Dos veces dijo Darío Pérez (65) que ahora, en esta etapa de su vida y en el partido que lo vio crecer como militante, pretende disfrutar de la política. Antes, dice, la padeció. El “diputado rebelde” del Frente Amplio, que más de una vez protagonizó fuego amigo con sus correligionarios y se les plantó firme, gritando sus desobediencias y ninguneando esa cuestión de la disciplina partidaria, ahora volvió al Partido Nacional -donde se inició- y pretende, desde allí, sentirse más cómodo con la actividad política.
De profesión médica, el dirigente carolino comenzó siendo un púber a oponerse al status quo: en el liceo, en la universidad, y contra la dictadura. Estuvo un año preso, tras el golpe de Estado, y se pasó al Frente Amplio (FA). Se presentó como candidato a una banca por Maldonado sólo para complacer a quienes lo fueron a buscar y terminó llegando al Palacio Legislativo. Allí fue de hablar poco y recorrer mucho. Pero cuando hablaba, no le temblaba la voz para ponerse a discutir con sus compañeros. Hasta que éstos prefirieron más silenciarlo que ponerse a debatir con él. Entonces, tras pedir la renuncia de Raúl Sendic, no votar artículos de una ley de Presupuesto o una ley de financiamiento de los partidos políticos, terminó “clavándola en el ángulo” y se fue. Se pudrió, me dirá desde San Carlos.
La gente lo alejó del Parlamento, no renovó su banca, y se fue para su casa. Pero el bichito de la política le picó, el Partido Nacional lo sedujo y el hombre volvió a sus raíces. Por estos días Pérez se está reuniendo con grupos de vecinos de Maldonado para formar su propia agrupación, y aceptó la invitación del intendente Enrique Antía para dirigir un proyecto de atención a drogodependientes.
El dirigente rebelde ya no quiere sufrir la política, la quiere disfrutar.
"La verdad es que yo fui candidato a diputado, sin pensar en que sería electo. En ese momento, el Partido Socialista tenía 36% de intención de voto, y Asamblea Uruguay 19%. ¿Por qué elegí pasarme al FA? Deseos de cambiar"
-¿Cuál es su vocación: la medicina o la política?
-Las dos. Yo arranqué en política a los 13 años, y más o menos a esa edad decidí que seguiría Medicina. Yo tengo formación cristiana, y tuvimos catecismo con el cura Quintaba, un cura muy solidario. Su influjo sumado a la educación pública que tuve me llevó a pensar que tenía que servir, que ayudar. Y cura no quería ser, así que la que me quedaba para ayudar a la gente era la medicina. Y junto con eso se me despertó la pasión de la historia. Yo leía los libros de mi hermana y cuando llegué al liceo tenía un bagaje de conocimiento histórico importante, y me llevaba a preguntarme por qué ocurrían los hechos históricos, y de ahí a la política.
-¿Recuerda qué lo atrajo a la política, cuando comenzó a militar en el Partido Nacional en su departamento?
-Empecé en política en San Carlos, y junto con eso hacía militancia estudiantil, en la asociación de estudiantes del liceo de San Carlos. Éramos producto de una época y en mi barra hablábamos mucho de política. Hablábamos de muchos temas existenciales, pero también de política, y todos teníamos opiniones diferentes (había de todos los partidos en mi barra, por suerte). Aparte era una época muy revulsiva, estamos hablando de que entré al liceo en el año 69. Recuerdo perfectamente el 27 de junio del 73, cuando el golpe de Estado. Estábamos devastados. Fuimos al liceo y había un jeep del Ejército en la puerta. Eso fue una conmoción para nosotros. Inmediatamente nos pusimos en la cuestión de la resistencia, así lo podríamos llamar.
-¿Fue preso en dictadura?
-A los 18 caí detenido, sí. Habíamos comenzado a hacer resistencia (volanteadas, pintadas, etcétera). Hace poco me encontré con quien yo había repartido volantes a esa edad, estando en el Partido Nacional, hablo de Luis Eduardo Pereira, el secretario de la Intendencia (de Maldonado). Y al año, como los dirigentes a los que yo había seguido en el departamento se habían quedado quietos, nosotros empezamos a participar de una cosa que se llamaba Grupo de Resistencia Antifascista, un movimiento que apareció solo en San Carlos y en Las Piedras. Eso me llevó a ser preso político y a estar un año detenido, y cinco con libertad vigilada. Cuando pasa eso, yo estaba más dedicado a estudiar, logré entrar a facultad y me dediqué mucho a estudiar, pero antes de la salida democrática empecé a participar de alguna coordinadora del Frente Amplio (FA) en Montevideo, en aquel momento era la de Euskal Erría.
