Hace unos cuantos años, cuando todavía algún pelo resistía estoicamente en su cabeza los embates de la biología, Daniel Martínez esperaba un vuelo en el aeropuerto Charles de Gaulle, en París. Inició entonces, en francés, una de las conversaciones de apariencia intrascendente que surgen en esas circunstancias, con un señor de rasgos asiáticos que resultó ser funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Vietnam. Su país reanudaba por esos días relaciones con los Estados Unidos, cuando las cenizas de una guerra terrible todavía despedían calor, y aquel viajero latinoamericano y socialista le dijo entonces al vietnamita: "Qué fuerte debe ser para ustedes volver a negociar con Estados Unidos. Las cosas que hizo Estados Unidos en Vietnam... ustedes tienen seis millones de muertos". El hombre sonrío y respondió: "Sí, sin duda. No tenemos que olvidar a los millones de muertos, pero ante todo tenemos que pensar en los millones de vivos".

El día que me contó esta anécdota, Martínez era un funcionario del Estado uruguayo, presidente de ANCAP, y su nombre comenzaba a sonar como candidato a la Intendencia de Montevideo. Sin embargo, tres años después sufriría un duro revolcón en la compleja interna frentista cuando una alianza entre comunistas y MPP le impidió su postulación, pese a que para buena parte de los frenteamplistas era el candidato cantado. Aquella tarde, en su despacho de ANCAP, coronó el relato de su encuentro en el aeropuerto de París con una reflexión: "Ho Chi Min, el líder vietnamita, el hombre que derrotó a franceses, japoneses y americanos, dijo: 'no hay nada más revolucionario que la paciencia'. Yo lo que quiero es saber a dónde voy, eso implica ser pragmático y consecuente".

La cita a Ho Chi Min venía a cuento de los procesos sociales y la realidad de un joven gobierno de izquierda que se enfrentaba a las contradicciones entre teoría y práctica: el entonces presidente Tabaré Vázquez acababa de recibir con honores a George Bush, una de las peores caras del "imperialismo". Pero esa misma frase bien podría aplicarse a la peripecia personal de este ingeniero que a los 14 años escribía monografías sobre Lenin. Muchos pensaron que el golpe que Martínez recibió en la previa de las municipales de 2010 era de nocaut, pero los reflejos del militante le sirvieron de mucho: se armó de revolucionaria paciencia y, cinco años después, está a punto de convertirse -si las encuestadoras esta vez hicieron bien su trabajo- en intendente de Montevideo.

"El Pelado" llega a esta parada de su vida política con una historia peculiar. Nacido en un hogar sin angustias económicas, con una madre católica y conservadora, educado en colegios religiosos, se convirtió siendo un adolescente al marxismo "puro y duro", según su propia expresión. Fue secretario general de la Juventud Socialista, presidente de la Federación ANCAP y miembro del secretariado ejecutivo del PIT-CNT en los 80. Fue antes un militante clandestino para el que su Partido y la revolución eran la vida. Sin embargo, a principios de los 90 hizo un "clic": primero dejó la militancia sindical, después se fue de ANCAP y, sin abdicar de convicciones tatuadas en su espíritu, se convirtió en gerente y en empresario privado. El "puro y duro" dio paso al pragmático, que fue el que asumió en el primer gobierno de Tabaré Vázquez la presidencia del ente que lo había conocido como líder sindical. Más tarde fue ministro de Industria y senador.

En la recta final de una campaña bastante ríspida, escuchemos hablar sobre la Intendencia -poco- y sobre la vida y la militancia -bastante más- a este ex joven revolucionario que confiesa que los años le enseñaron el arte de ser paciente.


Por GERARDO TAGLIAFERRO
tagliaferro@montevideo.com.uy


1) Estamos a pocos días de la elección departamental y todas las encuestas te dan como favorito para ser electo intendente de Montevideo. ¿Qué significado tiene esa posibilidad en lo personal?
Y bueno... el poder concretar algo para lo que me he venido preparando. Y tengo ganas de afrontar el desafío. He recorrido Montevideo durante los últimos cinco años... también el Interior: he estado en 152 localidades del Interior, desde 200 habitantes hasta capitales departamentales. Y en algunas de ellas, Paysandú, Bella Unión, Salto, diez o doce veces. Y en Montevideo estuve en más de 300 lugares en estos cinco años. Y como hace dos años las encuestas me seguían dando como un candidato con expectativas de acceder a la Intendencia, decidí trabajar en lo programático, en un proceso de acumulación de información. Me entrevisté con directores de otras administraciones frenteamplistas, actuales, de empresas y sindicatos vinculados a los diferentes temas, en un diagnóstico 360 (grados) digamos y así empezar a formar opinión sobre algunas cuestiones.

