El ministro de Educación y Cultura, Pablo Da Silveira, valoró que la LUC se haya mantenido firme y no se hayan derogado los 135 artículos en pugna el domingo 27. Y lamentó que respecto a la educación desde el Sí se hayan dicho “mentiras” y “agitado fantasmas, supongo yo, para conseguir votos”, dijo en entrevista con César Bianchi en 970 Noticias.
“Se dijeron mentiras lisas y llanas. Se dijo que la LUC eliminaba la obligatoriedad a los 3 años de edad. ¡La educación a los 3 años nunca fue obligatoria en Uruguay! Ni siquiera en la Ley de Educación del Frente Amplio (FA), de 2008, que establece que es a partir de los 4 años. Eso es mentira, y lo dijo el FA, y lo dijo el Pit-CNT: ¡es mentira! Lo dijeron mintiendo, y sabiendo que mentían”, agregó en 970 Universal.
Da Silveira continuó: “Después dijeron que se eliminaba la obligatoriedad en la educación media superior, el bachillerato. Era mentira, y mostramos que la LUC decía que la educación media superior es el tramo final de la educación obligatoria. Fueron mentiras, cada uno sabrá por qué lo hizo. Y lo lamento porque perdimos tiempo en discutir cosas interesantes en educación. Gastamos demasiada energía en desmentir cosas que eran falsas”, sostuvo.
El secretario de Estado, de todos modos, aclaró los alcances de la “obligatoriedad” de inscribir a los hijos en un centro educativo, y para ello, se remitió a la Constitución de 1934, pero insistió en que este gobierno nunca puso en cuestión la obligatoriedad de enviar los hijos al sistema educativo.
“La ley
de 2008 tenía un problema de redacción. Esto no es una diferencia en términos
de política educativa: todos estamos a favor de la obligatoriedad. Yo dije en
el Parlamento que nadie en este gobierno piensa eliminar la obligatoriedad,
este ministro no quiere eliminarla. Nuestra diferencia con la oposición en este
tema no es una diferencia a propósito de la educación; es una diferencia a
propósito del papel de la Constitución”, afirmó.
“La Constitución de 1934 incluyó un artículo que se mantiene hasta hoy y que fue mantenido en todas las reformas constitucionales, y abre dos caminos para cumplir la obligatoriedad: uno es mandar a los hijos a la escuela o al liceo, y el otro es con maestros en el hogar. ¿Por qué? Porque en el año 34 todavía era frecuente ese sistema de maestros en el hogar. En este país nunca nadie pensó que la obligatoriedad pudiera hacerse de otra manera que no fuera enviar a los hijos a la escuela o al liceo, y sobre eso no se legisló, no se reglamentó, de hecho, no hay procedimientos para educar los hijos en la casa”
Da Silveira continuó explicando: “¿Qué hacía la ley de Educación del FA? Imponía el deber de mandar a sus hijos a un establecimiento educativo, con lo cual una ley -una norma de rango menor- estaba contradiciendo a la Constitución, que es una norma de rango superior. Y eso es peligrosísimo para la República, para la democracia, para la libertad. Si empezamos con que un artículo de la Constitución no me gusta y lo modifico con una ley, aprovechando una mayoría circunstancial que tengo en el Parlamento, podemos liquidar todo… Podemos liquidar la libertad de expresión, podemos liquidar el habeas corpus, podemos liquidar lo que sea”, graficó.
“Nuestra diferencia, en este punto, con los defensores del Sí no era una diferencia sobre educación, era una diferencia mucho más profunda: si somos republicanos o no. Si nos tomamos en serio lo que dice la Constitución o no. La ley de 2008 no se lo tomaba en serio, y los que quisieron mantener eso, tampoco. Nunca estuvo sobre la mesa sacar la obligatoriedad de la educación. Fue un fantasma agitado, para ganar votos”, concluyó.