Las autoridades del condado de Berks, en el estado estadounidense de Pensilvania descubrieron la identidad del cuerpo de un hombre que fue encontrado hace casi 50 años por excursionistas en un sendero de los montes Apalaches.
El hombre, que desde ese entonces se lo conoció como “Hombre del Pináculo”, apareció muerto dentro de una cueva una tarde de finales de enero de 1977.
Tenía ojos azules y vestía una chaqueta de gamuza marrón, pantalones azules y un anillo con una piedra azul, según lo describieron por ese entonces los expedicionistas que hallaron el cuerpo.
Aparte de esos pocos detalles, nadie sabía quién era, ni cómo terminó en esa cueva cerca de Pináculo, un pico de 300 metros en las montañas Blue Ridge en Albany Township.
Los equipos de rescate lo bajaron de la montaña y lo llevaron al Hospital de Reading para que lo identificaran, pero no tuvieron suerte. Pasaron los años y, a pesar del desarrollo tecnológico, la identidad del hombre permanecía como un misterio.
Sin embargo, recientemente, gracias a que un policía estatal encontró antiguos registros de huellas dactilares, se dio con la identidad del “Hombre del Pináculo”: se trataba de un hombre de 27 años llamado Nicolas Paul Grubb, según informó el medio The Philadelphia Inquirer.
“Volvió a buscarlas, desafió las suposiciones de que habíamos perdido las huellas dactilares. Encontró las huellas dactilares”, dijo George Holmes, forense adjunto jefe del condado de Berks, al Inquirer.
Una autopsia de 1977 determinó que Grubb murió de una sobredosis de barbitúricos en un aparente suicidio. Sin un nombre ni una familia a la que notificar, las autoridades lo enviaron a ser enterrado en el Campo Potter del condado de Berks, junto con los restos de otras personas que no fueron identificadas o no fueron reclamadas.
Después de su entierro, todo lo que tenía la policía para seguir era un boceto dibujado durante la autopsia, que representaba a un hombre con barba, y pelo largo y rizado.
En 2019, la Oficina del Forense cambió de táctica. El forense exhumó el cuerpo de Grubb, en un esfuerzo por comparar su ADN con el de hombres desaparecidos de Florida e Illinois. Ese esfuerzo fracasó. Un segundo intento, en 2023, también fracasó. Los huesos faciales de Grubb se habían deteriorado demasiado para hacer una aproximación facial forense, un proceso que crea la imagen de un rostro a partir de restos humanos no identificados.
El forense comenzó a considerar la posibilidad de volver a enterrar a Grubb. Pero a principios de este mes, un detective de casos sin resolver de la Policía Estatal de Pensilvania encontró la tarjeta de huellas dactilares original de la autopsia en los archivos de la policía estatal.
La envió a una base de datos de personas desaparecidas y no identificadas en Estados Unidos y un experto en huellas dactilares del FBI comparó las huellas de la autopsia con las de un detenido por un delito menor en Colorado en 1975. Ambas eran de Nicolas Paul Grubb.
De acuerdo con el Inquirer, Grubb nació en 1950 en el distrito londinense de Croydon, según los registros de nacimiento del Reino Unido, hijo de Paul y Aline Grubb. Su abuelo, Norman Percy Grubb, fue un destacado líder evangélico y misionero británico que trasladó a gran parte de su familia de Inglaterra a Fort Washington, Pensilvania, en la década de 1950 para dirigir la sede estadounidense de la Cruzada Mundial de Evangelización Internacional.
En algún momento, Nicolas Grubb y sus padres se unieron a sus parientes en Estados Unidos. Se sabe muy poco de su vida, pero un dato es que fue Guardia Nacional del Ejército de Pensilvania y fue dado de baja honorablemente en 1971.
Hoy en día solo quedan familiares lejanos, quienes recordaron que la desaparición de Nicolas era un misterio y una leyenda familiar.