2) En las recorridas por Montevideo de estos últimos meses ¿recibís muchas críticas a la gestión de la Intendencia en este último período?
Hay críticas, pero tampoco es una cosa que dé para cortarse las venas. Yo soy frenteamplista y defiendo al Frente Amplio, o por lo menos trato de explicar algunas cosas. Creo en la institucionalidad. Yo soy primero frenteamplista y después socialista, para mí el Frente está por encima de matices y discrepancias puntuales, es un proyecto de nación.

3) ¿A qué atribuís que, según se dice, haya mucha gente blanca y colorada que piensa votarte?
Eso hay que verlo. Cuidado, la vez pasada cuando no fui candidato, tenía según las encuestas que me llegaban, un 70 % de apoyo entre los frenteamplistas pero también un 10 % de ciudadanos de Montevideo que estaban dispuestos a votarme y habían votado antes a blancos y colorados. Si me preguntás por qué surgí como candidato entre la gente, no tengo idea. Lo que tengo claro es que nadie manijeó, fue un tema que apareció en octubre de 2009, cuando en las caravanas y en los banderazos la gente me gritaba: "Pepe presidente y después vos Pelado, intendente".

"En los banderazos (de 2009) la gente me gritaba: ‘Pepe presidente y después vos Pelado, intendente'"

4) ¿No hubo ninguna operación del Partido Socialista o de tu entorno en aquel momento para impulsar tu candidatura?
Había gente del Partido que pensaba eso, pero no... absolutamente. Es una cosa que yo no puedo explicar, pero pasó. Creo que la administración de Ehrlich objetivamente tuvo problemas de gestión y lo digo siendo Ehrlich uno de los tipos que más aprecio dentro de la izquierda, como político y como persona, pero bueno... el equipo no funcionó o no sé, pero lo concreto es que en ese momento había un 10 % de ciudadanos blancos y colorados que decían que votaban a Daniel Martínez a la intendencia. Y eso me pasaba a mí en la calle, todos los días.

5) ¿Y qué encontrás hoy en la calle?
En este caso encuentro dos tipos diferentes de gente. En los barrios, en las cooperativas, encuentro mucha gente que me dice "yo soy blanco wilsonista" o "soy colorado batllista", pero "no me siento representado por los candidatos de mi partido, mi candidato es usted". Por otro lado encuentro en otros niveles gente que me dice: "tal vez te vote para que no salga Lucía". Pero te diría que, en cantidad, pasa muchísimo más lo primero.

6) ¿Tenés definida una primera medida, de esas que generan impacto, en caso de ser electo?
No, así mágica no. Yo creo en el trabajo de largo plazo. Estoy trabajando por ejemplo en algunas cosas para mejorar el tránsito y el transporte público. Lo de fondo es diseñar un nuevo sistema que lo tenemos en la cabeza pero lo tenemos que llevar a la práctica interactuando con los actores. Eso no se hace de un día para otro, sí alguna medida de ordenamiento rápido. También el cambio de iluminación a led, pero es un cambio gradual, o empezar a trabajar en las plantas de preclasificación, las cuatro nuevas plazas de convivencia ciudadana...

7) ¿Está bien que la Intendencia de Montevideo haga publicidad de sus obras en este momento, a pocos días de la elección?
Yo qué sé... se ha hecho toda la vida. Recordemos la frase de Luis Lacalle Herrera: algo así como que "voy a desafilar las tijeras" pocos meses antes de las elecciones. Me acuerdo que algún hospital, creo que fue en Canelones o Las Piedras, se inauguró dos veces. Que una intendencia que se está yendo quiera mostrar sus realizaciones cuando hay gente que ha atacado vehementemente su gestión, está dentro de la lógica. Es una defensa institucional, no lo veo tan mal.

8) ¿Tenés un plus por haber sido sindicalista a la hora del relacionamiento con ADEOM?
Ah, creo que ayuda. Cuando yo era un feliz militante de base, ingeniero y empresario que hacía tecnología y mucho dinero todos los meses, y era delegado de la Coordinadora N (del Frente Amplio) recuerdo un conflicto de ADEOM en el que había gente que quería poco menos que prender fuego el sindicato. Y yo decía que había que bajar la pelota. Siempre defendí la independencia de los sindicatos, en ese momento decía: "no me gusta lo que hacen, creo que están equivocados pero tampoco demonicemos".

