Por The New York Times | Julia Jacobs

En una sala llena de cubículos, trabajadores con auriculares leen de las pantallas de sus computadoras a quienes marcaron un número 1-800. Tienen un guion.

“¿Sufrió usted o un ser querido abusos sexuales por parte de Sean ‘Love’ Combs, conocido como Diddy, Puff Daddy y P. Diddy?”.

“Si los abusos se produjeron en una fiesta, por favor indique el nombre de la fiesta. ¿Qué tipo de fiesta era?”.

Su empleador, Reciprocity Industries, es una empresa de servicios jurídicos situada en un edificio de un solo piso en Billings, Montana, a más de 3000 km de la cárcel de Brooklyn donde Combs espera el juicio por cargos federales de crimen organizado y tráfico sexual.

Durante años, la empresa ha contribuido a sembrar litigios al recibir denuncias de personas perjudicadas por catástrofes naturales, herbicidas o clérigos abusivos.

Ahora es el punto central de recolección de denuncias de agresión sexual contra Combs.

Algunas denuncias llegan por teléfono, otras por internet en respuesta a anuncios promocionados en Facebook e Instagram. (Una rueda de prensa en la que un telón de fondo mostraba la línea de atención telefónica con grandes números rojos fue noticia el pasado octubre).

Según la empresa, ha recibido unos 26.000 contactos. Ha considerado que cientos de quejas merecen ser revisadas. El principal abogado que se ocupa de estos casos, Tony Buzbee, un litigante de alto nivel de Houston, ya ha presentado casi 40 demandas contra Combs. Dice que vendrán más.

En sus escritos judiciales, quienes acusan a Combs describen terribles abusos. Quince demandantes afirman que los violó. Tres dicen que eran menores en aquel momento. Los relatos son a menudo similares: una copa en una fiesta, un aturdimiento inusual y una agresión sexual. Todos se presentaron inicialmente de forma anónima.

“La demandante ha experimentado un impacto significativo en su vida personal”, dijeron los abogados en una demanda que acusaba a Combs de agredir a una mujer en un hotel en 2014.

Los casos contra Combs, que niega haber agredido a nadie, equivalen a lo que se denomina una denuncia colectiva, en el que muchas personas, a menudo atraídas por la publicidad, presentan demandas contra un acusado común.

Esta creciente área del derecho ha sido durante mucho tiempo motivo de división.

Los abogados de los demandantes afirman que estos casos favorecen la justicia para quienes han sufrido a manos de personas o instituciones poderosas, como los antiguos Boy Scouts que sufrieron abusos sexuales. Pero los críticos dicen que las denuncias colectivas, y la publicidad que a menudo se les asocia, pueden dar lugar a demandas frívolas que se examinan al azar, y que el gran volumen de casos puede abrumar tanto al sistema judicial como a los equipos de defensa.

Pasarán meses, quizá años, antes de que los acuerdos, desestimaciones o veredictos resuelvan si Combs era un depredador en serie. Pero sus abogados ya están cuestionando la forma en que se han recopilado muchos de los casos.

“Hemos visto un volumen muy elevado de casos muy, muy dudosos”, dijo Mark Cuccaro, uno de los abogados de Combs, a un juez en una vista celebrada en enero.

Combs niega haber agredido sexualmente a nadie y se ha declarado inocente de los cargos penales. Sus abogados afirman que la avalancha de demandas no es prueba de culpabilidad, sino solo de que algunas personas intentarán alimentarse de los acuerdos económicos de una persona famosa acaudalada.

Uno de los casos se retiró el mes pasado después de que la demandante, quien dijo haber sido violada por Combs y el rapero Jay-Z cuando tenía 13 años, reconociera haber cometido errores en su relato en una entrevista con NBC News. Sus acusaciones precipitaron una polémica batalla legal en la que participaron investigadores privados y tribunales de varios estados.

En otro caso de Combs, se modificaron aspectos de la demanda de un hombre anónimo que acusaba a Combs de violación —incluido el año— después de que surgieran incoherencias en su entrevista con CNN.

