El expresidente de la República José Mujica participó junto a su esposa, Lucía Topolansky —exsenadora y exvicepresidenta—, de una nueva Marcha del Silencio, en conmemoración y reclamos por las personas asesinadas o desparecidas durante la última dictadura militar (1973-1985).
En rueda de prensa, el expresidente, que este lunes está cumpliendo 90 años, habló de varios temas, incluida su salud.
“Es natural que con la edad que tengo tener problemitas de salud. Uno es consciente de que estamos en la despedida. No porque nos guste, sino porque es infalible. Es un destino común que nos espera y hemos vivido bastante. Tenemos que dar gracias a la vida de haber llegado a la edad que tengo, con la vida que he tenido”, reflexionó el líder histórico del Movimiento de Participación Popular (MPP).
Sobre la Marcha del Silencio en particular, la vigesimonovena que se hace en el país, Mujica valoró que la causa de los desaparecidos “se está llevando somáticamente por el sentir de las nuevas generaciones”.
Con respecto a la búsqueda de desaparecidos durante su presidencia, entre 2010 y 2015, el exmandatario dijo: “Siempre queda la sensación esa [de que se pudo hacer más] y de que faltó mucho. Un sentimiento de deuda. Nos quedan contradicciones, pero no tengo un sentimiento de rencor. Estoy muy viejo para tener rencor. Tengo el sentimiento de que la sociedad quiere saber la verdadera verdad. La verdadera justicia es la verdad. Eso es lo peor, porque es lo que queda enterrado. Es el derecho que tienen las familias a saber”, afirmó Mujica.
“Cuando nos muéramos todos”
Posteriormente, el dirigente recordó sus propios dichos de hace unos años, cuando dijo que “esto se va a terminar cuando desaparezcan todos”, pero reconoció su error.
Textualmente, el expresidente había declarado en su momento que “esto se va a acabar cuando nos muéramos todos”.
“Me equivoqué. Después anduve por España y encontré gente de nuevas generaciones revolviendo huesos sobre cosas que habían pasado hacía 60, 90 años antes de la guerra. Hay cosas que los seres humanos no olvidan más y se van metamorfoseando. Por eso heridas que conviene cicatrizarlas en una sociedad”, consideró.