9) Como presidente de ANCAP tuviste algún encontronazo con la Federación.
En ANCAP empezamos teniendo problemas, quizás había diferentes expectativas. El sindicato, en tren de amistad, me llegó a cuestionar porque yo ponía en algunos lugares gerentes blancos y colorados. Y yo decía: "si son los mejores los voy a poner, no lo dudo". Después que hicimos una planificación estratégica con una consultora internacional, nombramos un equipo de gerentes de los cuales la inmensa mayoría tenía experiencia gerencial y estuvieron más de un año sin cobrar la diferencia de sueldo a la espera de que acreditaran su capacidad en base a estándares.


"En ANCAP el sindicato, en tren de amistad, me llegó a cuestionar porque yo ponía en algunos lugares gerentes blancos y colorados"

10) Hay alguna publicidad que te acusa de haber dado cargos a tus amigos sindicalistas.
No sé de dónde lo saca, esa persona lo único que hace es agredir, tiene una forma de hacer política muy agresiva (N. de R.: la publicidad es de Edgardo Novick). Hay un público muy chiquito que compra eso pero yo no he contestado. Lo que he dicho a los periodistas es "averigüen, pregúntenles a los blancos y los colorados a ver qué opinan". Por suerte no ha sido todo el mundo: Rachetti ha tenido una actitud bien diferente y Garcé en algunas cosas me parece que se dejó llevar por sus asesores pero en general no ha tenido ese nivel de agresividad.

11) ¿Recibiste, cuando fuiste presidente de ANCAP, cuestionamientos de tus viejos compañeros del sindicato? Cosas del estilo: "claro, ahora te pasaste al otro lado del mostrador".
No, no, en general tuve buena relación. Tuvimos algunas diferencias, la gente del sindicato creía que nosotros no queríamos defender la industria del portland por ejemplo y fueron un poco duros en algún momento. Hubo alguna reunión con cierta aspereza. Nos tragamos algunos sapos, en algún momento Raúl (Sendic) y Germán (Riet) querían patear la mesa y yo decía: "tenemos la responsabilidad del poder, tenemos que convencer de lo que estamos haciendo". Y fuimos generando un esquema que la Mesa Sindical Coordinadora de Entes ponía como ejemplo de negociación. El sindicato participó en las comisiones que definieron la reestructura de cargos, una vez que definimos la planificación estratégica. Nosotros dimos una señal muy fuerte, porque la comisiones tenían que decidir por consenso, y el sindicato decidió participar también.

12) Como en la mayoría de los sindicatos, en ADEOM hay líneas político-sindicales que se expresan en listas, y en el sindicato municipal la dirección mayoritaria en general en los últimos años ha expresado una visión hostil hacia el Frente Amplio. ¿Ese es un problema adicional?
No te lo puedo decir, sé qué tengo que hacer yo: en primer lugar trabajar para que las condiciones de trabajo sean las óptimas, estando claro que la persona elegida por la gente es el intendente. Él es quien tiene que tomar las decisiones. Hay gente embromada en todos lados, pero yo creo que si hay honestidad de las dos partes y uno trata de convencer, se terminan entendiendo.

13) No hablo de deshonestidad sino de una concepción ideológica que postula el enfrentamiento y el conflicto como la única forma de avanzar.
Puede ser, veremos qué pasa. Tampoco nos pongamos nerviosos.

14) Recién hablabas del año 2010, cuando pese a que las encuestas mostraban que eras un candidato apoyado por mucha gente no pudiste concretar tu postulación. ¿En ese momento pensaste largar todo e irte para tu casa?
Era una posibilidad... a mí me encanta la ingeniería, es una de mis grandes pasiones. Recordá que yo empecé a trabajar y a militar clandestinamente a los 16 años, me casé a los 19, fui padre a los 21 y me recibí a los 24. Quiere decir que hice un gran esfuerzo para estudiar y tenía gran espíritu de lucha. Y además, si cuando dejé la actividad privada para ser presidente de ANCAP dividí por cinco mi sueldo, ahora tendría que dividirlo por diez... no sé. En ese momento yo había sido electo senador y no podía engañar a la gente tampoco. Decidí que la peleaba y que hacía lo que me gusta: trabajar entre la gente los cinco años.

