Entre la resaca de las fiestas multitudinarias, un balneario lleno como hace años no se veía y la euforia por un nuevo año, la madrugada del 1º de enero en Punta del Este llegó también con una tragedia: Franco Toro, un argentino de 30 años, había desaparecido de la playa El Emir al intentar salvar a sus amigas.
De inmediato comenzó una búsqueda por mar, cielo y tierra, que culminó este domingo 5 de enero cuando el guardavidas Diego González divisó un cuerpo a 1.500 metros de la costa, en mar abierto.
El rastrillaje, que estuvo a cargo de la Prefectura Nacional y el cuerpo de guardavidas de Maldonado, tenía para los rescatistas una impronta personal: el joven había muerto por salvar otras vidas, la misma tarea que ellos realizan a diario.
“Era como encontrar a un hermano; hizo algo que nosotros hacemos y yo creo que todos nos lo tomamos personal”, dijo González, que trabaja como guardavidas desde hace 31 años en las playas de Maldonado, en diálogo con Montevideo Portal.
Un día antes, el 4 de enero, el guardavidas le había prometido a Gabriela, la madre de Toro, que iban a hallar a su hijo, mientras ella también lo buscaba caminando por la playa. “Yo tenía un presentimiento de que lo iba a encontrar”, afirmó.
Entonces, González le regaló a la madre del joven una remera del cuerpo de guardavidas de Maldonado. “Quería llevarle algo para que recordara a su hijo, que había hecho lo que nosotros hacemos todos los días, que es salvar vidas. Él salvó una vida y dio la de él a cambio, entonces, le di mi remera [a su madre]”, expresó.
Un día después, González encontró a Toro. El guardavidas había comenzado la búsqueda en moto de agua a las 10:00 horas y, por eso, pudo recorrer varias playas de Maldonado. Al volver a la Olla, próxima a El Emir, vio “algo” flotando a 100 metros de donde estaba. En una primera instancia, pensó que había visto un lobo marino muerto, pero se trataba de un cuerpo humano: el de Toro.
“Es un alivio increíble. Saber que esa madre va a poder despedir a su hijo es todo”, expresó el guardavidas. Por eso, González salió del agua “llorando” y “muy emocionado”.
“Yo estaba solo allá adentro, mis compañeros se metieron nadando”, narró. “Si no lo encontrábamos, se iba a ir muy adentro, no lo íbamos a ver más”, confesó. Por eso, de algún modo, el hecho de haber encontrado el cuerpo le da un “cierre” a la intensa búsqueda. “Les da tranquilidad a todos”, sostuvo el guardavidas.
El rastrillaje no fue sencillo: estuvo condicionado por el clima inclemente y un mar salvaje marcado durante los primeros días de enero con banderas rojas. Además, el argentino había intentado salvar a sus amigas en una de las zonas más “peligrosas” de Maldonado, señaló el prefecto de Punta del Este, Sebastián Sorribas.
Durante los últimos días, el cuerpo de guardavidas analizó “cómo bajar a las rocas, con el miedo de que quedara enganchado algún compañero o que pasara algo”. Pensaron en descender “atados” y con “cámaras”.
El viento también marcó un cambio en la búsqueda: primero, tiraba hacia la playa de El Emir, donde Toro se había metido, pero después cambió para el lado opuesto, lo que implicó contemplar el mar abierto.
“Si yo no lo veía, no lo veíamos más. Esa es la realidad”, afirmó González.
Más de 30 años en el mar
González llegó al cuerpo de guardavidas de Maldonado por “casualidad”. Tenía 19 años y su cuñado de aquel entonces ejercía la profesión. Él, que vivía cerca de la piscina del Campus, ya nadaba, pero nunca había pensado en que su vida podía transcurrir en el mar.
Un día se encontró con un amigo que le comentó sobre el curso para guardavidas, que comenzaba en una semana. Entonces practicó, nadó, se presentó y quedó.
Por esa decisión casual, González participó de un Mundial de Guardavidas en el 2000, viajó por el mundo y conoció España.
“Toda una vida en el mar. Fue por casualidad, no es que yo dije: ‘Quiero ser guardavidas’”, contó.
En 1996, González también rescató un cuerpo del mar. Se trataba de una persona que se había ahogado en Montevideo y había llegado al muelle de la parada 3 de la playa Mansa. También, a lo largo de su trabajo como guardavidas, brindó asistencia en 13 casos de paros cardíacos. “Tengo bastantes batallas”, contó.
Sin embargo, este 5 de enero no fue un día cualquiera. “Fueron emociones encontradas, porque estamos para salvar vidas. En este caso, que estábamos buscando a un cuerpo, yo que soy padre sé lo que es no tener a un hijo”, expresó el guardavidas, y sostuvo: “Fue en nuestra playa y teníamos que encontrarlo”.