Vino el Pacto del Club Naval, y yo estaba en contra del pacto. Por lo tanto, volví al Partido Nacional, en ese caso para acompañar a la Corriente Popular Nacionalista. Y cuando viene el tema de la Ley de Caducidad, ahí me fui del Partido Nacional, nuevamente. Yo era un militante, no era nadie conocido, excepto en mi pueblo.
-Con la llegada de la democracia, en 1985, se adhiere al FA y en 1994 obtiene una banca por Asamblea Uruguay. ¿Qué vio en el FA y particularmente en el sector liderado por Danilo Astori?
-En realidad, un par de viejos queridos que había en mi pueblo (el arquitecto Bonilla, Elbio Rodríguez, Quico Luzardo), gente referente del pueblo, vino a hablar conmigo porque yo ya era médico, tenía determinado tipo de acción social. Aparte de mi trabajo, yo trabajaba de forma honoraria en unas policlínicas, empezaba a ser conocido, y esos viejos queridos me dijeron que se estaba armando un grupo y querían que yo fuera candidato. “Pero miren que no les voy a dar mucho”, les dije. “No, no, queremos que tú seas el candidato”, y bueno, empecé a participar. Estaba muy verde, pero por esas cosas del destino Asamblea Uruguay tuvo una gran votación y salí electo diputado por Maldonado.
La verdad es que yo fui candidato, sin pensar en que sería electo. Según las encuestas, en ese momento, el Partido Socialista tenía 36% de intención de voto, y Asamblea Uruguay 19%. ¿Por qué elegí pasarme al FA? Deseos de cambiar.
-En diciembre de 2018 dejó al FA sin su mayoría parlamentaria en uno de los tantos proyectos de ley que no le convencían de su propia fuerza política, se acercó a un extremo de la sala y dijo: "La voy a clavar en el ángulo". ¿Por qué vio que dejar a su colectividad sin su voto era clavarla en el ángulo?
-Por vivencias. Te lo voy a decir en forma cruda: porque estaba podrido. Estaba podrido de que no me dieran bolilla, de que planteara las cosas y no las atendieran. Yo pateaba por todos lados, y trataba de tomarle el pulso a la calle, y veía que la cosa no venía bien, que había un distanciamiento con el pueblo, con la gente común y corriente. Veía que había soberbia al gobernar. Pero para peor: soberbia de cara a los compañeros. Tú les planteabas algo y parecía que lo planteaba el enemigo, y no un compañero. Entonces, empiezas a acumular… y yo tengo sangre en las venas. Llegado el momento, tú tienes que mandar señales.
Pasado el tiempo, te diría que pocas veces voté en contra y muchas veces me vine re caliente haciendo kilómetros pa’ atrás, por cosas en las que el sentido común decía que tenían que ir en un sentido, e iban en otro. En todo caso, eso fue una explosión, producto de la acumulación, como en todo envase donde se acumula la presión, y en determinado momento explota.
"Cuando veo a los cubanos en la calle, yo me siento solidario con ellos, porque a nosotros nos pasó lo mismo, y nos mataban a palos, nos torturaban por nuestras opiniones. ¿Cómo no vas a ser solidario con un pueblo que busca la libertad?"
-¿Le molestó mucho que sus entonces correligionarios no catalogaran al gobierno de Venezuela como dictadura?
-Sí, me molesta mucho, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de presos políticos que tuvimos. Porque el ser disidente, en cualquier parte del mundo, cuando tú peleas por la libertad, lo único que te puede generar es solidaridad. Yo cuando veo a los cubanos saliendo -salieron un poquito nada más- a la calle, yo me siento solidario con ellos, porque a nosotros nos pasó lo mismo, y nos mataban a palos, nos torturaban, encapuchaban y nos encanaban por nuestras opiniones. Y entonces cómo no vas a tener solidaridad con cualquier PUEBLO (hace énfasis en ésta palabra) que busca la libertad.
Entonces, cuando ves, por ejemplo, que el Partido Comunista (PCU) hoy en día, hace un par de meses atrás, mandaba un mensaje de solidaridad con el gobierno cubano, cuando gente del pueblo salió a reclamar por mejores condiciones de vida, realmente te subleva, te hace hervir la sangre. Cuando el FA festeja elecciones fraudulentas, como fueron las elecciones municipales en Venezuela, la festejan como algo maravilloso sabiendo que fueron fraguadas, amañadas, bueno… me subleva. A mi, por suerte, a los 65 todavía me siguen calentando las injusticias y me seguirán calentando hasta el día que me muera.