15) ¿Es un peso muy grande la pérdida económica que te representó volver a la actividad política y a la militancia a alto nivel?
No, para nada, lo comenté porque me preguntaste si podía volver a la actividad privada. Yo tengo la vida resuelta hasta el fin de mis días y además pude comprarle casa a cada una de mis tres hijas antes de volver a la política a este nivel. Así que ese no es problema. No pensé para nada en el costo económico, al revés, si lo pensara no estaría acá. En la actividad privada tuve una oferte para ir al exterior que esa sí me hizo dudar. Pero cuando era un militante de base, ni soñaba en que ganara Tabaré Vázquez.

"En 2010 largar todo e irme para mi casa era una posibilidad"

16) ¿Por qué no aceptaste?
Desde el punto de vista profesional era recontra interesante y desde el punto de vista económico impresionantemente interesante. Pero bueno, me gusta Montevideo, me gusta mi país, quería que mis hijas se criaran acá y decidí quedarme.

17) ¿Hoy no hacés nada en la actividad privada?
Sí, sí, hago alguna cosa. Poco, digamos diez o veinte horas por mes. Despunto el vicio.

18) ¿Por qué te casaste a los 19 años?
Porque se dio. No fue una decisión muy consciente, pero era y es la mujer de mi vida, la mujer que amo. Se dio así. Estaba en segundo de facultad, era en la época en que era un militante clandestino.

19) ¿Cuándo empezaste a militar?
En setiembre del 73, yo tenía una vida pública de un joven estudiante de Ingeniería que siempre estaba bien vestido y buscaba tener pinta porque así, si había razzias en la calle, no me paraban. Pero a su vez era un militante de la Juventud Socialista, después secretario general, después responsable sindical del Partido en la clandestinidad, hasta que me echaron los milicos de ANCAP el 4 de noviembre de 1983. Fui el último destituido por el Acta (Institucional) 7. Para los que leen esto, el Acta 7 era una especie de fantasmada legal de los militares que permitía romper la inamovilidad de los funcionarios públicos por motivos políticos o sindicales.

20) Pero volviste bastante rápido.
Un año y medio después, cuando volvió la democracia me restituyeron, en mayo del 85.

21) Venís de hogar conservador, con una madre muy católica.
Sí, muy conservadora pero divina persona, un himno a la alegría mi vieja, divina. Murió hace dos años con 94 años.

22) Y educado en colegios católicos.
Sí, excelente educación. Creo que me formó en valores, pero en aquel momento muy preconciliar. Era un colegio solo de varones, hice 11 años entre varones y después, como no tenía preuniversitario, fui al Seminario pero como estudiaba Ingeniería eran dos gurisas en veinte (se ríe). Después entré a Facultad y eran 20 en 300 y después en la industria también... todos machos (vuelve a reírse).

23) A los 14 años leías a Lenin.
Bueno, en el liceo empecé a tener inquietudes y me integré a una barra del (liceo) Suárez, que eran gurises y gurisas, ahí sí. Año 71, ahí todos al menos se decían frenteamplistas, salvo un querido amigo, el Mono Revello, que era colorado y le gustaba Pacheco, aunque su novia era comunista. Un día hubo que hacer una monografía en Historia, con un profesor blanco que influyó mucho en mí porque me hizo entender que Artigas había sido traicionado y que la guerra del Paraguay había sido un genocidio. Hablo del escribano (Esteban) Xalambrí, que me ayudó a forjar mi espíritu crítico. Ahí me hice de izquierda y elijo a Lenin para la monografía, lo cual generó un buen revuelo en el colegio de curas: imaginate que en un colegio religioso preconciliar, uno de sus buenos estudiantes eligiera a Lenin para una monografía de liceo.

24) Obviamente ya habías leído a Lenin.
No, absolutamente nada. Me empezaba a decir de izquierda y agarré "El Estado y la revolución". Y dije: la pucha, esto está mucho más cerca del ideal de valores que me enseña el cristianismo que la práctica que veo todos los días. Y ahí empecé a decir que era marxista. A los 16 años, cuando llego al Seminario, participé de mi primera movilización, el 9 de julio del 73, contra el golpe de Estado. Ahí decido que tengo que militar y me afilio a la Juventud Socialista dos meses después, demoré eso porque no conocía a nadie, yo estaba a kilómetros de distancia de la izquierda, más allá de mis amigos que se decían así.