Buzbee dijo que esas cuestiones no deberían afectar a los demás casos. “Siempre he dicho que cada caso vive o muere por sus propios méritos”, dijo en una entrevista.

El aumento de las denuncias colectivas relacionados con abusos sexuales se ha visto impulsado en parte por las leyes establecidas en la era #MeToo, que ampliaron las nuevas oportunidades para los demandantes que no presentaron demandas durante el plazo de prescripción típico.

Sin embargo, Reciprocity Industries no entró en el caso Combs porque se pusieran en contacto con la compañía personas que decían haber sufrido abusos, de acuerdo con Andrew Van Arsdale, abogado responsable de la empresa. Entró, dijo, tras observar que una antigua novia de Combs había presentado una demanda explosiva y que el magnate de la música había llegado a un acuerdo al día siguiente.

“Los depredadores no se lo hacen solo a una persona”, dijo Van Arsdale en una entrevista, “se lo hacen a mucha, mucha gente”.

En pocos días, dijo, su bufete había sacado su primer anuncio en las redes sociales preguntando a la gente por sus interacciones con Combs.

El auge de las denuncias colectivas

El panorama jurídico cambió radicalmente en 1977, cuando la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó que la prohibición de la publicidad de abogados violaba la Primera Enmienda. Pronto aparecieron rostros de abogados y testimonios en los periódicos y la televisión.

Las normas elaboradas por los tribunales y los colegios de abogados prohíben, en general, que los abogados llamen a los heridos, por ejemplo en un accidente de tráfico, para preguntarles si pueden representarlos. Pero está permitido anunciar los servicios de un abogado en un foro público y, en algunos casos, adaptar el mensaje a un grupo concreto de posibles demandantes. Las normas prohíben los anuncios falsos o engañosos.

Las medidas disciplinarias por infracciones son poco frecuentes, dicen los expertos, pero los órganos disciplinarios de los tribunales sí revisan los anuncios en respuesta a quejas.

Los defensores de la reforma de las denuncias colectivas, a menudo abogados que representan a empresas que se enfrentan a litigios, han pedido que se regule más el contenido de los anuncios y el papel de inversores terceros que ayudan a financiar algunas demandas con un gran número de demandantes.

El gasto en publicidad televisiva de denuncias colectivas ha alcanzado una media de unos 190 millones de dólares al año en la última década, según X Ante, una empresa de análisis de datos. Pero las redes sociales se han convertido en la nueva frontera.

“Es mucho más fácil y rápido llegar a mucha más gente”, dijo Karen Barth Menzies, abogada que lleva trabajando en casos de denuncias colectivas desde la década de 1990.

A diferencia de las demandas colectivas, en las que un pequeño número de demandantes representa a un grupo más amplio de personas, a menudo con reclamaciones prácticamente idénticas, los casos de denuncias colectivas se presentan como muchas demandas individuales que suelen presentar reclamaciones similares, pero distintas en cuanto a los hechos, contra el mismo demandado.

Reciprocity, que Van Arsdale dirige junto con un amigo de la secundaria, ingeniero informático, en realidad no presenta demandas por denuncias colectivas. Les presta asistencia recopilando y evaluando las quejas y entregándolas a los bufetes de abogados que son sus clientes o a su propio bufete, que es una empresa aparte, para que litiguen.

Van Arsdale ha estado en el negocio de la publicidad jurídica desde 2006, y considera que toda su carrera está dedicada a conseguir que la gente tenga acceso al sistema judicial. Decidió hacerse abogado y se colegió en 2018. Poco después, le pidieron que se uniera a su primer caso de abusos sexuales, la denuncia colectiva en la que se acusaba a la organización de los Boy Scouts de no proteger a los niños.

Van Arsdale y sus colegas sacaron anuncios de televisión en busca de posibles demandantes. “Hicieron falta tres semanas de anuncios para conseguir el primer caso”, dijo. A medida que llegaban las llamadas y los casos, Van Arsdale contrató más personal. En la actualidad, Reciprocity cuenta con unos 70 empleados que atienden el teléfono las 24 horas del día, 7 días a la semana, y más de 30 para seguir desarrollando los posibles casos.

