El diputado del Partido Nacional Sebastián Andújar definió al senador electo Sebastián Da Silva como el dirigente que encarna “la cara del militante” blanco. Durante toda la campaña electoral, el referente del Espacio 40 recorrió el interior profundo en busca de fidelizar los votos nacionalistas y repartió listas en Montevideo. Según dice, perdió “pelo, familia y plata”.
El domingo 27 fue de los que tomó con menos disimulo el resultado de derrota, que dejó a Álvaro Delgado y la coalición detrás de Yamandú Orsi y el Frente Amplio por más de 90.000 votos.
Da Silva fue el primero en irse de la sede de bulevar Artigas y Chaná. Luego vinieron los reproches.
El intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, le salió al cruce y lo tildó de “cobarde” por haberse ido. Tras pasar algunos días del balotaje, el senador electo analizó en entrevista con Montevideo Portal los motivos de la derrota electoral, el rol de Álvaro Delgado como candidato y el “error de trazo grueso” que fue la elección de Valeria Ripoll como candidata a vice.
¿Qué análisis hace de los resultados del domingo?
Para mí fue una sorpresa. En la medida que avanza el tiempo no cicatriza, sino que se abre la herida, la frustración y los reproches. Hay muchos reproches que me hago a mí mismo por no haber sido más incisivo. El sindicato de políticos profesionales... como que me dominó un poco.
¿Se sintió con la rienda justa y que no se soltó del todo?
Sí, porque hay un sindicato de lo políticamente correcto, de los políticos profesionales, de no hacer olas, del mediocampismo. Y bueno, yo soy rugbista y por jugar en equipo me contuve. Me contuvieron... O sea, el error es mío.
¿Le pidieron explícitamente que se callara?
No, pero ta. Fijate que con lo de tribilín todos me felicitaban por privado y después se prendía una cámara y me criticaban. Pero se confirma eso que criticar a la izquierda es incitar al odio y criticar a la derecha es libertad de expresión. Eso es cultural. Parte de los análisis que estoy haciendo es que el Frente Amplio ganó legítimamente, pero tiene mucho de hinchada de fútbol.
Más allá de la militancia del gobierno, ¿territorialmente cree que falló algo?
Los pueblos no fallaron, fallaron las capitales.
¿Se sintió solo en esa militancia por los pueblos?
Pasa que yo nunca fui a una reunión de comando, no conocí el despacho de Álvaro Delgado. Entonces, tenía dos alternativas: me quejaba o actuaba. La primera vuelta me dediqué a fortalecer a los compañeros de Alianza País, creo que con un buen resultado. Y la segunda... a mí eso de ir entropillado, de hacer una conferencia de prensa, no le veo sentido, porque yo veía por las redes que el Frente estaba haciendo puerta a puerta por Juan Lacaze o en Rosario. Y bueno, en el análisis fino detectamos 20 lugares que teníamos que ir a preguntar por qué pasaron algunas cosas. Yo fui a 17 y después, viendo los resultados, de esos pudimos revertir casi todos menos Vergara. Pero ahí descubrí algunas cosas que... la cancelación espontánea, las salidas de grupos de WhatsApp que llevan a micromolestias que provocan que la forma de reaccionar sea votando al contrario. Y esas micromolestias llevan a que la gente vote otra cosa.
La apuesta de Delgado era traer a Ripoll para aumentar la votación en Montevideo y alrededores. ¿Parte de la derrota se explica por su llegada?
Yo a Ripoll no tengo nada que reprocharle. Sí es un error de trazo grueso, porque lo que hizo fue ponernos una campaña en repecho, una campaña en la que Álvaro tuvo que explicar durante tres semanas por qué Ripoll. Y bueno, es un error no forzado. Valeria hizo todo lo que estaba a su alcance, pero es muy difícil cuando vos no conocés al electorado. Además, no es lo mismo alguien que viene de otro partido, por ejemplo [Rodolfo] Nin Novoa, que te fortalece comparado con alguien que tiene meses en el partido. Y hoy la semiótica genera mucha cosa. Yo militaba contra las ocupaciones y tres meses antes Ripoll subía una foto en una ocupación. La culpa no es de ella, es de los que se les ocurrió la maravillosa idea de que con Valeria Ripoll esto iba a salir bien y es no conocer al electorado blanco. Esas tres o cuatro semanas que tuvimos que explicar fue una tortura, un calvario entre dirigentes y militantes.
Fue Álvaro el que lo decidió.
Sí, pero a él nunca le llegaba nada, porque tenía una especie de guardia donde no le llegaban las cosas.