-No votó tres artículos de la Ley de Presupuesto en 2015, tampoco acompañó las reformas a la Caja Militar que pretendía el FA, ni votó una ley de financiación de partidos políticos, lo que lo alejó del Frente. ¿Cómo le caía el rótulo de "diputado rebelde"?
-Mira, el mundo no ha avanzado por los que bajan la cabeza, el mundo avanza cuando alguien rompe, es disruptivo. Los bueyes sirven para trabajar y para llevar el yugo, pero no se avanza siendo genuflexo, ni se cambia siendo genuflexo. Por lo menos, hay que confrontar y discutir. Eso no significa que uno se transforme en un enemigo por confrontar y discutir con alguien. Simplemente es un momento en que pueden salir mejores ideas, que si el pensamiento es autoritario y vertical. No me molesta que me hayan dicho rebelde, y en todo caso, he festejado la rebeldía, en general, como algo que bien canalizado es positivo.
-En pocas palabras, ¿qué cosas lo desencantaron del FA?
-Algunas cosas más que otras. Te tengo que explicar algo: yo tenía afecto por Raúl Sendic, por lo tanto, cuando dije que se debía retirar o dar un paso al costado, eso me costó, pero me parecía que desde el punto de vista ético, moral, y para la preservación de la fuerza política era lo mejor. Y porque creo que hay que ser coherente, y si tú declaras una cosa en tu vida política, después tienes que aguantar a lo Leandro Gómez. Si no existe coherencia, la gente descree de la política -que es una cosa maravillosa que le puede cambiar la vida a la gente, aunque la mayoría no tenga conciencia de eso-, me parece que ser decente, coherente, ayuda a preservar la acción política, y sobre todo el sistema que ha demostrado ser el mejor para los seres humanos, que es la democracia.
Imaginate tú que yo fui a entrar a un Plenario del Frente y me gritaban “¡traidor!” porque había pedido que Sendic diera un paso al costado. Y yo lo sentí como una puñalada, porque entonces quiere decir que si son tuyos, les podés admitir ciertas cosas, y si son ajenos, no. Pero si es de los tuyos, “bueno, ta”. Aprovecho a decirte que creo que Raúl Sendic fue el que pagó el pato, pero no era el único que tenía que ver con una cantidad de cosas que pasaron, y se las llevaron de arriba.
-¿Y más allá del caso Sendic?
-Esa soberbia… no tener en cuenta la opinión de los compañeros, por humildes que fueran, o por los pocos votos que pudiéramos tener nosotros. A veces yo pedía una entrevista a un ministro y nos la fijaban para dentro de tres meses, y lo que queríamos plantear eran problemas de la gente. Esa distancia entre los que estaban realmente cortaban el bacalao y los que andábamos trillando la calle. Eso me molestaba bastante.
"¿Volver a ocupar una banca en el Parlamento? Solo si sirve con fines políticos, no por algo personal, no por vanidad. Sí como instrumento de la acción política; es muy importante. Poder representar a un montón de gente es algo que te llena de orgullo"
-En noviembre de 2019 dejó de ocupar una banca en el Parlamento después de 25 años. ¿Qué extraña del Palacio Legislativo?
-La posibilidad de hacer evidente algunos problemas de la gente. No mucho más que eso…
-¿Le gustaría volver a ocupar una banca?
-Solo si sirve con fines políticos, no por algo personal, no por vanidad. Sí como instrumento de la acción política; es muy importante. Y te puedo decir que poder representar a un montón de gente es algo que te llena de orgullo.
-Ahora el gobierno discute una reforma de la Seguridad Social. Su voto fue clave para que el FA no modifique tan drásticamente la realidad del Servicio de Pensiones y Retiros de las Fuerzas Armadas, la mal llamada Caja Militar. ¿Qué cree que hay que hacer con eso? ¿No hay grandes injusticias con jubilaciones tan altas de los militares?
-Sí, pero existe una cosa que tienen que ver con derechos adquiridos. El tema del Servicio de Retiro es un tema muy complejo, y las modificaciones que yo pedí eran para el personal subalterno, o sea, los más pobres de todos los pobres. Me resultaba una incongruencia que matáramos al soldado cuando tú pretendías mejorare la vida de los más vulnerables. Y ahí, esa gente, que era la más pobre, iba -después de la reforma- a ser más pobre todavía, si después con las jubilaciones también ganaban poco. Es muy complejo el tema. En su momento lo estudié de arriba para abajo, y hay una especie de deshonestidad intelectual, porque en todo caso, se debería estudiar si el Uruguay necesita Fuerzas Armadas de este porte, o no las necesita. Capaz que esa es la discusión.
