Por The New York Times | Matthew Rosenberg y Carol Rosenberg
Hace casi un año, cuando el prestigio político de Ron DeSantis iba en ascenso, un antiguo detenido de la prisión de la bahía de Guantánamo hizo una acusación sorprendente: antes de convertirse en gobernador de Florida, cuando era un joven abogado de la Marina, DeSantis participó en la alimentación forzada de un prisionero que estaba en huelga de hambre en esa infame prisión estadounidense, además de que rio mientras lo hacía.
El detenido, Mansoor Adayfi, relató que lo habían atado a una silla y lloró y gritó sin parar mientras le insertaban tubos en la garganta y vertían varios recipientes del suplemento alimenticio Ensure en su estómago.
Adayfi añadió que, cuando iba terminando su calvario, DeSantis se le acercó y “me dijo: ‘Deberías comer’. Vomité en su cara. Literalmente en su cara”.
Adayfi contó su historia en un pódcast de ideología de izquierda, luego en la revista Harper’s y una vez más en varias noticias de los medios convencionales. Encontró a otros antiguos detenidos que también decían recordar a DeSantis y su crueldad. Estas historias se propagaron con rapidez por el ecosistema de los medios liberales hasta aparecer en trabajos de investigación de la oposición demócrata y fusionarse con una narrativa que presentaba al candidato presidencial republicano como partícipe en acciones de tortura.
No obstante, una revisión de registros militares y entrevistas con los abogados de algunos detenidos y miembros de las Fuerzas Armadas que desempeñaron funciones al mismo tiempo que DeSantis no reveló ninguna prueba para respaldar esas acusaciones. The New York Times entrevistó a más de 40 personas que trabajaron con DeSantis o aproximadamente al mismo tiempo que él y ninguna de ellas recordó haber visto o siquiera escuchado acerca de algún episodio como los descritos por Adayfi.
Más bien, casi todos los entrevistados consideraron que el relato era de lo más improbable. DeSantis era un subalterno que solo visitó el lugar por periodos breves y se dedicó a actividades que eran “tareas molestas”, según otro abogado que también las realizaba. Por ningún motivo habría atestiguado una situación en que se obligara a recibir alimentación a nadie ni habría tenido autoridad suficiente para autorizar algo así, según el oficial que supervisó a DeSantis en Guantánamo. Incluso los abogados de mayor jerarquía no podían estar cerca cuando se forzaba a alguien a alimentarse, según el comandante de los guardias de la prisión en esa época.
“Sencillamente era de muy bajo rango, le faltaba mucha experiencia y era muy novato para haber desempeñado un papel de importancia”, explicó Morris D. Davis, coronel retirado de la Fuerza Aérea que fungió como fiscal jefe en casos de Guantánamo el año que DeSantis visitó la prisión.
Adayfi, a través de su abogado, se negó a hacer comentarios.
Cuando algunos reporteros le hicieron preguntas al respecto, DeSantis negó en dos ocasiones las acusaciones. Pero el candidato, que está orgulloso de su postura de desdeño hacia los “medios corporativos”, se ha negado a hacer entrevistas sobre su desempeño en la base y su campaña no planea dar a conocer registros, incluidas fechas de su viaje, que podrían contradecir directamente la acusación. Los registros de personal del gobernador se han censurado con el propósito de ocultar información detallada.
Este tipo de secreto forma parte integral de Guantánamo, donde incluso la información rutinaria se le ha ocultado al público desde hace años. Pero las acusaciones de Adayfi resaltan el hecho de que una generación de secretos en el aislado centro de detención de la isla, sumada a un clima de lo más partidista en los medios, puede propiciar que circulen acusaciones engañosas sin ninguna verificación.
Tareas molestas
DeSantis llegó a la base en 2006, una época turbulenta en la prisión. El año arrancó con huelgas de hambre en protesta por las condiciones. En junio, se descubrió a tres detenidos sin vida colgados en su celda. Tres meses después, la CIA entregó a los hombres acusados de planear los ataques del 11 de septiembre de 2001 a una prisión secreta de la base.
DeSantis, que cumplió 28 años en septiembre de ese año, era teniente en el Cuerpo del Auditor General de Guerra, un puesto equivalente al de un asociado de primer año en un despacho jurídico. Junto con muchos otros abogados, pasó ahí periodos de una y dos semanas, como parte de un programa cuyo objetivo era darles la primera experiencia cercana de una operación militar compleja.
