El juez Juan Manuel Giménez Vera, que este lunes resolvió absolver de responsabilidades en el homicidio de la adolescente Lola Chomnalez a Ángel Eduardo Moreira Martínez, alias “Cachila”, se apoya en la ausencia de elementos que prueben la presencia física del riverense en la zona del crimen.

“No existe duda en la decisión que se está adoptando, sino certeza. Certeza de la ausencia de pruebas que permitan concluir que Moreira Martínez es responsable de un delito de ‘encubrimiento’”, afirma Giménez Vera en su sentencia. Lo único que según el juez ubica al “Cachila” en el lugar donde mataron a Lola es parte de su propio relato, que después él mismo niega que sea veraz.

En el marco de esa falta de pruebas, Giménez Vera hace referencia en la sentencia a una pericia que se le hiciera al teléfono celular de Moreira, y la usa como indicio de que “Cachila” no estuvo en Valizas en diciembre de 2014.

Se trata de un oficio solicitado en abril de 2015 a la Unidad de Análisis de Hechos Complejos de la Jefatura de Policía de Montevideo. En el documento, que forma parte del expediente, se informa que el celular periciado no reveló actividad en Rocha en esas fechas. De acuerdo con el registro de Antel, el teléfono que supuestamente usaba Moreira en esa época reportó antena en Rivera el 26, 28, 29 y 31 de diciembre de 2014; el 27 y el 30 no figuran movimientos.

Sin embargo, los testimonios de varios familiares, recogidos durante la investigación, permiten poner en duda el valor de esa pericia.

Una familia, mil versiones

Si en algo coinciden quienes han analizado las declaraciones de Moreira es en su carácter contradictorio. En la misma línea, sus allegados aportan versiones contrapuestas sobre dónde se ubicaba el “Cachila” a fines de 2014, y también sobre si usaba teléfono móvil o no, y por qué.

Juan Pablo Da Silva Moreira, alias “Napoleón”, su hermano, cuando declaró el 8 de abril de 2015 dijo que el “Cachila” “no tenía celular”. “Primero tenía pero no lo tuvo más después. No sé si lo negoció o lo estragó. No sé qué pasó. Cuando él regresó a Rivera ya no tenía celular”, señaló. También dijo que en esa época “viajaba mucho” y “vendía estampitas para varios departamentos”. “Él vivía en Montevideo y ahí hacía los trayectos. Sé que recorrió las playas vendiendo”.

Otro de sus hermanos, Washington Da Silva Moreira, alias “Sapo”, dijo ese mismo día en el juzgado de Rivera: “Tenía un celular, que se lo había robado esa tal Noelia (una conocida de él con quien se había reencontrado en esas fechas). Después de que se lo robó no tuvo otro. Del sur vino con su celular porque él tenía contacto con los nenes de él; él tiene tres hijos. Me parece que el celular que usó después es el de su mujer, Ana Rodríguez, la madre de los hijos. El celular que según él le robó Noelia era el de Anita. Fue Ángel quien me dijo eso”.

Su expareja, Rodríguez, relató que en 2014 había tenido varios conflictos con él y que en más de una oportunidad se habían distanciado, “siempre por violencia” de parte de Moreira hacia ella. De acuerdo con su relato, el 5 de diciembre de ese año ella llegó a Rivera luego de una separación, y “Ángel ya no tenía celular”. “Es decir, tenía pero estaba roto; yo se lo tiré en el agua. No me acuerdo del número. Su madre le dio uno, que era viejo pero le tenía que comprar una batería”.

A fines de diciembre de ese año se volvieron a separar y ella se fue a Montevideo. Desde el 18 de ese mes y durante dos meses, dijo, no lo volvió a ver. En febrero, cuando volvió a Rivera, lo vio “raro”: “No habla; antes conversaba conmigo, salíamos, ahora no quiere salir; se queda pensativo, raro”.

