. Cómo te evalúa, qué le pasa al otro cuando a vos te va mal o fracasás o tenés una mala experiencia. Todo eso te va enseñando. A mí me volvió mucho más hermético, más frío te podría decir con respecto a la crítica o el elogio, el aplauso o el abucheo.
17) Vos tuviste de los dos. Tu última etapa en Boca no fue buena.
Tuve de los dos. Mi etapa futbolística en Boca fue buena, no me fui bien por problemas extra deportivos.
18) El fútbol es cruel, tan rápidamente como subiste al pedestal caés al fondo de la bolsa.
Sí, porque además hoy la prensa tiene un gran poder sobre la gente y a veces manipula. Lo digo hoy que estoy del otro lado: hace sensacionalismo, investiga poco, hay poco interés por lo que le pasa al deportista. Yo creo que el deportista procesa las cosas de una manera y todos los demás lo hacen de otra. Esta es una realidad, hay que ser jugador o meterse dentro de él para entender qué es lo que le pasa ante una situación de crisis o ante momentos de suma presión donde falla. Se banaliza eso, se da por sentado que por el simple hecho de ser profesional uno tiene que tolerar determinadas situaciones que son de verdadera angustia. Y uno por dentro va viviendo eso y no hay una escuela que te enseñe a procesarlo.
Foto: Analía Méndez |
"La puerta de mi ingreso al fútbol europeo, más que una puerta fue una alcantarilla" |
19) A propósito de las presiones sobre el deportista, ¿cómo es jugar con Maradona?
Y, es lo máximo. Yo tenía en la memoria la fantasía de chico del mundial 86.
20) Cuando estabas al lado de él ¿pasabas inexorablemente a ser uno más, porque él absorbía todo lo bueno y todo lo malo?
No, no creo que pierdas identidad. Jugar en Boca no te permite ese rasgo de debilidad: esconderme bajo el ala de otra persona y pasar inadvertido. La posición de ser jugador de Boca no admite eso. Lo que sí yo sentía era un socio, un compinche con quien jugar y que sí tenía una gran influencia en el partido, en los rivales, en el árbitro, en el público.
21) ¿Te costó muy caro aquella frase que dijiste una vez: "Boca es un cabaret"?
No, no, fue una frase utilizada en ese momento para delatar que había futbolistas, como pasa hoy, que para ser protegidos de la prensa pasan información siempre con la conveniencia del caso, destapando lo que pasa en el vestuario y eso conmigo nunca funcionó. Por eso fue que dije eso y se agarró para otro lado. Por supuesto, no esperaba otra cosa.
22) ¿Qué fue lo peor que te dijeron dentro de una cancha?
Se dicen muchas cosas en una cancha, pero los rivales siempre supieron que a pesar de mi apariencia de fragilidad era un tipo que pedía la pelota, arriesgaba y buscaba provocarle algo al rival.
23) ¿Cómo te fue con los uruguayos? Recuerdo una Supercopa con el Peñarol de Menotti en 1991, que los eliminó.
Sí señor. Un día que se cortó la luz en la cancha de Boca. Nosotros le hicimos precio en el Centenario, llegamos muchas veces y hubo una grandísima actuación de (Fernando) Alvez que hizo que ganáramos solo 1 a 0. Y en la cancha de Boca jugamos, no digo con displicencia pero nos sentíamos favoritos y nos faltó ese punto de intensidad, de compenetración. Y nos ganaron bien, nos dieron una lección de fútbol ese día. Paolo Montero fue un fenómeno (N. de R.: ese partido terminó 2 a 0 a favor de Peñarol).
24) Te escuché decir hace poco que Montero fue de los que mejor te marcó.
Sí, yo era muy bueno en el uno contra uno y hubo jugadores como Montero o (Walter) Samuel que me esperaban, me marcaban, me llevaban a un lugar incómodo, no compraban ninguno de mis amagues y bueno... creo que Montero fue uno de los mejores uruguayos que enfrenté.