En el caso de Combs, tres clientes potenciales se apuntaron tras el primer anuncio. “No fue tan grande como pensábamos que iba a ser”, dijo.

Entonces Combs fue imputado, y el bufete de Van Arsdale lanzó otra ronda de anuncios en las redes sociales.

“El mundo está viendo cómo se desarrolla el caso de P. Diddy”, decía uno de ellos, junto a una imagen generada por inteligencia artificial de Combs en la cárcel. “Si te han silenciado, ahora es el momento de encontrar tu voz”.

Los contactos empezaron a llegar mucho más rápidamente.

Una semana después, dijo Van Arsdale, Buzbee se puso en contacto. Años antes, dijo, Reciprocity había ayudado a Buzbee con publicidad en otro caso de denuncias colectivas.

Buzbee, un abogado muy determinado, desarrolló su carrera presentando demandas en nombre de los trabajadores del petróleo y el gas, y consiguió veredictos sorprendentes. Más recientemente, consiguió acuerdos para más de dos decenas de mujeres que acusaron al jugador de fútbol americano Deshaun Watson de conducta sexual inapropiada en citas de masajes.

“Empezamos a hablar de Diddy”, recuerda Van Arsdale de su conversación de septiembre. “Dije: ‘Bueno, tenemos algunos casos; creo que esto es real’. Él dijo: ‘Bueno, vamos, me encantaría trabajar en ellos’”.

Su perfil es grande, como Texas

Se necesita tomar tres ascensores para llegar al despacho penthouse de Buzbee, en la planta 75 del edificio más alto de Texas. Dentro, los tiburones son el tema de la decoración: una escultura plateada de uno, manijas de puerta con forma de tiburón y un tatuaje de tiburón en el antebrazo derecho de Buzbee.

En Houston, donde contendió para alcalde en 2019, Buzbee es una figura muy conocida, en gran parte por su trabajo, pero también por su inclinación hacia el espectáculo.

Excapitán de los Marines, Buzbee causó revuelo en 2017 al estacionar un tanque de la época de la Segunda Guerra Mundial frente a su casa en la ciudad. En su rancho del noreste de Texas, tiene cientos de animales, entre ellos cebras y camellos que llaman la atención de los conductores que pasan. Entre sus clientes se encuentra el exgobernador Rick Perry, quien fue su padrino de boda hace varios años.

Cuando se produce una catástrofe, Buzbee suele entrar en el combate legal. Presentó demandas tras el huracán Harvey, después de una estampida mortal en el festival Astroworld de Travis Scott y tras la implosión fatal del sumergible Titan, en la que representa a la familia de Paul-Henri Nargeolet, experto marítimo que murió en la catástrofe.

“Recibo muchas llamadas de personas que han trabajado sus casos hasta un punto en el que necesitan que alguien venga a hacer los juicios, como si no pudieran hacer esa parte”, dijo. “Y esa es la parte que yo hago mejor”.

Sus colegas describen a Buzbee como un litigante implacable que, como hombre de negocios, puede elegir aceptar solo los casos en los que cree. “Tony puede decir ‘no’ cuando quiera”, dijo Chad Pinkerton, quien una vez trabajó en el bufete de Buzbee.

Seis días después de que Buzbee y Van Arsdale acordaran trabajar juntos en los casos de Combs, celebraron una rueda de prensa en la que Buzbee anunció que tenían 120 clientes que pretendían demandar al magnate de la música, hablando delante del cartel con el número 1-800 de Reciprocity. “El mayor secreto de la industria del entretenimiento, que en realidad no era ningún secreto, por fin se ha revelado al mundo”, dijo Buzbee a los que estaban ahí reunidos.

En 24 horas, la línea directa recibió unas 12.000 llamadas. “Ha colapsado nuestros sistemas”, dijo Van Arsdale.

Los abogados de Combs han calificado la conferencia de prensa de “truco publicitario” y a Buzbee de “abogado de 1-800”.

“Sean Combs nunca ha agredido sexualmente a nadie ni ha traficado con nadie, ni a hombres ni a mujeres, ni a adultos ni a menores”, dijeron en un comunicado. “Ningún número de demandas, acusaciones sensacionalistas o teatro mediático cambiará esa realidad”.