"Si cuando dejé la actividad privada para ser presidente de ANCAP dividí por cinco mi sueldo, ahora tendría que dividirlo por diez"

25) ¿Cuándo se enteraron tus padres de que te habías convertido en un militante clandestino de izquierda?
Bueno, mi madre cuando se enteró de que yo, con 14 años, era frenteamplista, lloró tres días seguidos, fue impresionante. Divina la vieja, una expresión de amor: que rezara por mí, porque yo era comunista y me iba a ir al infierno, era una expresión de amor. Pero la primera vez que tuve un choque grande fue cuando nos corrieron a balazos.

26) ¿Qué pasó esa vez?
Estábamos pintando un muro a una cuadra de la cárcel (de Punta Carretas) y una patrulla de la cárcel nos vio y empezamos a sentir las balas pasar. Salimos corriendo y sentía pasar los chumbazos. Imaginate, 17 años, Flash era un poroto al lado mío. Agarramos Parva Domus y terminamos en la casa de un amigo ahí cerca.

27) Uno de los primeros muertos de la dictadura, unos días después del 27 de junio, fue Walter Medina, un joven socialista de 16 años que fue baleado mientras pintaba un muro también.
Sí, "consulta popular" pintaba. No llegué a conocerlo, él murió creo que el 8 de julio. En el 74, en el primer aniversario de su muerte, volanteamos con José Tognola la zona de Manga y me acuerdo de lo mismo: la corrida. Yo ahí tenía 17 años y José tendría veintipico, estábamos volanteando y un petiso me acuerdo empezó: "comunistas de mierda, la puta madre que los parió". Salimos corriendo y cuando quise acordar José había quedado como una cuadra atrás (se ríe).

28) Sos de la generación de izquierda que se formó con la revolución sandinista.
Uhhh... lloré todo un día cuando el Frente Sandinista perdió las elecciones (en 1990). Lo que para mucha gente significó la revolución cubana, para algunos lo significó en su momento la revolución sandinista. Sufrimos muchísimo con la derrota electoral del sandinismo, y al poco tiempo empezamos a cuestionarnos por qué, qué pasó. Hoy soy un hombre crítico, no creo en verdades reveladas y trato de no comerme ninguna pastilla.

29) También sos de la generación que fundó el PIT.
Claro, no estuve en el estrado del acto del 1° de mayo de 1983 porque era (funcionario) público, no podía. Al año siguiente ya la dictadura me había destituido y fui a Ginebra a denunciarla. En el 83 organizamos la gigantesca marcha La Teja - Cerro que fue de las cosas más emocionantes que vi en mi vida. La Federación ANCAP era la encargada de organizar el encuentro en la plaza 25 de Mayo y nos juntamos pensando que seríamos unos cientos. Cuando salimos éramos miles y después recuerdo los ríos de gente saliendo por las calles, confluyendo (se emociona)... te erizaba. Y todos de vaqueros y championes para salir corriendo cuando nos empezaran a dar los milicos (se ríe). No era tan fácil la historia.

30) Alguna vez definiste al militante que fuiste en aquella época como "un marxista puro y duro".
Claro. Uno se va analizando en la vida, sus comportamientos, y mira para atrás... es muy difícil trasmitir lo que sentía en esa época, pero había una especie de sentimiento de heroicidad en los militantes clandestinos pero también mucho miedo: te acostás sin saber qué va a pasar contigo al otro día. Entonces como que se reafirman las convicciones, lo inevitable del cambio revolucionario. Estábamos todos convencidos de que en dos años caía la dictadura y que en tres teníamos el socialismo en Uruguay: la sociedad perfecta. ¿Entendés? Y después, claro... la democracia, la vida te enseña, cometés errores, aprendés que no éramos todos tan perfectos, que había gente buena y mala en todos lados. Y por lo menos yo fui cuestionando alguna de las cosas que sostenía. Cuando creés en verdades iluminadas sos como una secta: vos sos uno de los iluminados. Y eso te da fortaleza para soportar las situaciones más complejas. Después empieza la crítica al estalinismo, leo a Rosa Luxemburgo, leo a (Antonio) Gramsci y empiezo a cuestionar, cuestionar, cuestionar. Me sumo al cuestionamiento filosófico de lo que fue la experiencia soviética, a la revalorización de la democracia, sin democracia no hay socialismo, la no demonización del que piensa diferente.

"Cuando mi madre se enteró de que yo, con 14 años, era frenteamplista, lloró tres días seguidos"

31) ¿Y hoy en qué creés?
Sigo teniendo mis utopías. Sigo creyendo que hay que crear un mundo mucho más justo y solidario basado en valores, sigo creyendo que hay que lograr la segunda independencia de Uruguay que implica diversificación productiva, generar riqueza con igualdad, todo eso que creo está haciendo el Frente Amplio. Empezás a construir una lealtad a tus utopías desde un punto de vista diferente al que tenías en aquel momento.