En su declaración, Rodríguez mencionó a Noelia, quien según dijo fue pareja del “Cachila” durante el tiempo que ella no estuvo en Rivera. “Ella le robó el celular a Ángel. Cuando vine, él ya no tenía celular”.

Luego se le tomó testimonio a la madre del “Cachila”, Laura Graciela Moreira Martínez, quien recordó que en diciembre, estando su nuera y nietos en Montevideo, un temporal azotó varias casas de Rivera, inclusive la de su hijo. Después dijo: “Ángel pasó las fiestas en Montevideo”, pero luego lo matizó: “Supongo que estaba en Montevideo, no tengo seguridad porque no hablé con él en las fiestas debido a que me habían robado el celular”. Agregó que el “Cachila” regresó a Rivera el 18 de enero y que hasta ese día no tuvo contacto con él.

Y dijo algo más: “Ángel no tiene celular. Tenía uno pero lo vendió cuando fue a Montevideo, no sé cuándo. No sé el número de ese celular”.

Después surgen más contradicciones. Una tía de Ana Rodríguez, prima de su padre, declaró que había pasado las fiestas (Navidad y Año Nuevo) con ella y los hijos de ella, en Rivera. “A Eduardo no lo vi en esas fechas. Ana y los niños no lo vieron en las fiestas”, dijo, y agregó: “La última llamada en diciembre nos dijo la cuñada que él había vendido el celular para venir detrás de nosotros”.

Liliana Mabel Hungari Martínez, tía de Moreira por parte de madre, dijo que aquel diciembre el Cachila vivió en su casa en Barros Blancos, en Canelones al límite con Montevideo, hasta el 15 de ese mes. Después de esa fecha, dijo, alquilaron una casa cerca de la suya. “Ellos el 24 y el 25 de diciembre pasaron en mi casa. Se pelearon, y el 27 de diciembre se fueron para Rivera”, aseguró. También dijo que se fue primero ella y después él, y que su sobrino le vendió un televisor para poder viajar.

Él, en tanto, afirmó más de una vez que estuvo en Valizas a fines de diciembre, aunque también se desdijo. Cuando le preguntaron dónde había pasado fin de año, respondió que en Montevideo con su esposa. Y también mencionó que estuvo “dos o tres semanas” en Barros Blancos, aunque no precisó fechas.

Ninguno de los familiares interrogados durante la investigación pudo precisar dónde se encontraba Moreira el 28 de diciembre, la fecha en que Lola Chomnalez fue asesinada. Los testimonios recabados y que figuran en el expediente permitieron a los investigadores concluir en su momento que entre el 23 de diciembre y el 10 de enero no había estado en Rivera.

La pericia de la controversia

La mención de la pericia del celular de Moreira como parte de los argumentos para poner en duda su presencia en Valizas sorprendió a la defensa de la familia Chomnalez. En diálogo con Montevideo Portal, el abogado Juan Raúl Williman planteó: “¿Cómo perician un celular ahora? Es raro que se pueda hacer siete años después. ¿No cambió de teléfono?”, se preguntó.

En realidad, el abogado no recordaba tal pericia porque en el transcurso de la investigación no se le asignó demasiada importancia.

Por eso, cuando este miércoles la fiscal Jéssica Pereira anunció que apelaría la absolución del Cachila, dijo que no tuvo en cuenta las pericias que se hicieron en el teléfono porque esa prueba, “que es básicamente la localización de antenas”, no era suficiente para entender que el acusado no estaba en el lugar del crimen. “No era mérito suficiente para entender que Moreira no estaba en Rocha porque había otras probanzas que, se entendía, tenían otro peso por sobre un celular que perfectamente puede no estarlo usando en ese momento”, indicó.

Montevideo Portal consultó al respecto al juez Giménez Vera, que respondió: “No se hizo pericia porque le habían roto el celular”.

Lo que se hizo, sí, fue que “la Policía consultó a la suministradora del servicio, por antena, y se buscó dónde estaba el celular”, precisó Giménez Vera, que dijo recordar bien las palabras escogidas por Moreira en abril de 2015 para referirse a su teléfono: “Me lo rompió mi señora esposa, me lo estragó por celos”.