¿No tuvo contacto con el exterior dice?
No sé si tuvo, pero lo que es natural es que habían cosas que estaban pasando y era imposible —por lo menos para mí— transmitirlas. Porque cuando lo decía era: “Ah, no, vos siempre estás en la negativa”. Hice todo lo posible para no salir senador, hice todo lo que tenía a mí alcance. Era el primer suplente de Javier García, ¿cómo el primer suplente pasa a ser cuarto titular? Fue todo porque yo lo quise y si tuve que salir fue porque la gente nos apoya. A lo que voy es que nunca fue por un posicionamiento personal.
Usted decía que hubo “compañeros que no se desgastaron”, ¿por qué?
Sí, el 70% del cuadro de gobierno. El blanco es lindo en el llano, en el gobierno... tiene actitudes poco saravistas.
¿Por qué cree que Nicolás Olivera salió al cruce tan fuerte?
Yo creo que no me banca. Obviamente él es del sindicato de los políticos profesionales, que piensan que con la varita mágica soluciona los problemas. No termina de entender que es un administrador de esfuerzos ajenos, que con los impuestos le pagan el sueldo. Y yo creo que es porque no me banca.
¿No cree que estuvo mal al haberse ido de la sede?
Me critican por haberme ido de la sede, pero no por asolearme en Rincón del Cerro donde ganamos. En Rincón del Cerro eh, en la boca de la tatucera. Creo que voy a tener un problema grande con el sindicato de políticos profesionales. Interna y primera vuelta no estuve ahí. Yo perdí pelos, familia y plata en esta campaña.
¿Pero no cree que pudo haberse visto mal?
Ahí estaba la barra, yo no le fallé al militante de a pie. Yo estuve en Rincón del Cerro de 8:00 a 14:00.
¿Cree que puede tener problemas en el Parlamento?
No tengo dudas, por todo lo que dije. Que este era el peor Frente Amplio, que son unos mentirosos y que llegaron mintiendo. Si lo digo ahora, me dicen que incito al odio. Este es el momento de Yamandú Orsi, yo estoy anotando todos los temas y todos los movimientos. Vamos a ir detrás de Brasil como perrito faldero, van a aumentar los impuestos, va a venir un gil a decirte que tu capacidad contributiva debe ser mejor para el bienestar nacional. No van a bajar la edad de jubilación, van a encontrar una excusa, entonces hay que ver mucho cómo... La única forma es la batalla ideológica. A mí se me viene un intento de cancelación total, porque me va a intentar cancelar la izquierda y también fuego amigo, porque no soy del sindicato de los políticos profesionales. Yo no voy a ir ni a la Unión Interparlamentaria, mi teléfono lo voy a seguir pagando, y voy a pedir licencia sin goce de sueldo si tengo que ir a pesar un ganado.
Guido Manini Ríos dijo que decirle tribilín a Orsi lo fortaleció.
No fortaleció, lo que lo fortaleció fue no tener un rumbo claro en la campaña. Y después hay temas como el término “malla oro” que para mí es difícil de combatir. Yo coincido en que el malla oro genera trabajo. Ahora van a haber cada vez más mallas oro, amigos del poder y súper enriquecidos. Y después mucha gente que se va a autopercibir menos pobre porque le hacen un curso de artesano.
¿Sintió que Delgado se quitó un peso de encima al haber perdido el domingo?
Yo no conozco el despacho de Álvaro, la única vez que me llamó fue para que llevara a Leticia a Buenos Aires en un avión. Es mi amigo, lo quiero mucho, cuando lo echaron de Colonización el único que estuvo en el campo dándole consejos fui yo, pero él eligió una guardia... que lo entiendo, no debe ser fácil bancarme a mí. Pero todo lo hice con la mejor buena voluntad. Yo sé que soy bravo, pero así es que se tratan los amigos, ¿no? No hay tiempo para la autocrítica, hay que morder la derrota y salir rápido. Ahora, negando la realidad no.
¿Qué realidad se está negando?
Que fuimos derrotados, que vamos a ser un gobierno legatario que pierde elecciones.
¿Hubo mucha tibieza?
Cuando te relatan que sos un narcoestado, que gobernás para los malla oro —cuando no es así—, cuando te mienten en la LUC a cara de perro sin consecuencias, cuando viene alguien a decirte que van a salir niños deformes... Si vos no te parás de frente, la culpa termina siendo tuya por no responder. ¿Qué es peor? ¿Mentirle a la gente o ponerle un macaco de tribilín? Ahí hay una culpa compartida, advertida hace tres años cuando pasó todo.