25) ¿Te pegaban mucho los uruguayos?
Siempre fueron fuertes, van al límite. Nunca por suerte me pegaron una patada que uno entienda que es de mala fe. Y mirá que he tenido grandes disputas, a veces un poquito arriba pero no más de eso.
26) ¿Partidos muy conversados con los uruguayos?
Siempre. Uno trata de sacar al rival y son cosas que quedan dentro de la cancha. Son como armas que uno tiene para desalentar al rival, para achicarlo y demás. Lo tomo como algo del fútbol, convivimos con eso desde los 10 o 12 años, no es que aparece en primera división.
27) Fuiste dirigido por el Maestro Tabárez y has dicho que fue de los mejores entrenadores que tuviste. ¿Cuál es la característica que destacarías de él?
Gestionar bien los egos, los grupos, entender la psicología del jugador, los momentos. Manejar bien eso, saber que cada futbolista merece y necesita un trato especial, que si bien hay una forma global de gestionar los grupos, cada futbolista es desigual a los otros y que todos necesitamos, de acuerdo a la sensibilidad y el conocimiento del entrenador, una forma de relación diferente, por más que haya pautas comunes.
28) Tenés una anécdota con respecto al número de la camiseta que pinta un poco eso que decís.
Sí, claro. Yo venía jugando con la camiseta 9 y me gustaba, me identificaba. Llega el primer partido de Tabárez en Mar del Plata y veo que mis botines estaban con la camiseta N° 11 y los de Batistuta con la 9. Había arreglado con él cambiarnos de camiseta, él no tenía problema, recién había llegado y se estaba adaptando a Boca y yo tenía como más peso. Entonces aproveché eso para continuar con la número 9. Hablé con el utilero y me dice que la lista se la había dado el entrenador y que le tenía que pedir permiso a él para alterar la numeración. Efectivamente, voy a hablar con Tabárez y él con esa autoridad que a veces da la sola presencia o el silencio me dice: "Los números los elijo yo. Si quiere elegir uno, tiene del 13 al 16", que eran los números que les correspondían a los suplentes, porque en ese momento se jugaba con números correlativos del 1 al 11.
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"Yo era un jugador muy disperso y Tabárez me colocó sobre la izquierda, me dio como un refugio para volver y saber que ese era mi lugar" |
29) O sea, te estaba diciendo que si querías elegir fueras al banco.
Claro, me estaba diciendo que podía elegir solo del 13 al 16. Formó parte de una enseñanza que uno termina comprendiendo cuando es más grande: quién es el que lidera, por qué se hacen las cosas de una determinada manera...
30) ¿Tácticamente Tabárez es un entrenador que privilegia lo defensivo?
Bueno, el orden fundamentalmente. Sin embargo en Boca jugaba con tres delanteros y un 10, que era Carlos Tapia y un 8 como Carlos Pico que se desprendía mucho. Creo que el estilo de Tabárez tiene que ver también con la idiosincrasia del país: jugadores que tienen como virtud principal su entrega, grandes delanteros y pocos jugadores creativos en el medio, en el caso de Uruguay. Poco proclive al pase en la mitad de la cancha, juego directo, ataque por afuera... como juegan los equipos en Uruguay. Tabárez comprende que eso es así y hoy Uruguay, salvo Lodeiro quizás, no tiene jugadores de otras características.
31) Hace poco leí un comentario tuyo acerca del Atlético Madrid y decías que Diego Simeone ha armado un esquema que prescinde de la pelota y funciona. ¿Algo similar ha pasado con el Uruguay de Tabárez?
Sí. Hay entrenadores que, cuando tienen repertorio de jugadores, inclinan el estilo del equipo a su visión y otros se adaptan. En aquel Boca yo creo que Tabárez seleccionó a los mejores jugadores y les dio sentido colectivo, les dio orden. Yo era un jugador muy disperso y él me colocó sobre la izquierda, me dio como un refugio para volver y saber que ese era mi lugar, más allá que yo después iba por todo el campo, por donde me parecía. Además me puso un 9 al lado, que arrastraba marcas, que abría huecos y formó una sociedad conmigo. Eso fue muy beneficioso para el equipo.