En Montana, en el centro de atención

Las quejas sobre Sean Combs a Reciprocity Industries suelen empezar con llamadas a la sala llena de cubículos, conocida como “el piso”. A partir de ahí, pasan por un sistema que, según Van Arsdale, filtra las reclamaciones falsas.

“Va a haber estafadores, ¿verdad?”, dijo en una entrevista. “Va a haber charlatanes y eso forma parte de ello, ¿verdad? Pero hay que contar con los procesos y procedimientos adecuados para intentar acabar con ellos”.

El cuestionario de una llamada es revisado por un segundo empleado, quien decide si lo pasa a “asistencia de litigios”. Allí, los empleados recopilan más información y comprueban si un informe es coherente, dijo Van Arsdale.

Las personas que responden a los anuncios de las redes sociales en internet reciben llamadas de agentes que les guían a través del cuestionario. Algunos contactos han llegado a través de un bufete de abogados de Arizona que está detrás de un sitio web que insta a los usuarios a “ver si reúnes los requisitos” para unirse al litigio contra Combs. Van Arsdale dijo que el bufete recibe una comisión por las demandas que prosperan.

Las demandas que pasan el proceso de depuración son enviadas al bufete de Van Arsdale, situado a unos 15 minutos en coche. Allí, los abogados buscan más corroboración, incluido el testimonio de testigos y expedientes policiales o médicos, dijo.

Todos los más de 26.000 contactos relacionados con los casos Combs están organizados en una base de datos. Más de 600 llegaron a considerarse casos potenciales, dijo Van Arsdale. Otros, dijo, resultaron ser a menudo de bromistas, o de personas que se veían a sí mismas como testigos o que habían llamado para quejarse de otra cosa.

Unos 200 expedientes se enviaron al bufete de Buzbee, quien dijo que cuenta con abogados y expolicías que siguen examinando las denuncias.

Como es habitual en los casos de denuncias colectivas, los abogados que se ocupan de las demandas de Combs cobrarán una parte del dinero que se conceda en un veredicto o acuerdo, normalmente el 40 por ciento, dijo Van Arsdale. Reciprocity cobra honorarios a los bufetes de abogados que la contratan, y utiliza esos ingresos para apoyar su labor de divulgación.

En el caso de los Boy Scouts, Van Arsdale y sus compañeros representan a unos 11.000 demandantes con relatos de abusos sexuales. Hace varios años, una de las aseguradoras de la institución, Century Indemnity Company, describió a Reciprocity en documentos judiciales como un “agregador de reclamaciones” y cuestionó su escrutinio de las reclamaciones, su uso de incentivos económicos y la exactitud de los anuncios que utilizaba.

Como prueba, presentó una declaración jurada de una antigua empleada de Reciprocity, quien dijo que le habían pagado bonificaciones semanales en función del número de reclamantes que inscribiera: para empezar, 200 dólares si inscribía a 20.

Los expertos afirman que el pago de tales incentivos es una zona ética gris, aunque no tenían conocimiento de ninguna prohibición específica.

Van Arsdale dijo que otros centros de atención telefónica utilizan incentivos, pero que él se deshizo de ellos en su empresa porque se habían convertido en una “distracción”.

“En ese entonces existía el mismo tipo de proceso de examinación rigurosa que tenemos y que existe hoy en día”, dijo.

Una acusadora se convierte en acusada

Según Van Arsdale, la mujer que acusó a Shawn Carter, conocido como Jay-Z, y a Combs de violarla cuando tenía 13 años, relató el suceso a Reciprocity por primera vez el otoño pasado tras responder a un anuncio de Facebook.

En su posterior demanda, describió cómo la llevaron a una fiesta después de los MTV Video Music Awards de 2000, donde le dieron una bebida, se sintió mareada y acabó en un dormitorio. Dijo que Combs y “celebridad A”, más tarde identificada en los documentos judiciales como Carter, se turnaron para agredirla allí.

