"Roma ha crecido desde sus humildes comienzos y ahora está abrumada por su propia grandeza".
Tito Livio, historiador romano
Ninguna otra nación ofrece un espectáculo imperial como los EEUU, y la semana del 2 al 9 de febrero, con el Super Bowl, los Oscar, una elaborada y coreografiada en clave reality TV del discurso del Estado de la Unión (SOTU) y un juicio en el Senado, fue extraordinaria para cualquier estándar.
La escala global y el alcance de esta "auto dramatización" de miles de millones de dólares harían sonrojar a los antiguos romanos, sobre todo porque se encuentra en el contexto de una extravagancia electoral que ya lleva 10 mil millones de dólares gastados.
El nuevo "pan y circo" hipervinculado que se exhibió la semana pasada sintetiza brillantemente el triunfo de la ética imperial en los Estados Unidos del siglo XXI, donde una orgía de autocomplacencia es ahora una característica permanente del imperio.
Feb. 2 - El fútbol como patriotismo, la política como consumismo
El Super Bowl 2020, en una nación que gasta U$S 1.25 trillones anualmente en sus Fuerzas Armadas, y en el que los anuncios de televisión de 30 segundos cuestan de U$s 5 a 6 millones, estuvo caracterizado por su pompa militar para igualar la calibrada violencia marcial del juego en sí. Todo ese fandango de celebridades, con aviones de combate F-35 y F/A-18 Super Hornet volando por encima, es alimentado por el abrazo incuestionable del consumismo, empaquetado en el idioma de la cultura pop y el fetichismo de las celebridades.
¿Hubo algún ícono pop reverenciado que no tuviera su propio anuncio durante la producción de cuatro horas? Piensen en Bill Murray repitiendo su papel en El día de la marmota para vender jeeps.
El subtexto de esta escandalosa superproducción mediática radica en que su servicio transforma el consumo del espectáculo esponsorizado en la máxima expresión del patriotismo imperial. Observado por más de 101 millones de espectadores, la escala y la importancia psíquica de este falso espectáculo patriótico -de un deporte que produce 25 mil millones de dólares en ingresos anuales- son difíciles de exagerar.
Con la reducción de la ciudadanía al acto de votar en espectáculos electorales de consumo consumista, el Super Bowl puede ser una herramienta más efectiva para generar un sentido de unidad nacional, por fugaz que sea.
Feb. 4 - El reality show del Estado de la Unión (SOTU)
Tras el discurso del Estado de la Unión, a cargo del presidente Donald Trump, los principales medios de comunicación se llenaron de titulares como "El reality show se destapa en el Estado de la Unión de Trump" y "Trump agrega un toque de reality show al discurso". El SOTU de Trump fue diseñado para lanzar su candidatura a la reelección en 2020, al tocar todos los puntos de contacto emocionales para su base.
De un drogadicto afroamericano sin hogar en recuperación, convertido en constructor de viviendas económicas, a un agente hispano de Inmigración honrado por arrestar a delincuentes hispanos en la frontera entre Estados Unidos y México, y una joven madre y su hija de 2 años que sirven como símbolos de protesta contra el aborto tardío, Trump aprovechó al máximo su experiencia en televisión, pintando un vívido retrato de una América diversa y poderosa que se eleva por encima de cualquier otra nación en la tierra.
Aunque la audiencia disminuyó respecto a años anteriores, el show del Estado de la Unión, que se completó con una teatral rotura del papel del discurso por parte de "la actriz de reparto" Nancy Pelosi, atrajo a 34,2 millones de espectadores en horario estelar.
Feb. 5 - Rechazo al impeachment
El día después del discurso SOTU de Trump, el Senado de EE. UU votó en su juicio político, desestimando los cargos de abuso de poder y obstrucción de la justicia en línea con la disciplina partidaria. El juicio televisado atrajo a 14 millones de televidentes y generó titulares en todo el mundo.
Feb. 9 - El astuto abrazo del Oscar al imperio global
Si bien la ceremonia televisada de los Premios de la Academia no pudo igualar al Super Bowl, es la celebración anual más importante para una industria cinematográfica de EEUU que generó U$S 41.7 mil millones en ventas globales de taquilla en 2018.
Con la película surcoreana Parasite ganando cuatro Oscar y convirtiéndose en la primera película no hablada en inglés en ganar la mejor película, Hollywood estaba enviando un mensaje al mundo de que la comunidad de productores, actores y publicistas de la Academia, centrada en los Estados Unidos y frecuentemente criticada por su insularidad, ahora está abrazando vengativamente el globalismo.
La taquilla internacional de las películas de Hollywood ha superado el 61% de los ingresos totales desde 2017, y la industria cinematográfica de los EEUU sigue siendo la más dominante financieramente en el mundo. El advenimiento de la transmisión de películas por parte de compañías estadounidenses que producen sus propias películas, como Netflix, Amazon y Hulu, deja en claro que la globalización liderada por Estados Unidos continuará en esta nueva era online. Desde 2014, Netflix ha ganado 12 Globos de Oro de 75 nominaciones y 6 Oscars en 54 nominaciones.
Los Oscar de 2020 fueron una celebración de este impacto global dominante.
Defectum de Imperium
Si la historia sirve como guía, hasta 100 millones de ciudadanos estadounidenses con derecho a votar no lo harán en las elecciones presidenciales de 2020. Alexis de Tocqueville observó que en los Estados Unidos "la democracia depende de muchas cosas además de votar", pero estas estadísticas indican que la orgía nacional de gastos en espectáculos para consumo, que incluye $ 10 mil millones en el ciclo electoral de 2020, parece ser inversamente proporcional al compromiso ciudadano significativo.
El costo real de este espectáculo cultural y político permanente no se hará público. Como TS Eliot opinara célebremente en Los hombres huecos: "Así es como termina el mundo, no con un estallido sino con un gemido".
Por Michael Meurer. Publicado originalmente en Medium.