32) Varias veces has hablado del quiebre que viviste en los años 90, que te llevó a abandonar la militancia política y sindical de primera línea. ¿Sufriste decepciones personales?
No sé... en parte sí, yo qué sé. En parte me di cuenta que era demasiado idealista y que el mundo era otra cosa. En su momento decidí pasar a ser militante de base y dedicarme a mi carrera. Nunca dejé de militar ni en el Frente Amplio ni en el Partido Socialista, pero fue más que nada: "mirá qué idealista, qué nabo que era, discutía estas cosas con tanta pasión y al final tenía razón el otro". Y bueno, empecé a valorar a las personas más por sus actos que por el rótulo político. Y agradezco a la vida que me haya dado la posibilidad de desarrollar mi espíritu crítico.

33) Hoy no te definís marxista.
Yo tengo una formación marxista, pero eso es un sello. Es una forma de pensar, de ver el mundo, me gustaría decir "engelista" porque (Federico Engels) es mucho más divertido de leer que Marx. Pero creo que hay un método de análisis interesante, fue un hombre que aportó mucho a la explicación de los procesos.

34) Te reivindicás un seguidor de Rosa Luxemburgo.
A Rosa Luxemburgo la adoro. Un día escribió a Lenin: "El socialismo se alimenta del debate de ideas, aun con el enemigo de clase; el día que formes un partido único lo que lograrás tener es un partido de burócratas cuyo único sentido será autosustentarse". Cualquier similitud con la realidad no es pura casualidad. También Gramsci y su aporte sobre la hegemonía cultural, la forma de hacer avanzar las ideas socialistas en las sociedades democráticas...

35) ¿Crees que en Venezuela se está construyendo el socialismo?
Cada país encuentra su camino. Venezuela tiene sin dudas sus contradicciones, pero no me meto en la realidad de otros países. Cada país tiene su camino y hay que respetarlo y ser menos analista y más solidario con que las cosas se hagan bien.

36) Cuando eras un militante clandestino supongo que te proyectabas 30 años hacia adelante e imaginabas un mundo muy distinto al que tenemos hoy.
Sí, estaba todo aquel lirismo de creer que era posible construir una nueva sociedad de un día para otro. Estaba toda esa especie de magia del cambio revolucionario, impregnados todos de una suerte de heroísmo y de irrealidad (se ríe).

37) Una vez me contaste de un encuentro que tuviste con un funcionario vietnamita en París, justo en el momento en que Vietnam reanudaba relaciones con Estados Unidos, y recordaste una frase de Ho Chi Min: "No hay nada más revolucionario que la paciencia". ¿Hoy sos un tipo paciente?
La vida me hizo paciente y me hizo entender. Leí en un libro sobre el general vietnamita Vo Nguyen Giáp algo que sirve no solo para la vida política sino también para la empresarial, por ejemplo: que la guerra no se gana en una sola batalla. Son muchas batallas y a veces hay que saber retirarse.

"Estábamos todos convencidos de que en dos años caía la dictadura y que en tres teníamos el socialismo en Uruguay"

38) ¿En qué momento te alejaste de Dios?
Yo soy muy digital: es sí o no en algunas cosas. Como me decía marxista me parecía que... de todas formas la vida me enseñó a reconocer que soy de izquierda porque me tomé en serio los valores cristianos y por esa razón soy muy respetuoso de la religión católica y de casi todas las religiones. En las religiones hay mucha gente que se compromete para que el mundo sea un lugar diferente, mucho más amigable para todos. Si me decís si hoy creo en Dios te digo que no, de todas formas la vez pasada (Daniel) Sturla me decía: "tú vas a volver a la familia cristiana porque eres una persona de bien".

39) ¿Y vos qué crees?
Yo qué sé, puede ser, lo que me preocupa es ser coherente, no traicionar los valores que me llevaron a estar donde estoy. Me siento muy orgulloso de lo que he hecho toda la vida, no he traicionado nunca ningún principio, he educado a mis hijas en valores y me importa eso.

40) ¿La Intendencia de Montevideo es un escalón en tu vida?
No, no, es una etapa. No es absolutamente nada más que eso. Si por aspirar a una cosa de futuro dejo de hacer hoy lo que tengo que hacer, estaría traicionando esos valores que son los que dan sentido a mi vida.


Montevideo Portal | Gerardo Tagliaferro
Fotos: Juan Manuel López