Pero algunos detalles de su relato se develaron más tarde. Según la demanda, tras escapar de la casa, la adolescente corrió a una gasolinera, donde llamó a su padre para que la recogiera. Sin embargo, su padre, quien vivía en Rochester, Nueva York, a cinco horas en coche de Manhattan, dijo a NBC News que no recordaba tal viaje.

En la entrevista con NBC, la mujer había identificado a un músico con el que dijo haber hablado en la fiesta. Pero en realidad el músico había estado de gira esa noche por el Medio Oeste.

En una rueda de prensa, el abogado de Carter, Alex Spiro, dijo que la demanda era “una burla” del sistema judicial.

Carter acusó a Buzbee de intentar chantajearlo. Dijo que semanas antes, cuando el expediente judicial solo lo identificaba como “celebridad A”, el abogado le envió una carta sugiriéndole que resolvieran el asunto mediante una “mediación confidencial”.

Buzbee dijo que tales esfuerzos de mediación son práctica habitual e insistió en que la denuncia había sido examinada adecuadamente por sus abogados y un detective de policía jubilado. Calificó de “indignante” esperar que alguien que fue víctima de un delito cuando era menor tenga un “recuerdo perfecto” más de dos décadas después.

En febrero, Buzbee retiró la demanda de la mujer, pero la batalla judicial solo se ha agriado.

La semana pasada, Carter demandó a la mujer y a dos de sus abogados, Buzbee y David Fortney. En los documentos judiciales presentados por Carter, un investigador privado dijo que había visitado a la mujer en el porche de su casa en Alabama, donde dijo que la mujer admitió que su denuncia de violación contra Carter era falsa.

En cuanto a la examinación, los documentos judiciales presentados por los abogados de Carter afirman que una búsqueda en los registros públicos habría demostrado que la mujer tenía un “historial legalmente documentado de problemas de salud mental”.

Buzbee ha rebatido que su cliente se retractara y, en una reciente declaración jurada, la mujer dijo que mantenía su versión. Dijo que uno de los motivos por los que había decidido desestimar la demanda era que estaba “asustada por la reacción de Jay-Z y sus seguidores” y que le preocupaba que eventualmente tuviera que ser nombrada. En un correo electrónico, Buzbee declinó hacer comentarios sobre el estado mental de su cliente, diciendo que no tenía “nada que ver con su capacidad para declarar la verdad”.

La denuncia de Carter ha sido acogida por Combs, cuyos abogados dijeron que la demanda era “solo la primera de muchas que no se sostendrán en un tribunal”.

Pero las más de 50 demandas que acusan a Combs de abusos sexuales van más allá de las examinadas y presentadas por Buzbee. Más de una decena de otros abogados representan a clientes que dicen haber sido víctimas de Combs, y la mayoría de esos demandantes lo han hecho con sus propios nombres.

“Valida su propia historia el oír que no eran los únicos”, dijo Michelle Caiola, abogada que representa a dos de esos demandantes.

A finales del mes pasado, Buzbee presentó siete demandas más de demandantes anónimos que acusaban a Combs de abusos sexuales o violencia. Un hombre dijo que fue violado en una habitación de hotel cuando tenía 14 años.

Van Arsdale dijo que los anuncios sobre el caso Combs, tras haber seguido su curso, se han retirado, pero la línea de atención telefónica sigue recibiendo llamadas.

Más recientemente, el bufete hizo una campaña publicitaria dirigida a las personas que se sienten perjudicadas por tres hermanos que se han declarado inocentes de cargos de tráfico sexual en Nueva York.

“Si tú o un ser querido experimentaron en algún momento un comportamiento inapropiado por parte de Oren, Tal o Alon Alexander”, decía un anuncio de Instagram, “puedes tener derecho a una indemnización importante”.

Joe Coscarelli y Ben Sisario colaboraron con reportería. Kirsten Noyes colaboró con investigación.

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Julia Jacobs

es una reportera de arte y cultura que a menudo cubre temas legales para el Times. Más de Julia Jacobs

Joe Coscarelli y Ben Sisario colaboraron con reportería. Kirsten Noyes colaboró con investigación.