32) ¿Te costó el retiro?
No. No sufrí la transición.
33) ¿Cómo te trata hoy la gente?
Bien, con mucho respeto. Obviamente que hay un archivo y por ahí alguno te recuerda alguna cosa que dijiste o que hiciste. Pero el comportamiento es mucho más que una acción puntual y determinada, es una conducta de 20 años jugando.
34) Fuiste pareja de Zulemita Menem, la hija del entonces presidente argentino. Eso te puso cerca del poder.
Tres meses... cuatro.
35) ¿Pero llegaste en ese tiempo a olfatear el poder?
No, no. Yo además estaba en mi mundo, tenía 20 años, nos veíamos poco. Fue algo que se magnificó por la trascendencia que teníamos los dos personajes.
36) El fútbol también te acerca esas posibilidades.
Obvio. Si uno se encamina hacia la frivolidad la encuentra enseguida, porque además en la periferia del fútbol hay gente esperando eso y aprovecharse de la fama de los jugadores, absorberla. El jugador joven tiene la fantasía de que es un millonario en potencia y en realidad solo un puñado puede vivir del fútbol.
Foto: Analía Méndez |
"No comulgo con esta locura en que la prensa deambula entre el ganador y el perdedor y va inventando teorías para justificar una cosa o la otra" |
37) Da la impresión de que tenés una visión bastante crítica del fútbol como fenómeno social y económico.
Sí, sí, tengo una visión muy crítica. Creo que el fútbol lo permitió también a partir de que dejó entrar al poder, se desnaturalizó y ese costado empresarial le quitó las propiedades, la esencia del juego. Eso no me gusta porque lentamente se fue metiendo en la forma de percibir el fútbol por el aficionado. Sociedades que deberían ser sin fines de lucro y no es así, empresarios y dirigentes que han vaciado los clubes, jugadores que corren el eje, la gente que cree que ganar es algo que uno puede manejar con una perilla dentro de la cancha, los violentos... un montón de aristas del fútbol que no están buenas y a veces se condenan dos o tres cositas y no se atacan las raíces.
38) ¿Quiénes son tus candidatos para el Mundial?
Brasil, a Argentina le doy alguna carta si Messi está en óptimas condiciones, Alemania, España, Francia... creo que de ahí no sale. Por ahí en las rondas iniciales puede haber sorpresas, pero no creo que la definición salga de esos equipos.
39) ¿No fuiste entrenador por esa visión crítica que tenés del ambiente del fútbol?
Qué sé yo... encontré un lugar en el que me siento bien, tengo ciertas responsabilidades pero no estoy amenazado todo el tiempo, trato de no intoxicarme, me mantengo un poco al margen de toda la histeria con que se vive el fútbol. No comulgo con esta locura en que la prensa deambula entre el ganador y el perdedor y se va poniendo del lado que le conviene y va hasta inventando teorías para justificar una cosa o la otra y entonces el público también hace lo mismo.
40) ¿Hay algo en tu vida profesional que consideres un fracaso?
Muchas cosas. Me hubiera gustado terminar mis estudios... Igualmente, la palabra fracaso es muy rotunda. Me parece que en la vida, como en el fútbol, diariamente se gana y se pierde. Y eso también lo tenemos que aceptar. El éxito como un estado permanente no existe, y a veces depende de las circunstancias, ni siquiera de mí. Los reproches que me hago tienen que ver tal vez, aunque es algo imposible de dominar y no se puede volver atrás, con que me gustaría que cuando jugaba hubiera tenido la misma perspectiva que tengo hoy. Haber tenido a los 20 años la cabeza que tengo ahora. Pero claro, es una trampa... ¡a quién no!
Montevideo Portal / Gerardo Tagliaferro
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