El programa se consideraba como “turismo para adquirir cierta experiencia militar” y por lo regular consistía en sacar copias, cotejar carpetas y responsabilidades administrativas, según un abogado de la Marina que estuvo ahí aproximadamente al mismo tiempo. Otro abogado asignado al programa describió su trabajo como “mensajeros ensalzados”. El Times se puso en contacto con más de 20 abogados que desempeñaron labores en la época en que DeSantis viajaba entre Guantánamo y la Estación Naval de Mayport en Jacksonville, Florida, donde estaba asignado. La mayoría habló con la condición de mantenerse en el anonimato, porque todavía trabajan para el gobierno y no están autorizados para hablar con los medios o porque no quieren ninguna asociación pública con la prisión.
Solo el capitán Patrick McCarthy, oficial retirado de la Marina que en esa época era el abogado de mayor rango en la base, conocía las responsabilidades específicas asignadas a DeSantis en el lugar. McCarthy indicó que DeSantis realizó “varias” visitas. Explicó que su interacción con los detenidos se limitaba a tareas separadas, como confirmar que un detenido no quería ver a su abogado defensor.
“Ron DeSantis nunca podría haber visto la alimentación por sonda de los detenidos ni participado en el proceso de alimentación enteral”, afirmó McCarthy con respecto a las maniobras para alimentar a la fuerza a los detenidos. “Tampoco podría haber visto ni participado en ningún maltrato a los detenidos”.
Ni siquiera los abogados de mayor jerarquía, en general, estaban presentes cuando se forzaba a los detenidos a recibir alimentación, pues personal médico se encargaba del proceso. “De ningún modo en absoluto podría haber ocurrido algo así”, aseveró el coronel Mike Bumgarner, que ya se retiró del Ejército y supervisaba a los guardias de la prisión en esa época. “Nunca habrían permitido que un abogado estuviera ahí”. Surgen acusaciones En el otoño de 2022, Mike Prysner, antiguo soldado y activista de izquierda que tiene un pódcast contra las guerras llamado “Eyes Left”, decidió investigar el expediente militar del gobernador, a quien consideraba “un tipo un tanto malo”, señaló.
Pronto encontró un tuit, que con posterioridad fue borrado, en el que Adayfi hacía sus acusaciones después de reconocer a DeSantis en las noticias, aseveró Prysner.
Cuando Adayfi relató su historia en el pódcast, indicó que DeSantis fue primero a preguntarles a los prisioneros si habían recibido un trato humano y luego rio cuando los alimentaron a la fuerza y los golpearon.
“Fue una de las personas que supervisaron la tortura, los abusos, las palizas. Todo el tiempo en Guantánamo”, afirmó Adayfi. “Les digo a los estadounidenses que este tipo es un torturador. Es un delincuente”.
Adayfi también intentó encontrar a otros detenidos que pudieran ubicar a DeSantis en Guantánamo. Compartió una fotografía del gobernador en un grupo de chat de WhatsApp con otros detenidos.
“Todos respondieron con frases como: ‘Odio a ese tipo’”, afirmó Prysner, que vio imágenes de los mensajes. “Así se percataron de que DeSantis era un personaje importante en esto”.
Fragmentos del pódcast se volvieron a publicar en el número de marzo de la revista Harper’s. Varias semanas después, las acusaciones de Adayfi aparecieron en artículos del Miami Herald y luego, del Washington Post. Ambas noticias aclaraban que las acusaciones no se habían verificado.
También incluyeron el relato de otro detenido más, Abdul Ahmed Aziz, que había visto la fotografía del gobernador en el grupo de WhatsApp, según Prysner.
Aziz no respondió a varias solicitudes de comentarios.
En sus relatos, Aziz no relacionó a DeSantis con la alimentación forzada. Afirmó que el joven teniente era uno de los investigadores que se presentaron en la prisión la noche en que murieron tres detenidos, en junio de 2006. Esa coincidencia propició teorías sobre la participación de DeSantis en un informe sobre las muertes, que algunos consideran que el Ejército no ha explicado de manera adecuada.
Los registros militares censurados de DeSantis no indican si estaba ahí esa noche. Pero un abogado militar que viajaba entre Florida y la base en esa época dijo estar seguro de que DeSantis no estaba ahí. McCarthy concordó, aunque mencionó que DeSantis “quizá haya participado en actividades relacionadas con la investigación de seguimiento, que duró meses”.
Algo que sí revelaron los registros es que DeSantis pasó tan poco tiempo en el centro de detención que no le otorgaron una medalla que se les entregaba a los miembros de las Fuerzas Armadas que pasaban ahí 30 días consecutivos o más de dos meses en varias visitas durante el mismo año. Una fotografía proporcionada por la Marina estadounidense muestra el rostro de Ron DeSantis en su juventud, con el uniforme blanco de la Marina. (Marina de Guerra de Estados Unidos vía The New York Times). El centro de detención en la Estación Naval de Guantánamo, en la bahía de Guantánamo, Cuba, el 4 de octubre de 2007. (Todd Heisler/The New York Times).
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