Pero además el Frente, todo lo que tenía que ver con las FFAA, lo agarró mal… puso la carreta delante de los bueyes. Lo primero que había que hacer era la Ley Orgánica Militar, que reducía u ordenaba, la pirámide de la oficialidad, que hoy es bastante ancha. Primero eso, porque iba a repercutir después en el Servicio de Retiro. Después venía la reforma y qué tipo de reforma, pero no se puede tratar el tema militar de la misma manera que se trata el resto de los activos entre los civiles. Me animaría a decirte que no se puede tratar a los activos en la reforma de la Seguridad Social, a todos, de la misma manera, porque no es lo mismo trabajar en la construcción que trabajar en una oficina, desde lo físico. Y te lo digo porque yo trabajé en la construcción. Todo debería tener un tratamiento diferencial.
-El que fuera su sector, la Liga Federal, hoy está liderado por el intendente salteño Andrés Lima. ¿Se sintió desplazado? ¿Lima representa la naturaleza que tuvo originalmente Liga Federal como sector?
-Desplazado no, porque el que decidió apartarse de la vida política en ese momento fui yo. No me siento desplazado. Y lo otro (piensa), no creo que tenga el mismo estilo ni la misma forma de cuando estaba yo. No quiere decir que sea ni peor ni mejor, pero no creo que se actúe de la misma manera.
"Lo de volver al Partido Nacional supongo que tiene que ver con volver a las raíces. Yo nunca negué que mis principales referentes pertenecen a la historia del PN, que son Oribe, Leandro Gómez, Aparicio Saravia, Lorenzo Carnelli"
-¿Por qué pasar al Partido Nacional? ¿Qué lo convenció?
-Primero te tendría que contar de un proceso interno que tuve, que tiene que ver con cómo te paras frente a la vida. Y si al caerte, te levantas o no te levantas. Primero pensé que iba a dejar totalmente la actividad política, pero en determinado momento se me volvió a despertar el bichito. Antes que eso yo me había dado cuenta que el pueblo frenteamplista en Maldonado me había desautorizado en mi accionar político, por lo tanto, yo no podía intentar representar una corriente de opinión dentro del FA. Yo me sentía desautorizado. Pero a su vez, sentía que yo había tenido una línea correcta, por tanto, había una incompatibilidad. Hice un duelo, me aparté, y había tomado esa decisión de apartarme de la vida política.
Pero después empezó en mi esa necesidad de participar, y de poder cambiar, aunque sea la vereda que tienes enfrente a tu casa. Lo de volver al Partido Nacional supongo que tiene que ver con volver a las raíces. Yo nunca negué que mis principales referentes pertenecen a la historia del Partido Nacional, que son (Manuel) Oribe, Leandro Gómez, Aparicio Saravia, Lorenzo Carnelli… Y en la historia del partido, principalmente en las tres primeras décadas del siglo XIX, y quizás en otros momentos del siglo XX, hubo una intención manifiesta de actuar a nivel social. Como me gusta la historia, te recuerdo el cuerpo de leyes presentado por (Luis Alberto de) Herrera, Carlos Roxlo y Quintana, que tienen que ver con un cuerpo de leyes laborales extraordinario para la época, que fue el germen de lo que hoy son los consejos de salarios. O las leyes que intentó llevar adelante Lorenzo Carnelli, que tienen que ver con las jubilaciones, y una impronta de acción social muy importante.
Mirando el panorama, pensé que capaz que el Partido Nacional esté necesitando una inyección de ese tipo, y junto con el afecto que tengo por su historia, bueno, terminé decidiendo participar en una fuerza política, pero arrancando desde cero con un sector. Yo no fui a golpear la puerta a ningún sector, estamos arrancando desde el piso.
-¿Cómo sería un sector nacionalista liderado por usted, todavía sin bautizar? ¿Qué características tendría?
-Todavía no tiene nombre, tengo un nombre en la cabeza, pero todavía no está definido. Y cuando voy a hablar con alguien para intentar hacer el camino juntos hay tres cosas que son importantes para nosotros: lo primero, la defensa de la libertad y la república, la justicia social también, porque los países que viven más felices son los que mejor justicia social tienen, y la defensa del medioambiente, porque es algo que me sale del corazón. Todo esto que te digo nace de la razón y el corazón. Si están de acuerdo con esas tres cosas, bueno, vamos juntos, vamos a empezar algo nuevo. Y a disfrutarlo, no a sufrirlo.
-En abril se supo que el intendente Enrique Antía le había ofrecido liderar un plan piloto para la prevención y tratamiento de personas adictas a las drogas. ¿Ya empezó a trabajar?