El verbo estragar, propio del vocabulario de la frontera, quedó grabado en la memoria del juez. De todas maneras, citó aquel relevamiento de las antenas como parte de los puntos argumentales para la absolución.

A su juicio, lo relativo al celular de Moreira no es el elemento central del asunto. Se excusó de repasar los testimonios de sus familiares, que reconoció no recordar en detalle, y en ese sentido insistió: “El único que se ubica en la escena es él. Nadie dijo haberlo visto”.

Otras pruebas y más controversias

Tras la sentencia, la defensa de la familia también hizo énfasis en que Giménez Vera no tuvo en cuenta la pericia semiológica que se le hiciera al Cachila a solicitud del entonces fiscal Jorge Vaz. Sobre esto, el juez expuso en su dictamen por qué considera que la misma carece de valor, y en diálogo con Montevideo Portal agregó que él “no la hubiera pedido”.

Juez Juan Manuel Giménez Vera. Foto: frame de video de Canal Once de Punta del Este

“En la pericia semiológica, mayoritariamente, Moreira dice que no la conoce (a Lola). La semióloga dice que oculta la verdad. Pero la norma dice que el indagado puede no contestar, puede no decir la verdad, y puede contestar lo que quiere”, explicó, y agregó: “La pericia semiológica no tiene sentido en un indagado. No puedo periciar la declaración del indagado porque estoy obligado a respetar su derecho a no decir la verdad; si no, estoy vulnerando sus derechos”.

También consideró que darle trascendencia a la pericia semiológica sería como “desplazar responsabilidad” a la especialista que la hizo. “Esto se llama valoración de prueba y lo debe hacer el juez”, enfatizó.

En ese sentido, Giménez Vera opinó que “hay que valorar todo”, y no solo lo que apunta a la responsabilidad del Cachila en el crimen. Como ejemplo mencionó el momento en el que Moreira afirma que Lola estaba “a dos metros del agua”, cuando en realidad el sitio donde apareció su cadáver es bastante más lejos de la orilla. “¿Eso es mentira? ¿Es un invento? No lo sé. Lo que sé es que a mí no me da certezas”.

En la misma línea, relativizó ciertos datos que Moreira aportó sobre Lola en la indagatoria. “Qué le mostraron a él de la carpeta científica, qué acceso tuvo, no sé”, deslizó.

Giménez Vera admitió que no sabe por qué Moreira dijo varias veces que sí había conocido a Lola, que había estado con ella y que había corroborado que no tenía pulso, entre otras cosas. Sin embargo, se refirió a los dichos -también recurrentes- en los que apuntó que la Policía lo presionaba, y lamentó que esa acusación no se haya investigado en su momento. “Tendría que haberse formado otro expediente”, advirtió.

Finalmente, consideró que el cambio de carátula que hizo la fiscal Pereira, que en diciembre resolvió acusar a Moreira por encubrimiento y no por coautoría de homicidio, como hiciera Jorge Vaz en 2019, “ya lo saca de la escena” y “dice que es mentira” todo el relato del “Cachila” sobre cómo murió Lola. “Vaz sí lo ubica en la escena, antes, durante y después. Si Pereira hubiera seguido esto, yo tendría que haber resuelto si Moreira la había matado o no”, indicó.

En relación con el encubrimiento, concluyó que “de eso no hay prueba”. El recientemente imputado por homicidio, David Sena, dijo no conocer a Moreira más que “por la tele”, por lo cual el juez entiende que no se puede configurar tal delito.

Aunque lamentó no haber podido contrastar la declaración de Sena con otros medios de prueba, el juez recordó que tenía que resolverlo porque los plazos lo apremiaban.

“Yo no puedo esperar in eternum. Tenía 90 días. Le puse la llave” a la investigación, concluyó. En tanto, aún continúan las diligencias probatorias respecto a la participación de Sena en el homicidio.