-Estoy teniendo un montón de reuniones preparatorias, de alguna manera haciendo un paneo y un diagnóstico de los cuellos de botella que tiene esa situación, esto en varias cosas, como en la prevención, tratamiento en (enfermos) agudos, la rehabilitación y la salida de esa situación. Por ahora, es una reunión atrás de la otra, en forma extraoficial, todavía no he sido nombrado oficialmente. Acepté el convite sí, pero se tienen que dar determinadas cosas. No me interesa el nombramiento en sí, sino qué se va a poder hacer.
"Me considero un hombre de izquierda, sí. No puedo abandonar lo que he hecho durante todos estos años, en cuanto a mis aspiraciones de cambiar la cuestión social"
-¿Se siente representado por este gobierno de Lacalle Pou?
-Tengo reconocimiento y respeto por Lacalle Pou, quizás producto del tiempo que pasé con él en el Parlamento. Eso se da, es una cuestión de piel, de simpatía natural. Le tocó, mientras transitaba la pandemia, tener que reordenar una cantidad de situaciones. Por algo el pueblo cambió. Porque había insatisfacciones, y cosas por reacomodar. En ese cambio de rumbo hay un porcentaje importante de cosas que comparto.
-¿Pero se sigue considerando un hombre de izquierda?
-No sé a qué se le puede llamar un hombre de izquierda. Sí sigo creyendo que el mundo necesita que el Estado participe de la vida de los ciudadanos, tratando de equilibrar los platillos de la balanza. El sistema económico que rige el mundo genera injusticias, y el Estado es el que tiene en sus manos la herramienta para mitigar esas injusticias que ocurren. Por lo tanto, sin que sea avasallante la presencia del Estado es absolutamente necesaria para ese equilibrio de los platillos de la balanza, porque el hombre en su estado natural, tiende a equilibrar riquezas. Es necesario que el Estado actúe para hacer que todos seamos más iguales.
-¿Pero no se considera de izquierda?
-(Piensa) Sí… No puedo abandonar lo que he hecho durante todos estos años, en cuanto a mis aspiraciones de cambiar la cuestión social.
-¿Cómo es eso de que ve "una ventana" para ser candidato a intendente de Maldonado, y suceder a Antía?
-Es una cuestión territorial, que está sucediendo en Maldonado. El intendente Antía, que tuvo una gran votación en la última elección, está cumpliendo su segundo mandato (consecutivo), por lo tanto, queda abierta la posibilidad para todos los que quieran tomar ese sillón. Pero antes del tema departamental está el tema nacional, y yo quiero trabajar en el tema nacional.
-¿Le gustaría ser intendente de Maldonado?
-Es un lugar donde puedes hacer muchas cosas, porque la Intendencia de Maldonado tiene recursos para cambiarle la vida a mucha gente. Eso no me cabe la menor duda.
-¿Y qué ha hecho para avanzar en la creación de su espacio político en el Partido Nacional?
-Estamos armando un sector nuevo, absolutamente nuevo. Es todo pueblo: puede que haya algún dirigente en la vuelta, pero es más a la vieja usanza, con pueblo, casa por casa. En algunas casas hay más gente, en otras hay uno solo. Pero es a la vieja usanza. Capaz que tenía la chance de sumarme a algunos de los grupos preexistentes (dentro del partido), pero no le podría dar el sentido y la dirección que le quiero dar a este grupo, que haya mucho énfasis en la defensa de la libertad y la cuestión social. Yo hablo como pueblo trabajador, sobre todo.
-¿De qué se arrepiente en su carrera política?
-Como siempre hice las cosas con buena intención y de corazón, capaz que en alguna me equivoqué, pero no siento arrepentimiento por nada. Ni le tengo reproches a nadie.
-¿Cómo pasa sus días hoy, ya jubilado de la medicina (tras 34 años) y algo orejano en la política, ahora intentando volver?
-Como tengo niños chicos, a pesar de mi edad, les doy mucha bolilla a mis hijos, estoy mucho tiempo con ellos, porque con los más grandes no lo pude hacer. Tengo una relación muy profunda con la tierra, con mis quintas, con mis animales, y aprovecho a hacer cosas que antes no pude hacer, como quedarme sentado debajo de un árbol a tomar mate, o salir a visitar amigos. Tengo una vida normal y austera.
-¿Es feliz?
-Se puede decir que estoy en un muy buen momento, disfrutando de todo lo que hago, y también de esta nueva actividad política, que antes me hizo sufrir tanto. Ahora, la estoy disfrutando.